|Cap Final|Extasiados.
Él se encontraba a unos metros de nosotros, con sus hermosos ojos hinchados y rojizos, junto a sus temblorosos labios y su desordenado cabello.
—¿Qué haces aquí? —levanté un poco la voz.
—¡¿No te vas a despedir de mí?! —lágrimas caían por sus mejillas.
—¡Jimin! —mi vista se empañó. Dolía verlo en este estado.
—¡Te quiero! —gritó, y sentí que el mundo se me caería a pedazos.
—No... —lo observé con temor.
—¡Te quiero tanto, ___... y porque así lo siento, quiero que seas feliz! —sorbió su nariz.
Sin pensarlo, me di la vuelta, notando que Jungkook observaba expectante y sorprendido por la escena. Él mordía el interior de sus mejillas, nervioso, aunque aun así me miró a los ojos y asintió con la cabeza. Entonces corrí, corrí unos metros hasta llegar a los brazos de Park. Él escondió su rostro en mi cuello, sintiendo su cálida y agitada respiración en este mismo.
—Quiero que seas feliz con él... —se separó un poco del abrazo para mirarme a los ojos y sonreír con tristeza—. Tengo que decirte la verdad... —comenzó a acariciar mi mejilla con sus fríos dedos.
—¿Qué verdad? —algunas lágrimas se deslizaron por mi rostro, dolida por verle llorar a la persona que algún día quise con todas mis fuerzas.
—Fui egoísta y no pensé con claridad cuando te dije sobre el bebé que llevas dentro... —tomó de mis manos—. Perdóname por mentirte, yo sólo me dejé llevar por mis instintos. No quería perderte y esa había sido la única posibilidad de dejarte un poco más a mi lado. Te he amado toda mi vida, desde nuestra adolescencia te he querido.
Quedé descolocada en mi lugar, esperando a que él siguiera hablando.
—Cuando volví a Seúl no pensé encontrarme contigo, y cuando pensé haberte olvidado al menos un poco, apareces nuevamente para enloquecerme —más lágrimas caían y caían—. Sólo quiero que seas feliz, porque de eso se trata el amor, ¿no? De querer lo mejor para la persona amada, y tú eres mi persona amada, siempre lo has sido, ___.
Jimin agachó la cabeza unos segundos, para así secarse las lágrimas. Luego me observó nuevamente a los ojos y torció una sonrisa.
—___, soy estéril. Tengo anticuerpos antiespermatozoides de tipo IgA e IgG —abrí grandemente mis ojos—. No sientas pena, tampoco no está entre mis planes tener hijos —apretó sus labios—. Deseo viajar. Comenzar a amarme, en vez de amar a quien no me corresponde —se acercó un poco a mi rostro, tomando de mis mejillas y plantando un beso en mi frente—. Al menos... —sorbió su nariz nuevamente—. ¿Puedo ser el padrino?
—Jimin... —me lancé a sus brazos, llorando en su pecho—. Te quiero mucho más de lo que crees —seguí aferrada a su pecho, hablando entre titubeos—. Siempre serás alguien importante para mí, siempre serás aquella persona quien me quiso en mi adolescencia —me separé un poco para así verle a los ojos—. Eres perfecto, y por ello siempre te has merecido más. Nunca te conformes con las cosas porque siempre merecerás lo mejor —acaricié sus mejillas, secando sus lágrimas tras ello—. Tienes el corazón más grande que he sentido. Sé feliz... por favor —acuné su rostro entre mis manos.
—Si tú eres feliz, yo también lo seré. Desde cualquier parte del mundo, lo seré si sé que estás bien.
—Al llegar a mi nuevo hogar te enviaré la dirección —sonreí con tristeza—. No quiero que salgas de mi vida, y Jungkook... lo entenderá.
—No lo haré... —sonrió, aceptando mi ida.
—Adiós... —con el dolor de mi alma, cerré mis ojos y besé su mejilla por última vez antes de irme—. Y no le eches demasiadas chispitas a tu helado, Jimin...
—Sabes que lo seguiré haciendo, aunque se derramen por mi ropa —rió un poco, entre lágrimas.
—Lo sé... —esbocé una sonrisa, nostálgica.
•••
Muchas emociones encontradas había sentido al saber la verdad sobre Jimin. En el transcurso del viaje se me fue inevitable no sentir nostalgia por saber que había dejado todo atrás. Había dejado a mis amigas, mi ciudad, a Jimin, y al pequeño y oculto mirador sobre la ciudad de Seúl.
Nuestro lugar.
Sin embargo, tenía a Jungkook. Empezaría de cero junto a la persona que he amado desde pequeña, sin antes saberlo y sin darnos cuenta que el hilo rojo nos volvería a unir, porque siempre ha sido así. No toleramos estar alejados el uno del otro, como si el contrario contuviera la otra mitad perteneciente a nosotros mismos.
