Nijūichi

Al día siguiente, un mensaje secreto en el cuenco la recibió durante el desayuno. A causa del siempre presente emperador en todas sus comidas, había determinado ciertos códigos de alimentos con Picolet, diferentes guarniciones y vegetales que acompañaban el arroz significaron diferentes mensajes.

Ella odiaba los encurtidos, encontrándolos poco apetitosos; algo que no comería exactamente por elección propia. Hoy, la guarnición se hizo con daikon encurtido. Lo cual significó que la comida contenía algo extraño. Sin embargo era lo único que podía decir de todo, no sabía cuál platillo contenía alguna sustancia extra o si todo estaba contaminado. Sin otra opción más que aguantar para no levantar sospechas, engulló su porción.

A pesar de esforzarse por parecer natural, aún dudaba con cada mordisco. Al final decidió no continuar abandonando los cuencos. Por primera vez descubrió que podía usar el embarazo a su favor. Se cubrió la boca con un pañuelo fingiendo pesadez.

—Su Majestad ¿No come más?— el hombre a su lado no demoró en mostrar preocupación. También dejó sus platos en la mesita buscando los ojos de ella con la mirada. Notoriamente afectado.

Akane se limpió los labios. —Estoy demasiado llena. No creo que pueda comer más— prosiguió la farsa. —Continúa sin mi.

El de ojos ámbar dijo en tono resignado. —Si su Majestad no come, no creo que sea apropiado seguir—

Akane entre cerró los ojos ¿Por qué? ¿Pensaba que violaría la etiqueta si lo hacia, o sabía algo que ella no? —Te haré compañia con mi té. No tengas cuidado, es solo que no me apetece seguir comiendo.

Safron todavía dudó un poco, después de una tercera persuasión cedió continuando con la comida hasta vaciar toda su porción. En medio de todo la emperatriz continuó examinándolo de manera discreta, buscando algún signo de duda en sus movimientos, por el contrario a lo esperado, él se llenó alegremente sin olvidar de rellenarle la taza en intervalos. Una vez terminaron decidió despedirlo para continuar su propio trabajo.

Sayuri se encargó de limpiar la mesa del salón llevando los trastos de vuelta a la cocina, recibiendo un papel con un mensaje secreto para Picolet. Al recibirlo, el muchacho leyó las los caracteres encriptados. Encuentra una oportunidad para preguntar qué es. Con ello claramente se refería a encarar al autor de esa discrepancia en su comida. El cocinero quemó la nota tan pronto como terminó de leer su contenido entretanto viraba los ojos en una dirección. Asustando a la odalisca hasta que su tez se volvió pálida. Obligándola a apresurarse de vuelta.

Al ingresar de nueva cuenta en el estudio imperial, Sayuri susurró un nombre que impactó a la emperatriz aún más que a ella.

Miyo.

Miyo era una de sus odaliscas. Habían crecido juntas cuando la trajeron al palacio para ser su compañera de juego al igual que Sayuri. Aunque sus compañias tenían las mismas obligaciones, Miyo se había vuelto alguien callada, con las responsabilidades que Akane tuvo que adquirir al ser emperatriz, la joven parecía haber construido un muro entre ellas para delimitar la distancia entre un sirvo y su señor. Aunque la monarca nunca le indicó comportarse diferente, ella había insistido en servirla con mayor distancia. Ya no eran las pequeñas niñas corriendo entre los árboles de cerezo cuando había oportunidad, ni la princesa seguía siendo una princesa. Esa fué su razón para alejarse.

Como resultado, Sayuri asumió la posición de confidente por completo. Miyo seguía estando como su escolta cuando se movía dentro del Palacio, la seguía asistiendo para el baño e incluso preparaba bocadillos para ella  en ocasiones. Akane nunca se olvidaba de esos grandiosos días en la infancia por lo que continuaba dándole tantos obsequios como a la otra chica.

Nunca esperó oir ese nombre en medio de las investigaciones, al menos no tan pronto. La conmoción la hizo sujetarse de la mesa para no colapsar. Alguien tan querido y cercano se involucró en una conspiración contra ella. No podía creerlo.

