Capítulo XXVII
No puedo quedarme quieta, no dejo de caminar en círculos detrás de ese contenedor de basura que nos oculta. Liz debe permanecer agachada pues es más alta que yo. Pidgeot también ha estado inquieto, pero consiguió tranquilizarse luego de que Liz lo convenciera de echarse en el suelo para que ella pudiera acariciar su cabeza. Ahora incluso se ve soñoliento.
—Tengo que buscar a los demás —digo, Liz pone los ojos blancos—. Podrían estar en peligro y no tienen a sus Pokemon.
—Ya te lo he dicho, no podemos arriesgarnos a salir de aquí todavía —dice Liz—. Debemos esperar a que anochezca, así nos será más fácil movernos por aquí.
— ¡De cualquier forma, la Elite sabe que estamos aquí!
—No levantes la voz. Harás que nos descubran.
¿Cómo puede parecer tan tranquila cuando sabe en qué situación estamos metidas?
—Mamá tiene que estar en alguno de estos edificios, tengo que buscarla. Para eso he venido, para rescatarla.
—Tu madre debe estar en una celda de detención. Estará bien, David y tus amigos la protegerán.
— ¿Huelen eso?
La nariz de Diamond se mueve cuando él comienza a olfatear algo. Mewtwo se pone de pie igualmente y mira hacia el cielo.
—Sí… Yo también puedo sentirlo…
— ¿Qué cosa? —les pregunto.
— ¡Es Lucario! —Exclama Diamond—. ¡Está aquí! ¡Puedo olerlo!
La Pokebola de Flareon se mueve frenéticamente, como si quisiera salir para corroborar lo que ellos están diciendo.
— ¿Lucario? ¿Está con vida?
Y si él está con vida, significa que Sheryl…
—Algo le pasa a Pidgeot.
Liz tiene razón. De repente, Pidgeot ha vuelto a ponerse inquieto. Se mueve sin control, silba y agita las alas. Tengo que colocar ambas manos en su cabeza para detenerlo y hacer que me mire a los ojos. Es una técnica que siempre funcionaba con Ponyta cuando se alteraba, pasó muy seguido durante los primeros días que estuvo conmigo luego de atraparlo.
— ¿Qué es, Pidgeot? —le pregunto, él no quiere quedarse quieto—. ¿Qué te ocurre?
Pero él sólo silba y exclama ese sonido que suele hacer a la hora de querer comunicarse con nosotros.
Desearía que todos los Pokemon pudieran hablar.
—Pidgeot dice que hay problemas, dice que debemos salir de aquí.
— ¿Qué clase de problemas, Pidgeot? —insisto.
Y entonces él me mira fijamente a los ojos y así es como lo sé.
¡Es James! ¡Algo pasa con él!
Jackie baja de un salto de Talonflame para reunirse con nosotros. Jessica Crown la fulmina con la mirada y por el rabillo del ojo puedo ver que lleva ambas manos hacia su barriga de embarazada. Me parece que está al borde del llanto, pero lo oculta demasiado bien. Centra de nuevo su atención en Jamie, pero no se atreve a atacar.
Y por su propio bien, será mejor que no lo haga.
— ¡Me alegra encontrarlos con vida! —exclama Jackie.
—Es el comentario más pesimista que he escuchado —se queja Harumi—. ¿Pensabas que estábamos muertos?
—Conociendo a la Elite, que estén vivos es realmente impresionante —responde Jackie y ambas comparten una sonrisa.
Es extraño convivir con una Roosevelt, sonreír con ella e incluso alegrarte de que está en una pieza.
— ¿Dónde está Liz? —le pregunta David.
—Nos hemos separado, en estos momentos debe estar buscando a Perla.
La señora Cobby luce un poco aliviada.
— ¿Y qué hay de nuestros Pokemon? —pregunta Onyx.
—Liz se los ha llevado, deben estar bien. Por ahora, deben dejarme esto a mí.
— ¡Ni lo sueñes! ¡No permitiré que toques a mi hermana!
De pronto parece que todo desapareciera a nuestro alrededor y sólo quedáramos nosotros dos. Jackie me mira con indiferencia y habla con lentitud, como si quisiera dejar bien claras todas y cada una de sus palabras.
—Tu hermana los ha atacado. Si no la detenemos ahora, terminará por asesinarlos.
—Y si yo no te detengo a ti, entonces serás tú quien la asesine a ella.
—Lo único que intento hacer es protegerlos a todos ustedes.
—Nadie te está pidiendo que lo hagas.
— ¡Ya basta!
David se interpone entre nosotros y la tensión que se sentía entre Jackie y yo desaparece. Ella suelta un pesado suspiro y le hace una señal a Talonflame para que aterrice cerca de nosotros. Jamie permanece quieta, mirándonos con esos ojos vacíos y apagados.
—James, Jackie tiene razón —interviene Onyx—. Algo extraño está pasándole a tu hermana, pero no podemos permitir que nos ataque con semejante fuerza.
