Día 7. Misty sirena y Ash Guardián del Aura
Es una historia perdida en el tiempo, una de muchas que se olvidaron o que simplemente fueron endulzadas para que los más jóvenes no tuvieran problemas con la violencia, algo normal en un mundo donde no se está en guerra constantemente.
—Tan hermosa como peligrosa.
—Tan poderoso y como idiota.
Tiene las manos encadenadas a la pared de piedra, con el nivel del agua subiendo lentamente, pero nunca el suficiente como para tocar sus botas de cuero. Aun así, el frío domina por completo la prisión donde fue hecho prisionero, lo que hace que el dolor en sus muñecas empeore y su cuerpo lentamente se acerque a una posible hipotermia.
—No puedo creer que te hayas dejado capturar.
—Tú no lo entenderías.
—Sí, sí, es tu reina y todo lo que tú quieras, sí, sí, la misma historia de siempre.
Es entonces cuando la ve salir del agua, su largo y hermoso cabello se pega por completo a diversas partes de su anatomía, admirando no solo su figura, sino también la facilidad con la que se mueve sobre el suelo de piedra sin hacerse daño en su larga y hermosa cola.
— ¿Exactamente qué Pokémon representas? —preguntá, intentando prestar atención a las cadenas que están siendo cortadas por una concha extremadamente filosa y no en los pechos de la sirena.
— ¿Disculpá? —responde con otra pregunta, demasiado enfrascada en su tarea como para prestar verdadera atención a las palabras.
—Tu cola, siento que los colores los he visto antes, pero simplemente no los ubicó. —siente su rostro calentarse demasiado cuando siente a la sirena casi encima de su cuerpo, hasta que el sonido del metal siendo cortado le indica que cumplió su objetivo.
—He finalizado, Sir Inútil. —anuncia con orgullo, antes de arrastrarse una vez más hacia el agua y desaparecer en esta misma tras darse otro chapuzón.
—Cuánta amabilidad de vuestra parte —dice con sarcasmo, antes de levantarse del lugar donde lleva días sentado y acariciaba sus muñecas, sintiendo sus dedos dolorosamente entumecidos—, gracias de todas formas.
Suelta un suspiro tras no recibir ninguna clase de respuesta a continuación, consciente de que su “amiga” no tenía ni el porque estar en la superficie, permanecer más tiempo ahí o que descubrieran que le dio una libertad que no debía tener, tan solo le iba a acarrear problemas.
Por lo que entonces caminó por una de las orillas de la cueva, encaminándose hacía la única y gigantesca entrada por la cual solía entrar tanto la luz del sol como el agua de mar.
—No lo conocés, es un Pokémon de otra región.
Literalmente brinco del susto cuando escuchó su voz una vez más, sujetándose de la pared de piedra para no caer de forma vergonzosa hacía el agua.
— ¿Disculpá?
—La forma de mi cola, es de un Pokémon de otra región llamado “Milotic” —comentó, mientras golpeaba el agua con su cola, haciendo lucir los tonos rosas y azul celeste de sus bellas escamas—, eso era lo que deseabas saber, ¿no?
Observa en silencio el movimiento del agua y la poca intención de su “amiga” por seguir platicando, ambos están conscientes de que es la última vez que se verán, por lo que prefieren callar antes de decir algo innecesario. Las palabras, después de todo, se perderían en el tiempo, de la misma forma que ellos, pues no eran personajes relevantes en la historia de Sir Aaron.
—Ten cuidado si vuelves a salir —se acerca un poco más hacía donde ella se encuentra, inclinándose en un vano intento por tener su rostro cerca—, las escamas de tu cuerpo se venden a buen precio.
Ante el realista recordatorio, la sirena de cabellos naranja no evitó el resoplar, claramente molesta de escuchar aquéllas palabras, esas que normalmente el ex-compañero de Sir Aaron solía dedicarle con cierta frecuencia.
—Gracias por venir hasta aquí.
—No tiene nada que agradecer, Sir.
Es entonces cuándo la ve alejarse lentamente hacía donde el sol se está poniendo, adentrándose al agua cada vez más hasta finalmente desaparecer, sin dejar rastro de su presencia y mucho menos de su existencia.
—Hasta la otra vida, mi bella sirena.
Fueron sus últimas palabras hacia la nada, antes de subir por la costa escarpada y desaparecer en el bosque cercano, con el incierto futuro cerniéndose sobre sus hombros, una vida llena de decisiones a las que ya no podía dar marcha atrás.
Pero esa era otra historia, una a la que nadie le importa, puesto que el protagonista de esta, no era Sir Aaron, tan solo era un caballero cualquiera, capaz de controlar el aura y que conocía la existencia de las sirenas.
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