Sanyuu

—¡Retirada!

La voz de Akane vibró en medio del caos que se desarrollaba en los pastizales ahora teñidos de sangre. Aunque había tenido bajas en sus tropas, la mayoría del contingente todavía se mantenía luchando en pie. Habían sido una verdadera piedra en el zapato del ejército contrario, llamando más y más su atención. Ahora una gran masa de enemigos se acercaba hacia sus costados obligándola a retroceder.

—¡Retirada! —exclamó en alto el general de la infantería, abriendo camino para sus soldados. Él y Akane se agruparon con los mejores lanceros para cubrir la retaguardia y asegurar un escape eficiente.

Al verlos escapar, la comitiva enemiga incluso se burló de ellos al dirigirse dentro de los barrancones. El general de su ejército pudo celebrar mentalmente la exterminación del Clan Imperial de cabello azul. Esa ignorante emperatriz había ido justo a encontrarse con su muerte. Entusiasmado, llamó a sus tropas para seguirlos. No podía esperar a saber la reacción del príncipe Imperial Azafrán cuando supiera esto.

Tardaron al medio día en llegar al punto más amplio de la garganta, donde se abría un claro tranquilo y sereno. Ahí estaban algunos soldados de Akane rodeandole para proteger a su emperatriz del peligro.

—¡Ja, ja, ja! Emperatriz de Nerima ¿Verdad? Creo que te has venido a encontrar con una pequeña sorpresa —se mofó el general enemigo al verla con pocos soldados, incluso habían desacelerado sus pasos para tomarse un descanso.

—¿Cómo sabes quién soy? —la mujer se mostró a la defensiva dentro del círculo protector, empuñando la espada con fuerza.

—Tu clan ha sido un verdadero dolor de cabeza. Es imposible no reconocer ese maldito cabello azul —escupió lleno de desdén—, aunque no te preocupes, lo mantendré intacto junto con tu cabeza para colgarla en la frontera donde todas tus tropas verán el destino final de su emperatriz.

Akane entre cerró los ojos, sin una pizca de miedo se abrió paso entre los soldados que la protegían—. Deberías saber que mi cabeza no es fácil de obtener. —Al tiempo que pronunciaba esas palabras, levantó el brazo estirandolo por completo. El general enemigo arrugó las cejas comenzando a ponerse alerta. Esa era una señal de ataque ¿Acaso iba a ordenarles pelear a los pocos hombres detrás de ella?

El escepticismo se vislumbró en todos sus rasgos, era imposible que alguien viniera a ayudarla cuando este territorio estaba dominado por diversos puestos de control provenientes de Tohoku. Esta mujer debió quedarse al final de su ingenio e intentaba despistarlo.

Entonces Akane bajó la mano hacia él— ¡Quiero a su general vivo!

Gracias a ese grito, ningún soldado previó las flechas entrantes, solo pudieron escuchar un silbido simultáneo que concatenó varios decesos de sus tropas— ¡Arqueros, nos están atacando arqueros! —estalló uno de los presentes. Aún conociendo la zona gracias a los espías, el ejército de Tohoku tuvo un momento de pánico y desorden al no disponer ningún fuerte para defenderse de las saetas enemigas.

La comitiva de Akane retrocedió para ser resguardados detrás del armazón de escudos dispuesto en una de las salidas, entonces Sasuke dio la orden de abrir fuego sobre el bando enemigo.

—¡Dispersense, busquen una salida! —ordenó el general víctima del desespero, sin embargo de las seis salidas disponibles, ninguna pudo ser vía de evacuación, las flechas llovieron sin detenerse; uno tras otro, los guerreros de Tohoku fueron cayendo como un enjambre de moscas. En los puestos de retención también perecieron víctima de las lanzas mortíferas de Poliandría—. Imposible, esto es, imposible —masculló el hombre sin poder creer que su contingente hubiera sido diezmado en menos de cuatro horas.

Ellos no habían acorralado a la emperatriz, habían seguido su ritmo y caído en la trampa perfectamente camuflada. Se dio cuenta de que se había usado a sí misma como un anzuelo al quitarse el casco revelando el color de su cabello, los había atraído como polillas directo a la llama.

