Capítulo XXX

Les dejé en multimedia un video con una canción, que vendría siendo lo que se escucha de fondo cuando Perla dice lo de que su madre escupió sangre. No recuerdo con exactitud quién fue el que me dio la idea, así que gracias a quien haya sido aunque terminé adaptando todo de tal manera que fuera más trágico xD Y con el capítulo de hoy se cierra el primer arco de este último libro. Nos quedan 30 más antes del final :c Y bueno, ya me dejo de tonterías xD Disfruten el capítulo c':

PD: Si no lo notan demasiado trágico, no se preocupen. Todavía queda la batalla final y no quería desgastar demasiado las escenas trágicas c':

     Subimos al lomo de Ponyta para llegar más velozmente al sitio donde nos esperan los demás. Hemos tenido que devolver a todos nuestros Pokemon a sus Pokebolas, pues no podemos ir todos en tropel o llamaríamos la atención.

     Bien, dos chicas montadas que no van vestidas como miembros de la Elite y viajan en el lomo de un Ponyta podrían resultar sospechosas, pero no tanto como lo sería si hubiera una compañía de Pokemon que acompañan a las dos chicas.

     — ¡Los veo! —exclama Sheryl.

     Yo también los veo…

     Y la imagen en general no me gusta para nada.

     Nuestros amigos están luchando contra esa otra Entrenadora que antes escapó de nosotros. Hay en el campo de batalla tres Pokemon de Tipo Hielo. Un Glaceon, un Cryogonal y un Glalie. Los tres mantienen una pelea contra el Primeape de James, el Persian y el Talonflame de Jackie, un Skitty que debe ser de Liz, y un Voltorb que obedece las ordenes de Onyx. Flareon y Talonflame podría vencer sin problemas a esos tres enemigos, pero está demasiado ocupado con Umbreon y Mewtwo creando una barrera para que la Elite no se acerque a nosotros. Talonflame también podría detenerlos a todos, entonces… ¿por qué pierden el tiempo?

     Ellos no se han percatado de mi presencia, así que sólo libero a Growlithe y a Ninetales para que lancen el golpe final. Con sus técnicas unidas, consiguen derrotar a los Pokemon de esa chica, que me fulmina con la mirada y hace que los demás se fijen en mi presencia.

     — ¡Perla!

     James corre para intentar abrazarme, pero yo lo aparto con un movimiento del brazo derecho y sigo avanzando hasta acercarme lo suficiente a esa Entrenadora. Diamond camina junto a mí, en guardia, con sus colas danzando detrás de él.

     —Tú.

     Me mira con suficiencia. Pareciera ser que el creerte mejor que los demás es un requisito indispensable para pertenecer a la Elite.

     — ¿Te parece divertido experimentar con los humanos?

     Ella ríe.

     Sheryl y James se posan a cada lado mío y se ponen en guardia, también puedo sentir la intensa mirada angustiada de mamá sobre mi espalda.

     —Tú nunca lo entenderías, niña —responde—. Lo que el Jefe quiere va mucho más allá de atraparte a ti y a tus cinco amigos Legendarios. Imagina las posibilidades que supondría el simple hecho de que la Elite pueda controlar a los Entrenadores tal y como ellos hacen con sus Pokemon. ¿No lo ves? ¡Es un plan maestro!

     Tanta locura me perturba.

     —Los humanos y los Pokemon merecen ser libres —sigo diciendo—. ¡Sin ataduras de ningún tipo y sin estar atrapados dentro de una Pokebola!

     —Kim, basta ya —interviene Onyx acercándose a nosotros—. No tienes que hacer esto, existen límites y…

     — ¿Límites? ¿Vienes tú, Fox, a hablarme de límites?

     Con que ella es esa ex novia despechada que entregó a Onyx.

     Skyler tenía razón, pero pudo haber mencionado lo lunática que está ella en realidad.

     ¿Son estos los efectos de un corazón roto?

