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Los labios del moreno tienen un tierno puchero, mirando a su mejor amigo con ojos de cachorrito abandonado. Louis intenta no mimarlo demasiado, de verdad que lo intenta pero ¿cómo puede negarse con esa carita?
-¡Está bien!- chilla el castaño -¡Te compraré los dulces!- el moreno sonríe mostrando su blanca dentadura, haciendo que sus ojos se hagan más pequeños.
-¡Gracias! ¡Eres el mejor!- pillando al castaño desprevenido, se lanza encima de él, atrapándolo en un fuerte abrazo que hace tambalear al mayor.
-Tú y tu amor por los dulces- rueda los ojos, soltando un pequeño suspiro.
-Aún así me quieres, LouLou- ríe el menor, apretando más su agarre.
-Hey Cal- dice el ojiazul, fijando la mirada en tres pares de ojos que los observan fijamente -Esos no nos dejan de mirar- el moreno mira hacia donde el castaño mira, cruzando miradas con tres dioses griegos según Calum. Las mejillas del moreno se tiñen de un bonito color rosado, apartando la mirada y escondiéndose en los brazos de su mejor amigo.
-Me ponen nervioso- susurra, haciendo morir de ternura al mayor.
-No te preocupes, LouLou te protegerá- la mirada del ojiazul se vuelve dura y fría, dirigida directamente a los tres chicos que no paran de observarlos, recibiendo la misma mirada de los tres. Louis no se intimidaba por nadie, ni porque le superaran en número ni en fuerza, no ante su mejor amigo que era alguien frágil y delicado.
Pero a pesar de como le protegía el castaño, Calum podía defenderse perfectamente, pero le gustaba sentirse protegido.
-¡Vamos a comprar esos dulces!- chilla el menor, sacando a Louis de su guerra de miradas.
-Está bien- dice el ojiazul, comenzando a caminar hacia la tienda de dulces con el moreno detrás suya.
¿Quiénes son esos tres? piensa el castaño, con un extraño presentimiento en su pecho.
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No sé de donde ha salido esto ni como pero aquí está.
Nos leemos pronto.
Anónima.
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