El pollito que lo cambió todo

—Ven aquí, mi pequeño pedacito de esperanza.



Un pequeño pelirrojo de cinco años se acercó corriendo a los brazos abiertos de la mujer mayor que le esperaban, invitadores y muy cálidos, con ese peculiar aroma a flores y especias que tan reconfortante le parecían a Hoseok.



Para el pequeño Hoseok su abuelita olía como un cálido y divertido día de verano y, visitar a la mujer mayor, mamá de su mami, siempre le hacía muy feliz, pues le consentía de más, dejándole comer galletitas con chispas de chocolate recién horneadas y cuanto postre se esmeraba en preparar para él.



—¡Abuelita HyeYeong! Te extrañé mucho.



La infantil carita se iluminó con una bella sonrisa, tan deslumbrante como el sol en lo alto y sus pequeños y regordetes bracitos se aferraron con fuerza al rededor del cuello de la mujer.



HyeYeong lo cargó en brazos y río, haciéndole pedorretas en la pequeña barriga y lo trasladó al cómodo sofá de la sala de estar.



—¿Quiéres que abuelita te cuente una historia sobre un pollito especial? Sé que te va a gustar mucho.



Los oscuros ojos infantiles se iluminaron con tierna e inocente emoción, asintiendo efusivamente a las palabras, brincando arriba y abajo en el regazo femenino.



—Mamá, ¿otra vez con tus historias?



Una bonita mujer entró a la sala con una sonrisa comprensiva en el rostro. El parecido entre madre e hijo era tan grande, que el pequeño parecía una copia masculina de la mujer.



—Kim MinHee, voy a consentir a mi pequeño trocito de sol y esperanza, y tu no me vas a detener.



La otra mujer, MinHee rió divertida, levantando ambas manos en un gesto de rendición y se dió media vuelta, aun sonriendo, caminando rumbo a la cocina.



—Está bien, está bien. Lo siento. Prepararé té y algunos aperitivos, ya vuelvo.



La mujer mayor descartó las palabras de su hija con un elegante movimiento de mano, urgiendola a marcharse de la habitación.



—¿En que me quedé, solecito?



—¡En la historia del pollito, abuelita!



—¡Ah, es verdad!



La mujer se arrellanó en el asiento, y a cómodo a su nieto para que fuese más fácil contarle la historia, aclarandose la garganta un par de veces antes de empezar, para darle un toquecito dramático al inicio de la historia.



—Hay una historia muy conocida en este vecindario, solecito. En el parque de patinetas, se aparece un pollito mágico.



—¿Un pollito mágico abuelita? Wow, y... ¿Qué hace?



—Ese pollito es muy especial, porque viene montado en una patineta pequeñita, como él. Y como es tan especial... Tú también tienes que hacer algo muy especial si lo vez, o si no, tendrás mala suerte siempre. Se dice que quienes ignoran al pequeño pollito, nunca encuentran el amor verdadero.



El pequeño Hoseok volteó a ver a su abuelita con un pucherito y los ojitos chiquitos con suspicacia, pero aún así creyendo las palabras de la mujer mayor, porque su abuelita Hye nunca le mentiría, el pequeño Hoseok estaba seguro de eso.



—¿Y qué es lo que tengo que hacer, abu?



HyeYeong abrazó a su pequeño nieto, besó su frente y pellizcó de forma juguetona la pequeña nariz, haciendo reír escandalosamente al infante.



—Bueno, mi pedacito de Sol, si vez ese pollito tan especial... Tienes que besar a la persona que esté a tu lado, porque el pollito siempre aparecerá, si estas con tu verdadero amor.



—Eeww, abuelita. Besos no, la niñas son asquerosas.



Y la mujer mayor rió, divertida con los gestos exagerados de asco del niño, que se cubría la boquita en un intento de protegerse de la idea de tener que besar a una niña, porque a su tierna edad, lo consideraba asqueroso.











[Trece años después]




—¡Oye! En serio digo la verdad.



Namjoon se carcajeó, extendido sobre la cama matrimonial de Hoseok mientras éste estaba sentado en la silla de su pequeño escritorio, haciendo una asignación de la escuela. La rica y profunda voz retumbó escandalosa, cargada de incredulidad con cada carcajada.



La cara de Hoseok se llenó de colores rojizos por la vergüenza, y se giró hacia su computadora para ocultar su expresión. Aun que mentiría si no estuviese un poquito avergonzado también, por tener a su amor platónico y mejor amigo, vestido con esos pantalones negros, aferrados con fuerza a los musculosos muslos y la camisa blanca, que a pesar de ser una talla más grande, se apretaba en los bíceps, haciéndolo lucir como el chico más caliente del mundo, ahí revolcándose de la risa sobre su cama.



