cap 14. reencuentro
Pov. Jungkook
La camioneta se encendió, y junto a ella, Jimin desapareció.
No existía demasiado tiempo para pensar en lo que sucedería si voy tras el, así que sólo prendí el motor, las luces y, partí. Se trataba de una noche fría, por lo que prendí la calefacción. Detestaba esta época del año. El invierno es todo lo que está mal. Humedad. Mucha ropa. Frío en todo el cuerpo. Lo odiaba, prefería mil veces el verano.
El calor.
La camioneta pasó por el centro de Seúl, como si nada, como si no no la estuviera conduciendo el criminal más buscado de Corea. Aunque era de noche, y por este clima excesivamente helado, no se encontraba mucha gente que digamos.
Subimos una colina, la misma de ayer. Me estacioné un poco más abajo de tal dicho lugar, para luego salir del auto y encaminar mi peligroso camino hacia el.
Al llegar arriba, pude divisar la camioneta que se encontraba estacionada a un lado de Jimin, quien estaba sentado en el suelo, tenía sus rodillas pegadas a su pecho, abrazada a éstas y apoyando su mentón en las mismas. En frente de el, yacía la hermosa vista de Seúl, admirable desde cualquier ángulo del cielo.
Me quedé en silencio, ubicado detrás de un arbusto, observando su persona. El parecía calmado, como si este lugar le diera cierta paz mental.
—Maldición... —masculló.
—Puedo apostar que cuando dijiste eso —salí del arbusto, inseguro a lo próximo—, pensaste en mí.
Jimin volteó a verme, exaltado ante mi repentina aparición, se levanta del suelo. Su silueta se vuelve defensivo, y saca un arma blanca de su botín derecho.
—No quieres hacer esto —intento acercarme unos pasos a el.
Pov. Jimin
Lo tomé de las muñecas y me abalancé sobre él, éste cayó de espaldas al piso, abrí mis piernas y rodeé sus caderas, sentándome a horcajadas sobre él. Posicioné la navaja en su delineado y tonificado cuello, en aquella especifica parte donde yace su yugular.
Carajo, hasta su cuello está marcado.
—Maldito infeliz... —con una mano, tomo su muñeca derecha y con la otra presiono la navaja.
No le haría daño con el arma, sólo lo asustaría un poco. Nada más.
—¿Soy el mismo maldito infeliz con el cual frotaste tus caderas? —tuerce un sonrisa.
—¿Tú quieres que te mate? Pues si lo quieres, es tu día de suerte —presiono más el arma—. No hay muchas personas por estos lugares, será fácil esconder o enterrar un cadáver.
—¿Qué hacías en aquel lugar? —enarca una ceja, cambiando totalmente el tema.
—¿Me estabas siguiendo? —pongo mis labios en forma de O.
—Yo pregunté primero.
—Lo que haga con mi vida, no te interesa y no te debe de interesar en lo mas mínimo. ¿Me escuchaste? —alzo la voz—. Y tengo una navaja en tu cuello, así que responde de una puta vez.
—Lo siento. ¿Qué dijiste? Estoy sordo.
Arrugué mi nariz. En verdad quería partir su rostro a golpes, sin embargo, aquello no sería la mejor opción. Tenía que tomar en cuenta la información que él contiene ahora. Nos podría delatar en cualquier momento, por mi culpa. Sólo por mi desgraciada culpa.
No necesitaba incentivarlo.
—Oye... —me levanto de él y me siento a su lado—. No nos delates—desvío mis ojos de los suyos.
—¿Por qué? Yo si quiero, puedo —reincorpora su cuerpo y se sienta a mi lado, a unos centímetros.
—Sólo... No lo hagas.
—¿Me estás suplicando?
—Que te quede claro que no es por mí, es por mis amigos. Ellos se enojaron conmigo por traerte a casa y luego, por dejarte ir...
—Entonces... ¿Me dejaste ir?
En ningún momento miré a Jeon, sin embargo y a pesar de aquello, mis reflejos pudieron notar que él sí se encontraba observándome.
—No del todo... —respondí.
—Bueno... —suspira, y luego de casi un minuto, agrega—. Mañana habrá un evento para los niños en el parque del centro, realizado por nosotros.
—¿Y qué con eso? —cuestiono, incrédulo, tal vez.
—No te hagas el desentendido, sé muy bien que te gustan los niños.
Con tal de que no sean míos, entonces sí.
—Revisaré mi agenda —rodé los ojos—. Además, ¿Cómo sé que no es una trampa? Estará repleto de policías, y te recuerdo que no soy una buena persona.
—Si te hubiera querido arrestar, lo hubiera hecho ahora, ¿no crees?
—Buen punto, pero... ¿Por qué no lo haces? —esta vez, detengo la vista en sus oscuros ojos.
—Eso a ti no te importa.
—Muy listo, policía Jeon —suspiro y aplaudo unas cuantas veces—. Encubrir a un criminal por mera diversión —lo miro—. ¿Alguien te había dicho lo listo que eres?
Creí que me diría algo. No lo sé, alguna razón que pueda justificar el porqué de todo eso. Pero no, él sólo se encoje de hombros, sin mirarme.
—¿Camioneta nueva? —hace una señal con la cabeza, señalando la misma.
—Sí —ladeo la cabeza—, tenía que cargar a unas cosas, y en alguno de los deportivos no podía.
—¿Cosas para... los niños del orfanato?
