Capítulo 19: Anne Dagurah, guardiana de Suicune.

Anne:

Hace tiempo ya, cuando tenía catorce años vez vivía en una pequeña casa construida detrás del centro pokémon de ciudad Evergrande en Hoenn con mi madre, ella era la enfermera y yo la ayudaba en ocaciones.

Un día entró por la puerta un entrenador que parecía de mi edad, su cabello era negro y le cubría la frente y un poco de las cejas, sus ojos eran azul eléctrico y tenía una penetrante mirada, detrás de el había un Blaziken que parecía un poco herido, regresó el Blaziken a una ultrabola, luego se lo entregó a mamá sin decir palabra y se sentó a esperar mientras ella lo sanaba.

Probablemente me sentía atraída hacía el por el hecho de que no veía muchos chicos al vivir tan alejada de todo, pero igual estaba dispuesta a hablarle, justo cuando caminaba hacia el una chica entró por la puerta casi corriendo, su ropa estaba empapada (claro, la única manera de llegar a Evergrande es por agua) y había un Carracosta detrás de ella que parecía cansado.

Me detuve un momento a pensar y me dije a mi misma que sería mejor no intentar nada, después de todo no lo vería de nuevo.

Chico: Te tardaste...

Chica: Pues... Alguien -miró a su Carracosta quien estaba apenado- tuvo la idea de luchar contra un Tentacruel de camino...

Chico: Ja... Oye... Luego de participar, vamos al campeonato en Johto ¿cierto?

Chica: Pues yo si voy.

Chico: El premio... ¿Cual era?

Chica: Un pokémon legendario... Pero no revelaron cual...

Lo sabría pronto, más de lo que me hubiera podido imaginar.

Chico: Interesante...

Chica: ¡Mucho!

Yo los escuchaba hablar de sus estrategias para participar en la liga pokémon de Hoenn y que harían luego, concordaban en que irían a Johto para participar en el torneo por el pokémon legendario, aunque el chico no se veía muy entusiasmado al respecto.

Luego mamá volvió con la ultrabola del chico y el y su compañera se fueron hacia el camino victoria.

Desde ese momento decidí ser una entrenadora pokémon.

Después de horas de intentar convencer a mamá finalmente me dijo «Ve, y si en dos horas no tienes una medalla de gimnasio te quedarás aquí» ella estaba claramente segura de que yo no lograría nada importante en dos horas, lo vi en sus ojos, pero esa mirada que me lanzó sólo me dio más ánimo.

Sin decir más salí del centro pokémon y miré hací todos lados; Agua, agua y más agua, lo único que podía ver a la distancia era la entrada al camino victoria y sin pensarlo dos veces corrí hasta estar frente al túnel, ahí me di cuenta, jamás había entrenado un pokémon, y no tenía pokebolas y además era sabido que ahí había pokémon muy fuertes.

El tiempo corría, no podía volver sin haber hecho nada o me castigarían, yo no quería ser enfermera.

Me armé de valor y entré, un escalofrío pasó por mi espalda y se detuvo en mis rodillas haciéndome temblar, seguí caminando alerta a cualquier sonido que escuchaba y con un constante temor a lo que podía suceder, caminé hasta encontrar una pokebola la cual me guardé en el bolsillo y seguí caminando hasta que escuché un aleteo detrás de mi y me quedé paralizada del miedo.

Escuché el grito de un Zubat detrás de mi y me volteé bruscamente con un brazo extendido y sin intención lo golpeé con fuerza en la cara y este cayó al suelo aturdido, retrocedí lentamente para intentar escapar pero el Zubat recobró la compostura y voló hacía mi para atacarme, todo lo que pude hacer fue tomar una roca y lanzársela lastimando una de sus alas, el Zubat cayó al suelo y chilló de dolor, es chirrido me estremeció, después de catorce años de vivir en un centro pokémon acababa de lastimar a uno.

Sin pensar dos veces lo tomé en brazos y corrí afuera de la cueva, entré por la parte de atrás al centro pokémon y sin que mamá me viera sané al Zubat con pociones.

Anne: Lo siento tanto... -dije en voz baja para que mamá no me escuchara-.

Un enérgico "¡Zuuubaaat!" salió del pequeño murciélago cuando terminé de sanarlo.

Fui de nuevo a la cueva para liberar al Zubat y ya ahí no se quiso apartar de mi, sin importar lo mucho que intenté alejarme siempre me seguía, me tomó un poco comprender que le agradaba.

Anne: Ahora, ¿puedo atraparte?

Dejó escapar otro enérgico "¡Zubaat!" y lo comprendí al instante, saqué la pokebola de mi bolsillo y con suavidad presioné el botón contra su cabeza y esté quedó capturado sin resistencia alguna, por lo menos ya tenía un pokémon, ahora debía entrenarlo.

Respiré profundo y caminé hasta encontrar un Meditite el cual estaba descansando, parecía ya estar herido de otra batalla pero al sentir nuestra presencia se puso en pocisión de ataque, no tuve mas opción que luchar.

Anne: ¡Zubat, ataca! -Zubat voló hacía el Meditite y lo mordió en el brazo, pero este usó Palmeo y lo dejó muy herido-.

Intenté correr hacia Zubat pero el Meditite me lo impidió y cargó una esfera de un color rosado y la lanzó hacia Zubat, pero este se levantó a tiempo y la evitó.

Anne: ¡Zubat, Ataque Ala! -las alas de Zubat se iluminaron y arremetió  contra el Meditite dejándolo aturdido- Ahora ¡Mordisco! -lo mordió y lo hizo chocar contra una roca para finalmente derrotarlo.

Tomé a Zubat en brazos y le di una poción, luego fui a buscar más pokémon para entrenar...

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