Nuestra Primera Vez +18

He esperado cien años
Y esperaría un millón más por ti,
Nada me había preparado
Para el privilegio de ser tuyo/a

Sleeping At Last

Dedicado a mis bellas lectoras que son unas depravadas 7w7

     Mei y Mirio caminaban de manera "tranquila" por los pulcros pasillos de aquella gran farmacia con los nervios a flor de piel, uno lo demostraba más que la otra. La más bajita se dio cuenta de eso por lo que tomó la mano del mayor y la apretó con suavidad, regalándole una tiernos sonrisa   

     Sus miradas se cruzaron por unos momentos, sintiendo como esa simple mirada les ayudaba a tranquilizarse un poco. Le echaron nuevamente una mirada al interior de la farmacia, solo quedaban tres personas en aquel lugar, entonces actuaron. 

     La castaña le hizo una señal para que se acercaran al mostrador, caminaron con pasos largos y algo torpes hasta quedar en frente del mismo. Mei respiró profundamente, se sentía bastante nerviosa y tensa, aunque sentir la mano de su novio sobre la suya le daba cierta fortaleza. No podía ser tan difícil ¿Verdad? 

     Solo debían comprar condones.   

      La chica que atendía se acercó a la pareja con una gran sonrisa, los saludó de manera educada y les preguntó que era lo que andaban buscando. 

   —Condones, por favor.   

     Mirio no pudo evitar soltar una risita nerviosa ante la forma directa y tosca en que su novia podía decir las cosas, era un rasgo que amaba de ella...aunque ahora los estuviese metiendo en semejante situación bochornosa. La muchacha los miró fijamente para luego sonreír con diversión, aguantándose las ganas de soltar una pequeña carcajada, si había algo que le gustaba de su trabajo era sin dudas ver la expresión de los jóvenes cuando venían por algún método anticonceptivo. Sonrió como ternura al ver que los dos eran pareja, no muchas venían juntas a comprar condones.   

   — ¿Cuál les gustaría llevar?   

     MeiTakeyama.exe dejó de funcionar.   

   — ¿Hay más de un tipo de condón? —Preguntó la castaña con curiosidad y sorpresa mezcladas.  

   —Tenemos de diferentes marcas y solemos manejar tres tamaños, mediano, grande y extra grande —La ojiverde asintió lentamente, asimilando la información—. También hay de diferentes tipos, ya saben, con sabores, fluorescentes, con textura, como lubricante y aromáticos. 

     Mei miró aquellasa cajitas con curiosidad, agarrando cada una para leer lo que decía. Había investigado un poco sobre los tipos de condones que había, pero no lo suficiente como para saber que venían con sabores o con tachuelas. Igual no le hallaba lógica en comprar condones saborizados, no se la iba a chupar con el condón puesto...eso no tenía sentido ¿O si?  

   —Si desean más sensibilidad, nos ha llegado un nuevo cargamento de condones extrafinos y otros con retardante y espermicida, ya saben...para evitar los embarazos no deseados (Como tu hermano XD).

     Mirio tenía la cara completamente roja, estaba más que seguro que parecía un tomate andante. Pero no entendía porque se sentía así, esta no era su primera vez comprando condones en una farmacia...sin embargo se sentía como si esa fuera la situación. Alzó su mirada para encontrarse con una Mei extremadamente concentrada en la explicación de la joven.   

     No entendía como podía estar tan tranquila.   

   —Bueno, supongo que llevaremos los condones extrafinos y con espermicida —Dijo la ojiverde para luego desviar su mirada hacia el rubio— ¿De que tamaño llevamos?   

   —No voy a responderte eso aquí, Mei —Aquel comentario hizo que la chica que los estaba atendiendo se tapara la boca con las manos, tratando de disimular su sonrisa.   

   —Pero debo saberlo, no quiero que se rompa cuando te lo pongas —El rubio se ponía más y más rojo—. Hagamos esto, nosotras dos nos damos la vuelta, tu eliges la caja y le borras él tamaño para no sentirte avergonzado ¿Si? 

