|Cap ₅₀|¿Eres tú?


No lo iba a negar, me encontraba nerviosa y a la vez muy ansiosa. Eran aproximadamente las diez de la mañana, Park iba al volante y yo de copiloto. Volteé a verlo, mientras me frotaba las manos.

—Todo saldrá bien, lo juro —me miró un par de segundos, y tomó mis manos con su derecha—. Deja de frotarlas entre sí, se te va a desgastar la piel —torció una angelical sonrisa, propia de él.

—Siempre dices eso.

—¿Qué cosa? —prendió la calefacción.

—"Todo saldrá bien", o un sinónimo de aquella frase.

—Es porque lo estará —abrió muy grandes los ojos cuando la playlist de Spotify había cambiado a otra—. Adoro esta canción —me miró y sonrió en grandeza.

—Heaven? —pregunté, respecto a la canción.

—Así es —comenzó a cantarla—. No need to imagine, 'Cause I know it's true...!

Abrió todas las ventanas del auto, el viento removía todos nuestros cabellos, mi rostro estaba frío y el aire provocaba que cerrara automáticamente mis ojos. Jimin cantaba a todo pulmón, sin quitar la vista de la carretera.

—¡Hey, no estás cantando! —se detuvo para alentarme.

Negué con la cabeza, riendo y dándole palmadas a los muslos de mis piernas, entonces grité:

—It's automatic, It's just what they do...!

Y así fue como le seguí el juego, cantando junto a él, riendo a carcajadas. Viviendo otro momento feliz con Park Jimin.




•••




Jimin golpeó dos veces la puerta principal del orfanato, yo yacía a su lado, caminando en círculos, por lo que Jimin tomó mi brazo y lo atrajo hacia él.

—Cálmate, ya te dije que todo estará bien.

—Tal vez no hay nadie, deberíamos irnos —asentí—. Sí, hay que irnos —afirmé mi idea.

—No, ___. Hay que hacer esto, o sino nunca lo harás —frunció su ceño.

—Tienes razón, tienes razón, tienes razón... —detuve mi habla al presenciar la puerta abrirse, y con ello, la directora del orfanato—. Ho-Hola...

—Hola, ¿en qué puedo ayudarles? —sonrió, amable.

—Queremos pedir información de un niño que estuvo aquí hace muchos años —habló Jimin, ayudándome con las palabras.

—Oh, no creo que eso pueda ser posible, la información de los niños es muy cerrada y...

—Por favor... —pedí—. No sé si me recuerde, pero... yo soy ___, he venido todos los meses a visitar a los niños, bueno... Excepto los dos últimos, me lesioné y tuve algunos problemas. Yo alguna vez viví en este lugar.

Ella apretó los labios y me analizó de pies a cabeza, un poco dudosa.

—Veré qué puedo hacer... —suspiró, y abrió más la puerta para darnos paso dentro del lugar—. Síganme, por aquí —tomé el brazo de Park y la seguimos.

—¿Dónde están los niños? —pregunté, ya que no veía a ninguno dando vueltas por el lugar.

—Tomando desayuno, y tal vez unos jugando en el patio.

—Ya veo... —seguimos caminando por un pasillo, hasta entrar en una oficina bien amplia.

—Tomen asiento —se sentó en la silla del otro lado del escritorio, nosotros a este lado—. Bien, ¿qué desean saber?

—Estoy segura que si busca mi nombre entre los papeles, tal vez encontremos a ese niño unos años antes de mí, ya que fue adoptado muchos años antes que yo cumpliera la mayoría de edad y saliera de aquí.

—Veamos —se levantó de su asiento y fue a un gran mueble con muchos cajones tras ella. Sacó una llave y abrió el cajón que decía: Entre 1999 y 2006—. Creo que por en medio de éstas fechas estuviste en este lugar junto a él, ¿verdad?

—Sí, creo que sí.

