Juu Go

La noticia fué impactante, no esperó que las cosas se pusieran demasiado serias. Entonces, algunos funcionarios fueron llamados para atestiguar sobre la situación, además de un par de soldados que previamente fueron enviados con los víveres.

—Saludos a su Majestad— se inclinaron con respeto haciendo un arco de noventa grados

—¿Desde cuándo ha empezado la guerra?— preguntó aún con calma. Hace más de un mes envió suministros a la zona noroeste de Honshu ¿Por qué las tropas no resistieron entonces? Esperó por una respuesta clara, sin embargo nadie se atrevió a decir nada. Ante el mutismo de la multitud se puso en pie y azotó una de sus manos en el escritorio haciendo resonar su furia con ese golpe —¡Hablar!— reverberó estruendosamente el mandato.

—Respondiendo a su Majestad. La guerra estalló hace más de una semana...

El funcionario no tuvo tiempo de terminar antes de que su otra mano encontrara el escritorio también —¿Por qué no sabía de esto? ¿Dónde están los suministros? ¿No los envié con ustedes?— preguntó seguidamente clavando su vista en los soldados. El Consejo estaba igual de alarmado, incluso una semana era mucho tiempo para que se informara de una guerra. Midiendo la distancia entre las fronteras de Honshu y la capital, la notícia en halcón mensajero tardaría a lo mucho dos días para llegar.

—Para, para responder, fuimos emboscados en el camino y los suministros nos fueron arrebatados— 

Una acalorada discusión en susurros se desató con esa declaración. ¿Cómo podía ser posible? Se habían enviado a través del camino más seguro disponible, con una gran cantidad de hombres respaldandolo —¿Los diez mil refuerzos?— cuestionó entonces.

—Las tropas de refuerzo se adelantaron para proteger las líneas de frente, nos había llegado un mensaje de urgencia diciéndonos sobre la situación, sólo unos pocos nos quedamos a proteger las carretas,  decidimos arriesgarnos acortando el camino a través de los barrancones y fuimos atacados en el que conectan con el valle de Honshu— Contó el soldado a toda prisa —Enviamos un mensaje pero sospechamos que el halcón fué interceptado— finalizó.

Akane apretó los dientes, los barrancones eran un lugar peligroso de por sí, más no esperó que hubiera una emboscada justamente ahí, aunque no descartó la posibilidad de un ataque, no esperó que fueran tantos hombres del norte los que estarían ocultos entre sus tierras —Llama a los consejeros militares— comandó en voz helada. Luego se sentó en su sitio utilizando el dorso de sus dedos entrelazados cómo soporte de mandíbula; pensando.

¿Qué estaba haciendo estos últimos días?

Analizó los movimientos de sus últimas semanas sumando esta nueva información. Si uno conectaba los puntos, podían concluir que ese mensaje de emergencia no fué exactamente una coincidencia. Cuando los consejeros militares ingresaron al salón, se despidieron a todos los funcionarios mientras se dejaban atrás a los soldados sobrevivientes. Todas las tácticas de guerra fueron discutidas únicamente por la familia imperial al mando, el Consejo y sus respectivos generales.

La reunión se extendió por horas, discutiendo tácticas para repeler a los invasores con la menor cantidad de pérdidas posibles. Todos los consejeros llegaron a la misma conclusión; se debía realizar un bloqueo de frente para anular los avances del enemigo, sobre todo por el extraño hecho de conquistar tres aldeas en menos de un mes —Si su Majestad está de acuerdo, sería prudente que usted se presente en el campo de batalla— sugirió el general Herb de la infantería.

Akane apretó los labios. No le tenía miedo a la guerra, pero si ella estaba embarazada las cosas se complicarían —¿Por qué lo piensa?— preguntó ella de vuelta. No era posible que él no supiera de los rumores acerca de su embarazo ¿Por qué sugerir algo tan arriesgado con esa posibilidad latente?

—Su Majestad, la moral de los soldados debe estar por los suelos, si usted se presenta, será una manera eficaz de conmover sus corazones— Herb hablaba palabras correctas, tras perder tres aldeas, era imposible que los soldados no estuvieran desesperados, con ella motivandolos como su respaldo sus espíritus se renovarían naturalmente. El joven había sido un soldado toda su vida, entendía sus corazones tan bien como la palma de su mano —Pos supuesto usted sólo hará un acto de presencia, no necesita pelear en absoluto— recalcó confirmando que él también escuchó los rumores.

Akane comprendió ese principio. Todos los corazones de la gente se moverían sin duda, así que miró a los demás alrededor de la mesa dónde un mapa desplegado albergaba marcas diversas —¿Cuánto tiempo puede resistir el ejército en las fronteras?— preguntó, el encargado de dar voz a todos sus consejeros dijo de inmediato.

—Respondiendo, serían alrededor de cuatro antes de que los invasores penetren las barreras y lleguen hasta las tierras de cultivo— dijo con semblante serio.

En cuatro meses las cosechas ya estarían maduras, sería el momento perfecto para irrumpir y saquear los poblados. Sin esas cosechas ni el mercado de granos abierto la situación de la gente común se vería afectada en gran medida, no importa lo que pasara, no podían perder esos arrozales. Pero tampoco pudo descartar la posibilidad de un lunar entre sus tropas. En los únicos que podía confiar fueron el batallón que entrenó personalmente.

—Llama al batallón número tres de Yoshio. Haremos un ataque de pinza para obligarlos a retroceder. ¿Cuánto hasta que tengamos listas las preparaciones?

—Al menos un mes— dijo honestamente el consejero.