     El ojiazul asintió sin mirarla a lo que ambas mujeres le dieron la espalda, tratando de reírse con fuerza. El rubio agarró una de las tres cajas y con el marcador negro que había al lado del monitor borró él tamaño de las tres cajas, volviéndolas a poner en él mostrador. 

   —Listo... —Se volvieron a girar—. Es este —La joven agarró la caja y lo pasó por un lector de códigos de barras.   

     Fue entonces cuando él ojiazul entendió que había hecho todo en vano pues la joven lo miró de reojo mientras se mordía el labio inferior,  ya sabía de que tamaño eran los condones. 

     Pagaron todo y salieron rápidamente de aquel lugar, evitando las miradas curiosas de los pocos presentes que había dentro de la farmacia.   

   —Al final nos terminó haciendo comprar tres cajas, seguro nos vio la cara de ninfómanos —Comentó Mei mientras guardaba la bolsa dentro de su mochila. Mirio sonrió ante el comentario de su novia. 

   —Si, supongo que eso fue lo que entendió —Le dijo para luego sujetarla suavemente por las mejillas—. Aún no puedo creer que estuvieras tan tranquila siendo que esa fue tu primera vez comprando condones.   

   —Alguno de los dos debía estar tranquilo, y sin dudas no ibas a ser tú —Las mejillas de Mirio se pusieron un poco rojas y sonrió de manera nerviosa— ¿Por qué te pusiste nervioso? Si no mal recuerdo, esta no es la primera vez que compras condones...y tampoco creo que el problema sea que la vendedora supiera de tu tercera pierna, tarzán.   

    El más alto sólo se rió nerviosamente por el apodo. 

   —No lo sé, pero me ha estado pasando últimamente —Le explicó con cierta pena—. Antes no tenía problemas de exhibirme frente a todos, pero ahora es como si no quisiera que nadie aparte de ti me mirara. Llámalo lealtad si quieres.   

   — ¿Sabes? Yo no tengo problemas que seas un exhibicionista, después de todo tú eres mío —La castaña se puso de puntitas de pie y le dio un pequeño beso en el cuello. 

   —Por dios, te adoro demasiado —La alzó con delicadeza, haciendo que la ojiverde enredara sus piernas alrededor de la cintura, y comenzó a repartir besos por todo su rostro.   

     Mei se rió suavemente para luego besarlo de manera lenta, disfrutando de aquel cálido contacto. Mirio la sujetó como fuerza de la cintura, adentrando sus manos por debajo de la camiseta que llevaba puesta, todo esto sin dejar de besar y morder esos labios que lo traían loco.   

     Amaba cómo lo besaba, con tanto cariño y pasión mezclados, como si tratara de complacerlo con cada cosa que hacía; desde aquella noche en la casa de sus suegros, los dos habían comenzado a explorar el cuerpo del otro para descubrir que les provocaba placer, siempre con el pensamiento de que "no harían nada que hiciera sentir incomodo al otro".   

     Y debía admitir que se sentía muy feliz sobre las cosas que habían hecho entre ellos hasta ese día, por supuesto, sin llegar a tener sexo.    

     Estaban muy concentrados en besar al otro, y estaban muy seguros que hubieran seguido de esa forma de no ser que el teléfono de Mei comenzó a sonar.   

   —Creo que deberías atender —Dijo Mirio entre besos, bajándola lentamente.   

   —Que se jodan todos, esto es más importante —Continuó besándolo, sin embargo el teléfono volvió a sonar—. Maldita sea, mataré a quien sea que me esté llamando —Sacó el teléfono y atendió— ¿Papi, que quieres?... ¿Cómo que una cena? ¿Es enserio?...Está bien, voy para allá.   

   — ¿Te tienes que ir? —Mei asintió sin muchas ganas a lo que el rubio le dio un pico en los labios—. No te preocupes, ya tendremos muchas oportunidades para pasar al siguiente nivel.   

   —Eso espero, sino alguien me las va a pagar —El más alto soltó una carcajada y volvió a besarla.   

   —Vamos, te acompañaré a tú casa.   

     Se abrazaron con suavidad en para luego emprender rumbo hacia la casa de la castaña. 


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     Mei estaba frustrada.   