—Vámos, Hoseok... ¿En serio crees en esa absurda historia? ¿Un pollito en una patineta que si no besas a alguien jamás encontrarás al amor de tu vida? ¿En serio? ¿Etonces un conejito en un Mercedes me va a chocar y así ayudarme a ser rico?



Hoseok se sonrojó hasta la punta de las orejas. Entendía que sonaba tonto para Namjoon, pero él realmente creía en ello. Ya había escuchado hablar sobre eso a otras personas y en su corazón, donde más importante, sabía que era real.



—Pues no sé si te ayude a ser rico... Pero podrías chocar si lo dejas manejar.



—¡Vámos Hoseok, tienes que estar de broma!



Namjoon se levantó y tomó su chaqueta de cuero negro de la esquina, pasó sus enormes manos por su revuelto cabello negro y Hoseok quiso gemir para sus adentros. Ahí parado, en esos apretados pantalones negros que resaltaban sus largas piernas y con la chaqueta sobre el hombre, parecía un chico malo sacado del póster de una revista de modelos.



—Escucha, estaré con los chicos en el parque de patinetas si decides ir. ¿Te acuerdas de EunDae? La de los senos enormes y ojos de no romper un plato aunque sabemos que rompe toda la vajilla. Bueno, adivina quién tiene una cita con ella. Ojalá rompa mi cama en lugar de un par de platos.



La sonrisa de lado, sexy y completamente masculina que le dedicó le aceleró y le rompió el corazón a partes iguales. Tal vez, de verdad que no había esperanza alguna para él. Hoseok se dió la vuelta, concentrándose en su computadora otra vez, pensando que era una cruel ironía que el sobre nombre que le había puesto si abuelita era justamente lo que no tenía. Esperanza.



—Qué gusto por ti...



—Deberías hacer lo mismo, Ho. Salir con una chica, en lugar de encerrarte o patinar con nosotros. No me mal entiendas, eres mi mejor amigo y amo pasar tiempo contigo, pero una distracción sería buena. Para los dos.



Hoseok se hundió un poco más en ese pequeño pozo donde estaba sus sentimientos no correspondidos por su mejor amigo, y sus esperanzas de quizás, algún día poder hacer algo más que solo admirarle desde un paso de distancia. De ver como se parten sus labios cuando duerme en su cama y le mira desde su escritorio, o como sus pestañas besan las mejillas que se muere por tocar... O de ver como otras chicas besan esos labios que él mismo quiere besar, porque se ven tan suaves y apetecibles, como dos esponjosas nubes, que hay momentos que cuando hablan, no puede pensar en nada más que en tocarlos, morderlos y perderse en ellos. Hoseok no había escuchado lo último que había dicho Namjoon en voz baja, damasiado deprimido como para prestar atención.



Porque Hoseok se preguntaba muchas, muchas veces en la oscura soledad de su habitación si se habría dado cuenta alguna vez Namjoon como a veces le mira un poquito más de la cuenta. Cómo sus ojos le buscan inconscientemente por los pasillos de la escuela. Cómo sus ojos brillaban la mayor parte del tiempo con un sentimiento muy diferente al de la amistad.



Y en ese preciso momento, Namjoon le acarició el cabello con suavidad, como era habitual en los últimos meses, hasta descansar su cálida mano en su hombro.



—Seokie... Está bien si no lo quieres hacer. No te molestes, ¿si?



Namjoon terminó por apoyar su barbilla sobre la cabeza pelirroja de Hoseok, suspirando profunda y ruidosamente.



—Era solo una sugerencia... Una muy tonta...



—Te veré en el parque más tarde, y a los chicos también.



Hoseok pudo sentir como Namjoon asentía sobre él y para su total asombro, pudo sentir como esos labios que tanto anhelaba, dejaban un beso suave sobre su cabello antes de irse sin decir una palabra.











—¡Hope, por aquí!



Le gritó Jeon Jungkook, sentado en su patineta, los pantalines de mezclilla rotos en las rodillas y el negro cabello alborotado. Min Yoongi estaba a su lado, con su típica cara sería, la chaqueta de piel roja y el azul cabello brillando bajo el sol, y claro... tecleando a toda velocidad en su celular como siempre hacía. Namjoon estaba recargado en una pared detrás de ellos con cara molesta y los brazos cruzados a la altura del pecho, estirando la chaqueta de cuero sobre sus abultados bíceps, mirando fijamente a otra dirección del parque.



Hoseok siguió la mirada de Namjoon y se dió cuenta que al otro lado del parque de patinetas estaba Kim SeokJin riendo y platicando animadamente con Oh EunDae sentada sobre sus piernas, retorciendo su cabello con coquetería y pestañeando seductora a cada palabra que salí de Hoseok.



