Prólogo II: Blue Rabbit
La música cambió su ritmo, lento, suave, calmado, acompasado por el sonido de los tacones altos ingresando a la tarima. Las luces rosas y azules se enfocaron en la persona que entraba con elegancia excelsa; cubierto con una túnica negra tallada a su cuerpo y una máscara en su rostro del mismo color.
Lavi miraba atento a que el acto diera inicio, con su ojo visible entrecerrado y su mano en el mentón. Buscando descifrar la belleza escondida tras el exagerado maquillaje de ojos y la máscara que ocultaba las facciones del rostro andrógino del joven.
El azabache sonrió antes de levantar con sutileza la mano en señal de dar comienzo a su número.
La melodía dio inicio y con ella el estilizado cuerpo del bailarín empezó a mecerse en suaves giros. Tres, cuatro, cinco... jugueteando con el cinto que mantenía sujeta la pieza de tela en su cuerpo, peinando con los dedos las hebras de su cabello.
Alzó su brazo para tocar el metal de la barra reluciente, sintiendo el frio de este en la punta de sus dedos, mismos que en suaves movimientos bajó en un desliz e hizo llegar hasta sus labios, en una descarada insinuación, lamiéndolos como sólo un experto podría hacer mientras se voltea para seguir bailando al compás del ritmo lento y la música idónea... dejando embelesados a todos los que le miraban.
Sin temor se acurrucó dejando sus piernas abiertas y una pose seductora, tomó de la boca de un espectador su cigarro para luego acercarse nuevamente a la barra. Dando una larga calada, respirando el humo y soltándolo a pausas mientras sus ojos se entrecerraban al disfrutar de la sensación del tabaco y el alcohol previo en su paladar, dejando caer la colilla.
Luego de eso, aprovechó para caminar con su elegancia puesta en cada paso bien firme a pesar de la delgada aguja que pasaba por tacón en sus pies, deteniéndose a la orilla, tomando la oportunidad de acercarse a una de los alfas que miraban perdido su danza hipnótica.
Se agachó, y terminó con la cercanía a gatas, dejando su espalda arqueada. Con su delicada mano tomó el mentón de la mujer de largos cabellos y acercó su rostro hasta compartir el mismo aliento, topando apenas su nariz, haciendo que sus ojos se vieran directamente. Sonrió son malicia, desprendiendo sutiles feromonas que no sólo provocaron la excitación en ella, sino que a su paso también a tres alfas más a sus espaldas. Dejándola aturdida con su dulce aroma se alejó con picardía continuando con su danza.
Era una vista jodidamente erótica, sin duda el omega sabía lo que hacía y lo que provocaba en quienes le miraban, haciéndole sonreír.
Envuelto en su papel, disfrutando de la sensación placentera de frotar las manos por su cuerpo, asfixiado por la túnica negra e inmerso en un mundo mágico representado por la letra de la canción cada que cerraba sus ojos.
Un cambio en el ritmo y pronto pasó a soltar la capa de tela que le cubría, jalando con una mano y con tortuosa lentitud la delgada cinta negra que la sujetaba. Dejando caer su cabeza hacia atrás mientras se deshacía de la prenda de a poco, mostrando un torso blanco y níveo marcado en su pecho cerca del hombro con un exótico tatuaje; dejando ver finalmente unas contorneadas caderas y una figura esbelta de envidia para cualquier omega.
Se sentía liberado, parecía bailar en un estado de trance, tan concentrado en la tristeza contenida en la voz de quien cantaba. Ahora con nada más que una ajustada prenda íntima, tacones negros sujetos por cintas a los tobillos y un delicado collar en su cuello, denotando ser un omega sin marcar. El collar brillaba, adornado con cientos de cristales que hacían juego con los que también estaban incrustados en su máscara.