Ella asintió, un mes era suficiente para determinar su embarazo —Quiero puntos de control desde aquí hasta las fronteras de Honshu, cualquier movimiento tiene que ser reportado, si hay motines, si alguien muere o incluso si una brizna de hierba se mueve en el campo de batalla quiero saberlo— dijo sin despegar sus ojos del mapa —Llamen al ministro de Economía, al líder de la armería y envíen a quien conozca mejor la región de los barrancones.

Una noche en vela incluso no fué suficiente para determinar todos los asuntos pendientes en su plan, todos permanecieron en una discusión sobre la asignación de recursos, la explotación de minas para el acero de las armaduras y el entrenamiento de los caballos. Para cuando terminaron era prácticamente medio día de la siguiente jornada.

—Pueden tetirarse— dijo despachando a todos. Levantándose de su sitio, caminó con pesadez de regreso a sus aposentos sin esperarse ver a Safron en la estera de su sala ¿Por qué estaba ahí?

—Su Majestad ¿Terminó?— quiso saber regalándole una hermosa sonrisa, cálida y servicial.

Ella entonces recordó su promesa de cenar juntos ayer —Lamento haberte hecho esperar— dijo quitándose la capa superior del jūnihitoe —¿Te quedaste despierto toda la noche?

—Sabía que su Majestad se enojaría conmigo, por eso decidí ir a mis aposentos y venir cuando usted se desocupara.

—Hiciste bien— sonrió de vuelta aunque sin hacer contacto visual directo —Sayuri, el almuerzo— solicitó sentándose en el cojín frente la mesita corta. Una imparable necesidad de bostezar la hizo dar un suspiro mientras unas lágrimas de cansancio se asomaban por las esquinas de sus ojos.

—¿No durmió anoche?

—Tuvimos que resolver unos asuntos, nos tomó toda la noche

—¿Algo malo sucedió?

—La guerra estalló en las fronteras de Honshu

—¡No puede ser!

—No te preocupes, lo manejaremos lo más rápido posible— tranquilizó. Un impulso la hizo acercar su mano a las masculinas entrelazadas sobre la mesa, sin embargo, no pudo obligarse a tocarlas, en cambio llevó sus dedos a la tetera para servirse un poco de agua. Las odaliscas sirvieron el almuerzo para ambos antes de ser despedidas, terminaron sus alimentos sin ninguna conversación hasta que él ofreció su tradicional té para aliviar el dolor de su pecho.

Akane lo observó desde un costado mientras él hacía la infusión, aún seguía en su mente aquella sangre negra en la noche del banquete. Mordió su labio inferior sintiéndose insegura, mientras más lo pensaba, más se inquietaba de la posible existencia de espías en sus terrenos. Tuvo que ser cuidadosa con cualquier situación fuera de la norma.

Safron le ofreció una taza fragante invitándola a beber. La de ojos almendra aceptó tragandose él contenido, solo para verlo rellenar su taza de inmediato —Debe tomar su medicina más a menudo, ya sabe, en caso de que... Tengamos buenas noticias pronto— sonrió con timidez evitando su rostro lleno de vergüenza.

Ella afirmó con un movimiento de su cabeza antes de sorber despacio toda él agua. Por tercera ocasión su recipiente se encontraba al borde, sus labios se apretaron minuciosamente antes de probar el líquido. Él seguía observando su taza con interés como si esperase algo. Justo cuando estaba por tragarse de golpe toda la bebida, llamaron a su puerta haciendo qué Safron volteara en esa dirección —¿Qué es?— habló Akane.

—Su Majestad, el emperador viudo viene para solicitar una audiencia

—Llevalo al estudio imperial— ordenó, dando un gran trago pulió su taza diciéndole a su marido —Deberías volver. Tengo algunos asuntos pendientes que atender con el emperador viudo

Safron asintió obedeciendo sus palabras.

Cuando se aseguró de que él no volvería, la emperatriz sacó un pañuelo empapado de entre sus ropas —Sayuri— llamó a su odalisca dentro

—Ordene Majestad

Entregándole el objeto dentro de una caja hermética dijo —Encuentra a un maestro de venenos confiable en secreto y haz que verifique si esto está envenenado—

Aunque Safron le dijo que era por prevención, en caso de concebir, no pudo permanecer tranquila. Por lo que viéndolo distraído aprovechó para vertir el té en un pañuelo, luego fingió tragarlo. Debido a una amarga experiencia en su niñez, aprendió que la sangre se tornaba oscura cuando las toxinas entraban en el organismo.

Un desmayo en su banquete de cumpleaños.

Sangre negra.

Una emboscada hecha con suficiente tiempo de ventaja para arrebatar los suministros protegidos por diez mil hombres.

No estaba dispuesta a creer que alguno de esos eventos fuera una coincidencia. Si había alguien infiltrado, lo haría conocer el infierno en carne propia. Sobre todo, si este lunar resultaba ser el responsable de la enfermedad de Naoko.

Nuevamente habló sin moverse de su sitio —Sasuke— el guardia apareció por la puerta de inmediato —Consigue todos los registros de la vida de mi madre en secreto, quienes eran sus compañias, sus médicos, sus cocineros, absolutamente todos los sirvientes relacionados a ella y averigua lo ocurrido con ellos después de su muerte. También, oculta a los sobrevivientes de los barrancones, que nadie pueda encontrarlos— él de forma rápida se dirigió a obedecer.

Voy a encontrarte. Cueste lo que cueste.

Pensó apretando los puños en dentro de sus mangas.

Continuará...

Glosario

Jūnihitoe: Kimono de estructura compleja pero elegante que sólo se les permitía usar a las damas de la Corte. Su traducción literal es "traje de doce capas"

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