     —A nadie le importa realmente el plan que tiene tu jefe —interviene Sheryl con tono hiriente—. Jamie Harrison no es un objeto, es una persona. Una persona como tú, a la que han convertido en un monstruo. Si tanto desean crear a una bestia, ¿por qué no experimentan con otros miembros de la Elite?

     —Ustedes jamás lo comprenderían —responde ella—. Y ya que están tan decididos a resistirse ante nuestro poder, creo que todos podrían tener el mismo destino que esa chiquilla. Y tú —añade mirando directamente a James—, será mejor que te prepares. El hecho de que seas hijo de Russell, no quiere decir que vaya a tener piedad de ti.

     — ¿Qué? ¿Qué tiene que ver mi padre con todo esto?

     Mierda.

     Se lo ha dicho.

     Ella sólo suelta una fría carcajada.

     —No… No es verdad…

     James retrocede y me mira angustiado, con los ojos cubiertos por una capa de lágrimas.

     ¿Por qué ha tenido que enterarse de esta manera?

     —Tú… Decías la verdad… Era mi padre, el hombre que viste…

     No me queda más que asentir torpemente con la cabeza, la risa de nuestra enemiga se escucha con más intensidad.

     —Y… Lo que le hicieron a Jamie… Él lo permitió…

     —Harrison, por ahora te necesitamos en tus cinco sentidos —interviene Sheryl—. Cuando consigamos salir de vida de aquí, podrás pensar en tus planes de venganza.

     Pero James niega con la cabeza y retrocede un par de pasos más. Se cubre el rostro con ambas manos y respira agitadamente. Quiero abrazarlo, pero a la vez tengo miedo de acercarme a él.

     —Mi padre… Mi padre permitió todo esto…

     —James…

     Doy un paso hacia él, pero me mira con sus ojos encendidos en furia y no me queda más opción que retroceder hasta chocar contra Sheryl. James avanza hasta colocarse al frente de todos nosotros, me parte el corazón verlo reaccionar así.

     —Espero que no pretendas luchar contra mí, chiquillo idiota —sisea nuestra rival.

     — ¿Por qué no habría de hacerlo?

     Yo podría darle varias razones sobre por qué no debería, pero no encuentro las palabras para decirle algo.

     —Porque si quieres llegar a mí, tendrás que pasar antes encima de ella.

     Chasquea los dedos y Jamie, que hasta este momento estaba en los brazos de mi hermano, abre los ojos y salta para posarse enfrente de James. Su mirada es vacía, muerta, el suelo tiembla bajo nuestros pies como si hubiera caído un pesado yunque de hierro en el suelo en lugar de un ser humano.

     —Bien —accede James totalmente enloquecido.

     La ira debe ser incontrolable.

     No puedo juzgarlo, conmigo pasaría lo mismo si David estuviera en esa posición y alguno de nuestros padres hubiera sido tan cruel como para permitirlo.

     Pero ese no es el caso de nosotros… ¿Cierto?

     — ¡Flareon, ataca ahora!

     Contagiado por la ira de James, Flareon entra en la contienda. Pero contrario a lo que cualquiera esperaría, deja de ser tan dócil para encargare de la situación por cuenta propia.

     Jamie no tiene oportunidad de defenderse o de siquiera lanzar un primer ataque, pues es rodeada por las llamas que emanan del cuerpo de Flareon. Reconozco esa técnica pues es la misma que Flareon usó en mi contra cuando nos conocimos. James, aterrado, corre hacia Flareon cuando escucha los potentes gritos de Jamie.

     — ¡No, Flareon! ¡Detente! ¡Estás lastimándola!

     Pero Flareon no lo escucha pues parece que también ha enloquecido.

     De pronto escuchamos los correteos de esa mujer, la ex novia despechada de Onyx, que se aleja de nosotros a toda velocidad. Pero también podemos escuchar el sonido que producen más correteos y los motores de unos pocos vehículos. Vienen por cientos para atraparnos a todos, y son los gritos de Jamie los que llaman la atención.