Sin duda era la estrella de la noche, pues todos sabían que se trataba de un omega puro, algo raro de ver aún en la clase alta. Se escuchaban los silbidos y aplausos de los espectadores, quienes devoraban con la mirada al joven cual lobos cazando a un indefenso conejo, o como nómadas encontrando un oasis en medio del desierto.
Eso era él... un conejo, un oasis, una caja llena de misterios, un ser casi etéreo con una belleza creada por los mismos dioses para deleite propio y egoísta.
El ambiente pronto recobró el erotismo al cambiar de canción, era la señal que el azabache esperaba para dar inicio a una serie de movimientos más rápidos, meneando sus caderas, levantando sus piernas y meciendo sus brazos en algunas contorsiones, dando vueltas a la barra y con lujuria frotándose de espaldas en ella usando sus manos para delinear su torso, bajando lentamente por su vientre hasta acariciar su entrepierna. Sin mantener contacto alguno con los espectadores, teniendo los ojos cerrados, escondiendo sus orbes zafiros, protegiéndolos un instante de las miradas lascivas que comenzaban a babear ante tal espectáculo...
Levantándose y preparándose para quedar suspendido en la barra, sus manos tomaron con destreza el tubo, trepando un poco y sujetándose con sus piernas terminando en posición boca abajo. Sus pies enredados en la parte alta, sus manos al aire y su espalda arqueada mientras giraba como un hermoso carrusel.
Miraba de reojo una cabellera llamativa y un intenso esmeralda que no se perdía ni un segundo de su baile, jurando que siquiera pestañeaba en cada giro que daba su cuerpo en el tubo. Dejando de lado su concentración en la música para prestar atención al misterioso alfa.
Si, lo sabía muy bien, su aroma era el más fuerte de entre todos los que le veían... una extraña mezcla de madera con toques de menta que le provocaban un cosquilleo en su nariz cada que respiraba ese aroma que revolvía su omega interno.
Una extraña atracción que los unía a ambos, ignorantes totalmente de eso que muchos llaman destino...
Lavi, intrigado como lo denotaba su mano en el mentón mientras la otra llevaba el fuerte liquido alcohólico a su boca.
Él, confundido como lo denotaba su vista azulina fija en la cabellera roja y esa misteriosa mirada esmeralda.
—Eso... fue intenso —Lavi dijo impresionado; cada vez que le veía hacer su baile el aire de sus pulmones se escapaba, como si parecieran olvidar cómo respirar, sentía como si fuera siempre la primera vez que sus ojos delinean cada parte de su cuerpo y su alfa ansiara tocar esa piel.
Se estaba volviendo una adicción más fuerte que el delirante sabor del alcohol pasando por su lengua y al mismo tiempo la más triste maldición atada al estigma de su posición en la clase alta y en su familia.
—Lo fue—, Jerry respondió en una risa discreta al mismo tiempo que le servía otra bebida —"Blue Rabbit" es nuestro mejor bailarín, fue una joya escondida que me llevó mucho tiempo pulir, y ahora... míralo como brilla, como un misterioso zafiro—. Añadió, lanzando un suspiro satisfactorio al ver en dirección en la que se encontraba la cortina roja sobre la tarima. Ahí ya no se encontraba el omega, su baile había terminado. Su vacío solo era llenado por la música que resonaba en el salón siempre en un tono bajo.
—Y supongo que aún no sabré el nombre de ese misterioso zafiro —cuestiona enarcando una ceja y torciendo sus labios en una mueca. Llevaba semanas interrogando al beta para obtener siquiera el apellido del que le había robado sus pensamientos. Cosa que siempre le fue negada aludiendo a la privacidad de sus empleados... Lavi ni siquiera sabía si Jerry era el nombre real del moreno que le miraba tras esos lentes oscuros y esa sonrisa indescifrable.
