|Cap ₆₂|Llamadas telefónicas.


Esa noche el castaño durmió aferrado a mi abdomen. Le había pedido entre lágrimas que no me soltara por nada del mundo, y que ahora más que nunca necesitaba de su cercanía. Él depositó un beso en mi frente antes de dormir, seguido de un: Nunca los dejaré.

Él ya había empezado a dirigirse a mí como dos, tratándose del bebé, y pues nada más habían pasado cuatro meses desde ese día en la clínica, el cual el mundo se me caía a pedazos.

Hoy Jungkook había ido a su trabajo. Últimamente nadie podía quitarle la notable sonrisa de su rostro, pues él era el más feliz con la noticia que había cambiado nuestras vidas por completo.

Comenzaba a darle apodos al bebé, como; galletita junior, pequeña kookie, atraca-bancos-junior, aunque el último nombrado no me parecía gracioso, a Jungkook le gustaba mucho y se había convertido en el apodo que más usaba para dirigirse a nuestro hijo.

Mi abdomen había crecido algunos centímetros, aunque nadie más lo notara a parte del castaño y yo.

—¿Vas a querer que vaya contigo a comprar? —aparece solar en la sala principal.

—Puedo sola. Estoy embarazada, pero no parapléjica —tomé las llaves de uno de los deportivos y bajé escaleras para entrar al garaje.

Salí de casa, en marcha hasta alguna tienda cerca de casa, aunque para algo que estuviera cerca, tendría que viajar por lo menos una media hora, pues nos encontrábamos apartadas del mundo ajeno, sin embargo, con una rápida velocidad sólo tardaría veinte minutos en llegar al centro de Seúl. Sin embargo prefería ir lento, por el bien de la criatura que llevaba dentro de mi cuerpo.

Jungkook sólo había vuelto a su departamento a buscar ropa y sus pertenencias, pues por nada del mundo quería pasar más tiempo ahí. Sabía con perfección cuál era el estado mental de Jeon dentro de estos últimos meses, y aunque él me negara rotundamente lo que en realidad pensaba, él por dentro moría y yo lo sabía.

Jungkook no quería preocupar más mi vida con su dolor constantemente, causante por la muerte de su amigo y hermano postizo a la vez. Su corazón dolía y no permitía ser ayudado por mí. Él negaba el sufrimiento que cada día rondaba sus pensamientos, y eso me preocupaba aún más de lo que él creía.

He tratado no sentir tristeza, sólo por nuestro bebé. He tratado de evadir el tema mental del castaño como él quería, por nuestro bebé. He tratado de amar este gran paso de mi vida, por nuestro bebé.

Jungkook repite día a día que este bebé es un tesoro el cual nos regala la vida, y nada más nosotros sabemos y debemos de cuidar.

El castaño era un ángel caído del cielo por pensar cosas tan hermosas en medio de estas circunstancias en nuestras vidas.

Doblé en una esquina al ver un negocio justo en esa cuadra. Estacioné el auto en la vereda y saqué la billetera y mi celular, el cual justamente empezaba a sonar.

Miré la pantalla y sonreí.

—¿Hola, Jungkook?

—¿Cómo están?

Estamos bien —toqué mi vientre y suspiré, mirando por la ventana—. He venido a comprar algunas chucherías.

—¿Sola?

Sí —conocía la retada que me llegaría.

—¿Qué hablamos sobre estar sola? Hablé con tus amigas, se supone que ellas te acompañarían hasta a la taza del retrete cuando yo no esté.

Jungkook, sólo vine a comprar, no es nada, lo juro, tranquilo —esbocé una sonrisa divertida.

—Está bien, pero compra y te vas, promételo.

Lo prometo —reí un poco.

—¿De qué te ríes?

Te amo mucho.

Aunque con Jungkook ya habíamos pasado mucho de todo y poco de nada, aún me sonrojaba al decirle tales palabras.

Una pequeña risa a través de la llamada se había escuchado, causando una sonrisa más grande en mí. Con solo escuchar su voz me daban cosquillas por todas partes, sin dejar de lado mis pies, los cuales se movían todo el tiempo, nerviosa como una pendejilla de quince años al ver al que le gusta.

—Yo también les amo, mucho.

—¿Te veo en la noche? —cerré mis ojos, sin apartar mi sonrisa.

Jungkook hacía sacar mi lado más aniñado, y me encantaba.

—Nos vemos en la noche, nena.

