cap 16. Game over

—¿No te enseñaron a cocinar? —aún mantenía sus manos en mis muslos. No apretaba mi piel, sólo posaba sus manos.

—Cállate, no tolero tu voz, me irrita —bajo la mirada a sus manos.

El aún no salía de aquella posición. ¿Cuándo pensaba hacerlo? ¿Cuándo pensaba apartarse de mí?

—Te irrito... —afirma.

Jungkook baja la mirada al lugar donde se encontraban sus inmóviles manos. Con sus pulgares, empieza a hacer círculos imaginarios en mi piel.

—No me toques —demandé, mientras mis palabras se contradecían al no hacer nada para que él dejara de hacerlo.

—¿Te irrito, Jimin? ¿Te irrita que te toque... así? —siguió haciéndolo.

Levanté la vista, viéndole a los ojos, sin embargo, algo me distrajo: Él relamió sus labios. Estúpidamente, fijé la vista en ellos, esos finos, suaves y rojizos labios.

—Vete... —tragué saliva.

Jungkook no era así. Y por muy poco que lo conocía, llegué a desconocer esta faceta de él. En este momento, él se encontraba teniendo control sobre mí y, no me parecía para nada bien. Traté de no demostrar mi nerviosismo a través de la voz.

—No, no quiero —deja escapar una pequeña sonrisa, para nada graciosa.

—Vete o dime qué te dijo Chanyeol en secreto —al decir aquello, Jungkook soltó una carcajada.

¿Dije un chiste, pedazo de mierda?

—¿Te ríes de mí? —frunzo el ceño.

—¿Tú qué crees? —enarca una ceja.

—Bien —forcejeo contra su cuerpo, y como no me dejaba bajar, le pellizqué las manos.

—¡Ah! —me suelta y soba su piel.

—Ahora, vete —poso mis manos en su espalda, y lo empujo.

Jeon reía. Sólo reía.

—No me iré, Jimin —seguía riendo, mientras lo empujaba a la salida principal.

—Oh, sí que te irás, maldito —forcejeaba contra su espalda, y al hacer fuerza, se le marcaban los músculos de aquella zona.

—Estás loco, sin mí no cenarás. ¿Lo sabes? —su tes estaba cambiando a rojo, por tanto reírse de mi persona.

¿A caso no recuerda que si quiero, puedo matarlo?

Ver tantos casos de asesinatos en el "ID", me convirtió en un hombre inteligente. No he matado a nadie, pero digamos que si llegara a pasar, ya sabría qué hacer en todo momento.

—¡Claro que puedo!

Claro que no puedo.

Habíamos llegado a la puerta principal, abrí la misma, siendo de inmediato cerrada por una fuerza bruta. Misma fuerza que no tardó en estamparme contra la susodicha.

—No quieres eso —se aferró a mis hombros.

—Tú no sabes lo que quiero —no bajé la vista en ningún momento, quería demostrar poder, que no me intimidaba en lo más mínimo su cercanía—. Suéltame —sentencié.

—Tampoco quieres eso —abre medianamente sus labios, dejando escapar su aliento amentolado, entonces ahí, sentí el verdadero terror.

—Deja de decir que sabes lo que quiero y no, porque no tienes ni la más remota idea —mi pecho subía y bajaba con frenesí.

Él lo notó, y bajó la mirada a mi pecho cubiertos por mi camiseta.

—Prófugo... —su ronca voz se hizo presente en esta escena.

—Si es así, arréstame. ¿Qué esperas? Hazlo. Hazlo de una maldita vez —levanté un poco más el tono de voz.

—¿Qué tienes con que te arreste? —enarca una ceja.

—¿Qué tienes con no arrestarme? ¡¿Eh?!

La duda carcomía los interiores más confusos de mis pensamientos. ¿Qué tenía Jeon con no hacer como corresponde su trabajo? Se había convertido en la gran duda que indagaba en mí.

Él quedó en silencio, no emitió palabra alguna, tal vez no la dijo, pero la pensó. 

—Ahora, dime qué te dijo Chanyeol al oído.

—¿Qué te hace pensar que hablaba de ti? —me suelta de los hombros, se me queda viendo un par de segundos y se da la media vuelta. Se revuelve los cabellos y deja escapar un suspiro frustrado.

—¡Vamos, Jungkook! Cuando aquel chico te habló sonreíste mientras me mirabas.

—¿Quieres saber lo que dijo? ¿Anhelas saberlo? —se da la media vuelta y queda frente a frente conmigo.

—Hablaba de mí. ¡Demonios! Claro que quiero saberlo.

En un par de segundos, Jeon se había acercado, tomado de mis muslos internos y atacando contra la puerta nuevamente. ¿Qué culpa tenía la puerta por los brutos impulsos de Jeon Jungkook?

—Dijo que metiera mi gran hombría con tanta fuerza bruta que llegues al punto de retorcer todo tu cuerpo encima de las arrugadas sábanas de mi cama, y que mi nombre se escuche a gritos desesperados por todo Seúl.

Bueno, no creo que haya dicho eso.

Mierda, yo y mi gran bocota siempre queriendo saber todo. Nunca me había metido en asuntos ajenos, sin embargo, en este caso se hablaba de mi persona. ¡Mi pobre humanidad!