—Su nombre no es importante aquí, él es sólo un mero objeto sexual más en Pole Rabbit, su misión es la de complacer de forma visual a todo aquel que pueda costear su ingreso a este exclusivo night club, incluyéndote... además respeto la decisión de anonimato de mis empleados si estos lo piden—. Afirma bajo la mirada de decepción del pelirrojo —Pero deja esa cara larga, mejor ve a disfrutar de tu premio —espeta retomando una actitud más alegre y su característica sonrisa.
— ¿Y cuál es mi premio? —pregunta ladeando la cabeza.
—Ve al área de privados, ¡la segunda puerta es toda tuya campeón!... tienes una hora —dijo alejándose de un muy confundido Lavi agitando su mano en despedida para atender a otro cliente —Si tanta curiosidad tienes por saber su nombre... ¿Por qué no le preguntas tú mismo?
Esas últimas palabras habían provocado un vuelco de alegría en su estómago. Era todo un manojo de nervios, sintiendo el sudor bajar por su frente, hesitando con la mano a pocos centímetros de tocar el pomo de la puerta plateada que daba ingreso a los cuartos exclusivos para bailes privados... ¿Estaba listo para entablar una conversación? ¿Lo tomaría por loco si le dijera que sentía una extraña conexión con él? ¿Se sentiría incomodo si le dijera que su aroma es tan dulce como la miel?
Ya era demasiado tarde para retractarse. Tragando fuerte y sintiendo su corazón palpitar con más fuerza al ingresar a ese pequeño cuarto inundado con el dulce aroma del omega era la mejor sensación que podía experimentar, casi comparado con la adrenalina...
El interior era espacioso, pero al mismo tiempo cerrado a las perturbaciones de la música exterior; decorado con cortinas de cristal que en conjunto con la tenue luz brindaba el escenario perfecto. Había además un sillón circular en cuyo centro estaba una gran mesa resistente y parlantes distribuidos para brindar su propia ambientación al lugar.
—Toma asiento...
Esa voz... era la primera vez que la oía salir de sus labios, tan suave y delicada. Su rostro giró para encontrarse con un cuerpo pálido y níveo, un rostro andrógino, una sonrisa inocente y unos ojos que le miraban curiosos.
—Yo... ee-eh, s-si... eem, tu baile de hace rato fue espectacular —respondió con torpeza, golpeándose la cabeza de forma mental por su actitud y sintiéndose dichoso al ser esta la causa de una sutil risa en el omega.
—Gracias... no muchos me dicen eso —responde ocultando una risa discreta.
Mientras Lavi se ponía cómodo el azabache no pudo evitar escudriñar con la mirada cada parte de su cuerpo: como los músculos de su abdomen estaban marcados por su ajustada polera, como su cabello lucía tan suave... preguntándose al mismo tiempo por la textura de este, ese misterioso parche que siempre lleva puesto, el profundo ojo de color verde que había llamado su atención desde el primer momento que lo vio luego de su baile estelar hace un par de semanas. Al verse descubierto a si mismo sin despegar la mirada del cuerpo de ojiverde negó con la cabeza y se dispuso a subir a la mesa e iniciar su baile antes de que hiciera alguna tontería. Quería saber más sobre el alfa que había llamado su atención, pero sus inseguridades eran más grandes que su curiosidad.
—Espera... —sujetó la mano del omega antes de que le diera la espalda, lo que provocó un respingo en ambos. Este bajó el rostro y le miró interrogante—. ¿Sucede algo? —Lavi preguntó preocupado por verlo mover su rostro en negación, temiendo lo peor.
—No es nada, no te preocupes —dijo en respuesta manteniendo su sonrisa—. Es solo que me siento un poco nervioso, este es mi primer baile privado. La petición de Jerry fue algo inesperada para mí, pero no pude negarme—. Musitó haciendo memoria del rato que pasó el beta moreno rogándole que aceptara a pesar de estar agotado por su presentación previa.
