CAPÍTULO 3: LA CARTA NEGRA EN EL BUZÓN
No puedo dejar de pensar en esa chica... Es como si sus ojos azules y sus rasgos de muñeca de porcelana se hubieran quedado plasmados en mi memoria o grabados a fuego en mi vista. Me hace sentir... extraña... Tanto como me sentí cuando conseguí salir de la escuela, aunque en realidad nadie intentó detenerme. Los sujetos de gabardina montaban guardia en las puertas y otros guiaban a la mujer de rizos pelirrojos hacia la oficina del director Miller. Parecía que no estábamos ahí para ellos o que no nos consideraron lo suficientemente importantes como para al menos bajar la vista al pedirles permiso para pasar. Es... muy extraño... Y por más que lo intento, no puedo estar segura de que haya visto a esa chica antes, aunque su rostro me parece muy familiar. La intensidad de su mirada me pone la piel de gallina, pero no estoy segura de lo que eso podría significar. Estoy... algo confundida...
Ya está atardeciendo. El cielo se pintó de colores hermosos e irresistibles que tengo que capturar, así sea con este iPhone que también tuve que comprar de segunda mano después de gastar todos mis ahorros en pedirle a mi hermano que construyera un establo para mi Rapidash. ¡Es que la casa no es tan grande para ella! Necesita espacio en el jardín. Le gusta el aire libre y se pone tan contenta cuando la libero, que no pude decirle que no. Y ahora sólo tengo que juntar mis mesadas y cruzar los dedos para que la próxima vez que pase por una tienda de segunda mano, no termine comprando cincuenta Pokebolas o un poste para que mi Quilava afile sus garras. Charmeleon destruyó el último que compré. ¡Es tan lindo cuando no mide su fuerza! Mañana es el turno de mi Growlithe de acompañarme al entrenamiento con el entrenador West, pero estoy segura de que a Charmeleon le gustará entrenar con David y conmigo esta noche. Le divierte mucho pelear contra el Victreebel de mi hermano, pero no tanto como disfruta enfrentarse al Spectrier de Liz. Mi hermano es un experto en Pokemon de tipo planta y aunque la especialidad de Liz es el tipo fantasma, ella es una Maestra Pokemon que puede comandar a cualquiera. Y me gustaría tanto llegar a su nivel...
Elizabeth Jane Mawson es la prometida de David. Se conocieron en la universidad. Ambos estudian en la Academia Avanzada Paltrow, donde siguen un riguroso entrenamiento para convertirse en líderes de gimnasio. Mi hermano persigue sus ambiciones aún más desde que conoció a Liz... aunque a mamá no le gusta que ahora está lleno de tatuajes al igual que ella. ¡Incluso se han hecho uno en pareja! Ambos tienen la mitad de una Pokebola detrás de la oreja izquierda. Y lo extraño... Papá, mamá y yo vivimos en una casa muy grande y bonita en Drexel Ave en Atlantic City, pero David se mudó hace seis meses a Egg Harbor a la maravillosa mansión que tiene Liz. ¡Su habitación tiene vista al Ballamor Golf Club! Está cerca de la universidad y aunque constantemente nos invitan a cenar o a nadar en su piscina, es... diferente...
Papá me contó que Drexel Ave no solía tener nada especial hace unos años, pero actualmente está dentro de las zonas más adineradas de Atlantic City donde sólo unos pocos podemos vivir. Nuestra casa fue comprada en un arranque de buena suerte, cuando papá consiguió su empleo en el departamento de seguridad electrónica y cibernética de la Elite. ¡Es increíble! Él no forma parte, por supuesto. Sólo trabaja para la base de la ciudad y es gracias a eso que podemos darnos una vida de reyes... viviendo en bajo perfil, por supuesto. Trabajar para la Elite es tan peligroso, que para entrar a Drexel Ave tenemos que pasar por otro reconocimiento biométrico para que se abran las rejas. El sensor hace cosquillas en los ojos y la puerta vuelve a cerrarse una vez que pasas por el segundo sensor que registra el movimiento de tus pies. ¡Papá lo desarrolló!
Sigo pensando en ella...
No puedo borrar sus ojos azules de mi mente, ni la forma en que me miró antes de alejarse. ¿Dónde la he visto? No recuerdo que ninguno de mis amigos de la escuela anterior tuviera intenciones de entrar a la Elite, pero tampoco recuerdo haber conocido a alguien con unos ojos tan... azules... No sé si lo que me produce es mala espina o no, pero... Es que no puedo sacarla de mi mente...