     Eso se podía notar a quilómetros ¿Y porqué estaba de esa forma? Fácil, desde hace días que trataba de "consumar su amor" con Mirio y siempre, SIEMPRE, eran interrumpidos por alguien, ya sean sus padres o sus amigos. Tan desesperada estaba que había planteado la idea de alquilar una habitación de un hotel y pasar la noche allí, sin embargo el rubio desechó esa idea ya que él no quería que su primera vez fuera en un lugar como ese.   

    Él quería que fuera más romantico.    

    Por eso prefirieron esperar a que se diera él momento....aunque eso significara aguantarse a su angelito con un humor de perros.   

    El sábado por la mañana, como era costumbre, Mei limpiaba la casa mientras escuchaba música alegre y movida. Trataba de calamar sus ánimos, pero por la forma tosca y ruda con la que movía el trapo por todo el piso sabía que no lo estaba consiguiendo. Bufó con molestia, soltando la escoba, y se sentó en una de las banquetas que había en la cocina.   

   — ¿Sigues de mal humor? —Le voz de su madre la sacó de sus pensamientos—. No me digas que discutiste con Mirio-kun.   

   —No mamá, sigues teniendo nuero —La rubia sonrió con alegría, dejando él bolso que tenía en sus manos en él piso— ¿Te vas de viaje? 

   —No iremos al lago por él fin de semana, necesitamos un descanso.   

   —Bueno, entonces subiré a preparar mi bolso —Se levanto de su asiento, con intensiones de caminar hacia las escaleras, pero fue detenida por su madre.   

   —No, no, mi dulce pastelito, tú te quedarás cuidando la casa —La mayor le guiñó él ojo con picardía—. Necesito que tu padre me atienda como corresponde.  

     La castaña la miró fijamente, procesando todo lo que acababa de escuchar, para luego darse cuenta de las dobles intenciones de su madre. No pudo evitar sonreír con emoción.   

   —Yo no necesitaba saber eso —Las dos se lanzaron a reír—. Prometo portarme bien.   

   —Sé que no lo harás, mi amor, eres igual a mi —Le acomodó el cabello con delicadeza—. Te dejé un regalito en el primer cajón de tu ropero, disfruta de tu fin de semana —La menor asintió sin dejar de sonreír— ¡Daisuke, vámonos ya!

     Él castaño bajó rápidamente, se despidió de su hija de manera efusiva y salió corriendo al garaje. No quería ver a su esposa enojada.   

      Mei quedó parada por varios segundos hasta que finalmente pudo reaccionar, agarró su teléfono y le mando un mensaje a su novio invitándolo a pasar el fin de semana juntos. Cuando el rubio le respondió que apenas terminaran sus entrenamientos estaría allí, la ojiverde subió rápidamente a su cuarto y se metió al baño. Durante las siguientes horas, se la pasó arreglándose para la que se suponía que sería "la noche más importante", desde un intento fallido de depilación con cera que la dejó completamente irritada hasta pintarse las uñas de los pies; cuando salió del baño, abrió él cajón de ropa interior, encontrándose con que todo había sido cambiado por lencería de encaje de la mejor calidad.   

     Empezó a revólver todo el cajón, buscando ropa interior que no fuera de ese estilo mientras los latidos de su corazón se aceleraban con fuerza. Al ver que su madre no le había dejado nada "normal", se llevó las manos al cabello para luego sentarse en el sueño, abrazándose con fuerza mientras ocultaba su rostro entre sus piernas. Estaba empezando a entrar en pánico.    

   — ¡Basta! No seas una cobarde —Se dijo a si misma mientras se sentaba de manera derecha—. Te has enfrentado a cosas peores, esto no es nada.   

     Suspiró nerviosamente, agarró la ropa interior que era menos reveladora y se la puso con rapidez. Se terminó de vestir y sonó el timbre, por lo que se peinó lo más rápido que pudo y bajó rápidamente para abrir la puerta.   

   —Buenas noches, mi ángel —Mei le sonrió y le dio un pequeño beso en los labios, haciéndolo pasar a la casa—. Lamento llegar tan tarde, la practica se extendió un poco mas. 

