II. Capítulo 23: Bajo el manto lunar

Zarky observaba el cielo en silencio. A su espalda, en la cama, unas vendas cubrían un Vaporeon dormido. Las vendas estaban manchadas de sangre.

La Glaceon sentía una frustración muy grande y un miedo que poco a poco se iba yendo .

Hace tan solo unas horas, Isaac podría haber muerto

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-Rápido no tenemos mucho tiempo-  Myriam había puesto el cuerpo atravesado y ensangrentado de Isaac sobre la mesa del comedor.

Tomó el botiquín y desinfectó las heridas.

-No sobrevivirá- dijo Zarky sombría.

- Lo hará. Su cuerpo sana con agua- respondió concentrada Myriam- Trae agua.

Zarky fue a la cocina y cogió uno de los cubos de agua llenos que había recogido Ikena la otra vez.

Myriam con mucha habilidad comenzó a operar a Isaac con cuidado. Retiraba la sucediad de las heridas con las pinzas y pasando un trapo con agua que, al entrar em contacto con el Vaporeon, comenzaba a regenerar el tejido.

- Gracias al Acua Aro que hizo, el agua cauterizará las heridas e irá regenerando las células. Intentaré ayudarlo cosiéndole la herida.

-¿Qué pasa si ahora toma su forma líquida? - pregunto Zarky mientras con una pata acariciaba la cabeza de Isaac.

- Lo más probable es que muera debido a que los órganos se saldrían de las heridas y...

- No digas más- la interrumpió.

Volvió el silencio. Myriam entonces comenzó a vendarle todas las heridas con cuidado. la Glaceon se fue y la dejó.

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Zarky miró hacia el lugar de la batalla. El rastro de las huellas y sangre de ambos Pokemon hizo que recordara el momento en el que Ikena atravesó con sus garras a Isaac.

"¡Ya basta!"

Los recuerdos de aquel desenlace resonaban por su cabeza.

"Ellos nos lo arrebataron todo"

La voz de Ikena atravesaba su corazón

En cierta manera, tenía razón. Zarky también estaba involucrada indirectamente.

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Ikena estaba sentado en un arroyo. La luna iluminaba el claro mientras el se limpiaba con cuidado las heridas.

Odio.

Era lo que sentía.

Aly la había abandonado.

Los recuerdos de los cinco años que estuvieron ayudando juntos y haciendo crecer su relación tirados por la ventana por culpa de los mismos que causaron el fin de la civilización humana.

Su parte humana le decía que estaba exagerando. Pero su intuición animal le indicaba lo contrario.

Miró sus garras. La sangre de Isaac aún permanecía impregnada

Se lo merecía

Una parte de él estaba de acuerdo.

No tenías el derecho a quitarle la vida.

Muerte.

Eso es.

Se levantó adolorido. Sus ojos estaban hinchados de odio.

"Por Aly, por haberle lavado la cabeza con falsas ilusiones. Vas a sufrir lo que yo sufrí cuando estaba controlado"

Ya tenía el plan.

"Aly"

Con el paso torpe, se dirigió a un sendero que no llevaba a su casa y desapareció en la oscuridad de la nube que eclipsó la tenue luz lunar

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Aly contemplaba la luna a través de la ventana un piso más arriba del centro comercial. El resto ya se había dormido.

Suspiró se miró las patas. Su pelaje color crema estaba peinado con mucho mimo. Había aprendido ha apreciarlo. Acicalarse era una rutina para mantener el pelaje suave.

Miró otra vez al cielo, pensativa. Varias secuencias sucedían a toda velocidad por si cabeza, agobiándola. Ahora que tenía tiempo para mirar atrás en el pasado

Se sentía mal por su novio. Sabía que esa decisión marcaba un antes y un después. Lo había vuelto a ver antes de desaparecer.

Esa mirada. Ese corazón.

"Pero quiero seguir mis propias convicciones"

Por Dani. Por Sarah. Esas dos personas habían llegado tanto a su corazón. Le habían ayudado a encontrarse con si misma.

A aceptarse.

Amaba a Ikena, pero sabía que dependían emocionalmente el uno del otro. Demasiado. En su momento, tuvo dudas y buscó en la biblioteca del salón de la casa en busca de respuestas. Encontró un libro sobre relaciones matrimoniales, cosa que hizo que se ruborizara, pero decidió abrirlo por si acaso. Ahí se dio cuenta de que no era sano sentirse dependiente ya que Ikena, por mucho que la quisiese, no era lo único de su vida.

