|Cap ₆₁|​¿Un rival?


No sabía qué específicamente sentir con esta noticia. Mis manos temblaban casi por inercia, junto a mi piel de gallina, la cual se tornaba de un color pálido por todo mi cuerpo.

Jungkook abrió sus brazos con felicidad, teniendo una inmensa sonrisa pegada a su rostro, sin darse cuenta de mi estado. Lo observé a los ojos con temor, para luego bajar mi mirada al suelo, con decepción de mí misma.

No estaba lista para ser madre, no ahora y menos cuando acababa de recuperar a Jeon. Tal vez nunca estaría lista para traer una vida al mundo, pero así lo quería el destino.

—¿Seremos padres, ___? —preguntó, pues por fin había notado mi silencio frente a la noticia.

—Jungkook, me trajiste aquí por dolores menstruales... —titubeé—. Y... acabé estando embarazada —lo miré a los ojos—. Lo siento si no me emociono, o si no salto de alegría, pero un bebé no estaba entre mis planes —le di una última mirada, le entregué los papeles de mi tomografía y rodeé su cuerpo.

Salí de la clínica, asustada, en pánico, con un dolor constante en el pecho. Me adentré al puesto del copiloto, esperando a Jungkook, quien ahora mismo hablaba con el médico.

Tenía cinco semanas de embarazo y no lo sabía. Mi periodo en verdad no era mi periodo, pues se trataba de un típico sangrado que suele aparecer dentro del primer trimestre de embarazo. El doctor agregó que es muy común que la mayoría de las embarazadas nos confundamos al principio, gracias a este sangrado similar al de la regla.

Abroché mi cinturón al ver que Jungkook había entrado a la camioneta, sin decir alguna palabra, encendió el auto y empezó a manejar.

El cielo se me hacía extrañamente triste. Dejé caer lágrimas por mis mejillas al sentir la mano de Jeon sobre la mía, la cual se encontraba sobre mi muslo. Sabía que él quería esto, y no era quién para culparlo, pues llevaba meses deseando ser padre junto a mí. Este debía ser un momento feliz, sin embargo, no lo era para mí, y aunque Jungkook sí lo estaba, no lo demostraba.

—Dame tiempo por favor... —rompí en llanto al decir aquellas últimas y quebradizas palabras. 

Esta vez, Jungkook había entrelazado sus dedos con los míos, sin dejar de manejar y teniendo la vista en la carretera. 

—No sé qué hacer... —sollocé—. No creí estar en esta situación otra vez, por favor entiéndeme —comencé a limpiar mis mojadas mejillas con mis muñecas.

—Sólo... No quiero que pienses nuevamente en ab... —se interrumpió a él mismo y suspiró—. Hablaremos de esto, solo cuando estés lista —me echó una rápida y corta mirada, para seguir viendo el camino.

—Jungkook... —llamé. 

—Dime, cariño —nos detuvimos en un semáforo en rojo. 

—No quiero decepcionarte, no otra vez... —confesé.

—No lo harás —sonrió a medias, aunque parecía algo forzado—. Sea cual sea tu decisión, estaré para ti. 

—¿Estás seguro de ello? —sorbí mi nariz.

—Estoy seguro de ello, porque confío en ti más que nadie en este mundo. Es tu cuerpo, ___.

El semáforo cambió a verde, por lo que Jeon comenzó manejar nuevamente.

Sentía esta gran presión sobre mi cuerpo, el cual ya no era completamente mío, sino que llevaba una pequeña vida dentro de éste. No sabía cómo funcionaba esto, no sabía si preguntarle al bebé si querría venir a este horrible mundo junto a su mala madre y su casi perfecto padre.

Tal vez este sería un avance dentro de nuestra relación, aunque no todos los avances conllevan a un bebé.

Y es ignorante pensar que los hijos pueden mejorar relaciones amorosas. A algunas les funciona, pero a otras... las empeora.

De algo me encontraba segura. No estaba preparada para ver a una pequeña copia de nosotros, con los preciosos genes de Jungkook y lo maldadoso de mi persona, corriendo por todos lados, diciéndome mamá y a Jeon papá.

Habíamos llegado a casa, Jungkook aparcó la camioneta y subimos a casa, cuando ya estaba por anochecer. Caminé primero que él, sin mirar atrás, llegué a la sala donde se encontraban mis amigas, ellas yacían sentadas en el sofá tomando té con pastel. 

—___, nos preocupamos... —Hwasa me miró y luego a Jeon, quien se encontraba detrás de mí.

—Jungkook, dinos qué pasó —habló la rubia, al notar que yo no emitiría palabra alguna.

—Estoy embarazada —confesé, sin mirarlas.

—Ah, ah, ___. ¡Es grandioso!

La pobre Solar tenía claro que siempre me había negado a la idea de un embarazo, aun así intentaba tomarlo como algo bueno frente a mí.