Al verla tambalear, Sayuri se apresuró para auxiliarla —Su Majestad ¿Se encuentra usted bien?— la odalisca tampoco podía salir del asombro por completo, hubo alguna vez en la que la emperatriz las nombró hermanas a las tres, haciendo una promesa de cuidarse las unas a las otras. Era inconcebible que Miyo intentara pagar la bondad con enemistad ahora. Pasado un rato en silencio, Akane se incorporó del abrazo obligandose a permanecer firme. Desde que decidió descubrir al culpable, lo haría hasta sus últimas consecuencias. —¿Qué hacemos su Majestad?— la cuestionó la sirvienta dándole una taza de agua.

La aludida bebió un par de sorbos, respondiendo. —Sigue el plan original. Debe de haber una brecha que podamos usar.

Contra todo pronóstico, los resultados la dejaron decepcionada también. Pasados unos días, Miyo continuó preparando bocadillos para Akane como si nada, incluyendo un polvo blanco en todas las masas de panecillos elaborados por ella, su despreocupación se volvió incluso contradictoria. Si no ocultaba el hecho de agregar ese extraño ingrediente ¿Significaba que no era dañino? Tal como ordenó la de ojos almendra. Picolet se acercó en la mejor oportunidad para cuestionarle la utilidad del polvo.

—Ah, perdón— dijo él pasando con una cesta gigante de vegetales, derribando algunos frascos de Miyo en el proceso.

—Oye, ten un poco de más cuidado— regañó la odalisca recogiendo sus productos del suelo. —Si lo echas a perder me meterás en problemas.

—Tranquila, tranquila. Te compraré frascos nuevos— repuso el joven ayudándola con su tarea de alzar los objetos.

—Jamás podrías conseguir uno como este— dijo agraviada señalando exactamente el polvo blanco de la discordia. Eureka, pensó Picolet. Pero antes de poder cuestionar las funciones de ello, ya le estaban dando otra conferencia. —Es una medicina especial que su Majestad el emperador hizo para la emperatriz, si se pierde, también perderé la cabeza ¿Entendiste?— luego se giró continuando con el amasado de la harina.

El cocinero no se quedó quieto mientras cuestionaba más a fondo. —¿Medicina? ¿Está enferma su Majestad?

Miyo rodó los ojos en sus cuencas. El emperador le había advertido de ante mano que cuanto más sospechosa actuara, más llamaría la atención, lo mejor era colocar este polvo a la luz del día, delante de todos, porque de esa manera nadie pensaría que estaba mintiendo. —Es una medicina que la ayuda a combatir sus malestares del embarazo. Los mareos y esas cosas. Bah, un hombre como tú no debería preguntar por esos asuntos. Pierdete pierdete.

Ante la revelación, Picolet hizo caso al marcharse, cuando tuvo un hueco donde nadie lo veía, escribió su información correspondiente. Para el momento en el que Akane lo recibió, tuvo una oleada de alivio. Pero de igual manera quiso corroborar las palabras de Miyo. Justo esa tarde cuando le llevó los pastelillos ocultó uno entre sus ropas e hizo que Sayuri llevara la mitad con un médico prodigio en las afueras de la capital. El resultado fué exactamente como describió la odalisca. Un polvo inhibidor de las náuseas y mareos. Nada más. La otra parte fué a parar con el maestro de venenos contratado en secreto e incluso fué todavía más decepcionante. Ninguna toxina, todos eran elementos medicinales al final.

Aunado a este hecho, Ken también había vuelto con informes. El dijo. —Para informar a su Majestad, he revisado todos los procesos que me pidió y esto es lo que encontré— hablando entregó una hoja con los detalles de la lavandería y los pozos de agua. Nada extraño, no fuera de la norma. Sin otra opción más que ser la parte pasiva de esta batalla le ordenó mantener la vigilancia por tiempo indefinido.

