Capítulo XXII
¡Eh, hola!
Tengo unas cuantas cosas que decirles antes de pasar al capítulo de hoy:
Primero que nada, quería avisarles que ya pueden hacer sus preguntas para la siguiente entrega de El Elenco Responde, tengo pensado hacer tres de esas secciones antes del final de la historia, además de que haremos otra dinámica con los personajes que en unos días más les estaré explicando. Las preguntas las pueden dejar en los comentarios de este capítulo exclusivamente, ya que sólo tomaré en cuenta las que hayan puesto aquí o las que hayan dejado en la última sección dedicada a esto.
Segundo:
Como ya les había comentado en una ocasión, inscribí dos de mis historias en Los Premios Watty 2014. ¿Qué son los Watty? Bueno, para quienes no lo sepan, es un concurso de popularidad donde inscribes historias que escribiste en el plazo de un año o menos. El asunto es que toman más en cuenta la cantidad de votos, leídos y comentarios que la calidad del escrito en sí, así que estoy en un poco de desventaja en ese aspecto. Las historias que nominé fueron La Violinista en la categoría de Misterio/Suspenso, y Digimon R3 en la categoría de Fanfiction de Anime. Desgraciadamente, son las historias que tienen menos audiencia de entre todas las que tengo y es por eso que quiero pedirles un favor enorme: Sólo les pido que vayan a estas historias, las lean, me regalen un voto y un comentario en cada capítulo. No pido mucho, sólo un empujoncillo para llegar a tener la posibilidad de quedar como finalista. Es totalmente gratis votar y comentar (?), y si se pasan por las historias y me dan su apoyo, les estaré eternamente agradecida. Les dejaré esta vez La Violinista en el Vínculo Externo, será sólo esa pues no se pueden poner dos links. Ya que no todos lo pueden ver, entonces los invito a pasarse por mi perfil y ahí encontrarán las dos historias que nominé para los Watty.
Gracias por su atención c':
El aerodeslizador aterriza y el suelo frío y metálico bajo nuestros pies vibra durante un par de segundos hasta que los motores se apagan. Aún no podemos ver nada, seguimos atrapados en la oscuridad del interior de este lugar. No se escuchan voces, tampoco hay pasos que se acerquen a nosotros. Eso es todavía más inquietante que saber en dónde estamos. Tengo a Diamond en brazos, deseando que no nos separen a la hora de sacarnos de aquí. James rodea mi cintura con un brazo y David está delante de mí, como si quisiera protegerme. Sabiendo cómo arregla la Elite los problemas, desearía estar yo delante de él. Sólo en caso de que esos sujetos decidan recibirnos con una ráfaga de balas. Así, sería yo la primera en caer cuando comience a correr la sangre.
Un estruendoso sonido se escucha antes de que las puertas de aerodeslizador se abran frente a nuestros ojos y nos dejen cegados por la luz del sol. Se escuchan algunas voces y los inconfundibles gruñidos de algún Pokemon de tamaño descomunal. Cuando recupero la visión, o al menos eso parece, sólo puedo ver siluetas humanas recortadas por la potente luz.
—Atrápenlos.
Es la voz de una mujer. Pronto sentimos manos que nos sujetan para obligarnos a salir del aerodeslizador. Presionan con demasiada fuerza, uno de ellos dobla mi brazo derecho hacia atrás como si quisiera romperlo. Eso hace que Diamond caiga al suelo y suelta un amenazador bufido cuando alguien lo toma por el pellejo para levantarlo y lanzarlo dentro de un costal que luego lanzan al suelo para que otro sujeto le dé una fuerte patada como si se tratara de un balón de soccer.
¡Nadie va a tratar a mis Pokemon con brutalidad!
— ¡Oye, tú, maldito bruto salvaje! ¡Métete con alguien de tu tamaño!
La única respuesta que obtengo es un fuerte puñetazo en mi estómago que me roba el aliento y me hace caer de rodillas.
— ¡Suéltenme, idiotas!
Liz se libera del agarre de esos sujetos y avanza a grandes zancadas hacia la multitud.
— ¡Es indignante que me traten así cuando he sido yo quien los ha ayudado a atrapar a Cobby y a sus amigos!
—El Jefe ha dicho que tú estabas del lado de ellos —responde la mujer.
Ahora puedo verla mejor. Es pelirroja, muy hermosa y no parece mayor de veinticinco años. Va vestida de negro, con ropas de cuero y gafas oscuras.