La miré a los ojos, teniendo mis dos manos apegadas a mi vientre, presionando éste con fuerza, puesto que dolía. Unas lágrimas empezaron a bajar en silencio por mi rostro, llamando la atención de Hwasa.

—No quieres tener este bebé —habló con frialdad la morena.

—___ —habló Jungkook detrás de mí, sin tenerlo dentro de mi campo de visión.

Al escuchar mi nombre, una acidez en mi pecho, seguido de un revoltijo en mi estomago se hicieron presentes, y sin tener control sobre ello, las nauseas hicieron su gran aparición dentro de la escandalosa escena. 

Corrí al baño del primer piso sin pensarlo, con gritos detrás de mí.

—¡___! —gritó la rubia junto a la morena, al unísono.

Abrí la puerta del baño para lanzarme al suelo y abrir la tapa del retrete. Comencé a expulsar todo sin previo aviso, acompañado de un furioso llanto. Odiaba sentirme así de indefensa y decaída.

Soy una puta perra, no una debilucha.

—Estoy aquí, estoy aquí —informó el castaño.

A los pocos segundos había llegado Jungkook, dispuesto a tomar de mis cabellos y formarlos en una coleta con ayuda de su mano izquierda, con su mano sobrante comenzó a dar pequeños golpecitos en mi espalda.

—Siempre estaré aquí, lo prometo —habló, con un temblor en su voz.

—No puedo —comencé a llorar—. ¡Jungkook! —mi llanto se había convertido en gritos, exaltando a Jeon con ello—. ¡No soy lo suficientemente fuerte para ser madre! —confesé mi miedo, por fin.

Arrugué mis ojos, y con mi mano le di un golpe al suelo del baño, dando por bajo el dolor.

—Claro que lo eres —se arrodilló junto a mí, sin antes sacar una pequeña toalla de la repisa—. Eres la mujer más fuerte —llevó la toalla a mi rostro, ahí comenzó a limpiar mis labios con lentitud y delicadeza—, valiente —dejó la toalla en el suelo y se dedicó a acomodar mis cabellos detrás de mis orejas—, hermosa —con sus manos limpió mis lágrimas yacientes en mis mejillas—, y arriesgada que he conocido jamás. 

Cada acción que había hecho en mí, había sido con ternura, delicadeza y amor. Nunca dejé de observar su mirada, la cual viajaba a cada lado de mi rostro.

—Detente —lo miré a los ojos, y apreté mis labios.

—¿Qué cosa?

—No me querrás cuando me encuentre con panza, coma mucho chocolate y llore por todo. 

Muchos hombres por todo el mundo tienden a sentir un tipo de rechazo al ver a su pareja embarazada, y que Jungkook fuera perfecto no significaba que no se incluya en ese grupo de hombres.

Onvres.

—Te convertiste en la madre de mi bebé —frunció el ceño, afirmando y a la vez pareciendo ofendido por mis anteriores palabras—. Jamás me alejaría por verte así. Siempre serás preciosa ante mis ojos, y que te crezca una pancita te hará aún más bella, por el simple hecho de haberte convertido en una luchadora, en una madre, en la madre de mi bebé.

—¿Qué hice para merecerte? —sorbí mi nariz, con tristeza.

¿No recuerdas? ¡Robaste un puto banco y luego lo secuestraste! 

—¿Qué hice yo para merecerte? —dejó sus manos en mis mejillas y acercó su rostro al mío, dejando un beso en mi frente.

—Tengo miedo... —cerré la tapa del retrete.

—¿En traer una vida al mundo? 

—En que ames más a este bebé que a mí —Jungkook sonrió con diversión—. Sabes que soy egoísta y aún estoy en proceso para llegar a ser una buena persona como tú... —sonreí a medias, observando lo gracioso que lo había tomado Jeon—. No estoy preparada para que viva otra personita a la que amarás más que a mí... —acaricié sus mejillas—. En mi mente lo imagino como... "¿Pero qué ven mis ojos? Un rival" —dije con total seriedad.

Esa última frase había dejado escapar una carcajada por parte de Jungkook. Al mismo tiempo tomó de mis axilas y me levantó del suelo, para quedar a horcajadas sobre sus muslos.

—¿Por qué te ríes? —fruncí mi ceño.

—¿En serio crees que eso pasará? —dijo entre risas. 

—No lo diría si no lo creería.

—___ —habló, pues su risa había cesado luego de unos largos segundos—. Jamás amaría más a una que la otra o el otro. Tú y este bebé se han convertido en mi máxima prioridad desde hoy, y nunca te dejaría de lado por nuestra galletita —llevó sus manos a mi vientre, donde posó éstas—. ¿Entiendes eso? 

Jungkook me envolvió entre sus brazos, dejando su rostro en mi cuello, repartiendo besos en aquella zona.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.


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