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—Beth, que bueno verla —sonrió tímidamente mientras tomaba la cintura de la dama. Ella no evitó reír con ternura al verlo así de vulnerable y se acercó hasta poder succionar su oreja sacándole un jadeo—Hmm...al parecer quieres jugar—

—Tal vez—admitió alejándose—Tal vez quiera jugar con lo poco que queda de tu corazón —se relamió los labios como un depredador apuntó de devorar a su presa y sin poder evitarlo, el rubio la atrajo de las mejillas y la besó. Con tanta pasión que sus respiración se agitaron y ambos soltaron un gemido al mismo tiempo.

—En ese caso juego con lo poco que queda de mi corazón, y haz lo que quieras con él— Elizabeth no esperaba que fuera a decir eso —¿Te gustaría venir a mi casa?— acaricio su mano, le decía una gran sonrisa y luego se puso de rodillas para besar sus nudillos. Aveces odiaba como lograba que su corazón se acelerara tan fuerte y se sonrojara, siempre soñó que eso sucediera y ahora que finalmente sucedía su garganta se cerraba y tenía el instinto de huir. Solo sonrió ocultando su miedo y lo puso de pie para besarlo, ya no había marcha atrás. Ya había empezado y ahora debía acabarlo 

—Acepto—

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