Kim SeokJin estaba rodeado de algunas personas, su hermano menor Kim Taehyung y su mejor amigo, Park Jimin, que al igual que Yoongi, estaba tecleando animadamente en su celular, pero con una sonrisa en los labios.



Hoseok se acercó a sus amigos y fue recibido por un puchero del menor del grupo, Jungkook, un leve asentimiento de parte de Yoongi y Namjoon se acercó, rodeandole los hombros con un brazo, recargando su cabeza en la contraria, para luego hacer un puchero.



—Otra vez ese idiota de SeokJin me quitó a mi chica.



El tibio aliento de Namjoon acarició el cuello de Hoseok y éste se sonrojo, temblando para sus adentros por los nervios y la emoción de tenerlo tan cerca y con esa expresión adorable en el rostro.



—Pero siempre es así, Joon.



Le susurró, no queriendo ser feliz por eso, pero internamente agradecido de que SeokJin le alejara la competencia. El puchero en los abultados labios del contrario se hizo más pronunciado, haciendo sonreír al pelirrojo. Hoseok se alejó de Namjoon y se fué a sentar contra la pared en la que éste estuvo recargado anteriormente, desde donde se podía ver todo el parque de patinetas, pero igualmente les daba algo de cobertura. Namjoon le siguió y se sentó junto a él, demasiado cerca de él, para después recostar la cabeza en sus piernas.


—Lo sé...



Respondió finalmente, mirándolo a los ojos. Su tono de voz neutral. Como si realmente a Namjoon no le importara que Kim SeokJin sé quedara con cada chica que lograba invitar a salir.




Yoongi se aclaró la garganta y tanto Namjoon como Hoseok lo voltearon a ver, dándose cuenta de que se habían estado mirando el uno al otro por tanto tiempo sin ninguna razón aparente.



—Chicos... Surgió algo, luego nos vemos luego.



Y sin decir mayor palabra se marchó. Hoseok miró al otro lado del parque como Park Jimin miraba a Yoongi marcharse y luego este también se despidió de sus amigos y se marchó por la misma dirección que Yoongi. Hoseok sonrió, sabiendo bien que pasaba entre ellos y de alguna forma, lo encontró romántico, como el Romeo y Julieta de su grupo de amigos. Ambos en grupos rivales, pero juntos igualmente.



—¿Qué tanto miras, Ho?



Hoseok regresó su mirada al rostro de Namjoon, que le miraba con una sonrisa suave, mostrando esos matadores hoyuelos que tanto le gustaban. ¿Alguna vez le había visto Namjoon de esa forma antes? No lo sabía, pero el brillo en sus ojos era de alguna forma diferente. O tal vez era el mismo y solo deseaba que fuese diferente. No lo sabía.



—Nada, solo... El florecimiento de algo hermoso.



Namjoon sonrió otra vez, mostrando sus blancos dientes esta vez, junto a sus hoyuelos y Hoseok sonrió de vuelta, alargando una mano para acariciar el oscuro cabello del contrario, pero deteniéndose en el último segundo.



El sonido estridente de un celular con la última canción de IU se hizo presente, rompiendo el pequeño momento entre ellos y la voz de Jungkook comenzó a hacerse más y más irritada.



—¡Pero mamá, estoy con mis amigos! No puede.... Sí... Pero voy a volver... Vale, voy.



La llamada finalizó y Jungkook se levantó de su patineta, tomándola en una mano a la altura de la cadera, preparándose para irse también.



—Vuelvo más al rato, chicos... Mamá quiere que haga algunas cosas. Ni siquiera me dejó patinar.



—Está bien, Kook.



Respondió Namjoon cerrando los ojos, disfrutando de la brisa que recorría el parque. Jungkook se fue unos segundos después, agitando la mano y con un puchero descontento en los labios.



—Ya se fueron los chicos... ¿Deberíamos irnos también nosotros, Nam?



Namjoon abrió lentamente los ojos, mirándolo fijamente hasta que Hoseok se sonrojó, sonriendo de lado al ver el color en las mejillas del pelirrojo, para después cerrar los ojos otra vez.



—Quedémonos un rato más. Se suponía veníamos a patinar y no hemos hecho nada.



—¿Y si el pollito aparece?



—Ho, eso no va a suceder... Para que eso suceda, la historia tendría que ser real.



Namjoon abrió los ojos, mirándolo de forma severa, haciendo que Hoseok apartara la mirada a su izquierda, un poco triste.

—Para eso tu tendrías que amar–

Entonces el sonido de un pollito llegó a los oídos de Hoseok y del otro lado de la pared, salió un pollito muy pequeñito, amarillo chillón, aleteando, sobre una patita en una pequeña patineta rosa y azul.



