|Cap ₅₈|Confía en mí.


Estampó mi cuerpo contra la pared del baño, al mismo tiempo en el que cerró la puerta de un solo portazo, con fuerza incluida en cada acción que éste hacía.

Por segunda vez se estaba dedicando a quitar mi empapada camiseta, para luego lanzarla al suelo y atacar mis pechos con apretones de por medio. Llevó sus manos a mi espalda, desabrochando ahí mi sostén, y con desesperación acercó su rostro a mis pechos, lamiendo y mordiendo mi helada piel.

Aferré mis manos a sus cabellos, sintiendo la satisfacción que éste me entregaba al besar mis pezones, succionándolos.

Con mi rodilla comencé a frotar su entrepierna, desesperada por tenerlo dentro de mí, sin querer esperar un segundo más.

—Jungkook, te necesito...

Cerré mis ojos, y él empezó a besar mi cuello, agarrando mis caderas y apegando éstas a su cuerpo.

No podía contenerme ningún momento más, lo quería y ahora. Quité su mojada camiseta, notando lo brillante de su abdomen y brazos.

Con rapidez, Jeon quitó sus shorts, al mismo tiempo en que quitaba su bóxer, los dos al mismo tiempo. Jungkook ayudó a quitar el resto de mi ropa, sin dejar de besar mis labios.

Agarró mi trasero, levantándome del suelo y así enrollar mis piernas en sus caderas, pudiendo sentir cómo la punta de su falo rozaba ligeramente con mi intimidad, causando un suspiro por parte de los dos, o más bien un jadeo.

Conmigo en sus brazos, caminó a la ducha, abriendo la puerta corrediza de ésta y abriendo la regadera de la misma, viendo cómo empezaba a esparcirse el vapor por todo el gran baño, empañando consigo el espejo y todo aquello transparente y brilloso.

De ahí fue a un cajón bajo el lavamanos, donde se hallaban condones. Sacó uno e hice que me soltara para así ir a la ducha. Esperaría por él en ese ardiente lugar, en el que caían gotas medianamente calientes, perfectas para nuestro temperamento.

Dejé reposar mi espalda en la pared del lugar, mientras el agua caía en parte de mi rostro y cuerpo. Al pasar de los segundos había aparecido Jungkook por la puerta corrediza, junto al preservativo ya puesto en su más que erecto pene.

Me miró de pies a cabeza, y ahí pude notar cómo éste dejaba pasar saliva por su garganta, pues se había movido su manzana de Adán.

—¿Te quedarás ahí parado?

—Eso pensaba hacer...

Sus ojos se encontraban oscuros, al igual como todas esas veces en las que quiso hacer cosas malas.

—Eso no es cierto —dije, acompañada de una pequeña sonrisa, sin paciencia.

—Eso también es verdad.

A pequeños pasos apresurados había quedado frente a mí, tomando de mis muslos traseros, levantándome del suelo y nuevamente estampando mi espalda contra la resbalosa pared.

A este ritmo quedaré sin espalda. Gracias.

Atacó mi cuello con ruidosos besos, abrazando mi cuerpo por completo y acomodando su glande entre mis piernas.

—Quiero que grites al sentirme, no calles —besaba mi mandíbula con mucha desesperación, como nunca lo había sentido.

Mi espalda subió y bajó al sentir una estocada de Jungkook, teniendo su pene dentro de mí, sin dejarme caer, él dio otra embestida, pero con más fuerza.

—Jungkook —gemí, con mi rostro en su cuello.

—Más fuerte —tomó de mi trasero, levantando éste más arriba, para luego bajarlo con agresividad, haciendo que su pene entrara completamente dentro de mis paredes vaginales.

—¡Jungkook! —abrí con exaltación mis ojos.

—Grita —pidió.

—Ah —aferré mis dedos a su espalda, encarnando mis uñas en su piel, causando que Jungkook gimiera por lo alto, echando su cabeza para atrás.

Sus brazos no descansaban, nada más se dedicaban a subir y bajar mis caderas junto a su pelvis, la cual no dejaba de mover en ningún momento, pues en este momento casi todo dependía de él.