   —No te preocupes Mirio, lo que importa es que ya estás aquí —Se paró de puntitas de pie y volvió a besarlo, esta vez con más lentitud—. Todavía no he preparado la cena ¿Qué te gustaría a comer?   

     "A ti". El rubio sonrió ante su propio pensamiento para luego acariciar la mejilla de la castaña con suavidad. Mei le besó el dorso de la mano y lo hizo entrar.   

   —Tú me cocinas todas las veces que vengo, déjame consentirte esta vez —Le pidió el más alto mientras se quitaba la chaqueta negra que llevaba puesta. 

   —Al menos déjame ayudarte alcanzándote las cosas —El ojiazul asintió varias veces, sacando todos los ingredientes que iba utilizar para cocinar. 

     Después de buscar entre las recetas de su padre, finalmente decidieron cocinar espaguetis con salsa pesto. Durante ese tiempo, se habían dado cuenta de que los dos estaban bastantes nerviosos y tenso por la situación, sabían muy bien que esa noche nada ni nadie los detendría de hacer lo que quisieran y aunque eso los alegraba también les provocaba cierta preocupación...sobre todo a Mei.  

     Trataba de mantenerse lo más serena posible, aunque era algo complicado cuando la ropa interior que estaba usando prácticamente la estaba violando.   

     Después de casi tres horas de comer y charlar animadamente sobre lo que habían hecho durante esa semana, limpiaron toda la cocina y subieron al cuarto de la castaña para poder dejar la mochila que había traído el mayor.   

   —Bueno, no sé si quieres bañarte mientras sirvo él postre —Comentó la castaña mientras jugaba con su cabello, tratando de calmar sus nervios.   

     El rubio se giró lentamente y sonrió al ver el manojo de nervios que era su novia. No sabía si era su imaginación pero juraba que Mei se veía más hermosa que de costumbre ese día, la veía más radiante y fresca, mientras que el deseo de besarla crecía más y más en su interior. 

   — ¿Sabes? Preferiría comerte a ti. 

     Mei abrió los ojos con sorpresa, sintiendo como sus mejillas se coloreaban. Abrió la boca para decir algo pero las palabras murieron cuando el mayor se acercó a ella, la tomó dulcemente por las mejillas y la besó de manera dulce y tierna. Estuvieron así por un largo rato, disfrutando de los labios del contrario, hasta que finalmente se separaron y se sonrieron suavemente. 

    Mirio acarició con delicadeza el rostro de la castaña, disfrutando de lo hermosa que veía al natural. Mei se mordió suavemente el labio inferior para luego empezar a repartir pequeños besos sobre sus labios y mejillas, empezando a abrir la camisa que llevaba puesta. El rubio sonrió de lado y la empujó con delicadeza contra la cama para luego colocarse sobre ella, terminando de sacarse la camisa en él proceso.   

     La ojiverde soltó un suave suspiro ante esa acción, disfrutando de la gran vista que eran él torso y los brazos bien trabajados de Mirio; acercó su mano hacía uno de los brazos y tocó la piel de la zona con lentitud, delineando con las llenas de sus dedos cada cicatriz con la se topaba. El rubio volvió a besar los rojizos labios de su pareja de una manera más apasionada; bajó una de sus manos con delicadeza, acariciando cada curva con la que se topaba en su camino, hasta que llegó a la cintura de la castaña donde introdujo sus manos bajo la camisa celeste que llevaba puesta, provocando que la menor arqueara la espalda ante el contacto.   

     De pronto, el ojiazul dejó de repartir besos sobre el cuello de su novia para luego levantarse un poco, fijando su vista en esos ojos verdes que lo miraban con confusión.   

   —No quiero seguir sin estar seguro de que tú también quieres...—Comenzó a hablar con la voz algo ronca y suave, tratando de tranquilizarla— ¿Quieres-   

   —No necesitas preguntarme nada, Mirio, confió plenamente en ti —Murmuró la castaña mientras acariciaba con suavidad la mejilla del mayor—. Sólo...sé gentil, por favor.   

