|Cap ₂₃|Psicópata.
Su caminar no se detenía, él apretaba sus labios mientras lo hacía. Y, no sabía por qué en realidad, pero le veía en cámara lenta, así como la vez en que escapó de la mansión.
—¿Hasta dónde llegó tu inocencia? —lo miré, con gracia.
—¿Qué quieres decir? —ladeó unas cuantas veces la cabeza, desentendido.
—Antes eras un buen policía, ahora nada más eres un... psicópata.
—Cúlpate.
—¿Ah?
—Que te culpes.
Por detrás de Jungkook, se encontraba saliendo Jimin por entremedio de las bolsas, tratando de no hacer ruido. Hice una señal con mis manos, las cuales estaban posicionadas en mis muslos, haciéndole saber que se fuera. Park negó reiteradas veces con la cabeza.
Vete, por favor.
—¿Qué sucede? ¿Tu amor te dejó solita? —yacía ya muy cerca de mí.
—Sí, no lo necesito, siempre me las he arreglado sola, esto no cambia nada.
—¿Por qué eres tan despreocupada? —negó con la cabeza, como si todo de mí le molestara—. Te convertiste en la mujer más buscada por toda Corea del Sur, y aun así, sales a las calles sin ninguna restricción.
—¿Y? —me encogí de hombros—. ¿Entonces por qué no terminas con esto y ya?
Ni si quiera se dignó a responder, solamente se dedicó a morder el interior de sus mejillas. ¡Tenía que dejar de hacer eso o quedaría sin mejillas!
—¿A qué le tiene miedo el oficial Jeon?
Trataba de distraerlo, mientras Park aún no se iba.
Vete de una vez.
Jimin intentó dar otro paso, pero al hacerlo, tropezó con una de las bolsas negras. Jungkook frunció el ceño, iba a voltear, queriendo ver de dónde provenía ese tal ruido. Antes de que actuara, opté por lo más ilógico, pero que sí salvaría el pellejo de Park.
Tomé de su cuello, lo atraje hacia mí e implanté un beso en sus calientes labios. Jungkook no actuó, se notaba lo sorprendido que estaba, pues sus labios se encontraban tensos.
Empecé a mover mi boca junto a la suya, él se aferró a mis caderas y apretó mi piel casi de inmediato, bajando sus manos a mi trasero, apretando con demasía fuerza este mismo. Frotó sus dos manos por encima de mi pantalón. Abrió mis labios con ayuda de los suyos y metió descaradamente su lengua en mi cavidad bucal.
Entreabrí un poco mis ojos, y observé de reojo por la espalda de Jungkook, notando que Jimin ya no se hallaba en el lugar. Entonces, me separé bruscamente de su cuerpo. Inconscientemente, limpié con mi antebrazo el exceso de saliva que albergaba alrededor de mis labios.
Caminé en reversa, observando el pecho de Jeon, el cual subía y bajaba. Éste sonrió, siendo la misma una sonrisa para nada amistosa, más bien era algo cómplice.
Algo te llevas entre manos.
Seguí caminando en reversa, hasta chocar con el final del callejón, un largo y oscuro muro de cemento, provocándome un respingo.
—Gato encerrado —chasqueó su lengua.
—Dime, si no quieres arrestarme... ¡¿Entonces qué mierda quieres?! —alcé la voz.
—¿La verdad? —alzó una ceja—. No lo sé.
—¿Ah?
—¿Qué te sorprende? —caminaba a paso lento, mientras jugaba con sus manos, teniendo la mirada pegada en mis ojos.
—¿Qué me sorprende? ¡Diablos, Jungkook, eres un maldito policía, no puedes nada más ir por ahí e intimidarme! ¡Si lo que quieres es arrestarme, hazlo ya! —alcé los brazos arriba de mi cabeza—. Te divierte, ¿verdad? ¡Te encanta tenerme en la palma de tu mano! ¡Sólo hace tu maldita labor y déjame en paz! —exclamé.
—Estás loca... —rió.