Finalmente, Jeon había salido de ese lugar conmigo en sus brazos, sin dejar de embestir mi sexo, dejó mi espalda reposada en la otra esquina de la ducha, lugar donde llegaba con más intensidad el agua de la regadera.

Jungkook comenzó a besar mis labios con lentitud, a la par de sentir sus brazos temblar. Su hombría palpitaba en mi interior, dando por hecho la llegada de su orgasmo, y al mismo tiempo el mío.

Él había esperado a que mi orgasmo llegara para él venirse. Tenía un buen aguante, era fabuloso.

Reposó su frente en la mía, dejando su respiración salir al igual que yo, estaba exhausta y mis músculos aún dolían por el encuentro de ayer.

—Definitivamente, no puedo ir a la cárcel y perderme de esto por el resto de mi vida... —dijo, sin antes tomar una bocanada de aire.

—Prometo que haré lo posible para que nada ni nadie nos separe... —lo abracé del cuello, para luego besar cálidamente su mejilla, esa hermosa y destacada marca en su pómulo.

Me encontraba decidida, mataría a Hara, hoy, mañana o la próxima semana. Si para amar a Jungkook tendría que derribar muros y esquivar obstáculos, haría lo posible pata exterminar todo aquello que se interpusiera, aunque eso me convierta en una asesina.

Sin embargo...

No podría realizar un crimen tan grande yo sola, sería imposible cometer un asesinato y sin dejar huellas, bueno, para una persona sin experiencia en ese ámbito como lo soy yo.

Hace una semana atrás había llamado a un anónimo asesino, amigo de Hwasa y buscado por toda Corea, con marca de extremo peligro. Él no robaba bancos como nosotras, él mataba a sangre fría, sin sentir dolor ajeno.

Se dice que antes de dejar un cuerpo ante el mundo, deja su famosa marca incrustada en la piel de aquellas personas asesinadas por sus mismas manos, así recordando quién era él, y lo que llegaría a hacer por algo o alguien.

—¿___? —habló Jeon, al ver cómo me había ido de esta realidad por un momento.

¿Está bien lo que haré?

Mátala.

Jungkook, tengo que decirte algo...

Le diría mi plan, le diría lo que haría con Hara, le diría cómo y cuándo la mataría, se lo confesaría para no sentir más este temor, aunque costara hacerlo mi cómplice, como yo el de él.

—¿Qué tienes? —Jungkook me bajó de sus brazos, teniendo nuestros cuerpos apegados y calientes.

Alcé mi vista para así observarlo a los ojos y hablar. Jeon acariciaba mi espalda, mantenía su ceño fruncido, él sabía muy bien que algo iba mal.

— ¡___, Hidden Lord ha llegado! —grita Solar desde fuera del baño, pero dentro de mi habitación.

Los dos mantuvimos nuestra vista en el lugar donde provenía la voz, hasta que éste se separa un poco de mí y cuestiona con la mirada. El agua caía y caía en nuestros cuerpos, provocando la tensión en ese lugar, como si se tratase de una película de máximo suspenso.

—Jungkook... —lo miré a los ojos, ojos que aún cuestionaban.

—¿Hidden Lord? —sus ojos se abrieron más de lo normal, con miedo y alejándose de mí, retrocediendo hasta chocar con la otra pared de la ducha.

Él conocía a este asesino, pues todo el mundo le conocía. Los policías han luchado por encontrar esta persona, totalmente infiltrara entre la humanidad.

Era peligroso, audaz, confiable para muchos, y un total mal nacido para otros.

—Por favor, confía en mí, no es lo que crees, o tal vez sí, pero no —dije todo muy rápido, trabando mis propias palabras.

Por favor no me cuestiones.

—¿Qué hace esa persona en esta casa? —Jungkook me observaba con miedo.

—Yo...

—A no ser que... —bajó la mirada al suelo y luego la levantó, atacando mis ojos—. A no ser que quieras matar a alguien.


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[Nota de la autora]

Hidden Lord fue un personaje de una historia que nunca más volverá a publicarse.


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