     Flareon parece estar haciendo uso de todas sus fuerzas, pues el humo y el fuego emanan de cada pequeño rincón recóndito de su cuerpo. Pronto, el calor se vuelve sofocante y todo a nuestro alrededor se enciende en llamas. Las estructuras que hay cerca de nosotros comienzan a derrumbarse, tan aprisa que incluso parece irreal.

     Nos matará a todos si no se detiene ya.

     — ¡Flareon, basta!

     Pero los gritos de James no son suficientes para que Flareon desista, pues su ataque se vuelve mucho más potente. Jamie no deja de gritar para externar su agonía, creo que dentro de poco tiempo se apagarán sus gritos y veremos caer su cuerpo incinerado.

     — ¡¡Flareon!!

     Ese último grito sólo consigue hacer que Flareon lance una última oleada de destrucción que causa dos potentes explosiones alrededor de nosotros. ¿Qué es lo que está pasando con Flareon? ¿Por qué no puede detenerse?

     — ¡Detente, Flareon! —intervienen Diamond y Umbreon a la vez, pero ni siquiera sus voces funcionan.

     Tal parece ser que Flareon no tiene control sobre su propia fuerza.

     ¡Esto tiene que detenerse!

     Hay otra explosión que logra derribarme gracias a la onda expansiva y caigo al suelo con un par de cristales enterrados en el brazo derecho.

     — ¡¡Perla!!

     Mi madre corre conmigo para resguardarme y retira los cristales de las heridas rápidamente.

     Tengo que sacar a mamá de aquí, ella corre peligro al ser la única que no posee un Pokemon.

     Y de repente, todo parece ocurrir en cámara lenta.

     Diamond usa uno de sus resplandores para paralizar a Flareon y así detener sus ataques destructivos. Funciona, pues Flareon nos mira con angustia al darse cuenta de todo lo que ha provocado, además de no poder moverse del todo bien gracias a la parálisis. Pero el haber detenido los ataques de forma tan abrupta sólo ha causado que las explosiones terminen de derribar todo lo que hay a nuestro alrededor. Los cristales y escombros caen sobre nosotros y Mewtwo tiene que crear un campo de fuerza para protegernos.

     Pero si hemos salido ilesos… ¿Por qué mi madre tose y escupe un poco de sangre sobre mis ropas?

     — ¿Mamá…?

     No…

     No puede ser…

     En su espalda, clavada hasta el fondo, se encuentra una viga de acero cuya punta ha alcanzado a salir por el estómago de ella.

     — ¡¡Mamá!!

     Me aparto de ella para intentar ayudarla, pero ha dejado de moverse. Cierra los ojos y se queda quieta, como si estuviera durmiendo… Como si estuviera durmiendo con una viga de acero incrustada en el cuerpo.

     — ¡¡Mamá, despierta por favor!!

     Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos. Pronto deja de importarme todo lo que hay alrededor de nosotros. Lo único que me importa es mi madre y su sangre, que se ha quedado en mis manos luego de que intentara sacar la viga de acero de su cuerpo.

     — ¡¡David, ayúdame!! ¡¡Mamá está herida!!

     Pero la única respuesta que obtengo son esas manos que me toman por los hombros para hacer que me levante.

     — ¡¡No!! ¡¡Suéltenme!! ¡¡Tengo que ayudarla!!

     Ellos no escuchan mis súplicas. Sólo echan a correr, llevándome a rastras.

     Y lo último que alcanzo a ver, antes de perdernos en la oscuridad, es a aquellos miembros de la Elite que se acercan al cuerpo de mi madre y se la llevan lejos como si se tratara de un inservible costal de patatas.

     — ¡¡No la toquen!! —Exclamo sin importarme que descubran nuestra posición—. ¡¡Mamá!! ¡¡Mamá, despierta!!

     En mi interior sólo siento que algo se quiebra, que algo se rompe en mil pedazos tan pequeños que… Que será imposible que alguna vez pueda volver a juntarlos.

     

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