Corté la llamada, estando más que feliz por haberlo oído a través de una simple llamada. Bajé del auto y fui a la tienda. Compré muchas cosas para satisfacer mis antojos, entre ellas mucho chocolate.

Había entrado al auto de nuevo, sin embargo, otra llamada se hacía presente en mi celular. Llegué a pensar que se trataba del castaño nuevamente, pero esa idea se esfumó al ver otro nombre en la pantalla. Me quedé unos segundos mirando la pantalla y luego contesté.

Aún no olvidaba el hecho de haberme dejado ir sola, para él quedarse con Yoongi.

—Hola, Jimin.

—___, he estado preocupado. ¿Cómo estás?

—He estado bien, pero tú ¿Cómo estás? ¿Y Yoongi?

—___, Yoongi borró su existencia de la tierra, y después de ese día en la cafetería no lo volví a ver más, de hecho, cinco minutos después de que te fueras, él también lo hizo.

—¿No salieron más juntos?

—No, ___. Espera, ¿crees que me gustó Yoongi? No soy gay.

J-Jimin. ¿Qué quieres que te diga? S-sí, sí dudé de tu orientación sexual, pero...

¿En serio crees que cambiaría unas tetas por una polla?

—Ay, Jimin, si lo dices así, bueno, no sé...

—¡Hicimos el amor en tu baño, ___! —dijo, irritado a la idea de creerle homosexual.

¿Amor, él cree que hicimos el amor?

—Jimin, estoy embarazada.

Necesitaba decirlo, necesitaba decirle que estaba enamorada de Jungkook y que ahora mismo esperaba un bebé de él.

Jimin calló, sin emitir alguna palabra.

—Jimin, estoy embarazada —dije nuevamente, pensando en la posibilidad del hecho que no me hubiera escuchado.

—Te escuché —respondió, seco.

—Estoy enamorada de Jungkook.

—¿De quién es?cuestionó.

Acababa de confesarle por segunda vez mi amor por Jungkook, ¿y se atrevía a preguntar tal incoherencia?

—Jungkook es el padre. Mi hijo será un Jeon —abracé mi vientre.

—¿Cuántos meses tienes?

¿A dónde quieres llegar?

El comportamiento del hablar en Park había cambiado drásticamente al nombrar mi embarazo.

—Contesta. ¿Cuántos meses tienes?

—Cuatro, y un poco más, aproximado.

—¿Y aún crees que ese bebé es de Jungkook?

—¿Qué estupideces dices? —titubeé, nerviosa.

—___, no puedo creer que seas tan ingenua rió a través de la llamada, sin gracia—. ¿Hace cuánto follamos?

Corté la llamada de inmediato, con temor y nerviosismo.

—No puede estar pasando, no puede estar pasando. No ___, no ___ —tomé los cabellos de mi cabeza, frustrada.

La posibilidad de que mi bebé fuera hijo de Jimin se habían transformado iguales a la de ser hijo de Jungkook, y eso me aterraba.

Con Jimin nada más tuvimos sexo cortos días antes de haberme enrollado con el castaño. Se podía tomar como la misma semana, y se había transformado en algo horrible.

Mi respiración dejaba de ser particularmente constante. Me faltaba el aire y en realidad prefería morir antes de confirmar que mi hijo en verdad no era de Jungkook, sino de Jimin.

—No, por favor —dije al notar cómo una llamada entrante de Park se hacía presente en la pantalla de mi móvil, la cual corté de inmediato.

Aún nada estaba confirmado, pues faltaba el examen de sangre.

¿Qué pasaría si en realidad mi bebé, fuera de Jimin? Con sólo pensar en ello, mi pecho se descontrolaba. No quería fallarle a Jungkook nunca más, y eso era lo que más lamentaba. Confiaba en mí, y sentía que este bebé era de Jeon... O eso quería creer.

Encendí el auto y conduje de vuelta a casa, con el corazón por los cielos. Al llegar al portón, detuve el auto para abrir éste con el control. Sin dejarme actuar, la puerta a mi lado es abierta con fuerza bruta, y sin dejar verle la cara a aquella persona, me echa fuera del auto, tras ello, cayendo mi cuerpo al cemento, sin aplastar mi pancita.

Fruncí mi ceño y le miré a los ojos cuando pude ver de quien se encontraba delante y arriba mío.

—¿Hara?

—¿Puta? —sonrió.

—¿Qué haces acá?

—¿Cómo puede quererte tanto? Dime algo, ahora que estás embarazada. ¿No le da asco tener sexo contigo? —ella vestía con su uniforme de policía.