Akane se detuvo a contemplar desde una atalaya el baño de sangre, con ambas manos detrás de la espalda fijó los ojos fríos en los cuerpos regados, sintiendo como su corazón bombeaba rápidamente. Para ser honesta tenía miedo, antes lideró su propio ejército a la guerra, pero ahora debía guiar a toda una nación, millones de vidas descansaban en sus hombros—. Informa al lado de Shampoo que avance con la caballería. Trae al general enemigo con nosotros.

El movimiento cesó lentamente en el claro, permitiéndole a sus hombres dispersarse a rematar aquellos que no tuvieron heridas mortales. La emperatriz también bajó a comprobar el estado de algunos soldados—. Recojan a aquellos que puedan ser salvados y hablar; los tomaremos como rehenes para sacar la mayor información posible —comandó antes de solicitar a su yegua y partir con  los refuerzos provenientes del sur. Mientras se movía de los barrancones a la frontera otra vez, se preguntó cómo irían los avances de su espía.

Quiso dejar a Konatsu libre y rastrear al destinatario del código escrito por la escolta de Shampoo; además del contenido del mismo. Tendiendolas aquí no iba a permitirles volver al oeste una vez que pisaran el campo de batalla. Si la soga en el cuello de ambas se apretaba con los descubrimientos de su vigilante, las quería muertas.

¿Qué mejor manera de encubrir sus desapariciones sino con la guerra? Su enemigo no podría saber que ella ordenaría tal acto ¿Verdad? Al menos no podría sospechar que descubrió a uno de sus agentes.

Por su lado, la mujer de cabellera morada emprendió su parte de la expedición avanzando de forma rápida debido a la poca guarnición restante del campeonato enemigo, destruyendo sus tiendas y echando a perder sus suministros. El acompañamiento de la chica se movilizó imparable, apoderándose del  territorio perdido con facilidad. No hubo tiempo para descansar incluso con las estrellas brillando sobre su cabeza, tuvieron que aprovechar el factor sorpresa y escabullirse en las poblaciones arrebatadas para asegurar la nula pérdida de vidas inocentes.

El ejército de Poliandría siguió dominando, aprovechando el caos se hizo con la primera aldea sin grandes pérdidas. Además el general del ejército exterminado perdió toda su moral dejándolo como un muñeco sin vida que a pesar de tener los labios apretados no pudo soportar la cámara de tortura y abrió la boca contando algunas posiciones importantes antes de desmayarse por el dolor.

Para cuando el día llegó, había cerca de veinte mil hombres marchando con los ánimos elevados al cielo. No era oficial, pero se decía que la emperatriz se encontraba en el campo de batalla y eso los animó de sobremanera pues durante los reinados hechos por varones, los emperadores no ponían un pie en la batalla, dejando que la gente reclutada muriera a su suerte. La dinastía de cabello azul databa a las heroínas que se dejaban la piel por su gente en las líneas frontales.

Las contramedidas de Tohoku llegaron tarde, pero al final también enfilaron a su ejército para hacer frente a las tropas de Akane. La batalla que dio inicio le permitió e ella y Sasuke escabullirse en medio del caos con el uniforme enemigo. Iba a deshacerse de Naguri y Shampoo pretendiendo ser del bando contrario.  Aunque no iba a ser fácil hacerlo en un movimiento con lo separadas que estaban.

Sorpresivamente, un grupo de soldados enemigos se habían ensañado con la escolta de Shampoo, haciendo cada vez más difícil su autodefensa, con la numerosa cantidad rodeandola fue cuestión de tiempo para que recibiera suficiente daño para debilitarla, más, en lugar de herirla simplemente cortaron su costado de manera superficial antes de apresarla.

La comitiva de Poliandría intentó ayudarla con resultados desfavorables gracias a la intervención de Akane. Por algún motivo el forcejeo de ambas partes le resultó difícil de creer, así que les permitió llevarse a la mujer mientras se enfrentaba a sus propios hombres tras el disfraz, luego evadió las lanzas entrantes huyendo tras el rastro de sangre que fue a parar a una tienda militar. Con cuidado de no ser descubierta, se acercó para husmear, escuchando palabras que la dejaron helada.

—¿Por qué me han traído con ustedes?

—El Su Alteza el príncipe Azafrán ha ordenado la eliminación de tu frente.

—¿Van a eliminar a la amazona?

—La emperatriz de Nerima le ha entregado el emblema de su autoridad, la mataremos en esta batalla por órdenes de su Alteza Real. Ya no hay necesidad de que regreses.

Continuará...

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