Para entrar a casa sólo tengo que usar mis huellas dactilares en el panel que también se abre con reconocimiento ocular. Así puedo entrar finalmente al hermoso patio lleno de verde y flores coloridas que mamá cuida personalmente. ¡Incluso tiene su propio huerto en el jardín de atrás! Es una casa mucho más grande que el departamento que teníamos en San Francisco, antes de mudarnos aquí. A veces me siento diminuta cuando miro hacia arriba y pienso en lo mucho que papá ha trabajado para conseguir esto. Ojalá la hipoteca no fuera tan costosa... Al menos hay espacio para las motocicletas de David y Liz en el garaje.
En el recibidor ya está la chaqueta de mi hermano, así como el bolso tejido de Liz que parece hecho a mano pero que seguramente cuesta una fortuna. Los Mawson se pudren en tanto dinero, que los padres de Liz le regalaron a mamá uno hermoso set de joyería de treinta y dos quilates en su último cumpleaños y luego dijeron que era una baratija. ¡Una baratija!
Liz está en el comedor, ayudando a poner la mesa mientras mamá sale de la cocina trayendo el platón de lasaña con los guantes. Ambas me sonríen mientras yo dejo mis cosas en el suelo y voy a sentarme en mi lugar. Siempre me siento a la derecha de David.
—Pensamos que llegarías más tarde —me dice Liz—, pero viniste justo a tiempo. ¡Esto está delicioso!
¡Y huele como tal!
—Terminó el entrenamiento y no quise quedarme más tiempo ahí —respondo a la par que intento tomar un poco de pan de parmesano y mamá me golpea la mano para que no me atreva, eso también me hace sonreír—. Pasó algo extraño en la escuela.
—¿Qué cosa? —dice mamá.
Me encojo de hombros y suspiro. Me gustaría dar una respuesta mejor, pero lo único que se me ocurre es:
—Había gente de la Elite... Llegaron en furgonetas y todo se llenó de tensión. No pasó nada en especial, pero a la vez parecía que estaban pasando muchas cosas. Había guardaespaldas y unos sujetos de gabardina fueron a buscar al entrenador West.
No me pasa por alto la forma en que la mirada de Liz se ensombrece un poco, pero es ella quien responde tras restarle importancia con un gesto de la mano:
—Las academias de la Elite suelen recibir visitas de ese tipo. El jefe manda a sus hombres a supervisar que todo vaya en orden, especialmente para evaluar a los entrenadores de los chicos del Programa de Excelencia.
—La única academia que no pasa por eso es la Roosevelt —dice mi hermano saliendo de la cocina con una botella de champaña y cuatro copas de la vajilla fina—. La academia de McAllen está en la misma ciudad donde la Elite tiene su base principal, así que no hace falta supervisarla. El Alto Mando la dirige.
—Tal vez... —insisto—. Pero había una chica casi de mi edad vestida como ellos. Estaba mirándome.
—¿Cómo era? —urge mamá.
—Rubia, blanca como un fantasma y parecía que podía pisarme la cara en cualquier momento.
Liz sonríe.
—Las Crown son tan inconfundibles como los Mawson y cualquiera de las estirpes fundadoras... —bufa Liz y dibuja media sonrisa—. No tienes nada de qué preocuparte. Son inofensivas en comparación con los Mawson.
—¿Qué quieres decir con eso? —se burla David—. Quedaste empatada con Chloe Crown en la última prueba para convertirse en Maestras Pokemon.
—Eso no significa nada —se defendió Liz—. Las Crown son arpías petulantes que piensan que el mundo entero debería arrodillarse ante ellas, pero en el fondo son unas zorras despreciables y eso se comprueba con lo que hizo la puta de Skyler...
—Bueno, bueno —llama mamá con severidad—, no hablaremos de otras personas y mucho menos usando ese lenguaje. Lo único que debe importarnos es brindar, celebrar... y esperar que su padre pueda venir a cenar antes de que la lasaña se enfríe.
Eso ya es usual. Papá pasa tanto tiempo en el trabajo, que apenas podemos verlo un rato los fines de semana. También suele viajar a otras ciudades, así que hay días en los que viene a cambiar su maleta y sólo tiene tiempo de hacerle el amor a mamá. Quisiera no saber ese último dato, en realidad, pero las paredes son delgadas y tienen tanta prisa que no suelen cerrar la puerta...
—¿Qué celebramos? —le digo.
—Bueno —responde ella y se sienta a mi lado—, pues que eres una hija maravillosa.
—Claro que no...
—Claro que sí —insiste ella—. Eres maravillosa, inteligente, muy responsable y talentosa. Celebramos que tu hermano es uno de los mejores estudiantes de la academia, que Liz está triunfando tal y como todos esperamos de ella...