—Pues claro que iba con ellos, tenía que ganarme su confianza para que hicieran lo que yo quería —devuelve Liz furtivamente.
La mujer pelirroja evalúa la mirada de Liz, los demás sujetos aprovechan ese momento para someternos y colocarnos frías esposas en las muñecas. A Jay y a Jackie las tratan con más delicadeza para separarlas de nosotros, Jackie nos mira con un dejo de culpa por recibir un trato mejor que el que nos están dando a los demás. A nuestros Pokemon los encierran en costales, como el que tiene a Diamond dentro, y los lanzan lejos con saña. Escudriñan nuestros cuerpos para quitarnos todas nuestras Pokebolas, así como esos hombres sucios y libidinosos aprovechan para tocar ciertas partes que no deberían. Intento lanzarme sobre uno de ellos cuando pasa sus sucias manos sobre mis pantorrillas, pero otro le da un tirón a mi cabello para reducirme.
Me siento inútil.
—Están limpios, señorita Lutz —dice uno de esos sujetos con voz grave.
A todos nos han dejado en fila india frente a ella. Tenemos las manos sujetas con las esposas tras la espalda. Nos vemos tan… Débiles.
— ¡No te atrevas a dañar a nuestros Pokemon! —exclamo, James y David me miran con severidad.
—A tus Pokemon no les pasará nada mientras tú cierres la boca, niña —responde ella con su voz fría y me mira con superioridad—. Eres Perla Cobby, ¿no es así?
—Sí.
Y me siento orgullosa de ser quien soy.
—Nos has causado muchos problemas con tu rebeldía, Perla Cobby —sigue diciendo ella y se cruza de brazos—. ¿Estás consciente de por qué estás aquí?
—Porque a tu Jefe le aterra enfrentarse a mí directamente.
Voy a morir, lo sé. Pero no voy a retractarme.
—Estás de suerte —dice ella—. El Jefe quiere verte.
—Ya era hora de que se dignara a hacerlo.
Creo que estoy hablando de más.
—Hay maneras de cerrarte de la boca, Cobby. El Jefe encontrará la manera de hacerlo. —Mira al resto de esos sujetos y añade—: Cobby con el Jefe, el resto a las celdas de detención. ¡Llévenselos!
— ¡No! ¡Perla!
— ¡¡James!!
Alcanzamos a juntar las puntas de nuestros dedos antes de que esos hombres se lo lleven a rastras. Nos llevan por caminos distintos, ninguno de nosotros deja de forcejear pero eso no basta para hacer que nos liberen. Sólo alcanzo a ver a Diamond asomando la cabeza por ese costal, y la sangre que corre por su mandíbula es lo último que presencio antes de que me obliguen a mirar hacia el frente.
Se los han llevado. Perla y James no dejaron de gritar en ningún momento, sus voces sólo se apagaron cuando ambos estaban demasiado lejos como para que pudieran seguirse escuchando. Esa malnacida, Kathleen Lutz, sonríe con malicia al verlos alejarse.
—Hiciste un buen trabajo, Mawson —concede, sus hombres comienzan a dispersarse.
—Sólo hice lo que tenía que hacer —respondo.
—En cuanto a ustedes dos, parece que toda la farsa ha ido de acuerdo al plan —continúa mirando a Jackie Roosevelt y Jay Jason—. ¿Cómo fue que se les ocurrió?
Jay guarda silencio.
—Era necesario, Cobby es demasiado crédula —dice Jackie.
—Eso ha quedado bastante claro —ríe Kathleen con malicia—. Espero que el Jefe consiga hacerla desistir de su rebeldía.
— ¿Qué harás con los Pokemon? —le pregunto, a Diamond tuvieron que golpearlo de nuevo pues tenía las intenciones de escapar.
—El Jefe no ha dicho nada sobre eso, sólo mencionó a Perla y sus amigos —dice Kathleen encogiéndose de hombros.
—Si no los encierras, escaparán —insisto.
—En ese caso, llévalos a los laboratorios —me ordena—. Ahí tendrán la vigilancia suficiente. Lleva también las Pokebolas de todos ellos.
—Eso haré.
—Y ustedes dos, vayan a darse un baño y descansen un poco —continúa Kathleen dirigiéndose a Jackie y Jay.
Jackie asiente, Jay se abraza a sí misma cuando Kathleen se retira.
Yo sólo intercambio una mirada con Jackie y tomo los costales donde están los Pokemon, así como las Pokebolas que fueron confiscadas, para retirarme del lugar.
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