Cuando Sentaro vino a entregar el libro de apuntes de su maestro, supo que la investigación se había atascado. El té no causaba ningún efecto negativo, lo que la hizo apear sus pensamientos iniciales.

¿Era Safron para cuidarla de verdad? A consecuencia de sus infructuosos espionajes pasó varias noches sin dormir.

El amanecer se vislumbró con tonos grisáceos a través del cielo. Ranma regresaba de su búsqueda con algunos huevos de ave y vegetales en su cesta. Desde temprano había salido a entrenar y conseguir suministros para hoy. Ya habían pasado algunas semanas desde que Rio envió a su gente para buscar en los censos de población lo ocurrido con la lista de personas obtenidas la última vez.

Aunque su paciencia se consumía rápidamente en el lapso de unas pocas horas, todavía se recordaba esperar. Tanto por respuestas como para salir del exilio. Su mente aún se llenaba de Akane en algunas ocasiones. Pero se dedicaba a recordar los buenos momentos juntos. Tal vez desgastando esas vivencias terminarían desapareciendo de su mente por completo.

Ingresó a la cabaña anunciando su regreso. —Ya vine. Conseguí esto por ahí— ofreció los ingredientes a su madre. Desde que conoció a Rouge se había vuelto mucho más hábil para distinguir plantas comestibles en la profusión silvestre. Su progenitora agradeció el gesto sirviéndole una taza de té, luego regresó a encender el fogón. Ranma depositó el contenedor sobre la mesa antes de tomar asiento. —¿Y papá?

—Salió por un rato. Dijo que iba a volver pronto— respondió la mujer.

Sin más remedio el azabache se enfrascó con su bebida caliente. Observando los zarcillos de vapor provenientes del mismo. Hacía varios días que su padre siempre tenía que hacer algo temprano. Se preguntaba si tenía alguna relación con la capital. Desde la última vez que oyó su conversación con la antigua señora del oeste a hurtadillas, no se atrevió a hacerlo de nuevo quedándose completamente en la neblina.

Igual que el tiempo pasó para él, en Nerima nadie se quedó quieto tampoco. Después de estallar la guerra los generales de cada departamento se reunieron en constantes ocasiones para delimitar sus estrategias junto a la emperatriz, el rumor de su gestación se consideraba casi un hecho, incluso la emperatriz estaba segura de ello luego de experimentar mareos, apetito abundante y asco de forma simultánea. A la luz de las circunstancias Soun insistió en nombrar a un emisario imperial para dirigir la campaña.

—Tal vez el general Kuno— sugirió leyendo los nombres en la lista de candidatos.

El general Kuno. Era sin duda la mejor opción, salvo, ya habían pasado casi dos años desde que se marchó a Yoshio. Y por consecuente, la boda de él con su hermana Nabiki estaba al borde de la desaparición. Las viejas fechas auspiciosas pasaron dejándolos en una encrucijada. No podía enviarlo al campo de batalla cuando ni siquiera podían definir nuevos ciclos para la boda. Ella negó con la cabeza.

Soun se masajeó el entrecejo. No tenían muchas opciones para empezar, si Akane continuaba rechazando las sugerencias se quedarían sin ninguna. Volvió a leer la lista escasa intentando persuadir un poco más. Alguien debía ser lo suficientemente bueno y leal para esta tarea. Repasó la información de cada uno sin poderse decidir tampoco.

Akane meditó en medio del escrutinio de su padre. Debido a que su investigación se estancó de ciertamente manera, era difícil lidiar con sus propias especulaciones y la asignación de un emisario. Entre los candidatos se hallaban personas cuyo objetivo no estaba claro. Uniendo puntos las únicas opciones viables, capaces de liderar a todo un contingente de soldados fueron Tatewaki y Sasuke. Pero sin Sasuke a su lado, la investigación se complicaría.

Repentinamente, llamaron a la puerta del estudio. —Su Majestad, la señora del oeste solicita una audiencia.

Continuará...

Glosario

Daikon: Es un tipo de rábano japonés con aspecto alargado y blanco de sabor picante del cual también se pueden aprovechar sus hojas.

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