Capítulo LX
El bloque narrado por Sheryl deben leerlo escuchando la canción que les dejé en Multimedia.
Disfruten el capítulo *-*
Es difícil pasar por los rellanos entre cada bloque de escaleras, pues en las puertas que conducen a los pasillos hay una pequeña ventana a través de la cual puede verse el interior de esos pasillos que aún no han sido consumidos por el fuego. En todos ellos hay miembros de la Elite, sujetos ataviados con sus ropas oscuras. Corren y llevan sus Pokebolas en mano como si fueran a enfrentarse a un ejército. No podemos enfrentarlos a todos. Abatir a un par de ellos sería sencillo, bastaría con un ataque de Diamond para abatirlos y ellos caerían inertes al suelo, con el humo emanando de sus espaldas. Sin embargo, no podemos llamar la atención o seguramente terminarán dominándonos. Por esa misma razón es que Diamond y yo hemos decidido ser discretos, aprovechar la distracción para pasar desapercibidos. Sólo nos importa toparnos con ese hombre pervertido, el resto no nos importa. Así que bien pueden estar armados y demás, nosotros no los provocaremos.
No se escuchan pasos sobre nuestras cabezas y esos hombres no han salido por el bloque de escaleras. Supongo para ellos resulta estúpido usar una ruta que el fuego ya ha bloqueado, así que no les queda más opción que olvidarse de ella. Por lo tanto, sólo dos personas están recorriendo este camino: ese hombre y yo.
Me es imposible dejar de pensar en Sheryl. Cada peldaño que subo es un paso que me aleja más y más de ella. Es un paso que me impide llegar a tiempo para ayudarla en caso de que algo malo ocurra. No sé qué me importa más en este momento: vencer a ese hombre o el bienestar de mi mejor amiga.
Es difícil.
—Perla, ¿qué haremos si ese hombre ha escapado por la azotea del edificio?
¿Era necesario que Diamond hiciera preguntas tan difíciles?
Como sea, sé bien la respuesta aunque no esté segura de por qué estoy tan convencida.
—No se irá. Sabe que no dejaré de perseguirlo hasta encontrarlo.
—Pero él tampoco se detendrá hasta encontrarte.
—Si estaba dispuesto a pelear contra mí, eso significa que no pretendía escapar.
—Lo único que pretendía era aprovecharse de que estabas indefensa.
—Pues nunca lo he estado. ¡Y estoy cansada de que todos me subestimen!
Brillante.
Justo esto era lo que faltaba. Pelear entre nosotros.
Vamos, Perla. ¡Concéntrate! Piensa positivo.
—Oye, ¿esa es una puerta abierta?
Diamond tiene razón. Tres bloques más arriba hay una puerta abierta, una puerta que aún se mueve un poco como si alguien acabara de pasar por ahí.
Bingo.
—Vamos —le digo a Diamond y echo mano de una Pokebola antes de seguir subiendo.
Al atravesar la puerta nos topamos con que hemos llegado a la azotea del edificio.
¿En verdad hemos estado subiendo tanto?
Corre un viento frío aquí arriba. No quiero mirar hacia abajo por temor a que el vértigo me haga tener un breve lapso de cobardía. Sin embargo, las columnas de humo negro que suben hacia el cielo son la señal que necesito para saber que abajo aún siguen adelante con la lucha.
En realidad deseo que James esté ahí.
Cada paso que doy me hace sentir que ese sujeto está detrás de mí, como si fuera una aterradora fuerza invisible que me pisa los talones. Mi Pokebola la aferro con fuerza, estoy lista para lanzarla en cualquier momento. Las colas de Diamond danzan como si estuvieran de acuerdo con mis pensamientos.
Es aquí, este será el último campo de batalla.
—No lo veo por ninguna parte —susurro, las orejas de Diamond dan una sacudida al escuchar mi voz.
—No… —dice él con cautela—. Pero puedo sentirlo.
Yo también.
No sé cómo, pero una parte de mí sabe que ese hombre está cerca de nosotros. Es ahora cuando debo emplear toda mi concentración para evitar ser víctima de un ataque sorpresa.
Cada sonido, cada sensación, cada cosa puede hacer la diferencia.
Tal y como ese zumbido que se acerca peligrosamente a nosotros.
— ¡Perla, cuidado!
No hace falta que Diamond me alerte, pues antes de escuchar su voz ya me he lanzado al suelo para esquivar ese enorme bloque de concreto que pasa sobre mí y que se pierde cuando cae al vacío. Ni bien me he girado, aún en el suelo, Diamond lanza su primer ataque en la dirección de donde ha venido el bloque de concreto. El rayo de Diamond golpea a un Lunatone, que cae inerte al suelo con el humo emanando de su cuerpo.
Hemos descubierto el escondite de ese sujeto.