Hubiera preferido no saberlo.

—Vamos, precioso. ¿Ahora te quedaste mudo o qué? —su respiración estaba subiendo de intensidad y sus manos empezaban a apretar mi piel.

—Tu amigo es un asqueroso —fue lo único que salió de mis labios.

—¿Y yo? —su bulto comenzó a rozar con mi entrepierna.

—Tú eres de los mismos —al decir aquello, Jeon levanta un poco más mis piernas y las deja al nivel de sus caderas. Aquel movimiento hizo que nuestros sexos hicieran fricción entre sí—. Ah... —jadeé, casi inaudible.

No tardo en recordar esa noche.

—Dime, prófugo. ¿Te gusta sentirme? —empezó nuevamente a hacer círculos con sus dedos, en mis muslos.

—¿Qué mierda te ocurre? —negué con la cabeza—. ¿Acaso te gusto? ¿Es eso? —comienzo a reír—. ¿Te enamoraste de mí y por eso no quieres arrestarme? —suspiro y lo miro, ladeando la cabeza.

—No —niega, aún sosteniéndome.

—Jungkook, es patético que te hayas enamorado de la persona que te secuestró. Dime algo, ¿tus compañeros de trabajo estarían orgullosos?

—No sabes de lo que hablas —sonríe.

—¿En qué momento sucedió? —me burlo—. ¿Fue la vez en que chocamos desnudos o cuando te presenté mi lugar favorito? —susurro frente a su labios.

—Claro que no —aprieta mis muslos.

Nos quedamos viendo, demasiado cerca para mi agrado. Él respira con fuerza. Mis cabellos se entrometen entre nosotros.

Me preguntaba tantas cosas. Preguntas que él no respondería, ni yo las haría. ¿Acaso Jungkook tiene alguna especie de trastorno con su personalidad? No era lógico que de un día para otro, actuara como un pervertido. ¿Era acaso la confianza? ¿Eso era? ¿Ahora que ya no está secuestrado, cree que puede hacer lo que se le dé la puta gana? ¿En mi casa? Estaba equivocado. Completamente equivocado. 

—Vete —pronuncio.

—No.

—Tendré que llamar a la policía.

—Cariño...yo soy la ley.

—No en este momento, ahora estás violando mi privacidad. Abuso de poder.

Obviamente, llamar a la policía no estaba entre mis planes, ya que en frente de mi persona había uno. Además, los mismos policías están metidos en mi búsqueda. No sería muy ingenioso de mi parte.

Pero, ¿Qué en realidad pasaba por su cabeza justo ahora? ¿Estaba excitado? Y si acaso de esto se trataba toda esta escena...

Calmaré su calentura, a mi manera.

El castaño mantenía la vista pegada a mis labios, por lo tanto aproveché la situación, cuando tomé de sus mejillas, teniendo encima su mirada repleta de confusión, debido a ser por mi repentino cambio de actitud.

Me acerqué a su rostro e implanté un beso en la comisura de sus labios. Me separé nada más un poco de su sedosa piel, para implantar otro beso, pero esta vez, en su mejilla.

Seguí con mis mojados besos, hasta llegar el borde de su cuello, y en el mismo, me relamí los labios y besé su piel, no como antes, sino que lo había convertido en un chupetón.

Pude escuchar un quejido por parte de Jungkook, al parecer le había dolido, excitado, encantado. Pero, ¿Quién sabía?

Tal y como planeé, Jeon me separó de la pared y empezó a caminar conmigo en la misma posición. Estando arriba de su cuerpo, me dediqué a regalar más besos por su piel.

Jungkook empezó a subir las escaleras, caminando por el largo pasillo hasta llegar a mi habitación, torpemente empujó ésta. Debía ser por lo embobado que iba al sentir placer por mis calientes actos.

—Al baño —ordené, mientras aún repartía besos.

No emitió sonido, obedeció tal y como un cachorro entrenado. Así lo estaba haciendo, me encontraba entrenando a mi caliente oficial. Lo único que provenía de las ondas vocales de Jungkook, eran pequeños gemidos ahogados.

No puede ser que sólo con mis labios lo tenga así.

Entramos al baño. Bajé de su cuerpo, para luego quitar mi camiseta. Él había entendido la señal, pues desabrochó su camisa azul, pronto quitó su cinturón, en el mismo se encontraba un arma de fuego, unas esposas, llaves, y otras cosas más que usan ésos mugrientos.

Bajó sus pantalones rápidamente, yo imité su acción y bajé mis jeans negros, quité mis zapatos y Jeon quitó sus botines.

Sólo nos quedaba la ropa interior.

Espera. ¡Oh, por Dios!

Escultura de hombre analizaban mis suertudos ojos.

Brazos tonificados, abdomen con dos, cuatro, seis, ocho malditos cuadros pegados a su piel. Piernas gruesas y musculosas, fuertes. Llevaba un bóxer color blanco, y por el color de la tela, pude apreciar a más volumen su hombría.

Grande y en camino a la erección.

Este era el momento en el que seguía con mi juego o... Me dejaba derrotar por el mismo jugador.

Game over.

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