—Tu eres el mejor bailarín que he visto en mi vida, no veo el por qué deberías estar nervioso —respondió rápidamente mientras soltaba con pesar el agarre de su mano, quedándose el azabache parado sin saber que hacer por el extraño cosquilleo que se revolvía en su estómago.
Al parecer un silencio incomodo les hacía molesta compañía. El gran alfa casanova y extremadamente confiado estaba sin defensas ni estrategias contra ese misterioso omega que también parecía indeciso...
—Si aún te sientes nervioso te puedo acompañar a bailar... me llamo Lavi Bookman, ¿Cuál es tu nombre?—asombrado por lo que había dicho de forma tan directa sin siquiera detenerse a pensar, dejándose guiar por su corazón. Poniéndose de pie instintivamente mordiendo el interior de su labio al extender su mano para intentar convencer al ojiazul que extrañamente no parecía rechazar su oferta.
En su mente se debatía si estaba bien decirle su nombre, una pequeña parte desconfiaba como cualquiera, pensando en que sólo querría jugar con él y con sus sentimientos o simplemente aprovechar su guardia baja para marcarlo y tomarlo a la fuerza al igual que la mayoría de las personas con poder y dinero de sobra, sobre todo por el nada conservador atuendo que traía puesto... pero otra parte dentro de su cabeza le sugería aceptar la invitación del alfa, su lado omega se sentía ansioso y alterado por el olor similar a la menta emanado por él y su cercanía.
— ¿Sabes bailar?
—Yo diría que sí —respondió apenado, rascando la parte trasera de su cabeza pues en realidad mentía, nunca fue bueno si de baile se trataba y menos el tipo de baile que el azabache realiza.
La actitud nerviosa de Lavi solo provocó una escandalosa risa en el ojiazul que terminó por romper la tensión, a lo que este respondió con una mirada de duda —Creo que no eres bueno mintiendo, pero no te preocupes, te guiaré. Tu solo sigue mis movimientos —musitó con deje de burla y alegría—. Mi nombre es Alma Karma... y mi sobrenombre, eeh pues creo que ya lo conoces bien —dijo imitando la acción nerviosa del contrario.
Había estirado su mano para hacer la invitación. Lavi asombrado al ver que había aceptado tomó la mano dispuesto a seguirle. Una vez ambos estaban sobre la mesa de baile el azabache se inclinó para tomar un pequeño control remoto y pulsar el botón que diera inicio a la música.
Lo que antes sería un baile privado con un espectador ahora se convertía en una pista privada de baile para dos personas.
Al inicio el baile fue llevado con torpeza y lentitud, pues Lavi buscaba adaptarse al ritmo de la música, Alma sabía moverse con maestría y alentaba al rígido alfa a respirar y dejarse llevar haciéndolo girar y usar su cuerpo para expresar sus emociones.
No podía evitar mirar los profundos ojos del omega, le hipnotizaban igual o más que sus movimientos, sintiéndose en alguna clase de sueño idílico, acercándose con cautela, midiendo un poco el espacio que podía invadir y la cantidad de confianza que le brindaba para posar su brazo sobre la delicada cintura del más bajo, pegándolo a su cuerpo y aprovechando la posición para inclinarse y hacer que el contrario arqueara la espalda. Aspirando su dulce olor mientras su mano libre viajaba hasta su rostro para brindarle una suave caricia en la mejilla al tiempo que ambos se incorporaban.
No sabían en que momento la música había pasado a un segundo plano, los ojos de Alma se cerraron al contacto con la mano de Lavi y su rostro buscó intensificar el contacto, sin darse cuenta de que dicha mano removía con suavidad la máscara que le cubría y dejaba a relucir una curiosa marca sobre su nariz acompañando unas cuantas pecas y unas pestañas rizadas que hacían resaltar aún más el color de sus irises, ahora abiertos en par viendo la sonrisa triunfal de Lavi al lograr su cometido.
Tras esa acción él se soltó repentinamente del agarre que tenía el pelirrojo, haciendo que Lavi respingara preocupado por su actitud.
