cap 8. plan fallido

Pov Jungkook.

Aún no podía creer estar atrapado en este lugar. Primero roba un maldito banco y ahora secuestra a un oficial de policía. ¿Qué planeaba hacer ahora? ¿No le había bastado con llevarse un montón de dinero y dejarme en vergüenza frente a todos mis compañeros de trabajo? 

Lo peor de todo había sido ayer, al haber fallado en mi escapatoria.

Flashback.

Me encontraba listo, el chico había salido de la habitación, dejándome completamente solo. Subí al marco de la ventana, listo para dar un buen salto y quizá romperme una pierna, un brazo o el cóccix. Pero eso no importaba mucho.

—Vamos, Jungkook. Yo sé que tú puedes... —inhalando y expirando, dándome aliento para de una vez por todas saltar—. No por nada viste el hombre araña, ahora salta...Uno —dejo salir aire—. Dos...—suspiro—. Y...

—¡¿Qué haces?!

Mierda.

Fin del flashback.

Había salido recién de la ducha, y como no tenía nada de ropa en este lugar, opté por vestirme con la vestimenta en la que llegué aquí. Me encontraba sentado en la cama, pero para nada perdiendo el tiempo.

Estaba pensando en las posibles salidas de escape, y como el había dicho, no saldría vivo de este lugar, pero... algo debe de abrir estos muros, ¿no? Por lo que sólo me cabía una idea en la cabeza, la única que me permitiría salir con vida de este lugar.

Tendría que seducir a este chico.

•••

El estaba hablándome sobre su vida. Y, creo que me encontraba haciendo un buen trabajo si Jimin me tenía ya un poco de confianza como para contarme sus cosas. Y a decir verdad, me sentía un poco identificado por lo que me acababa de contar. ¿Fue huérfano?

Poco a poco, pude ver que el ambiente empezó a tentarse, si quería seducirlo tenía que tomar más de su confianza. Comencé a lamer su dedo nuevamente, notando cómo el empezaba a extasiarse de lo que sea que estuviera haciendo bien. 

Extrañado, sentí mi pantalón más apretado. Me estaba doliendo aquella específica zona por lo duro que me encontraba. Este definitivamente no era el plan. ¡Tenía que seducirlo a el, no el a mí!

Jungkook, no falles.

¿Que lo folle?

¡Falles de la palabra fallar!

Ah.

—¿Te ayudo? —preguntó.

Si antes ya estaba duro por tal situación, ahora al escuchar esas lindas palabras salir de su boquita, me encontraba más duro que nunca.

Quise responder, pero antes de que hiciera aquello, el chico abrió los ojos inmensamente, miró mi mano la cual estaba tocando su pecho y luego me miró a mí. Se levantó de la cama, se quedó un momento parado sin emitir sonido y salió por la puerta.

No sabía qué acababa de pasar aquí. Esta era mi oportunidad de seducirlo y cuando estuviera dormido, salir en busca del control que abre ese gran portón que al parecer luce indestructible. Pero no, Jimin salió sin decir algo, dejándome más confundido que nunca y con las esperanzas restregadas por el suelo.

Qué tediosa situación.

Pov Jimin.

Al percatarme de lo que estaba sucediendo, salí de la habitación lo más rápido que pude.

¿Es en serio, Jimin, te estabas dejando tocar por un mugroso e inservible policía?

Me encontraba parado en medio del pasillo, con la espalda apoyada en la puerta de la habitación que acababa de cerrar con seguro, junto a mi respiración agitado.

—¿Qué tienes, Mini? —se asoma por las escaleras el rubio.

—N-nada, estaba saliendo de mi habitación. A Jungkook le gustaron las frutillas —sí, le gustó tanto al bastardo, que casi se come mi dedo.

Mugroso caníbal.

—¿Así se llama? —asiente varias veces con lentitud—. Lindo nombre...Jungkook, es un nombre adorable.

—Sí.

La verdad es que sí, Jungkook es un nombre adorable, me gusta. Lamentablemente la persona quien lo porta no.

—¿Dónde está Nam?

—Ah, ¿Namjoon? Está limpiando el Ferrari Pininfarina Sergio, saldremos de compras.

—Espera, ¿no me piensan llevar? —me cruzo de brazos—. El Ferrari sólo tiene dos asientos...

—Claro que no te llevaremos, lindo. Tu chico se puede escapar sin ninguna presencia en esta casa, así que cuídalo y dale de comer —rodó los ojos—, que no queremos un cadáver.

—Ya se comió todo mi dedo, no creo que tenga más hambre... —murmuré por lo bajo.

—¿Dijiste algo?

—Dije que tal vez haga ramen por si tiene hambre —mentí, no sé cocinar.

—Buen chico —revuelve mis cabellos.

—¡Ey! —doy un paso atrás—. No soy un perro.

—Trátalo bien, estaría bien tener a un policía de amigo —se encogió de hombros—, se nos haría más fácil.

—Con darle de comer creo que está más que bien —mascullo.

—Sé que le tienes odio a los policías, pero tú lo trajiste —me señala—. Así que hazte cargo. Por cierto, ¿quieres que te traiga algo del centro comercial?

—No...

—Bien, cuídense —empieza a bajar las escaleras.

Ahora que recuerdo, Jungkook no tiene ropa acá, y hoy por lo visto tuvo que ponerse la misma ropa con la que llegó. No soy tan malo, aunque lo odiara por obvias razones, no querría verlo con las mismas prendas todos los días. Además, me sobra el dinero.