En fin, la hipocresía. 

—¿Qué quieres? —a duras penas me levanté del suelo, debido a que una puntada en mi pequeña panza.

—Deja a Jungkook.

—Estás loca, sólo vete.

Ignorando aquellas estúpidas palabras me di la vuelta, con intenciones de entrar al auto.

—¿Por qué crees que ChanYeol iba directo a asesinar a su amigo?

Quedé quieta en mi lugar, inmóvil a tal juego de palabras. Tragué saliva con dureza y apreté mis puños.

—No te atreverías —me di la vuelta y sonreí.

—ChanYeol siempre fue fácil de manipular, y vaya que hizo caso cuando le dije... —rió un poco mirando el suelo, para luego clavar sus ojos en mí—. Cuando le dije que fuera a clavarle un cuchillo a su amigo, sino lo mataría a él —miró sus uñas, despreciando mi presencia con ello—. Fue más egoísta de lo que pensé.

—No podrías. Estás loca por Jungkook, jamás le harías eso.

—¡Exacto, exacto! ¡Por fin nos vamos entendiendo, mi querida criminal!

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que si yo no tenía a Jeon, nadie lo tendría. ¿Conoces ese dicho de "todo o nada"? —torció una sonrisa, aterradora—. Pues si yo no lo tenía, tú tampoco.

—¡Estás loca! ¡Llamaré a los policías! —grité, con rabia.

—¡Hazlo, a ver a quién le creen! ¿A la hija del jefe de policías o... A una bastarda embarazada?

—¿Por qué me dices todo esto?

—Porque te odio. Te odio por ser quien inunda las palabras de Jungkook al charlar con sus compañeros de trabajo, te odio por quitarme la atención y te odio por quitarme a Jungkook.

—Jungkook nunca fue tuyo.

—Pero lo habría sido.

—¡No!

—¿Y qué crees que haré ahora? ¿Te mato a ti o a él?

—No lo harías...

—Si matara a Jeon, tú serías la principal sospechosa. ¿Por qué? Tu pasado como criminal te incrimina sin pensarlo —cierra los ojos, pensando, entonces los abre nuevamente—. Entonces sí, mataría a Jungkook.

Mi sangre ardía cada que salía una palabra de su sucia boca. Sentía rabia por todo, y más aún por el simple hecho de la existencia de Hara en este mundo. Mi mente no pensaba en estos momentos. Mi cuerpo fue guiado por mis sentidos, dejando pasar toda su mala vibra y maldad a mis acciones.

Mis sentidos querían a Hara, pero muerta.

—¡Ah! —me arrodillé rápidamente en el suelo, consiguiendo una oportunidad para quién sabe qué haría.

—Ah, por favor, no finjas, perrita.

—Duele... Mi bebé.

Siempre llevaba una navaja en mi pie derecho, escondida y resguardada en algún lado de mi botín, y jamás lo había agradecido tanto como en este momento.

—¿Te quedarás ahí en el suelo, puta?

Dejé la mano derecha en mi tobillo derecho, lista para actuar, pero sin ser clara con totalidad.

—Creo que ya pasó... —dije en un suspiro y la voz tranquila.

Levanté mi cuerpo rápidamente del suelo, al mismo tiempo sacando la navaja de mi tobillo derecho y atacando el cuello de Hara con ello. La navaja fue enterrada directamente en su garganta, con fuerza y un exalto por parte de ella.

—N-no... N-no... —dijo a mi merced, queriendo tocar su cuello, del cual ahora mismo salía sangre a chorros indescriptibles.

Estando frente a ella, enterré el cuchillo más a fondo, incrementando toda la adrenalina que vivía en mí desde hace ya meses.

El cuerpo de Hara cayó de espaldas sobre el pavimento. Su respiración se entrecortaba y sus ojos no dejaban de mirar directamente a los míos.

La navaja se había convertido en una especie de tapón para la sangre después de unos segundos, pues del cuello de Hara sólo resbalaban pequeñas gotas al rededor del arma blanca. No como al principio.

Fui rápidamente al auto y saqué mi móvil de ahí, con el corazón casi por explotar y una horrible conciencia.

Marqué el número de Jungkook, con un temblor en las manos, escuchando tono tras tono de la llamada, pero éste no contestaba.

—¿___, pasó algo? —había contestado por fin, dándome un gran alivio.

—J-jungkook, maté a Hara.

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