     Él ojiazul sonrió con ternura para luego besar con delicadeza la frente de la menor, empezando a bajar lentamente por su rostro hasta llegar nuevamente al cuello. Los besos comenzaron a tornarse más y más intensos, hasta el punto de que empezó a dejar pequeños chupones sobre la lechosa piel de Mei, quien no paraba de soltar pequeños jadeos y gemidos de placer. Mirio comenzó a desprender los botones de la camisa de su novia con lentitud mientras continuaba besando y mordiendo levemente la zona cerca de las clavículas; cuando pudo sacarle la parte superior de la ropa, llevó con cuidado su mano hacia uno de los pechos de la castaña, empezando a estimular la zona con delicadeza procurando no causarle dolor.   

     Se separó por unos momentos, apreciando la hermosa vista que era ver esa pálida piel adornar por la delicada tela de encaje color blanco. Mei solo atinó a desviar la mirada con vergüenza pero Mirio la sujetó por la barbilla para lo mirara, depositando un pequeño beso sobre sus ya hinchados labios. Llevó sus manos hacía la espalda de la menor, tratando de desabrochar el sostén. Al ver que no lo estaba consiguiendo, lo sujetó como fuerza y terminó por romperlo. 

   —Sé nota que estás un poquito desesperado —Comentó la ojiverde con diversión mientras le desabotonaba el pantalón y le bajaba el zipper.   

   —Ya no quiero perder más tiempo —Se quitó él pantalón con rapidez y prosiguió a perderse entre los pechos de la castaña, jugando con la zona con suavidad.

 
     Mirio comenzó a dar pequeñas lamidas sobre el pequeño botón rosa mientras jugaba con el otro pecho con su mano, el cual no había recibido atención hasta ese momento. En cuanto a Mei, ella se había llevado una mano a la boca para acallar todos esos vergonzosos sonidos que amenazaban por salir de su boca, sin embargo el ojiazul detuvo sus movimientos para luego sonreír.   

   —No te tapes la boca, quiero oír cada uno de esos sonidos —Alejó con delicadeza la mano del rostro de la castaña y le besó los nudillos.

     Sonrió de lado para luego volver con el mismo juego de antes, solo que de manera intensa. Luego de un par de minutos torturando esos pequeños botones rosados, los dejó en paz y empezó a repartir pequeños besos sobre su abdomen. Se separó por unos momentos para quitarle el short y la ropa interior de una vez, dejándola completamente desnuda.
     Completamente a su merced.   

      Mei iba a quejarse, quería reclamarle que continuara con sus caricias pero fue interrumpida al sentir la cálida respiración y la habilidosa lengua adentrarse de nuevo en su boca. La mano de Mirio liberó uno de sus pechos para comenzar un lento y peligroso descenso hasta debajo de la estrecha cintura, buscando escabullirse cínicamente entre sus piernas y no se detendría hasta llegar a esa zona tan sensible. Enardecida por el delicado toque de esos largos y fuertes dedos sobre su cuerpo, Mei gimió sin tapujos mientras abría con delicadeza sus piernas al mismo tiempo que su cuerpo agradecía aquella descarada caricia.   

     La castaña se tensó al sentir como esos dedos traviesos invadían su intimidad más un gemido de placer le indicó al mayor que quería más; comenzó a masajear su centro de placer, disparando una tormenta de emociones dentro de la ojiverde que no paraba de arquear la espalda mientras buscaba con desesperación de donde sostenerse. Mirio sonrió de manera lasciva y sin dejar de tocarla volvió a posar los labios de la menor con deseo, quien cerró los ojos dejándose llevar por la satisfacción que le brindaba su pareja. La lengua del rubio peleaba por someter a la otra mientras su mano seguía tocando de manera experta el rincón más profundo del joven cuerpo, llevándola cada vez más hacía su apogeo. En cierto momento, un ronco grito se escapó de la garganta de la castaña mientras su interior se contraía con fuerza.
     Entonces Mirio decidió que todavía no era tiempo de que llegara al clímax, por lo que detuvo sus movimientos y retiró los dedos de su interior. Mei abrió los ojos con molestia y aprovechó que el rubio se había distraído buscando la caja de condones para cambiar de posiciones con rapidez, dejándolo acostado sobre el colchón.   

   —Sabes que no soy una sumisa a lo Anastasia Steele ¿Verdad?  —El ojiazul asintió rápidamente—. Te voy a demostrar que tan dominante puedo ser.   

