Capítulo XXVI

     Pidgeot aterriza detrás de uno de esos edificios, en un callejón sucio y oscuro que, aunque resulte extraño, resulta ser un poco más acogedor que cualquier otro sitio dentro de La Sede. Bajo de su lomo de un salto y me sobresalta esa voz aguda que exclama a mis espaldas:

     — ¡¡Perla!!

     — ¡¡Diamond!!

     Me coloco en cuclillas para tomarlo en brazos cuando él llega corriendo hacia mí. Lo levanto y él, emocionado, acaricia mis mejillas con su nariz.

     — ¿Estás bien? —le pregunto.

     —Eso mismo he estado preguntándole desde hace quince minutos. No ha querido responderme nada en concreto, sólo decía que tenía que encontrarte.

     Cuando veo a Liz surgir de detrás de un contenedor de basura, corro para envolverla a ella también en un fuerte abrazo. Ella lo devuelve e incluso sonríe cálidamente.

     — ¡Perla, estás herida!

     Diamond se ha dado cuenta de la sangre que corre por mi nuca luego de los golpes que el Jefe de la Elite me propinó en esa oficina. No duele tanto en realidad, así que me encojo de hombros. Pidgeot se acerca a nosotros y mueve un poco su cabeza para acariciar mi rostro.

     —Estaré bien —le aseguro y me dirijo a Liz—. ¿Tú enviaste a Pidgeot?

     —En realidad, él se ha ido por su cuenta —me responde—. Cuando nos alejamos de los sujetos que los atraparon, Pidgeot salió de su Pokebola como si supiera que estabas en peligro.

     No puedo evitar sentir una enorme oleada de cariño hacia Pidgeot y parece que él siente lo mismo. Es increíble, ¿cómo pude no darme cuenta antes de lo mucho que ellos me quieren?

     — ¿Qué pasó con el Jefe? ¿Fue él quien se atrevió a lastimarte?

     —No ha pasado nada interesante —le digo encogiéndome de hombros, aunque todavía puedo sentir esas sucias manos sobre mis caderas—. Ese sujeto sólo ha dicho lo mismo que ya todos sabemos, que quiere conquistar el mundo y esas tonterías.

     —Y te ha golpeado.

     No es una pregunta, es una afirmación.

     — ¡Voy a asesinar a ese humano malnacido! —exclama Diamond enfurecido.

     —Tenemos que encontrar a los demás —les respondo a ambos—. Se los han llevado como prisioneros, ¿no es así?

     —A una celda de detención —responde Liz—. Jackie se ha ido a buscarlos, nosotras debemos esperar a que anochezca para movernos con más facilidad en la oscuridad.

     No creo poder esperar, pero creo que no queda más que aceptar el plan.

     — ¿Dónde está Jay? —le pregunto.

     —La muy cobarde ha escapado. La vi alejarse de Jackie cuando me separé de ellas.

     — ¿Jackie se encuentra bien?

     —A ninguna de nosotras le harían daño, la Elite piensa que estamos del lado de ellos.

     — ¿Y los Pokemon?

     Me hace una seña para mostrarme algo detrás del contenedor de basura. Ahí están todas nuestras Pokebolas, ocultas en el interior de una bolsa de tela. La única faltante es la Pokebola de Umbreon que debe seguir en manos de Jackie, además de la Pokebola de Lucario que no llegó con ninguno de nosotros. Mewtwo también está ahí, agazapado tras el contenedor de basura. Me dirige una intensa mirada y puedo ver el atisbo de una sonrisa en su rostro. Mis Pokemon salen para saludarme emocionados, Ninetales incluso coloca su cabeza junto a la mía de tal manera que parece estar abrazándome. Cyndaquil lame un par de veces mi mejilla.

     —No sé cómo haces que los Pokemon te quieran tanto —sonríe Liz.

     —Es algo que ella tiene —le responde Diamond—. Es algo especial en ella.

     Ahora que estoy de vuelta con ellos, y en compañía de Diamond, sólo me queda esperar a que sea hora de actuar. No estaré totalmente tranquila hasta que no tenga enfrente a James de nuevo.

     Me cuesta levantarme pues con el impacto de la explosión he quedado aturdido y con todo el cuerpo adolorido. Consigo levantar la cabeza y siento una punzada de dolor el costado izquierdo de mi cuerpo. No hay sangre, así que sólo debe haber sido un golpe causado por algún escombro. La nube de polvo no se ha disipado todavía, así que tampoco puedo respirar del todo bien.

     ¿Qué mierda ha sido esa explosión?

     ¿Dónde está Jamie?

     —James…

     Harumi se arrastra para llegar conmigo, tiene ensangrentada la mano derecha.

     — ¿Estás bien? —le pregunto.

     Ella asiente y yo consigo ponerme de pie para ayudarla a incorporarse. La madre de Perla es la primera en acercarse a nosotros. Me toma por los hombros y me da una leve sacudida.

     — ¿Estás bien, muchacho? —Asiento y ella se dirige a Harumi—. ¿Y tú, cielo? ¡Dios mío, estás herida!