—¡Tae! —grito.

—¡Ay, Jimin! Casi me caigo de las escaleras por tu grito —voltea a verme—. ¿Sabes qué hubiera sucedido? 

—No.

—Exacto, mi cuerpo hubiera dado cincuenta vueltas por los escalones mientras me rompo el coxis y a su vez me parto la cabeza, también caigo en una navaja que me revienta la yugular y el suelo alfombrado tendría marcas de mi sangre por todos lados. Hubiera muerto y ya nadie en esta casa tendría buen gusto en la moda como lo tengo yo. Todo sería un fiasco, sobre todo porque sé que me enterrarían en las rosas de ahí afuera, y yo prefiero los claveles.

—Qué.

—Bien, querido, ahora sí dime —sonríe como un angelito.

—¿Sabes? Tráeme ropa de hombre, desconozco la talla de Jeon, pero tiene un cuerpo bien formado, es delgado y... que no sea tan apretado por adelante —saco la billetera de mi bolsillo trasero y mi tarjeta de crédito. Se la entrego—. Tú ya sabes la clave.

—Espera, ¿le comprarás ropa a Jeon? —hace una mueca—. Espera, espera —sacude la cabeza—. ¿Ya le viste el paquete, Jimin? 

—No es porque se me ablandó el corazón —puse una expresión de horror, agarrando mi pecho—. No, no te preocupes que aún sigue como una piedra, sólo es... que no quiero que esté con la misma ropa todos los días —torcí una sonrisa—. Sobre si le vi el paquete, ni me he fijado si tiene algo entre medio de sus piernas —mentí en lo último.

Sí le eché un buen vistazo a su cosita.

—Bien, bien, volveremos en un par de horas. Planeamos almorzar en algún restaurante alejado de la ciudad, en todo caso, no nos esperes para la cena, hoy retomarás tus talentos no tan talentosos culinarios.

¿Esto es una broma? Jamás cocino, siempre cocina Namjoon o Taehyung, pero nunca lo hago yo, soy malísimo en eso de preparar comida. Apenas cocino ramen, y es un asco total.

—Bien, antes de llegar a casa, llama a los bomberos, ten por seguro que si meto un pie en esa cocina... Olvídate de la casa.

—Entonces muérete de hambre. Bye~ —canturrea, bajando las escaleras, desapareciendo de mi vista.

—¡Genial, gracias, muchas gracias por dejar morirme de hambre!

Espero que el sarcasmo se haya notado.

—¡De nada! —grita desde el primer piso.

—Por perra, recostaré mi maldito trasero en tu cómoda cama —me doy la vuelta y camino por el pasillo hasta llegar a la habitación del rubio.

Entré en ésta y cerré la puerta con demasiada fuerza como para que mis cabellos se posen en mi rostro.

Caminé a la cama y me tiré como un saco de papas en ésta, no era tan cómoda como la mía, pero está mejor que ese sofá de la sala. Pues si hablamos de mi cama, estamos hablando de una cama de la mismísima reina de Inglaterra. Una cama King, hecha a mi medida perfecta, sábanas color pastel de tela fina y un cubrecamas de plumas. 

De tanto pensar en la comodidad de mi cama, caí en un profundo sueño.

•••

La luz de día ya no se asomaba por el gran ventanal, miré mi reloj de mano y éste marcaba las cuatro en punto. Por Dios, moría de hambre, Jeon de seguro sentía igual.

Me levanté de la cama, la luz en la habitación era escasa, antes de salir de la habitación me asomé por la ventana, estaba lloviendo, el cielo yacía repleto de nubes negra.

Amaba los días lluviosos. Me recordaban los malos recuerdos, causándome ganas de estar en una cama todo el día y recordar. Tal vez llorar.

Me encanta el masoquismo, lo sé.

Salí del cuarto, caminé por el largo e inmenso pasillo y bajé por las largas escaleras. Me dirigí a la cocina y saqué dos paquetes de ramen de la alacena. Pues, de algo me servirá ver tantos doramas en los que cocinan. Bueno, después de unos cuatro o cinco minutos, ya había terminado la comida.

Salí de la cocina y subí escaleras, toqué la puerta de mi habitación, pero no se llegó a escuchar nada, entonces me dispuse a entrar por mi cuenta. Tal vez éste había escapado y yo como todo un máster chef cocinado sin percatarme que el cuerpo de modelo se había ido.

¿Quién sabe? Tal vez había aprovechado de salir cuando mis amigos abrieron el portón.

Carajo.

Miré por los rincones de la habitación, Jungkook no estaba, me agaché y observé por debajo de la cama, pero nada. Miré mi closet, y nada.

¿Dónde estás, idiota?

De algo no me había dado cuenta, se escuchaba un goteo desde el baño. Más bien se escuchaba como si se hubiera abierto el caño del lavamanos, aunque no tanto. Quizá más fino.

Me encaminé a la puerta del baño en puntillas, abrí ésta, pero lo que me había encontrado me dejó boquiabierto.

Jeon estaba haciendo pipí, y en ningún momento pareció percatarse ante mi presencia, ya que abrí la puerta con sumo cuidado y además, él yacía de espaldas.

Pero yo sí que me había percatado de parte de su trasero descubierto.

Éste se sacudió un poco y guardó su cosa ésa —del demonio—, tiró de la cadena, por lo que salí inmediatamente del baño.

Me senté en una orilla de mi cama para esperarlo como si no hubiera visto nada.

Nada como la mitad de su trasero bien formado.

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