|Cap ₄₄|"Maldito bastardo".
Jungkook había cambiado su semblante. Tragando duro, tan duro que alcancé a escuchar la saliva pasar por su garganta. Apretó mi vestido y siguió mirando fijamente la puerta del aeropuerto.
Éste era el fin, los policías se encontraban tras nosotros justo ahora, y no existía escapatoria.
—___, dime algo... —suspiró en silencio.
—¿S-sí?
—Baja tu mano a mi pantalón...
Quiere que le agarres el paquete, quedó con las ganas, eso es.
—P-pero... Jungkook, este no es el momento...
—No para eso, tonta... —sonrió un poco, con gracia y su ceño fruncido—. En la parte derecha se encuentra una pistola, sácala cuando yo te diga... ¿Está bien?
—Sí... —asentí, mordiendo mi labio menor con nerviosismo.
—¡Alto ahí he dicho! —gritaron nuevamente, cuando Jungkook dio otro paso.
—Espera —dije—. No nos están gritando a nosotros —susurré, con una pizca de felicidad—. Camina, hazlo.
—¿Entonces, a quién? —Jungkook comenzó a caminar conmigo en sus brazos.
—Es a otra pareja, hay dos personas más atrás. La chica es tamaño promedio y el chico es alto como tú —sonreí, cuando ya habíamos pasado por la puerta y perdido a los policías.
—Espero se entretengan un rato ahí, antes de que se den cuenta —rió Jeon.
—Antes de que se den cuenta que a la que están buscando, ahora es rubia y con un modelo coreano como novio, ¿verdad? —reí también.
—¿Ahora soy tu novio? ¿Me lo acabas de pedir?
Mierda, chica.
—Ey, mira, ahí se retiran los boletos —cambié de tema y apunté el susodicho.
—No me cambies el tema —apretó mi pierna y esbozó una sonrisa ladina.
Juro que intento no hacerlo, Jungkook, pero se mes difícil aceptar ciertos hechos, y tú eres uno de ellos.
De pronto, su persona la comenzaba a ver en lentitud. Oh, Dios, su hermosa sonrisa. Me encontraba embobada por todo aquello perteneciente a él. De sus labios, su piel, sus ojos en forma de ciervo, y aquella risa causante de todo lo bueno.
Estás babeando. Límpiate.
—Espérame aquí dos minutos, iré por los boletos, luego pasaré al baño —me dejó sentada en la fila de asientos, junto a una anciana y su esposo.
Pronto, la misma codea mi brazo y susurra:
—Eres afortunada, chica. Hombres así no se consiguen fácilmente en una maquina expendedora —esbozó una sonrisa con semejante dulzura.
—¿Usted lo dice? —miré a Jungkook, el cual había volteado a mirarme, sonriendo.
—Tocaste el premio gordo, jovencita —ahora ella observó a Jeon.
—Creo... —seguí deleitando la belleza del mismo, a éste le entregaban dos boletos de avión. Sonrió y se dio la vuelta, ahora iba al baño—. Creo que sí... —sonreí.
Pasaron por lo menos diez minutos para que Jeon apareciera nuevamente por el lugar, venía caminando hacia mí.
—Vamos, el vuelo sale en veinte —me volvió a cargar.
—Por cierto, ¿ya conoces el destino del vuelo? —fijé mis ojos en su perfil derecho.
—Ajá... —siguió caminando.
—Y...
—Es una sorpresa —rió.
—¿Qué? No, no me puedes hacer esto... —protesté.
—Confía en mí, ¿sí? —suspiró—. Vaya... Hasta a mí me sorprendió, jamás he ido a ese lugar —apretó sus labios.
Yo opino que... Te va a llevar a la luna, o tal vez a la cárcel. No lo sé.
—Ey, ¿a caso me vas a encerrar en una celda? —comenté con gracia.
—¿Qué? —aclaró la voz—. Te dije que no me alejaría de ti. Sólo... Confía en mí. Y, para ello, quiero que me prometas algo —siguió caminando, él llevaba la vista en algún lugar del largo y amplio pasillo—. Si algo pasa... Cualquier cosa. Si algo pasara, créeme que no te dejaría sola... —su voz mantenía un gusto de lamentación.
Ya, ahora dilo sin llorar.
Cállate.
—Es un bonito... lugar... —suspiró—. ¡Ah! —se quejó, con dolor.
—¿Pasa algo? Jungkook, no estás bien. ¿Te duele algo? —me preocupé.
—No, nada, no pasa nada. Tranquila —gruñó en voz bajita.
Me quedé en silencio. Sólo posé mi cabeza en su pecho, sin decir alguna palabra. Quería descifrar la clave de su oración, sin embargo, no comprendía. Sólo sabía que algo en él andaba mal. Jungkook entregó los boletos, y pasamos por el procedimiento de revisión que se hace antes de abordar el avión.
Mierda. ¿Jeon tiene brazos de acero o qué?
Habíamos llegado a nuestros destinados asientos, por suerte a mí me había tocado en la ventana. El avión despegaría en unos quince minutos más, por lo que dijo la señorita azafata.
Mi mente y consciencia morían por preguntar a qué se debía lo anterior dicho por Jeon, sin embargo, no quería pasar un mal rato. Ahora mismo me encontraba abordo de un avión junto a la persona que amo. Entonces, comencé a pensar en todo lo que él dejó. Su trabajo, departamento, amigos, su vida. Dejó todo por mí, ¿y yo debería pensar mal de él? Volteé a verlo, él no decía nada.
—Te amo —apoyé mi cabeza en el respaldo del asiento y toqué su mejilla con la palma de mi mano—. Te amo, en serio lo hago, y no quiero perderte. Esta vez no.
Su rostro tenía algo raro. Sonrió, sin mostrar los dientes.
—Jungkook... —llamé.
—¿Sí?
—Todo lo que dijiste con anterioridad... —intenté sacar sus gafas, y tras aquella acción, él tomó mi mano, impidiéndolo. Fijé mi vista en sus nudillos, éstos se encontraban raspados y manchados de sangre.
Esto no es bueno.
Por primera vez en la vida, estoy de acuerdo contigo, conciencia.
—¿Q-Qué sucede...? —pregunté.
Soltó mi mano y dejó de mirarme.
—Lo siento mucho...
Bajo sus gafas caían algunas lágrimas. Él se lamentaba. Actué rápido y quité los lentes de sol. ¡Lo habían golpeado! En su rostro yacía un claro golpe en el ojo, y sangre un poco más abajo de una de sus cejas.
—Dios mío —abrí grandemente mis ojos—. ¿Q-quién te ha hecho esto?
—No importa qué pase. No importa lo que te digan o veas. Yo te amo, ___, no te lo saques de la cabeza.
Llevó su mano izquierda a la parte trasera de su pantalón, de ahí sacó una jeringa. No había alcanzado ni a decir una palabra, cuando la aguja se encontraba enterrada en mi cuello.
—J-Jungkook... —el habla se me iba, y la vista se me hacía borrosa.
—Perdóname, por favor —me abrazó y envolvió en su cuerpo.
Su rostro llorando en mi cuello se transformó en el último recuerdo. Mi cabeza había dado vueltas, terminando por perder la conciencia y no recordar más. Después de eso, todo se volvió oscuro y frío.
Oscuro...
Frío...
Mal olor...
Abrí los ojos poco a poco, con miedo al lugar en que me pudiera encontrar.
—¡Maldito bastardo! ¡Te odio, Jeon Jungkook!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top