|Cap ₃|Casi, pero no.
—¿Sola...?
Pude escuchar su ronca voz, al igual que su respiración chocar con mi nuca. El conjunto de esas dos acciones me hizo retorcerme internamente, jamás había escuchado una voz tan ronca y placentera para el gusto de mi sentido audible.
No emití palabra alguna, y me seguí moviendo al ritmo de la mejor canción, mientras esas caricias completamente anónimas seguían rodeando mi cintura, estrujando minuciosamente la delgada tela de mi ropa.
A medida que me movía, siguiendo las líneas de la canción, siento cómo éste apega mi cuerpo al suyo e imita mis movimientos, bailando totalmente juntos. Pude sentir su duro pecho en mi espalda y sus rodillas rozar mis mulos.
—Vámonos de aquí... —dice en un susurro, pegado a mi oreja.
Esto sí que iba contra mis principios, por lo que, si aceptaba su propuesta, sería una total contradicción ante mi tipo de pensamiento. ¿Qué podía decirle? ¿Qué tipo de respuesta debería salir de mi boca? Y si acaso aceptaba, ¿Cuál sería la razón? ¿Era quizá la forma de su seducción en mí? ¿O quizá el misterio que trae entre dientes? No sabía, ahora mismo no me conocía, pero tampoco a él. Y eso, eso sí que era una mierda.
—¿Qué estamos esperando? —cuestioné.
Giré medianamente mi cabeza a la altura de mi hombro, donde éste tenía su rostro en mi nuca, pero claro, no pude verlo claramente por la maldita luz.
—Sígueme... —dijo lo último y me tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los míos.
Sólo seguí caminando en medio de toda la multitud, mientras éste hombre me guiaba a un lugar, del cual desconocía su paradero.
¿Quién sabe? Puede ser un psicópata vende riñones y yo de lo más normal.
Llegamos finalmente a un sitio donde ni siquiera habían luces fosforescentes de lindos colores, sino que estaba completamente oscuro. Algo así como el interior de la boca de un lobo.
Peor, diría yo.
No emití palabra cuando apegó mi espalda a una fría pared, la cual zumbaba por todo el ruido que había afuera. Sólo acerqué mi mano a su rostro, yacíamos a sólo unos centímetros. Me estaba matando la curiosidad de ver cómo era él, quería analizar sus facciones.
Pasé mi índice desde su mejilla hasta su nariz, luego toqué con suavidad la punta de ésta y bajé hasta tocar la comisura de sus labios, los cuales captaron mi total y absoluta atención. Eran finos y pequeños.
Toqué su labio inferior y lo acaricié para poderlo sentir mejor, y así por unos cuantos segundos más hasta que el personaje de la boca la cual mis dedos tocaban, decide hablar.
—¿Quieres probarlos?
Con mi dedo, pude sentir una sonrisa por su parte.
Y, como siempre, no dije nada, me quedé totalmente estática ante su oferta de quizá buen gusto. Sin embargo, la pregunta realmente era; ¿yo debía besarle?
Y es ahí cuando no se me permite pensarlo más, ya que él agarró mi cintura y la apegó aún más a su cuerpo. Si antes estábamos cerca, ahora lo sentía por completo en mí.
Sentía su respiración invadiendo mi rostro, la cual no tardó en lograr que mi cuerpo se aflojara. Sólo cerré los ojos y dejaría que sucediera lo incontrolable.
—¡Ahí estás! —la voz al unísono de mis dos amigas hacen aparición en tal lugar con la linterna prendida de sus celulares, apuntando el suelo con ellas.
—¡Apáguenla! —ante mi grito de preocupación, al instante las dos apagan las luces en menos de dos segundos.
Definitivamente, no quería que tal chico anónimo viera mi rostro y, yo tampoco querría ver el suyo, así que afortunadamente no alcanzamos a saberlo, o eso es lo que sentí desde mi perspectiva.
No lo pensé ni un poco más y me liberé de las manos de mi acompañante, salí hecha un rayo de esa habitación y de aquel momento definitivamente muy comprometedor.
—¡Ey, ___! —grita mi amiga Solar, corriendo detrás de mí junto a la morena.
No tenía idea de cómo le hice para no tropezarme, sacarme la mierda y besar el suelo, pues en todo momento estaba muy oscuro.
Corrí a la puerta, la cual decía Salida en color amarillo fosforescente, jalé de la manija y corrí nuevamente hasta llegar al coche. Saqué las llaves y me adentré a este con la respiración ya agitada.
¿En serio, ___? ¿Estabas dispuesta a besar a un completo extraño vende órganos?
Tal vez se equivocaron, y la bebida que pedí sí tenía alcohol y ya estaba haciendo efecto en mi descontrolado DNA, causando que todos mis sentidos salieran del corral.
Apoyo mi cabeza en el volante y doy un fuerte suspiro. En ese momento entra Solar en el puesto del copiloto y Hwasa en el asiento trasero, todo había quedado en silencio, hasta que yo decido romperlo de una vez por todas.
—¿Dónde estaban? —digo en un tono neutral, en la misma posición.
—Hwasa conoció a unos gemelos muy apetecibles ahí dentro, y nos invitaron unas copas —habla de lo más normal y, claro, era normal, cada vez que he querido salir con ellas se van con unos tipos.
—¿Me dejaron sola por unas caras bonitas? —hago una mueca.
—Exactamente, sí, pero al parecer tú no te la estabas pasando nada mal, ¿eh? —dice, divertida la pelinegra, como si esa hubiera sido una excusa para dejarme.