     —No es nada —responde Harumi aunque esboza una mueca de dolor y la sangre sigue brotando de las heridas en su mano—. ¿Están todos bien?

     —Todos estamos bien —dice David que llega corriendo en compañía de Onyx.

     —No todos —dice Harumi y señala algo hacia la derecha con uno de sus dedos heridos.

     Jessica Crown está en el suelo, desesperada. Tiene ambas manos sobre su barriga de embarazada y parece ser que ha caído boca abajo. Corre un poco de sangre por sus piernas y ella está al borde del llanto.

     —No puede ser…

     La madre de Perla pasa junto a mí para acercarse a la señora Crown. La toma por los hombros para ayudarla a incorporarse, pero esa mujer la aparta con un fuerte manotazo que hace que David se acerque en defensa de su madre.

     — ¡No me toques! —Exclama enfurecida la señora Crown—. ¡No quiero que te acerques!

     —Necesitas ayuda, estás sangrando y…

     — ¡¡No quiero que pongas tus sucias manos encima de mí!!

     Es como si estuviera viendo a Perla y Sheryl con varios años encima.

     La madre de Perla se retira y David la escolta de vuelta con nosotros. No deja de mirar a la señora Crown pero tampoco se atreve a intentar ayudarla de nuevo. Si por mí fuera, la dejaría sufrir sola. Hemos visto cómo le ha importado un comino el paradero de Sheryl, ¿y ahora se supone que debamos sentir lástima por ella? Pero, tristemente, eso es lo que siento. Para ella sería devastador haber perdido a todos sus hijos, incluso al que aún lleva dentro de ella.

     — ¿Qué ha sido esa explosión? —pregunta David.

     —Era Jamie, mi hermana estaba ahí —le respondo.

     —Fuera lo que fuese, no tenemos a nuestros Pokemon para defendernos —interviene Harumi, aprieta los dientes pues el dolor de sus heridas debe ser demasiado—. Tenemos que irnos ya, aprovechemos la oportunidad para escapar.

     — ¿Escapar a donde? —Dice Onyx—. El plan era esperar a que Liz nos liberara.

     — ¿Cómo sabemos que esa explosión no ha sido causada por Liz? —insiste Harumi.

     —Por si no te has dado cuenta, esa explosión fue hecha para atacarnos —le responde Onyx con violencia y ella lo fulmina con la mirada.

     —Muchachos, no es momento de discutir —interviene la madre de Perla—. Lo importante es que todos están bien, que no están heridos de gravedad… —Ella rompe un trozo de tela de sus ropas para improvisar un vendaje en la mano de Harumi, a ella le resulta extraño estar recibiendo esas atenciones. Al terminar, la señora Cobby nos mira y añade—. Ahora que estamos fuera, debemos buscar a mi hija. ¡Ella no puede quedarse aquí!

     —Por supuesto que no puede —secundo y miro a los demás—. Necesitamos un plan para encontrar a Perla y a Jamie sin quedarnos tanto tiempo en este sitio.

     —Escapar de aquí no resolverá nada —dice David con violencia y me sujeta con fuerza por el brazo—. La Elite seguirá persiguiéndonos, a todos. Nada de esto se terminará así de fácil.

     —James, la única forma de que Perla, tu hermana, y todos nosotros estemos a salvo, es enfrentando a la Elite —dice Harumi—. No podemos salir de aquí hasta que eso no esté hecho.

     —Chicos, ustedes no pueden inmiscuirse en semejante asunto —interviene la madre de Perla horrorizada—. Son muy jóvenes para participar en algo así.

     —Usted no tiene idea de las cosas que hemos hecho en las últimas semanas —le respondo con una sonrisa—. Podemos hacerlo, señora Cobby. Sólo necesitamos reunirnos con Perla.

     —Ese es el plan, entonces —dice Onyx y yo asiento.

     Pero somos atacados por una fuerte ráfaga de aire y cuando nos recuperamos, vemos que Jamie ha aparecido nuevamente. Su cabello vuela como si la ráfaga de aire estuviera desprendiéndose de su cuerpo.

     —Imposible… —dice Harumi dando un paso hacia el frente—. ¡James, es ella quien nos está atacando!

     — ¿Qué?

     —Las técnicas están desprendiéndose de su cuerpo —explica Harumi.

     —Pero sólo un Pokemon sería capaz de crear ataques de semejante potencia —interviene David.

     No puede ser… ¿Qué mierda han hecho con mi hermana?

     —Yo me encargaré de ella.

     La señora Crown no puede caminar del todo bien, pero igualmente avanza para colocarse frente a nosotros y la vemos sacar un par de Pokebolas de debajo de sus ropas. Libera a un Swanna y a un Poliwrath que adoptan posiciones de pelea… ¡Que esa mujer no se atreva a lastimar a mi hermana!

     Pero entonces llega una esfera de fuego desde el cielo que se impacta en la tierra de nadie que nos separa de esa Jamie cuyo cabello sigue levantándose por el aire. Levantamos la mirada y vemos a Jackie, montada en su Talonflame y sonriéndonos como si estuviera contenta de encontrarnos vivos.

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