El pollito voló en el aire un segundo, en lo que la patineta daba un giro y aterrizó sobre la misma, mientras se deslizaba por el parque como si nada.



A Hoseok se le fué el color del rostro y luego cuando recordó lo que tenía que hacer si veía al pollito, la cara se le puso completamente roja. Tenía que hacerlo, tenía que besar a Namjoon si no quería que la desgracia cayera sobre él.



Hoseok soltó un chillido agudo, alertando a Namjoon, quien volteó en la dirección de su amigo y abrió la boca por la sorpresa. Entonces él también recordó la historia.



—No. Puede. Ser.



—Se qué me vas a odiar después, Nam pero cierra los ojos y piensa en algo bonito.



Namjoon se alejó un poco, con una sonrisa nerviosa.



—¡No soy Peter Pan! Ho... Hoseok, piensa bien en lo qu-



Cortando su última palabra, Hoseok tomó la cabeza de Namjoon en sus manos y bajó sus labios hasta rozarlos con los otros más abultados, en un ligero beso, tentando, acariciando la boca renuente de su amigo, incitandola a que se abriera para él.



Con la punta de su lengua, delineó el labio inferior de Namjoon, quien abrió solo un poco más la boca, dejándolo entrar tímidamente. Hoseok se apartó unos segundos después, dando por finalizado el beso.



Namjoon se levantó de las piernas de Hoseok aturdido, un poco desconcertado y Hoseok se sintió hundir. Esperando solamente por el golpe o el regaño que sabía obtendría de Namjoon.



Pero en su lugar, nada pasó.



—El pollito todavía no se va...



Susurró Namjoon con la respiración agitada, mirando a Hoseok con ese brillo otra vez en sus ojos.



—¿Cómo dices?



—¡Qué el estúpido pollo aún no se va! Ven acá.



Dijo tirando de la mano de Hoseok hasta colocarlo sobre su regazo a horcajadas para después envolver su mano en el rojizo cabello en un puño y estampar sus labios sobre los de su amigo otra vez en un beso más profundo y frenético. Las lenguas de ambos se batieron en un duelo, negándose cada uno a ceder. Los labios de Namjoon se separaron un segundo para morder y succionar del bronceado cuello contrario, dándole un pequeño segundo a Hoseok para por fin confesar sus sentimientos.



—Namjoon, yo... Tú...



—Lo sé, Ho... Ya lo sé. Lo puedo sentir en cada parte de ti.



La boca de Namjoon se apoderó de los labios de Hoseok otra vez, en un beso más lento y suave, cargado de mucho sentimiento. Cargado de los sentimientos que ambos habían estado reprimiendo por miedo a perder al otro. Cargado de las palabras que no se habían dicho aún. Y siendo la respuesta a muchas preguntas no dichas.



Cuando el aire se hizo necesario, ambos se apartaron, jadeando con las frentes juntas y sonrisas tímidas en los labios. Dándose cuenta que el pollito ya no estaba. Que las personas en el parque tampoco estaban y que nadie les creería si decían que habían visto al pollito en patineta esa tarde. Y que también, claro está, los sentimientos del otro eran correspondidos.



La mano de Namjoon se movió del cabello de Hoseok a la mejilla derecha, acariciando con el pulgar la suave piel, dando ligeras caricias para después darle un beso en la nariz y luego otro más en la frente.



—Ya lo sé Hoseok, yo también te quiero.



Hoseok sonrió, abrazándose del cuello del contrario, feliz de ser correspondido y pensando que el pollito realmente te traía al amor de tu vida.












Hoseok regresó a su casa con una enorme sonrisa en el rostro y los labios rojos e inchados. Un suspiro enamorado escapó de sus labios mientras cerraba la puerta.



—Qué suspiro tan bonito, mi pedacito de esperanza. ¿Te pasó algo bueno hoy?



Hoseok levantó la vista después de quitarse los zapatos para ver la enorme sonrisa en el rostro de su abuelita. El cabello corto y gris le envolvía el rostro, resaltando sus mejillas y las arrugas al rededor de los ojos y la boca.



La mujer mayor abrió los brazos, en una invitación muda para un abrazo y Hoseok se entregó gustosamente a los brazos cálidos de su abuelita.



—Cuéntame, mi pequeño Sol, ¿a qué se debe esa enorme sonrisa de enamorado?



—Me encontré con el pollito en patineta. ¡Era real Abu!



La mujer soltó una carcajada, entendiendo entonces la razón de su sonrisa, comprensiva.



—Claro que sí, cariño. El Pollito siempre se aparecerá para aquellos que deben estar juntos.












FIN






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