—Ataca de nuevo —le digo a Diamond.
Diamond acata la orden al instante y lanza otro resplandor que vuela en mil pedazos ese cubículo que conduce a una pequeña torre de vigilancia. A él lo vemos surgir cuando la nube de polvo comienza a disiparse. Va acompañado por un Malamar que avanza a su derecha.
— ¿Quién es el cobarde ahora? —le espeto, aprieto los puños con fuerza para infundirme valor.
Él ríe.
— ¿En verdad crees que he venido aquí para escapar, Cobby?
Se burla de mí.
Lo detesto.
—Espero que no haya sido su intención. Si escapa, lo buscaré cada día hasta que lo encuentre. No descansaré hasta haber hecho justicia.
No le doy oportunidad de monologar. Y Diamond tampoco. Libero a Ninetales de su Pokebola al mismo tiempo que Diamond lanza uno de sus rayos de luz. Ninetales ataca a su vez con una potente llamarada que sale de entre sus fauces. Ambas técnicas se fusionan en una sola, pero son bloqueadas por el Pokemon de ese sujeto. Malamar suelta un gruñido y se enfrasca en una batalla contra Ninetales, a base de mordidas y pisotones. Diamond se prepara para entrar en la contienda, pero yo se lo impido negando con la cabeza y mirándolo con expresión severa.
—No es tu momento, Diamond —le digo y él retrocede a regañadientes.
No quiero enviarlo a la pelea todavía, no mientras ese hombre no esté dispuesto a llamar a otro Pokemon.
Y no lo está…
Pero vaya que está dispuesto a enfrentarme con sus propios puños. De lo contrario, no encuentro otro motivo por el que él venga avanzando hacia mí. Diamond se pone en guardia pero yo le impido hacer un solo movimiento cuando avanzo a toda velocidad hacia ese hombre y lo acribillo con puñetazos en el pecho. Sus músculos son tan duros que mis manos aúllan de dolor con cada golpe, especialmente gracias a lo mucho que mis nudillos quedaron heridos tras nuestro primer encuentro. Él es considerablemente más alto que yo, así que no le cuesta dominarme. Me lanza con fuerza hacia atrás y yo caigo de espaldas. Diamond se dispone a atacar, pero yo se lo impido.
— ¡No, Diamond! ¡No necesito que lo hagas!
— ¿Cuánto tiempo resistirás antes de que corras a ocultarte como la bebé llorona que eres? —espeta ese sujeto.
Diamond se resiste y me mira, enfurecido e impotente.
—Ya no más —respondo y dejo que la ira se apodere poco a poco de mí—. Ya no soy una niña.
Acentúo mis palabras llamando a Ponyta, quien suelta un relinchido a la hora de salir de su Pokebola. Ese hombre libera a un Slowking.
Mierda.
No me importa, sé Ponyta es más fuerte.
—Si eso quieres, Cobby… Demuéstrame lo que tienes.
—No he venido aquí para impresionarlo.
El fuego de mis Pokemon choca contra las técnicas de los suyos. No es fácil para Ponyta y Ninetales, lo admito. Especialmente cuando esos Pokemon usan la k para esquivar los ataques. Sin embargo, lo que importa no son sus Pokemon. Es él.
Arremeto en contra de ese sujeto con un puñetazo en el que canalizo toda la fuerza que poseo en cada rincón de mi cuerpo. Diamond se ha unido a la pelea, ha costado hacer que se mantenga alejado de nosotros. Aunque su ayuda no me vendría nada mal, en definitiva quiero enfrentarme a esto yo sola. No quiero escapar, no quiero sentir miedo.
No quiero que nadie venga a salvarme esta vez.
Lugia aterriza a mitad de un sitio destruido, rodeado por miembros de la Elite que no se fijan en mí gracias a las condiciones en las que me encuentro. La sacudida provoca que a todo mi cuerpo lo recorra un doloroso espasmo.
Ahogando un grito, bajo de un salto… Bien, bajo desplomándome en el suelo.
No puedo mover más mi pierna, las energías que me quedan ya son mínimas y no creo poder resistir más tiempo.
Tengo que aceptarlo, por más difícil que sea. No puedo continuar con esto, no puedo hacerme la fuerte esta vez. El dolor ya es bastante malo estando quieta como para hacer que duela más si intento moverme. Pero igualmente consigo arrastrarme un poco, al menos lo suficiente como para encontrar un sitio donde recargar la espalda. Lugia se acerca a mí intentando ayudarme, pero yo niego con la cabeza para que no lo haga. No quiero que me compadezca, quiero que deje de mirarme como si estuviera convaleciente. Sólo necesito tomar un respiro. Estaré bien, sé que estaré bien.
—Sheryl.
Lucario sale de su Pokebola, enfurecido y angustiado. Es eso lo que quiere reflejar con esa mirada que me dedica, ¿cierto?