     Sin más comenzó a repartir besos sobre el cuello de Mirio, delineando la zona con la punta de la lengua; bajó sus manos lentamente hacia en bóxer y rozó con suavidad aquella zona tan sensible, sonriendo con picardía al ver como echaba la cabeza para atrás mientras soltaba un sonoro jadeo. En cierto momento introdujo su mano en el interior de la ropa interior del rubio y empezó a mover su mano sobre el ya despierto miembro, provocando que soltara varios gemidos.   

   —N-No...hagas eso —Se mordió el labio con fuerza, sintiendo como ese delicado y débil roce lo estaba llevando al orgasmo con rapidez.   

     Trató de detener la mano de su pareja, pero esta fue más rápida y usando su Quirk lo dejó inmóvil sobre la cama.   

   —Quieto.   

      La castaña sacó su mano de la ropa interior de su novio y comenzó a quitársela con lentitud, disfrutando enormemente el ver la cara de frustración que tenía al no poder moverse. Cuando lo dejó desnudo, se sentó sobre su regazo, con las piernas abiertas y comenzó un suave y tortuoso vaivén, rozando directamente con la intimidad del contrario.   

   —Por favor...ah...no me tortures más —Le pidió el rubio mientras cerraba los ojos con fuerza. Mei sonrió con diversión para luego pestañas suavemente, liberándolo de su prisión.   

     Fue entonces que el ojiazul la sujetó por la cintura para volver a intercambiar posiciones, le dio un pequeño beso y agarró uno de los condones que había en la caja de color negro. Abrió el paquete con delicadeza y luego se lo puso con lentitud, acomodándose entre las piernas de la castaña. Fue adentrándose lentamente en ella, venciendo poco a poco la estrechez del virginal cuerpo que la ojiverde le ofrecía como prueba del amor que se profesaban...es cuerpo  que había poseído tantas veces en sus sueños finalmente le pertenecía. No pudo evitar soltar un ronco gemido cuando terminó de entrar completamente en ella.   

     Abrió los ojos con lentitud para ver la mueca de dolor que se reflejaba en el rostro de Mei, quien no paraba de apretar los ojos como fuerza buscando tragarse el momentáneo dolor que estaba nublando parcialmente la dicha que era entregarse a su amado. Una lágrima rodó por la mejilla de la castaña a causa del rompimiento del "sello de pureza" de su cuerpo.   

   —Tranquila, ya pasará —Le murmuró el rubio para luego secar esa solitaria lágrima con un tierno beso.

     Mirio esperó como paciencia a que su cuerpo se acostumbrara a él, dándole tiempo para ajustarse a la nueva sensación que estaba experimentando hasta que finalmente movió la cadera con delicadeza indicándole que ya estaba lista para continuar. Él empezó a moverse con suavidad, arrancándole suspiros y jadeos a Mei con cada movimiento. Sus cuerpos sudorosos se frotaban con deseo, la deliciosa sensación del peso del ojiazul sobre ella y el ocasionar contacto de su piel con su senos la hacían arder por dentro, provocando que soltar gritos más y más altos.   

    El íntimo roces de sus pieles, la tibieza de la delgada capas de sudor que los bañaba, el embriagador aroma de sus cuerpos uniéndose...todo estaba más allá de lo que alguna vez pudieron imaginarse. Pronto la razón desapareció, los pensamientos se esfumaron dejando lugar solamente para las sensaciones. 

     Las piernas de la castaña se enredaron alrededor de su cintura, demandando mayor cercanía, apretándole con fuerza contra su sexo, suplicando ansiosa sentirlo aún más adentro de ella. El ritmo fue aumentando hasta volverse casi salvaje, gruñendo, jadeando, buscando adentrarse más y más en aquella cavidad que lo recibía tan gustosa. Entraba y salía de ella con ímpetu, hundía su virilidad con frenesí mientras sentía como ese callado interior se estrechaba más y más, incitándolo a llegar al orgasmo.   