—Y que recibiste correspondencia —concluye David impaciente.
Y me quedo en blanco cuando él busca en el bolsillo del delantal para entregarme la carta negra sellada con cera y el escudo de la Elite.
—¿Qué...?
Sólo tiene mi nombre y una nota en la parte de atrás, impresa con tinta blanca que tengo que leer en voz alta para que se vuelva real, ¡porque no puedo creerlo!
—Estimada señorita Cobby, por favor no abra esta carta sino hasta el día de mañana durante la asamblea cuando reciba la orden de sus superiores... ¡Cuando reciba la orden! ¿¡Qué rayos es esto!?
Mamá y David ríen, pero Liz viene a sentarse a mi lado para tomar mi mano y decir con el tono maternal que hace fácil imaginarla haciéndose cargo de un bebé:
—Significa que estás haciendo un gran trabajo en el Programa de Excelencia. La Elite no le manda cartas a cualquiera, Perla. Tú eres especial.
Y pellizca mi nariz para rematar sus palabras, haciéndome sentir en las nubes. ¡Siento que la carta está quemando en mis manos! ¡No puedo esperar a que sea mañana!
~ ∞ ~
Dos personas misteriosas
Atlantic City, New Jersey
Época actual
Todas las cartas han llegado a su destinatario, según lo que dice la pantalla del portátil. Nuestro trabajo está terminado por hoy, aunque parece que todavía queda mucho por hacer. En realidad, lo único que queda es hacer una llamada que se inicia automáticamente, así como la respuesta es inmediata. No se escucha nada al establecerse la comunicación, por supuesto. Soy yo quien tiene que hablar.
—Está hecho.
Y la llamada termina. Ahora puedo cerrar el portátil, pero en lugar de eso sólo puedo volver a entrar al expediente de la menor en esta lista infernal. Su sonrisa en estas fotos está atormentándome, aunque no estoy segura de que eso sea solamente por el hecho de que fueron tomadas sin que ella se diera cuenta. ¿Cómo puedes pasar tantos meses sin percatarte de que alguien te sigue a todos lados? ¿Realmente podemos confiar en que podrá hacer un buen trabajo, si no tiene ni la más... mínima idea sobre lo que sucede a su alrededor?
—¿Ya has terminado?
Su voz, por suerte, siempre me tranquiliza. Él es la única persona a la que quiero tener cerca por el resto de mi vida. El calor y la fuerza de sus manos me hacen sentir que todas mis piezas rotas vuelven a unirse cuando viene a masajear mis hombros arrancándome una sonrisa.
—Sigue haciéndolo... —le digo—. Se siente bien.
Él sonríe y va a sentarse en la orilla de la cama para quitarse las botas. También se despoja de la gabardina y de la corbata, para luego despeinarse un poco y simplemente dejar que sus ojos azules me llenen de paz. Todo él es como un ángel convertido en un hombre.
Me levanto para ir hacia él, a la par que yo también me despojo de la gabardina y de los zapatos. Puedo ir a tumbarme a su lado ahora que ya no somos más que dos amantes que se hospedan en el mejor hotel de Atlantic City.
—Todo está listo para mañana —le digo—. ¿Cómo salió la reunión?
—Bajo control, pero el jefe querrá encargarse de al menos la mitad del Programa de Excelencia personalmente, si sabes a lo que me refiero.
—Lo sé mejor que nadie, pero no podemos hacer nada al respecto. Después de la asamblea de mañana, todo quedará en manos de los otros dos.
—Sí... Y eso es lo que temo. Sky, ¿realmente crees que estamos haciendo lo correcto? ¿Crees poder soportar lo que viene sabiendo quién está a cargo en tierra de esta misión?
No quiero responder a eso y él lo sabe. Así puedo suspirar y acurrucarme en su pecho para que él me reconforte besando mi cabeza y acariciando mi espalda con los dedos.
—Sólo hice lo que tenía que hacer, Devon... Y si tú estás conmigo, sé que todo estará bien.
Él se limita a besar mi cabeza una vez más, refugiándome con el calor de su cuerpo y respondiendo en voz baja como si en este momento no tuviéramos a ese... monstruo encerrado en la caja de material radioactivo en la misma habitación donde estamos nosotros:
—Siempre, Sky.
¡Hola, mis amores divinos y preciosos! Se me hizo un poquito tarde, pero al final sí cumplí. Esta vez tuvimos a muchas caras que extrañábamos mucho, sobretodo de alguien a quien vimos morir a manos de nuestro querido y asesino Diamond. Así que esta vez les tengo otra pregunta:
Cuéntame, ¿qué rol piensas que podría tener Devon en este reboot?
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