|Cap ₅₄|Yo lo maté.


—Te amé tanto... —uno de mis pies resbaló, perdiendo el equilibrio me sostuve con mis brazos al fierro—. Tanto que daba miedo.

Cerré mis ojos, con intención de saltar, suspiré. Mi corazón palpitaba como nunca lo había hecho, aunque jamás me había encontrado tan muerta.

—Nunca dejes de amarme, te lo pido —dice una voz detrás de mí, la cual no había escuchado llegar, ni si quiera esperaba su entrada, porque simplemente la creía ya muerta.

No hice ningún movimiento más, inmóvil había quedado. Hasta que volvió a hablar.

—Nadie me ha amado como tú, y tengo miedo de perder a la única persona a quien yo he amado, porque simplemente no tengo ni la menor idea de cómo se hace esto, y cada segundo junto a ti me ha demostrado que soy un desastre en el amor, y no sé manejarlo, no puedo. ¡Es que todo es tan difícil... que asusta! —no se escuchaban pasos por su parte, sólo la brisa del viento acompañando el frío.

Tragué saliva. Estaba alucinando, o simplemente ya me encontraba del otro lado junto a él.

—Tú estás muerto —dije sin mirar atrás, derramando gotas por mis mejillas.

Pues sabía con exactitud de quién se trataba ese tono y timbre de voz. Mi mente estaba pasando por un engaño. No era él, nada más era su voz, la cual anhelaba escuchar antes de morir tras su persona.

—Iré contigo... —cerré mis ojos por segunda vez. Con una exasperante tristeza quité mis manos del fierro, sólo manteniendo el equilibrio de mis pies.

—¡Perdóname! —habló nuevamente, provocando un escalofrío pasar por mi cuello.

Es una falacia.

Terminé por hacerle caso a mis instintos, dando un paso adelante. Caí de la baranda, la adrenalina corría por mis venas. No obstante, llegué a sentir un agarre que me sostuvo con fuerza, provocando que no siguiera cayendo. Unas manos agarraron mis brazos, sin dejarme ir.

Pude ver bajo mis pies, los cuales flotaban en el aire, y ahora mismo no importaba caer. Alcé mi vista hacia arriba, observando el alumbrado rostro de la persona a quien yo creía muerto, las luces anaranjadas, rosas y amarillas resaltaban tras su silueta.

—¡Agárrate de mis brazos! —gritó en una voz temblorosa.

Jungkook.

Mis sentidos no estaban listos para responder a sus palabras, nada más me sostuve de las mangas de su chaqueta.

No quería morir, no ahora.

Él me atrajo hacia arriba, y en una especie de temor no me permitía pestañear.

Jungkook está vivo.

Finalmente, tomó de mi cintura y me subió en la baranda, para luego perder el equilibro y caer los dos al frío suelo, sin antes preocuparse de no caer él encima de mí, sino al revés.

—Eres tú... —dije en un intento de habla, con titubeo.

Llevé mis manos a su rostro, delineando su perfilada mandíbula, junto a su mejillas y frente, confirmando la realidad de las cosas. Toqué la pequeña marca en su pómulo, y emocionada dejé caer lágrimas de felicidad al encontrarlo con vida.

—Eres tú, siempre has sido tú —deposité un beso en su frente, tocando su piel con mis labios.

—Tonta —arrugó su expresión y curvó en un puchero su labio menor, con pena—. ¡Nunca más vuelvas a hacer esto, ni por mí, ni por nadie! —acarició mis cabellos, al borde del llanto.

Asentí con emoción y tristeza. Junté mi frente con la suya, rozando nuestras narices, y respirando su cálido aliento.



•••



—Jungkook —hablé, llamando su atención desde mi cama.

Él sacó su cabeza de la puerta, con él cepillo dental en su boca, alzó las cejas.

—Ven... —sonreí a medias, y cabía recalcar mis hinchados ojos.

No pretendía arruinar esta noche, bueno... no más de lo que ya estaba. No recordaría nuestro pasado, ni los errores que hemos cometido. No hoy.

Así que... finalmente, me cubrí con todas las frazadas de la cama, esperando a Jeon salir del baño.

Las sábanas eran suaves, y aunque había dormido millones de veces aquí, esta la sentía diferente. La luz del baño fue apagada, seguido de un Jungkook caminando en nada más que un bóxer puesto en su fornido cuerpo.