    Al sentirse cada vez más cerca del clímax, Mirio apuró el ritmo haciéndola gemir descaradamente y gritar su nombre completamente loca del placer. Entonces, un desbordante torbellino de placer inundó la atmósfera de la habitación, un raudal de emociones que aumentaba al compás de aquel frenético baile que comenzaba a dejarlos sin respiración. Por fin, un violento estallido dentro de Mei la hizo estremecerse, aferrándose a la espalda del mayor con tan fuerza que seguramente le dejaría varios rasguños. Una fuerte descarga la hizo desfallecer sobre la cama completamente extasiada, seguida por Mirio que no tardó en sentir esa sensación de vibrante liberación que explotaba dentro de él, acelerando su respiración y anunciando el punto máximo del clímax. 

    Pronunció una ultima vez el nombre de Mei en medio de un suspiro para luego hundir su rostro en el espacio que se formula entre su cuello y su hombro, suspirando complicado la esencia de la que era su mujer mientras era arrullado por los acelerados latidos de su corazón. Mirio lo sabía, estaba completamente perdido. Había sido domado completamente por la belleza majestuosa que era la castaña. Nunca unos labios habían sido tan dulces, jamás los gemidos de deseo habían sonado como la erótica melodía que ella le cantaba solo para él, nunca antes el roce de un cuerpo había sido tan apasionado como ese instante. También sabía que Mei no había sido la primera, pero también estaba seguro de que sería la ultima.  

     En toda su vida, ya sea larga o corta, no volvería a hacerle el amor a otra chica que no fuera ella...era una promesa silenciosa entre ambos. Ella sería suya de la misma forma en que él era de ella.   

     Cuando se recuperó un poco, salió lentamente del interior y desechó el condón usado en el tacho de basura que estaba al lado de la cama. Se recostó a su lado, tapándolos a los dos con las sabanas y colchas de la cama, y atrajo a su pecho como delicadeza; Mirio pasó cariñosamente su mano sobre sus despeinados cabellos mientras que la ojiverde acariciaba su pecho con una mezcla de ternura y timidez.   

   —Joder...eso fue estupendo —Mei sonrió con felicidad, ignorando el echo de que posiblemente mañana no podría caminar.   

     El ojiazul sonrió suavemente para luego tomarla por la barbilla por delicadeza, obligándola a levantar al rostro para sellar el momento con un suave beso.

   —Me alegra que te haya gustado —Murmuró sin dejarla de mirar a los ojos.   

   —Te amo... —Le dijo la ojiverde en un susurro para luego acariciar con su nariz la sonrojada mejilla del rubio.   

   —Yo también te amo... 

   —Necesito una segunda ronda, ahora —El más alto solo pudo reírse con fuerza para luego repartir varios besos sobre su rostro.   

   —Tus deseos son mis ordenes —La sentó sobre su regazo con muchísima delicadeza para luego volver a besarla con ahínco.   

     Les esperaba una larga y agitada noche.
 

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Al fin pude subir este cap!!!!!!

💖
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Hola gentecita bella, como stan?!

Espero que estén pasando una mañanita/tarde/noche genial!

Lamento no haber subido este capítulo antes pero sufrí de un bloqueo espantoso y además estoy enferma ajjaajaja

No tengo ganas de nada,
respiro porque es involuntario
😂😂😂😂😂😂😂

En fin....
Ahora al cap de hoy....

AL FIN HUBO SETSO SETSI SENSUAL!!!!

Traté de hacerlo lo menos explícito posible, no sé si lo logré

Mirio fue todo un amorts, tan dulce y gentil.

Aunque ya sabemos que el tinte tiene buena resistencia 7u7

Y que son unos ninfomanos

Ahora hay que ver que pasará a la mañana siguiente ,(͡° ͜ʖ ͡°)(͡° ͜ʖ ͡°)(͡° ͜ʖ ͡°)

Ahora

En cuanto al espacial de preguntas, será subido después de esta semana, así que aguantaselas

Jajajajajajajja

Oh si, en el especial daré un pequeño avance de como será el fic De Roy Mustang, así qur las que estén interesadas esperen un poco más.

Si les gustó el cap dejen estrellita y comenten, se los agradecería de corazón 💖💖💖💖

Próximo Capítulo:
Fin de semana de ensueño.




Sin más que decir...

Bye Bye

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