— ¿Qué cosa podría estarle pasando? —Exclamo desesperado—. ¡Jamie sería incapaz de atacarnos de esa manera! ¡Aún más: Jamie no tendría por qué poder hacer semejantes cosas como esas! ¡¿De dónde ha sacado la fuerza y la habilidad para lanzar ataques propios de un Pokemon?!
— ¿Te gustaría averiguarlo?
Esa voz nos hiela la sangre. Giramos lentamente para mirar a quien ha hablado y Onyx arruga la frente haciendo un gesto de reconocimiento.
— ¿Kim?
Esa chica está de pie detrás de Jamie y tiene los brazos cruzados. Y detrás de ella, aparece también otra chica. Ambas se notan eufóricas, enloquecidas… No creo que sea fácil vencerlas.
¿Qué tienen que ver ellas con lo que le ocurre a Jamie?
— ¿La conoces? —le pregunta Harumi a Onyx.
—Es Kim. Kim Kullier —responde él extrañado—. Salí con ella hace un tiempo.
— ¿Debo entender que lo que le pasa a Jamie es culpa de tu ex novia?
Me mira extrañado, él tampoco lo entiende.
Y esas dos chicas solamente ríen sin parar.
—Son Kim Kullier y Kathleen Lutz —explica Jackie—. Dos de los Ocho Líderes.
Mierda.
—Es increíble lo que se puede lograr cuando fusionas el ADN de un humano con el ADN de un Pokemon —comenta una de esas chicas y avanza un par de pasos hacia nosotros—. Solamente hicimos un par de experimentos con esa humana estúpida y con eso, conseguimos darle las habilidades de tres tipos distintos de Pokemon.
—Puede utilizar técnicas propias de un Pokemon volador, un Pokemon de fuego y un Pokemon planta —secunda la otra chica—. Impresionante, ¿no es así?
Comparten una risa que me hiela la sangre.
¿Qué mierda han hecho con mi hermana?
— ¡¡Esa es una aberración!! —Exclama la madre de Perla—. ¡¡Es sólo una niña!! ¡Su cuerpo pequeño y frágil no resistirá semejantes cosas!
—Jamie Harrison es nuestro nuevo juguete —le responden ambas hablando a la vez, la madre de Perla aprieta los puños con fuerza—. Y como todo juguete, habrá que tirarlo a la basura cuando esté roto y deje de funcionar.
—Ustedes… ¡¡Son unas…!!
Intento correr para golpearlas, pero los ojos de Jamie se iluminan con un potente resplandor de color púrpura que me detiene en el aire y congela todo mi cuerpo por un instante. Se me corta la respiración y caigo de bruces sintiendo una fuerte punzada de dolor en el pecho. Caigo de bruces resollando y tosiendo cuando los efectos de esa técnica desaparecen, David y Harumi me ayudan a ponerme de pie.
Ese par de lunáticas solamente ríe.
—Olvidamos decir que también tiene un poco del ADN de un Pokemon psíquico —dicen ambas a la vez y sus risas se transforman en maniáticas carcajadas—. Ahora, vamos a probar qué más puede hacer nuestro juguete.
Jamie provoca una fuerte explosión de fuego cuya onda expansiva es tan potente que sólo puedo asemejarla con un ataque lanzado por Flareon. Cuando nos recuperamos, veo que también la señora Crown y sus Pokemon han salido afectados por el ataque de Jamie. Ella ya llora desconsoladamente y presiona con fuerza su barriga de embarazada en la que, segundamente, ya tiene a un bebé muerto. Jamie avanza hacia nosotros lentamente y se prepara para lanzar un nuevo ataque, aprovechándose de que nosotros estamos indefensos.
No puedo atacarla, no puedo…
— ¡Oye, tú! ¡¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?!
Esa voz…
—No puede ser…
Sé que no estoy loco, Harumi y Jackie también la han escuchado. La señora Crown levanta la mirada igualmente y su rostro luce desencajado. Es una maldita.
— ¡Ataca, Gyarados!
Gyarados aparece y lanza una potente ráfaga de agua que Jamie consigue esquivar dando un salto. Pero, de cualquier forma, ese ataque sirve para distraerla. Aprovechando el momento, vemos a ese Pokemon de color blanco posarse frente a nosotros, a un lado de donde Talonflame está intentando levantarse luego de haber caído por la fuerza de la explosión. El Pokemon de color blanco extiende sus alas y suelta un silbido. Y la chica que va sobre de él, baja de un salto y se prepara para lanzar un par de Pokebolas más. Le dirige una mirada despectiva a la señora Crown y la aludida, mostrándose un poco herida, aparta la mirada. Esa chica entonces pasa un mechón de cabello por detrás de su oreja izquierda y se gira un poco para mirarnos y esbozar media sonrisa.
—Estás… Estás aquí…
Balbuceo, ella sonríe con más calidez y un dejo de superioridad.
—No van a librarse de mí tan fácilmente.
Fija su mirada en Jamie y esas dos chicas, que la miran a su vez con auténtico odio.
— ¡¡Vayan, Blastoise y Omastar!!
Los Pokemon salen de sus Pokebolas cuando ella las lanza y ambos adoptan una posición de pelea.
Sheryl está de vuelta.
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