Llevó una mano hasta la marca que tenía sobre la nariz para taparla y ladear su rostro enrojecido por el rubor y la vergüenza—. Es una marca muy fea, no debiste hacer eso —recriminó mientras sus ojos parecían perder el brillo curioso y querer llenarse de lágrimas.
Lavi se sentía culpable por lo que había hecho, a lo mejor esa marca era algo de lo que Alma no podría estar orgulloso.
Sus labios intentaban articular una disculpa, que hubiera sido completada de no ser por la repentina presión en su pecho al notar en las feromonas del omega que se sentía nervioso, avivando más su teoría de que era su pareja destinada. Una con un lazo lo suficientemente fuerte para sentir las emociones del contrario.
El "lo siento" se cambió por una sonrisa cálida y comprensiva mientras avanzaba en su andar hasta llegar al borde de la mesa y encontrarse con el joven inseguro y casi al borde del llanto.
—Pues déjame decirte que no es fea. No sé los motivos por los cuales la puedas odiar pero te aseguro que no debería ser algo de lo que tengas que acomplejarte —dijo. Dejando caer la máscara al suelo y tomando con una mano su rostro para hacer que lo viera directamente.
Las manos que antes escondían su marca y su rostro quedaron sobre el pecho de Lavi y sus ojos quedaron fijos en el único orbe esmeralda.
Lavi se acercaba cada vez más al cuerpo del omega, siendo impulsado por una orden directa de su alfa interno.
— ¿No me detendrás? —cuestiona al ver el rubor intensificado en el mas bajo y al sentir como las manos de este estrujaban la tela de su camiseta.
—No lo haré —respondió trémulo.
— ¿Por qué?... casi somos dos completos desconocidos —preguntó, mirándole directamente a los ojos, analizando su expresión y buscando con ansiedad escuchar la respuesta. Deseando en el fondo no ser rechazado por él y sintiendo el malestar en su corazón al ver pasar los segundos sin escuchar su voz. No quería forzarlo ni hacerlo sentir incomodo... en la primera petición de Alma se alejaría y le daría su espacio.
—No tengo idea... algo dentro de mí me dice que no me harás daño —responde, atropellando las palabras en un murmullo. Molesto al no ser capaz de separar sus ojos de esos tentadores labios. Sintió como los brazos de Lavi lo envolvían al verse con el permiso.
—Dime entonces... ¿Qué quieres que haga? —le cuestionó con gruesa voz, acercándose peligrosamente a su rostro, guiado por su corazón y sus instintos, juntando la punta de la nariz con la de Alma sin llegar a cerrar la distancia, esbozando una sonrisa victoriosa al escuchar el suspiro que salió del omega y el estremecimiento que pudo percibir en su cuerpo.
—Be... Bésame... —reclamó sin saber de quién provenía esa orden, de su mente y lógica no podía ser, mas sin embargo su omega se sentía internamente deseoso de que su petición fuera cumplida, sintiendo su corazón casi a punto salir del pecho por una inexplicable alegría.
Y así fue. La cercanía de sus cuerpos se cerró finalmente cuando el ojiverde tomó la iniciativa de lanzarse a la suavidad desconocida de los labios rosas que tanto le habían tentado a profanar. Era lo más exquisito que había probado nunca en su vida... los movimientos lentos le enviaban descargas eléctricas por toda su espalda a medida que sentía los leves suspiros del contrario entre el beso y las caricias de sus delicados brazos subiendo por su pecho hasta estrujar su cuello.
Los labios de ambos se acompasaban en suaves movimientos que no tenían prisa por acelerar, mezclando sus salivas y los sabores de los últimos tragos que las acompañaron antes del sensual baile que precedió el encuentro destinado a ser. Whiskey y Coñac formando un coctel que era mezclado por sus lenguas al compás de la música de fondo, como si trataran de imitar el baile que realizaban momentos atrás.