—Entonces... —tomó una de las carpetas que estaban sumamente ordenadas—. Esta es la tuya, creo —me entregó la carpeta en mano, miré a Jimin y éste asintió. Abrí la misma, encontrándome con una foto de mí cuando era niña, y muchos datos de mi persona.

—Definitivamente, yo te adoptaría —dijo Jimin, causando que riera en voz baja.

—Sí, ésta soy yo.

—¿Cómo se llamaba él? —preguntó ella.

Oh, no.

—No... No lo sé.

—Entonces, habrá que buscar —la directora empezó a rebuscar entre todas las carpetas, negando con la cabeza cada vez que abría y cerraba una—. Ajá, creo que uno de éstos dos puede ser —pronto entra una señora mayor de edad, con un delantal y gorro de cocina blanco.

—Directora, los niños se están lanzando leche y las galletas las utilizan como bombas otra vez.

—Oh no, ¿de nuevo? —deja las dos carpetas encima del escritorio, sin embargo, antes de salir por la puerta, habla—. ___, saca la primera carpeta, estoy casi segura que esa es —corrió fuera de la oficina.

La señora que había venido a avisar el desastre, de detuvo a mirarme.

—Yo ya te había visto antes —sonríe—. Eres ___, seré vieja pero no me olvido de los rostros —quedé en silencio, no recordaba a aquella señora. Lo más probable es que haya sido al igual que hoy en día; la cocinera del orfanato en mis tiempos—. ¿Él es? —observó a Park.

—¿D-De quién habla? —sin entender a su pregunta.

—Él ha cambiado demasiado... —pronto, la directora había gritado el nombre de la señora, exaltando a todos en la habitación—. Lo siento, me tengo que ir —se fue, dejándonos sin palabras.

—¿Tú eres? —miré a Jimin.

—Park Jimin —encogió sus hombros y sonrió.

—Okey, vámonos de aquí —reí y removí sus cabellos.

Nos levantamos de los asientos, tomé la primera carpeta como me había dicho la directora antes de irse. Me sentía confundida por la escena anterior, si esa señora que trabaja aquí me conocía desde pequeña, ¿también conoce al chico a quien quería?

Con Jimin salimos del orfanato, aferré la carpeta a mí. Al llegar al auto, empecé a hojear los papeles, mientras Park manejaba.

—¿Indica alguna ubicación en los papeles?

—Sí, creo... —cambié de página—. Suji-Ro, esa es la ubicación de la familia quien lo adoptó hace años, por lo que dice aquí.

—Estamos a una hora.

—Lo siento... —lamenté.

—¿Bromeas? Me encanta esto, parecemos detectives —enarcó una ceja y torció una pequeña sonrisa.

—Y vaya que te sienta —reí junto a él.

—¡Lo sé! —alardeó.

—Por cierto, la carpeta no trae una foto de él, sólo su nombre.

—¿Al menos es un lindo nombre?

—Lo es.



•••




—¿Estás segura que es aquí?

—Sí, este es el número de casa —seguí caminando junto a él, hasta llegar a la puerta de una casa, que por cierto, era inmensa—. Estoy nerviosa —arrugué mis parpados.

—Yo preguntaré por ti, tranquila —tocamos el timbre de ésta, esperamos unos cuántos minutos, hasta que escuchamos la misma ser abierta. Una mujer anciana y tierna nos recibió.

—Hola, soy Park Jimin. Estamos buscando a un chico que...

—Oh, están buscando al único chico de esta casa —rió, tiernamente.

—Sí, ¿podría llamarlo? —me encontraba tras Jimin, observando por arriba de su hombro.

—Claro, de inmediato —la mujer se adentró a la casa. 

Esperamos unos dos minutos, para que un chico de nuestra edad apareciera por la puerta. No se parecía al amor de mi vida, o eso creí haberme dado cuenta. 

—Disculpa —dijo Park—. ¿Eres...?

—Min Yoongi, sí, soy él.

¿Eres ?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top