La lámpara de mi lado de la cama se encontraba prendida, era cálida. Jeon cubrió su cuerpo junto al mío, en posición fetal cada uno, mirándonos fijamente a los ojos.

—¿Qué pensabas? —rompió el silencio que sin querer habíamos creado, porque al parecer observarnos se había vuelto más profundo de los normal.

—Te creí muerto... —susurré, y acaricié su mejilla con una mano temblorosa. Resistiendo por no llorar—. No evité aquella realidad...

Él apretó sus labios y se quedó en silencio unos segundos más, mirándome a los ojos. Luego habló:

—Había llegado hace menos de cinco minutos a casa —suspiró—. Iba a dormir, estaba exhausto. En ello... —su voz comenzaba a titubear—. En ello tocan la puerta principal, camino hacia ella y la abro... —cerró y apretó sus ojos con fuerza—. Era Channy, él...

Jungkook no había alcanzado a terminar, ya que éste había roto en lágrimas. Pasé mis manos por su espalda, haciendo que se acercara a mí y escondiera su rostro en mi pecho.

—No... —murmuré con asombro, al mismo tiempo en el que sus lágrimas mojaban mi piel.

La sangre de Chanyeol era la que se encontraba bajo la puerta de Jungkook, esparcida por todo ese espacio. Jeon había matado a su mejor amigo, sabiendo nada más él la razón.

—No pude impedirlo... —su voz entrecortaba las palabras—. Él quería matarme... Yo no a él, juro que fue un accidente —apretó sus grandes manos a mi cintura, aferrándose a algo.

—Fue en defensa propia, no pudiste hacer nada contra ello, Jungkook —traté de tranquilizarlo, éste sólo lloraba.

—Lo sé, aun así están investigando la causa de todo... —sorbió su nariz—. Ni si quiera yo supe el propósito para encontrarlo bajo mi puerta... con... con un cuchillo en su mano derecha. Lo quise detener, pero...

Toqué su cabello, el cual se encontraba mojado por el sudor provocado por la exaltación en su cuerpo.

—Se me vino el mundo abajo... —hablé—. Cuando pasó por mi mente tu muerte... quise morirme en ese mismo momento.

Jungkook alzó la cabeza, con su rostro mojado y sus ojos brillantes, seguía abrazando mi cuerpo, como un chape.

—Hace un tiempo atrás había puesto un detector de ubicación en tu auto. Lo tienen nuestros carros de policía, y yo quise hacerlo contigo... p-por tu seguridad... —se detuvo para sorber su nariz—. Cuando vi que estabas en aquel puente, nunca llegué a imaginar tus intenciones.

—Sin ti no quiero vivir —me agaché un poco más, así quedando a la altura de su rostro. Con mi dedo pulgar sequé bajo sus ojos—. Y no me interesa lo loca, dependiente e intensa que parezca. Porque Jungkook... tú eres mi persona. Al saber que habías muerto, mi alma lo hizo también... junto a ti —unas gotas desbordaron mis ojos.

Se trataba de una completa locura mi confesión, pero simplemente así lo era, así lo sentía. Él quedó observando mis ojos, con demasía determinación, como si estuviera contando cada pestaña que se encontraba en mi párpado.

—Y si ya no me amas, lo entenderé —agregué—. Sólo... dame tiempo para olvidarte —dije en una desilusión al no haber recibido alguna respuesta por parte de él.

Él seguía sin decir nada, sólo observaba mi rostro como si estuviera sordo.

—Juro que he intentado perdonar todos nuestros errores, lo logro poco a poco, pero si tú... —boté aire.

Jeon llevó su mano izquierda a mi mejilla, ahí la posó sin dejarme de mirar a los ojos.

—Un segundo sin ti desespera más de uno de mis sentidos —comencé a soltar lágrimas.

Sentía nervios al ya no ser correspondida. Él ya no me quería, tal vez esta noche sería un adiós para los dos, pero no podía confirmarlo sin escuchar sus palabras.

Quedé muda, sin hacer nada más, él sonrió medianamente junto a sus ojos, mientras caían de los mismos algunas lágrimas.

—___, eres y siempre serás el amor de mi vida.

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