—Ven, te llevaré a buscar a Mewtwo —dice, sé que se compadece de mí.
—No te necesito, Lucario…
No necesito a nadie.
Blastoise, Golduck, Dewgong, Omastar, Gyarados y Vaporeon salen de sus Pokebolas para formar un corro alrededor de mí.
—No me miren así… Sólo debo tomar un respiro…
El dolor punzante en mi pecho ya es imposible de contener o de ocultar.
No puedo más…
Es hora.
—Quiero que… Quiero que ustedes escapen de aquí… —Me miran confundidos, no saben lo que les estoy diciendo—. No quiero que… No quiero que esos sujetos los encuentren y… Y los lastimen… Váyanse…
Vaporeon avanza hacia mí. Un par de sus lágrimas caen sobre mi regazo cuando sube y se acurruca asemejando a un cachorro.
Por favor, Vaporeon…
No me hagas esto…
—Vaporeon… Vete…
Él niega con la cabeza y oculta la cabeza debajo de sus patas. El resto tampoco quiere irse. ¿Qué mierda es lo que están esperando? No quiero… No quiero que me vean así…
—Ellos no se irán, Sheryl —dice Lucario, habla por todos y el resto asiente—. Son tus Pokemon, no puedes pedirles que te abandonen.
—Sí puedo… Los libero, váyanse…
Pero no lo hacen…
¿Qué más da?
En realidad, prefiero cerrar ahora los ojos y que lo último que sienta en la vida sea la piel de Vaporeon, así como los cuerpos de los demás que se acurrucan a mí alrededor. Que este lugar sea donde tome mi descanso eterno, acompañada de quienes se han convertido en más que mis Pokemon… En compañía de mis mejores amigos…
¿En qué estaba pensando cuando creí que era buena idea batirme en un duelo de puñetazos con un hombre que me dobla el tamaño, la edad y la masa muscular?
Maldita sea, mis labios duelen gracias a que ambos se han abierto por culpa suya. El sabor de la sangre es asqueroso, eso sin contar que no puedo toser gracias a que me ha dado una buena surtida de puñetazos en el pecho que me han dejado adoloridos los pulmones.
Decidido: Si sobrevivo a esto, tomaré clases de defensa personal.
Un puñetazo en el rostro es lo que ese hombre necesita para hacerme caer. Intento recuperar el aliento, pero sólo logro escupir sangre. Me hago un ovillo en el suelo cuando las patadas de ese hombre comienzan a destrozarme las costillas. Ponyta y Ninetales llegan en mi auxilio, combinando sus técnicas con un resplandor de Diamond que los Pokemon de ese sujeto consiguen bloquear. Mientras vuelven a enfrascarse en esa batalla, Malamar me toma por los tobillos y me lanza por el borde del edificio, sin previo aviso y sin darme la oportunidad de defenderme.
— ¡¡Diamond…!!
Mi voz se convierte en un eco y yo me dejo caer a los brazos de la muerte, que seguramente me recibirán con gusto.
Pero…
¿Qué es eso en lo que he caído?
Son… ¿Plumas?
—No creíste que te dejaría morir sola, ¿o sí?
Esa voz…
— ¡¡Jackie!!
Sí, es ella. ¡Es Jackie! ¡Y ha llegado sobre el lomo de Talonflame!
—Es hora de terminar con esto —dice y me dedica una mirada por el rabillo del ojo—. Eso, ¿cómo lo has conseguido?
— ¿Qué?
Estira una mano para tomar el manojo de llaves que antes obtuve de uno de esos sujetos abatidos. Mira la piedra roja durante una fracción de segundo y exclama:
— ¡Arriba, Talonflame! ¡Llévanos a la azotea!
Talonflame acata la orden y suelta un silbido. Jackie toma la piedra y la separa del manojo de llaves, que deja caer al suelo. La sostiene con fuerza y exclama, al tiempo que Talonflame sube a toda velocidad:
— ¡Perla, llama a Growlithe ahora!
Y lo hago sin dudarlo por un segundo. Jackie lanza la piedra roja y ésta, al hacer contacto con Growlithe, hace que su cuerpo sea rodeado por un resplandor de luz.
Ahora entiendo bien lo que sucede.
Así que salto del lomo de Talonflame para caer sobre mi Pokemon y así, volvemos al campo de batalla. Ese hombre me fulmina con la mirada y un poco de fuego se desprende del cuerpo de Arcanine.
— ¡No va a vencerme tan fácilmente!
Jackie y Talonflame se unen a la lucha, Diamond corre para encontrarse conmigo e intercambia una mirada de complicidad con Arcanine.
Bien, estoy lista.
La próxima persona que caiga por el borde, será ese sujeto.
Y esta vez, no volverá.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top