|Cap ₄₈|Cosas claras.


Esa noche dormí junto a él.

Hwasa y Solar lloraron al verme en casa, estaban emocionadas por tener a la más pequeña de vuelta al hogar.

Ahora las calles habían sido el doble de reforzadas, debido a la simple razón de mi hallazgo. Al haberme atrapado, pensaron que podían atrapar a mis amigas.

Peeo en fin, no quería seguir pensando en lo posible que sería eso.

Jimin me ayudó a vestirme, luego de haber llorado en su pecho bajo la ducha. Colocó cada prenda de ropa sobre mi cuerpo, sin pasarse de la raya, él sólo me reconfortaba.

—Abrázame, por favor... —pedí en un lamento.

La noche era oscura y bochornosa, el viento pegaba fuerte contra los ventanales.

—¿Tienes frío? —él me abrazó por la espalda, dejando sus manos en mi vientre y mentón en mi cuello.

—Sí... —respondí con los ojos llorosos—. En el corazón... —agregué, y apreté sus manos a las mías, no quería que me soltara—. No me sueltes, por favor... Te lo pido... —sorbí la nariz.

—Ni aunque me lo pidieras a gritos... —besó mi mejilla.

—Gracias... —cerré mis ojos, que ardían, de seguro se encontraban hinchados por tanto llanto.




•••


Hoy habían pasado exactamente dos semanas, y tras ese tiempo, debía quitarme el yeso y Jimin me acompañaría durante el proceso, por lo que pasaría por mí en diez minutos más e iríamos juntos a la clínica.

Como era de esperarse, el timbre de la entrada había sonado. Me levanté del sofá junto a mis muletas y fui hacia la puerta principal, donde se encontraba el centro de control pegado a la pared. Ahí apreté el botón rojo, abriendo el paso al auto de Park.

Más tarde; en el lugar, el doctor me había sentado en una camilla, mientras Jimin se encontraba sentado en una de las sillas dentro de la habitación, ya que éste había insistido en acompañarme dentro con el médico.

—Muy bien, señorita ___ —había dejado la pequeña maquina a un lado, junto al yeso que ya había sacado por completo—. Intente mover su pie.

—Está genial —esbocé una sonrisa, mientras movía en círculos el mismo.

—Sólo necesito que firme un papel y podrá irse junto a su pareja —se volteó para buscar el papel entre las carpetas de su escritorio.

—Oh, no es mi novio, sólo es un amigo —apreté mis labios y sonreí, luego miré a Park—. Un buen amigo —agregué.

—Es verdad, sólo amigos —aclaró junto a mí.

—Perdone mi imprudencia, por favor —se disculpó.

—No se disculpe, nos ha pasado muchas veces —reí un poco.




•••




—¿Quieres tomar helado? Podemos ir a nuestro lugar —volteó a mirarme.

—Claro, pero en vez de servirnos en el local, ¿podríamos ir al parque? Deseo probar mi pie —sonreí.

Planeaba columpiarme y deslizarme por los juegos, por muy estúpida que me viera.

—Por supuesto, lo que quieras —se encogió de hombros y sonrió como yo.

En eso, Jimin desordenó mi cabello con la palma de su mano sobre mi cabeza.

—¡Oye, me planché el cabello hoy! —reía, mientras intentaba sacar su mano de mi cabeza—. No es justo, Jimin —seguía riendo—. ¡Vamos a chocar! —alcé la voz, entre risas.

—Está bien, está bien.

Park estacionó el auto fuera de la heladería. Bajamos de éste y entramos. Se sentía muy bien caminar sin tener miedo a caerte o que te ayuden a cada momento.




•••




—Tú no aprendes, ¿verdad? —me iba riendo de Jimin, mientras esperábamos a cruzar la calle. El semáforo yacía en rojo—. ¡Se te caerá todo el helado!

—¡Amo las chispas! —dijo, riendo—. ¡Ayúdame antes de que se caiga en medio de la calle!

—¡Dame! —Jimin acercó su helado a mi rostro y manchó mi nariz con éste—. ¡Oye! —el semáforo había cambiado a verde, por lo que tuvimos que caminar—. ¡Límpiame!

—Te ves tan adorable —mientras caminábamos por la calle, acercó su rostro al mío y pasó su lengua por la punta de mi nariz, limpiado el helado—. Ahora estás limpia —torció una sonrisa.

—¡Eres un asqueroso! —le golpeé el hombro.

No parábamos de reír. Increíble.

—Tú dijiste que te limpiara, pero no cómo —hundió los hombros.

Una bocina se hizo presente, exaltando a Jimin junto a mí. Miré a mi lado, dándome cuenta de que se trataba de un auto de policía, quitando mi sonrisa de inmediato y arruinando el divertido momento que tenía junto al rubio; al ver a Hara al volante y a Jeon de copiloto.

Miré el semáforo, puesto que había pensando en la posibilidad de haber estado caminando en rojo, pero eso sólo fue un pensamiento erróneo, aún estaba en verde, entonces; ¿cuál era el problema? No tenía razón para tocar su bocina.

Jimin tomó de mi mano y seguimos nuestro camino. Me sentía confundida y no paraba de mirar atrás. Jeon se cubría los ojos con sus manos, para luego gritar dentro de aquel auto.

—___, vamos —Jimin me tiró de la mano—. ___... ¿estás aquí? —se detuvo y sujetó mis hombros cuando habíamos llegado a una banca donde poner nuestros helados.

—Yo... Yo... —no hallaba más opción, sólo me lancé a sus brazos y me sujeté de su cuello—. Abrázame.


|Pov Jungkook|

—Aún no entiendo la razón de mi compañía. Sólo quieres ir a comprar un maldito café.

—Porque... —abrió su ventana—. Tienes que hacer lo que diga, lo sabes. Y no me desconcentres cuando manejo, ¿oíste?

—Sí... —mascullé.

—¿Qué dijiste? No te escuché.

—¡Sí!

—¡No me grites! —chilló el chihuahua.

La ignoré y abrí mi ventana, quería un poco de aire fresco. Nos habíamos detenido por el semáforo en rojo, pero... miré en frente y la vi. Ella reía junto al chico de la otra vez, jugaban con sus helados.

Él lamió su nariz.

ÉL LAMIÓ SU NARIZ.

—Oh, ella es ___, ¿verdad? La ladrona de la cual te enamoraste —me miró.

—No —dije, tratando de restarle importancia.

—Ay, tontito, sé que es ella. No se me olvida su rostro de gatito al vernos hacer el amor.

—Que no hicimos el amor... ¡Sólo te bes...!

—¡Es ella! —apretó la bocina, causando que ellos dos se exaltaran y ___ volteara a vernos—. ¡Y sí hicimos el amor!

—¡No, porque no te amo y nunca te amaré! ¡¿Te cuesta entenderlo de una vez por todas?! —escondí mi rostro entre mis manos, con frustración—. ¡Te aborrezco, me das asco! ¡Eres una perra que sólo busca hacer daño, y si te besé fue por ___, porque a ella es a quien amo y lo único que anhelaba era ver su rostro! ¡Te aprovechazte de mi vulnerabilidad, por eso me manipulaste y yo accedí! ¡Pero créeme cuando te digo que me arrepiento de haberlo hecho! —suspiré pesadamente, y eché mis cabellos hacia atrás—. ¡Entiende, t-te odio! —unas lágrimas habían caído por mis mejillas.

En verdad me arrepiento.

Juro que lo hago.

—Más que claro —dijo, volviendo a manejar.


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