—Malditas... —murmuro—. Quiero advertirles que si me dejan sola otra vez, como esta noche, no las acompañaré nunca más a otra de sus fiestitas.
—Luego hablaremos de eso. Por cierto, cambiando de tema, ¿lo conocías? —pregunta la morena.
—¿A quién? —volteo a verla.
—Con el que estabas en ese cuarto, besándote —mueve las cejas de arriba a abajo, como una total pervertida.
—¿Hablas de él? —enarco una ceja—. No tengo ni la menor idea. Ni si quiera alcancé a ver su rostro, y por cierto, no nos besamos, solo bailamos y ya.
—¿En serio? Porque cuando entramos ahí había un ambiente bastante caliente. —opina la rubia.
—¿Saben qué? Ya vámonos, olviden el tema, tengo sueño.
Entierro la llave y echo a andar el deportivo, con molestia. Salimos de ahí cansadas y, por mi parte con dudas sobre la identidad de ese psicópata.
Manejé por todo el centro de Seúl, y abrí paso a una carretera la cual era el camino de nuestra oculta y protegida casa, rodeada de árboles por todos lados y un gran muro que solo nosotras teníamos acceso.
|ᴘᴏᴠ ᴊᴜηɢᴋᴏᴏᴋ|
Día sábado, hoy definitivamente descansaría hasta tarde, por lo menos hasta las doce y media de la tarde, ya que los fin de de semana cuando no trabajo aprovecho para descansar lo máximo posible y recuperar todo el sueño que no pude tener en todo el resto de la semana.
Ayer por la noche finalmente le había hecho caso al idiota de Channy, salí en busca de alguien a la pista, pero no le pude ver el rostro en ningún momento, algo que me ha estado rondando la cabeza desde el momento en que se fue sin darme explicaciones.
No es que debía dármelas, sin embargo, mis labios ansiaban probar los suyos. Extrañamente lo ansiaba.
En fin, hoy es el cumpleaños de mi mejor amigo; Chanyeol. Y necesito comprarle un regalo, tal vez iría al centro comercial por algo que sea de su gusto.
•••
—A ver, a ver...
Ahora mismo me encontraba fuera de una tienda de instrumentos musicales, ya que más de alguna vez mi amigo me dio a conocer su amor inigualable por los instrumentos, sobre todo la batería.
Entré a la tienda. Una chica tamaño promedio, usaba unos tacones negros, jeans del mismo color, y en su camiseta traía un logo que decía; "Nakwon Musical Instrument Arcade". Me habla.
—¿Qué desea, señor? Tenemos toda clase de instrumentos de suma calidad que le pueden interesar —tuerce una sonrisa, yo nada más seguí caminando al interior de la tienda mientras ella iba a mi lado.
—Bueno, muéstreme sus baterías —digo en un tono amable.
—Venga por aquí —me hace una señal con la mano y la seguí, al llegar a la sección pude ver muchas baterías, de diferentes colores y tamaños.
Definitivamente, tenemos para regodearnos. Dijo mi conciencia.
—Creo que esta me gus... —antes de seguir hablando, algo deshace mi sonrisa.
|ᴘᴏᴠ ___|
—¡___, vamos! Dijiste que me acompañarías —tira nuevamente de mi brazo.
Solar me venía arrastrando por todo el centro comercial solo porque la muy inteligente hoy en la mañana decidió que se quería comprar un Contrabajo Balalaika.
No sabía cómo mierda iba a aprender a tocar eso, pero como me gusta jugar, para el desayuno apostamos algo que ahora, en este instante, me arrepiento. Y pues, consistía en que, quien se comía la torre de waffles primero, hacía lo que la otra quisiera y, bueno, ella y su gran don para comer sin cansarse, ganaron.
Para peor, veníamos sin mascarillas, o algo para cubrirnos la cara. Estábamos arriesgándonos demasiado, sobre todo en un lugar tan luminoso como este.
—¡Sabes que odio el centro comercial! —me rehusé—. ¡Odio a las personas! —una mujer con su hijo me miran—. No se ofenda, señora, no se lo tome personal. —sonrío, cínica.
—¡Es lo que te toca, perdiste y ahora te toca aceptar! ¡Sé una buena niña y entra a la maldita TI-EN-DA! —me da un fuerte empujón hasta entrar completamente en el mugroso lugar—. Bien, ahora espera aquí mientras yo voy por mi instrumento —sonríe como un angelito y se va por el interior de la tienda.
—Maldita zorra... —digo, irritada.
—¡Te oí, y gracias! —se pierde entre el gendrío.
No me quedaba nada más que esperarla en la entrada de la tienda, viendo cómo las personas pasaban. Familias felices paseando por el centro comercial un día sábado, de lo más normal. No obstante, cuando por primera vez creía que todo iba bien y tal vez, sólo tal vez, no tendríamos problemas... algo interrumpe mi aburrimiento, una presencia que ya había visto antes sin dudarlo.
Policía Jeon.
Éste no se había percatado de mi presencia, ya que estaba hablando con una chica, seguro trabajadora de la tienda. Recé para que no notara mi humanidad en este lugar y siguiera tomándole atención a ella.
No es que tenga miedo de lo que pueda pasar si me encontrara, pero no quiero tener problemas justo ahora, y menos cuando estoy de lo más entretenida esperando a mi amiga.
Sí, más entretenida que ir a un parque de diversiones.
Wuju.
Éste voltea a ver descaradamente a mi dirección.
Diosa santísima de todos los cielos, que no me reconozca.
Nada más agaché la mirada para no tener contacto visual, pero el autor de mi preocupación ya se había percatado.
—¡Ey tú!
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