—¿Ahora qué te causa gracia? Lo que digo es verdad —furiosa.
—Bonita —asiente con la cabeza para sí mismo—, pero ingenua.
—Déjate de estupideces, me tienes cansada, no tolero tu presencia —me encontraba al borde de la locura—. ¡Eres un maldito...!
—¿Un maldito qué... eh? —caminó nuevamente hacia mí.
—Un maldito bastardo infeliz, eso es lo que eres —su cercanía se había vuelto extrema, sentía su respiración en mi frente.
—Sí, soy un maldito bastardo —habló con una voz ronca y en tono de susurro—. Pero no te olvides que tú también lo eres.
Lo soy.
Respiré con fuerza. En verdad necesitaba darle un golpe o algo para desquitarme.
—No tengo ni la menor idea de lo que quieres de mí. En serio, no lo sé... —estaba agotada. Dejé caer mi espalda contra la pared de cemento.
—Créeme que... —se dio la vuelta y alejó de mí, empezó a caminar lentamente—. Si yo supiera lo que me pasa... te lo haría saber.
—¿Entonces...? ¿Qué quieres que haga yo con esto? —me reincorporé y caminé hacia él.
—Nada —dio la vuelta sobre sus talones y me miró. Su semblante era neutro, no mostraba alguna expresión en su esculpido rostro.
—¿Nada? —fruncí el ceño.
—No hagas nada —se encogió de hombros.
—Eres ridículo... —froté mis cienes.
—Acuéstate conmigo.
Quedé helada, mis dedos dejaron de frotar mi piel cuando escuché su oración.
No.
—Quiero que duermas conmigo.
¿Estaba loco? Me acababa de perseguir, luego discutimos. ¿Ahora era esto? Definitivamente, Jungkook era un hombre cambiante de personalidad. De lo que había aprendido en este poco tiempo, es que Jeon tenía variadas personalidades, como también podía cambiar de pensamiento en un dos por tres.
—Estás loco —reí, irónica.
—Dormirás conmigo —posicionó las manos en sus caderas.
—No me causa gracia —me crucé de brazos.
—No tenía esa intención —afila su mandíbula.
—No —repliqué.
—Iremos a mi casa. ¿Pedimos pizza? ¿Te gusta la pizza? —cada palabra, salía de sus labios como si estuviera hablando de cosas normales.
Amo la pizza, Jungkook.
—No quiero, no puedo. Punto.
—Iremos. También pediremos hamburguesas, patatas fritas, ensalada de pollo. ¿Qué dices?
—No —dejé salir aire.
—¿No? —enarcó una ceja, lo próximo fue acercarse a mi rostro y juntar su nariz con la mía.
—¿No conoces un no como respuesta?
—No si viene de ti —curva medianamente sus labios.
—No iré, ni lo sueñes.
—Bien... ___, quería hacerlo por la buenas, pero tú me has obligado —suspira, frustrado.
—¿Qué...? —Jungkook se agacha, toma de mis muslos internos y me abalanza sobre su hombro, teniendo la cabeza justo un poco más arriba de su culo—. ¡Suéltame! —empezó a caminar fuera del callejón.
—No llames la atención, cariño. No queremos que los policías vengan y te reconozcan.
—¡Bájame, ahora! —Jungkook negó nuevamente—. Está bien —con cada una de mis manos, apreté los dos cachetes de su formado y duro trasero.
—___, este no es lugar para que me toques de esa manera... espera lleguemos a casa —susurró lo último.
Íbamos caminando por la vereda, Jeon se dirigía al estacionamiento de la heladería, a la cual nunca fui con Park.
Habíamos llegado, Jungkook sacó las llaves de su bolsillo trasero, apretó un botón e hizo sonar el auto. Abre la puerta del copiloto, a pataletas por mi parte, finalmente me había dejado sentada en el puesto del copiloto, tomó el cinturón y me aseguró. Rápidamente, rodeó el auto y entró a mi lado, encendió el carro y partió.
—Terminaré lo de la semana pasada.
No, no otra vez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top