Él tomó mi mano en ese avión, haciendo así la promesa de nunca dejar de amarme. Cuando pude sentir sus ojos en los míos, pude darme cuenta de su sinceridad ante todo, como siempre ha sido.
Jungkook se había transformado en mi salvación, sacándome de todo lo malvado a lo que me encontraba expuesta antes de verle en ese banco.
Singapur había sido la mejor opción según él para empezar una nueva vida en la que nadie nos apuntara con el dedo ni supieran nuestro pasado. Jungkook me había llevado a un hotel, el cual se conformada de innumerables luces por todo el lugar y salón principal. Después de todo, Singapur es uno de los lugares más alumbrados, pacíficos y hermosos del mundo.
Al llegar a nuestra habitación de hotel, el castaño dejó el bolso con el que cargaba en un pequeño sillón del cuarto. La cama era enorme y alrededor de su respaldo yacían pequeñas luces cálidas, volviendo hermoso el momento.
Me senté en una orilla de la cama, notando que Jungkook se había parado en frente de mí, sonriendo como siempre. Él se encontraba feliz, al igual que yo.
—No he tenido tiempo para buscar un lugar para vivir aún... —se agachó, arrodillándose en el suelo, frente a mí y tomando de mis manos—. Prometo que mañana buscaremos algo. Por mientras puede ser algo simple, luego encontraremos algo mejor —me miró a los ojos.
Él trataba de dar lo mejor de sí mismo, y aquello siempre admiraría.
—Jungkook... no importa dónde vivamos —negué con la cabeza—. Si estoy contigo, estoy bien —dejé sus manos en mi vientre, provocando que éste mismo sonriera—. Si estamos contigo, estaremos bien —le di la palabra a nuestra galletita.
—Te amo... —sonrió con felicidad, se acercó a mi pancita y besó dulcemente la misma—. Les amo más que a mi propia vida —dejó su mejilla posada en mi vientre—. ¿Qué dices, galletita? ¿Tú también me amas? —habló en una voz aniñada—. ¿Qué dices? ¿Quieres más a papi que a mami? —comencé a reír por sus palabras. Él hablaba con nuestro bebé—. No digas eso, atraca-bancos-junior. Tu madre es perfecta —besó mi pancita, para luego tomar mis manos y besar cada una.
—Jungkook...
—¿Sí, cariño? —aún se encontraba de rodillas frente a mí.
—Hace unos meses atrás encontré al niño del que me enamoré cuando a penas era una nena en ese orfanato —el castaño frunció su ceño, entonces tomé la carpeta de a mi lado.
—¿Me dejarás por ese niño de tu infancia? ¿Eso quieres decir? —esbozó una graciosa sonrisa y comentó con diversión.
—Lo que trato de decir es... —le entregué la carpeta con sus antiguos datos, en sus en manos—. Es que aún estoy enamorada de ese pequeño.
Jungkook me miró con temor en los ojos, cuestionando a qué exactamente me refería. No entendía y eso se reflejaba claramente en su rostro. Finalmente, en su misma posición se dispuso a abrir la carpeta, encontrándose con una foto de él cuando pequeño, junto a datos de su edad, peso, estatura, entre otros.
—¿Qué hago yo aquí? —me observó, confundido.
—Jungkook... Te he amado toda mi vida, y nunca lo llegué a saber —lágrimas de emoción comenzaron a salir de mis ojos—. Tú eras ese pequeño niño del cual me enamoré, pero nunca llegué a saber su nombre —tomé sus mejillas—. Te he amado desde mis primeros recuerdos, y te seguiré amando hasta los últimos. ¿Entiendes eso?
Él me miraba con los ojos más que abiertos. Su pecho subía y bajaba con rapidez, y su vista comenzó a volverse cristalina. Lo próximo por hacer fue levantarse rápidamente del suelo y tomarme con cuidado entre sus brazos, dejando mis pies en el aire. Él sonreía mientras caían grandes y seguidas lágrimas de sus luceros.
—¡¿En verdad lo dices?! —asentí con felicidad, acariciando su nuca—. Siempre has sido tú... —Jungkook escondió su rostro en mi cuello, riendo y llorando al mismo tiempo.
—¡Siempre has sido tú! —reí con lágrimas en mis ojos, abrazando con fuerza su cuello.
Finalmente, Jeon me había dejado parada en el suelo, mirándome como si fuera la obra de arte más dichosa y cara de este mundo. Acarició mis mejillas, secando mis lágrimas con ternura. Pronto, había acercado sus labios a los míos, besando éstos con demasía dulzura.
Él comenzó a profundizar el beso a medida que tomaba de mi nuca, apegándome más a él. De un momento a otro se había separado, no una gran distancia, sino que sus labios aún rozaban con los míos.
—Déjame hacerte el amor, mi vida —sorbió su nariz y suspiró, junto a los ojos cerrados.