Entre cortas pausas para llenar sus pulmones de aire las manos de Lavi buscaban con impaciencia recorrer la estrecha y suave cintura del omega. Cada caricia, cada roce de sus cuerpos calentados por la agitación le hacía estremecer... era lo más cercano al placer verdadero que había sentido. Acercando sus labios, robando más besos y cayendo de a poco en la lujuria y humedad del sensual juego de lenguas.
No le importaba, algo les decía que era más que un mero encuentro casual, el olor dulce que inundaba el pequeño cuarto era la señal de que sin ambos estar sabedores de lo que acontecería. Habían llegado hasta el otro extremo del hilo rojo que unía sus vidas muy distintas entre sí.
—Dime, Yuu... ¿Al final quién llevó a quién hasta su casa? —musitó en burla y con una radiante sonrisa en su rostro que no podía ocultar, ansioso por llegar a su apartamento y hacer una llamada al número que Alma le había dado después de su encuentro. Relajado por el viento nocturno alborotando sus cabellos rojos, sujetando con suavidad el volante del conductor.
—¡Tsk!... calla...te maldito conej...conejo —dijo entre hipidos y el mareo un muy molesto Kanda ebrio, apoyando ambos brazos a la orilla de la puerta del auto en movimiento, dejando su cabeza fuera para evitar estropear la tapicería por la inminente sensación del vomito a causa del exceso de copas. Cuando recuperara todos sus sentidos le daría la paliza de su vida por haberlo llevado a ese lugar. Nunca pensó que su tolerancia al alcohol fuera tan poca, y ver bebiendo a Allen sin inmutarse fue el incentivo para probar cocteles que parecían inofensivos... parecían...
Cosa que al final sólo terminó por provocarle más rabia, haciéndole rechinar sus dientes y exaltando las venas de su cien, preparando un insulto más para el pelirrojo... que fue detenido de nuevo por el impetuoso estomago buscando regresar su contenido y el dolor de cabeza que era levemente reducido por el aroma del Allen impregnado en el abrigo que le colocó cuando le llevó hasta el auto.
El intento de insulto del omega causó una carcajada en Lavi pues estaba seguro que de no ser por la nobleza de Allen y la amabilidad de cargarlo hasta el auto ahora mismo estaría en el apartamento del albino disfrutando de una noche erótica y alocada... Sin duda Allen era un buen partido para el azabache, sólo debía buscar la forma de que tuvieran un segundo encuentro, esta vez en un lugar más romántico y alejado del alcohol.
El amanecer se empezaba a manifestar en el cielo estrellado, el auto se movía entre las curvas de las carreteras con la vista del mar a un costado.
Sus pensamientos vagaban entre la alegría que sentía por finalmente saber más de Alma... y la opresión en su pecho por lo que tendría que afrontar para poder estar juntos, sabiendo que los estándares de la sociedad en la que forma parte erguirán una barrera que será difícil... pero no imposible de romper en su búsqueda por la luz y la felicidad que hacía mucho no llenaban su corazón solitario.
Y con esto concluye el especial, aún sigo pensando que mi fuerte no son las historias cortas por lo que me disculpo si hay algún espacio argumental o algo que no esté en contexto sincrónico, pero espero este two shot les haya entretenido y gustado.
Ahh... casi lo olvidaba, si tienen curiosidad por saber cuáles canciones fueron el combustible de inspiración para describir las escenas de baile en el comentario en esta misma sección les dejaré el enlace a la lista de reproducción con ellas.
Esta pequeña historia se la dedico enteramente y con mucho cariño a mi querida amiga y Beta Reader LotusCrownH... espero no mueras de un derrame nasal al leer *ella contiene su sangrado con un pañuelo*
¡Los dejo con un Bye Bye Dango... nos leemos luego minna-san!
ポール兎 By: Varela D. Campbell ウァレラ・デェー・キァンベル。
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