—No responderé a esa pregunta. Además, no me sigas.
—Tranquil, bonito —ríe un poco—. Si no fueras un criminal, no lo haría. No te seguiría. ¿Acaso tendría otra razón para hacerlo?
—Está bien. Concuerdo —guardo la navaja en mi botín derecho, me levanto del suelo y camino a la camioneta—. No la tienes. Ni yo tengo otra razón para quedarme hablando contigo.
—Espera, ¿vendrás mañana? —se levanta del suelo y sacude sus pantalones, acercándose a mí.
—¿Te interesa si asisto o no? —me acerco más a él, con una sonrisa a medio abrir.
Veamos ahora quién juega con quién.
—N-no, no es lo que quise decir, sólo... —antes de que dijera algo más, lo interrumpí, posicionando uno de mis dedos en la fina capa de piel que abrazaba su labio menor.
—Jungkook, no te contradigas, que te hace ver ridículo —doy vuelta sobre mis talones, saco las llaves de la camioneta, aprieto un botón y me meto a la misma.
•••
Había llegado a casa, todo estaba en silencio. Era de noche y mis amigos se habían dormido temprano, ya que mañana por la mañana viajarían a Dubai, o al menos eso es lo que dice la nota pegada en el refrigerador.
Al menos que me estén mintiendo y en verdad sean parte de una asociación de matones en serie.
Reí en mi mente cuando me di cuenta de aquella estúpida idea.
"Jimin, Nam y yo viajaremos a Dubai mañana por la mañana. El aún sigue furioso contigo, por eso le propuse alejarse por una semana de Seúl.
Pd: No quemes la casa mientras no estemos. Ahí tú te las arreglas para cocinar.
Besos. Atentamente; El hermoso y único Tae."
Perfecto, lo único que sé hacer es un maldito ramen. Moriré de algo si como eso tres veces al día durante una semana. ¿A quién engaño? No como tres veces al día, como cinco o seis veces al día. La comida es deliciosa.
Mejor que el sexo.
•••
Diez con veinte minutos de la mañana. Bajé las escaleras en prendas menores y unas pantuflas amarillas que tenían el rostro impreso de Chimmy.
Fui directo a la gran y larga mesa de vidrio que se encontraba en el amplio comedor. En medio de ésta, había una caja de pizza y una carta. Saqué un pedazo de pizza de la caja y abrí la carta.
"Aliméntate. Con esto sobrevivirás todo este día, pero mañana tú te encargarás de qué comer.
Con cariños y de probablemente la única persona que te quiere; Taehyung."
Perfecto, al menos me quedó claro que sobreviviré todo este día.
Fui a la cocina, tomé una taza y la máquina de café, me serví un poco y caminé a la sala de estar, donde prendí la televisión y puse una película.
•••
Habían pasado unas cuantas horas desde el momento en que hundí mi redondo trasero en medio del sofá. Ya me había acabado toda la caja de pizza y todo el café de la máquina.
Mi yo interior queriendo tener un cuerpo de modelo, y mi yo inferior comiendo todo lo que se le ve en el camino.
Perfecto, Jimin.
Se trataban de las dos de la tarde, cuando llegué a recordar a Jeon y el evento que se realizaría a beneficio de los niños. No sabía si se trataba de una trampa, sin embargo, iría, pero un poco más discreto. ¿Verdad? Porque si acaso iba a ser tan descuidado como para meterme en un hoyo de policías, por lo menos tendría que cuidarme un poco.
Subí las escaleras de la casa, entré a mi habitación, fui al baño, quité mi ropa y entré a la ducha.
•••
Escondí mis ojos con unos lentes oscuros, y parte de mi nariz y boca con un barbijo negro. Por último, acomodé una gorra negra en mi cabeza.
Bajé a la planta baja y me metí a la camioneta. Antes de llegar a ese lugar, iría a comprar cosas para los niños. Me dirigí a una tienda de juguetes. Estacioné la camioneta fuera de ésta y me adentré al lugar.
Compré peluches, camisetas y dulces. Cuando ya todo se encontraba listo, manejé hasta el parque del centro de Seúl, junto a mis manos sudorosas sobre el volante. Pude apreciar a cientos de niños jugando, muchos globos por todas partes y diversos policías dirigiendo este evento de caridad.
No puedo creer que haré esto.
Estacioné la camioneta a un lado del evento, salí de ésta. Todos me miraban, en especial los oficiales de policía. Tal vez lo hacían por las cosas que se veían a simple vista en mi medio del transporte. Por suerte siempre he tenido el don de pasar desapercibido.
Mentira.
Pude ver a Jungkook por lo lejos, él vestía con su traje azul. Su cabello llevaba gel, provocando que sus cabellos lucieran brillantes y ordenados.
Estaba riendo junto a los niños, montando a un pequeño en su espalda, corriendo por el lugar. Se le veía feliz. Ayudar y hacer sonreír a las personas, definitivamente era lo suyo.
El niño da pequeños golpecitos en su espalda, y apunta con su pequeño dedo índice en mi dirección, debiendo ser obviamente porque estaba al lado de la camioneta repleta de cosas coloridas en su parte trasera.
Jungkook centra su mirada en mí, y aunque no podía ver mi rostro, ni parte de mi cabeza, sé que él ya se había dado cuenta que era yo, mientras bajaba al pequeño de su espalda.
Camina en mi dirección, junto a una sonrisa pegada al rostro.
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