Con ello, Jungkook se separó un poco de mí, para luego tomar de mis manos y guiarme a la cama, donde hizo que me sentara. Él se encontraba parado frente a mí, y con la vista en mis ojos, comenzó a desabrochar su camisa con lentitud, terminando por dejarla tirada en el suelo.
Lo próximo fue llevar sus manos al cierre de su pantalón, donde lo bajó sin atados. Quitando sus pantalones por completo, había quedado en su prenda menor, dándome a conocer por una vez más sus fuertes y musculosas piernas. Su bóxer no tardó en desaparecer, dejándome apreciar su anatomía y longitud por completo.
Eres hermoso.
Lo próximo fue acercarse más a mí, estando sentada en la acogedora cama, y así teniendo su pene a la altura de mis labios. El llevó sus dedos a mis prendas de ropa, dónde comenzó a quitar mi chaqueta.
Había finalizado por quitar cada tela que cubría mi cuerpo, terminando por deslizar mis bragas por mis piernas. Mi cuerpo a total disponibilidad se encontraba recostado encima de las sábanas.
Jungkook se había encaramado encima de mí, procurando no tocar mi pancita. Con mis piernas a los lados de sus caderas, se dispuso a apoyar cada mano a los lados de mi cabeza, así notando con más detalle los fornidos y duros brazos que el castaño se cargaba.
De un momento a otro me había exaltado por sentir la punta de su glande rozar con mi hinchado clítoris. Él había cerrado los ojos con fuerza al sentirme tan húmeda, arrugó su nariz y sonrió frente a mi rostro. Llevó sus labios a mi pecho, donde comenzó a repartir besos por aquel entorno.
Siendo delicado, empezó a hundir su sexo en el mío, provocando un jadeo de mi parte. No era la primera vez que lo sentía dentro de mí, pero cada vez que lo hacía, podía sentir una sensación diferente.
Jungkook comenzó a salir y entrar en mí, realizando el dichoso vaivén de su pene en mi intimidad. Sus gemidos habían hecho la gran aparición en esta hermosa e inolvidable escena, en la que nuestros cuerpos se unían una vez más en esta vida, dándose a conocer y sentir el inmenso y eufórico amor que lográbamos sentir el uno por el otro.
El castaño logró profundizar sus movimientos, y a la vez la rapidez que conllevaba hacer esto. Besaba mi frente mientras me embestía una y otra vez, sintiendo nuestros sexos arder al provocar tales acciones repletas de emoción y satisfacción.
Su agitada respiración conectaba directamente con mi oído, logrando así provocar que este momento se hiciera más emocionante.
El castaño había comenzado a gruñir, pues su orgasmo junto al mío hacían su entrada. Jeon dejó que mi limite de éxtasis se fundiera en el momento, para luego él venirse en mi interior, dejando esparcir su semilla por mi intimidad. Jeon besó mis labios con serenidad, metiendo tiernamente su lengua por mi cavidad bucal. Yo podía degustar el sabor de su boca junto a sus refrescantes suspiros de por medio.
Me abracé a su espalda, sintiendo cómo esta misma se contraía al encontrarse a tal posición.
—Ámame, y nunca dejes de hacerlo por favor, porque yo nunca dejaré de sentirlo. Jamás dejaré de verte a los ojos como lo hago ahora, porque te amo, te amo, te amo. Jungkook, te amo y siempre lo haré —confesé, sintiendo lo caliente de la piel de sus labios frente a los míos.
—Te amaré hasta mi último aliento, y te seguiré amando en nuestra otra vida. Te encontraré en nuestros próximos y distintos cuerpos, teniendo nuestras mismas almas extasiadas de amor y seguridad —besó cortamente mi boca—. Juro y sé que siempre serás la persona quien me llene el pecho de euforia... —esbozó una hermosa sonrisa, mirándome a los ojos, metiéndose por las puertas de mi alma—. Eres mi vida.
Este glorioso momento no se trataba de un final, sino, se había convertido en el empiezo de una prospera vida junto a mis seres amados. Se había convertido en aquel deseo de algo mejor, en aquella amarga lágrima derramada por un tropiezo que ahora se transmutaba en un logro, y todos aquellos tiempos intrincados.
Aquel se convertiría en el empiezo de nuestra vida, con un largo camino por recorrer, junto a tropiezos y lágrimas. A medida del paso del tiempo pude darme a entender que de esto se trataba vivir. Sin tormentas, caídas y falta de tolerancia, la vida no sería vida, aunque siempre al final del camino existe alguien quien te extiende la mano, ayudando a que des otro paso para seguir adelante y no rendirte.
Jungkook se había transformado en aquella persona. Aquella persona quien nunca dudó de mí, quien nunca dejó de quererme tal y como soy, y aquella persona quien me prometería amor, ante todo. Él había sido la luz al final del túnel, convirtiéndose en mi héroe y ser apreciado, a pesar de nuestros polos opuestos.
『𝓕𝓲𝓷』
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