No era consciente del problema que era hasta que sintió la necesidad de evolucionar y tomar sus propias decisiones.

Al pensar eso, un escalofrío recorrió su cuerpo. El pensar en evolucionar hacía que su cuerpo se agitase, como si necesitara expulsar el fuego que tenía adentro. Dar un paso para poder ser libre de esas cargas

La Braixen se abrazó.

Tenía miedo. Le había dicho a Ikena que no evolucionaría con la intención de volver a ser humanos para vivir una vida normal.

Pero ya no quería eso.

Ahora le gustaba ser una Braixen. Demasiado. Más de lo que querría reconocer.

Sonrió a si misma mientras otro escalofrío recorría su espalda.

Le encantaba su pelaje, su cola, su hocico. Todo. Tener la posibilidad de usar fuego a su voluntad era una experiencia increíble. Al principio no estaba cómoda. Se negaba a sí misma. Rechazaba su imagen y se excusaba con la esperanza de que algún día sería mala.

La Braixen entonces recordó una conversación que tuvo con Dani

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Hace 5 años.

Aly había tenido una mala noche. Otra vez el pelaje le estaba molestando.

Hacía frío y había cogido un abrigo y una bufanda. Se miró al espejo del vestíbulo.

Una Braixen la miraba de frente. Apartó la mirada, se sentía estúpida.

Comenzó a caminar hacia el bosque.

"Puede que un paseo despeje mi mente"

No podía dormir. Los recuerdos de su madre y ella siendo transformados y siendo secuestrada le asolaban. No era la única noche pero no podía evitar estar pensando en ello y su imagen le recordaba todas esas escenas.

Aly se acercó a unos pedruscos y se quedó mirando hacia arriba. Había un viento que mecía suavemente los árboles. De pronto, una piedra cayó de lo alto del pequeño resalto. Con curiosidad, ella subió intentando engancharse entre las rocas y raíces de aquel resalto.

Se sorprendió cuando al saltar, si impulso tanto que casi pierde el equilibrio. Al agarrarse, pudo coger una rama y no resbalarse. Luego, comenzó la pequeña escalada.

Tras unos cuantos esfuerzos, llegó a la ladera de una montaña en donde algo se movía en medio de un descampado, de un lado para otro.

Aly se acercó en silencio, intentando hacer el menor ruido posible. De repente la figura se paró y la silueta miraba hacia ella fijamente. Luego comenzó a acercarse.

La Braixen preparó su huida y miró hacia atrás. Entonces sintió algo en su cola. Dándose la vuelta, un Dustox pequeño había aterrizado en su palo. Con un respingo, tomó el palo y comenzó a agitarlo mientras cerraba los ojos, asustándose. Al abrirlos vio que este echaba fuego.

Se dio la vuelta y la silueta estaba a su lado. Era un Lucario. Aly se asustó y lo golpeó con el palo ardiendo.

-¡Ay!- se quejó una voz masculina familiar

- ¿Dani?- preguntó Aly

La luz reveló la figura de un Lucario. Aly se disculpó. Dani le sonrió y no le dio mucha importancia.

-¿Qué haces aquí? - preguntó Aly

- Entrenar- contestó el Lucario.

-Ah, y... ¿por qué?- quiso saber la Braixen.

Dani se sonrojó y con una sonrisa tímida respondió:

- Mi cuerpo me lo pide. Es como una necesidad.

La Braixen torció la cabeza. Dani sonrió y continuó:

- A ver, cómo explicarlo. Es algo interno; es como un instinto... Algo que necesita explotar contra algo...

Aly se quedó perpleja.

-Algo natural como cuando tienes que meter el palo en tu cola- dijo señalando el palo y luego la cola de la Braixen.

Aly no pudo contener la risa y empezó a reírse. Dani no pudo evitar sonreír también.

-En fin,- Dani intentó cambiar de tema- ¿tú que haces aquí?

-Intento despejar mi mente- contestó ella.

-¿Qué es lo que te preocupa?

Un pequeño silencio y un suspiro.

-Dos cosas: Ikena y esto- dijo señalando su cuerpo entero.

-¿Qué tiene de malo?- preguntó el Lucario

-¡¿Por qué he tenido que crecer tan rápido?! Es decir, mis pensamientos y mi forma de ver el mundo han cambiado de la noche a la mañana. Es como si ya hubiese pasado el tiempo que debería para ser casi una adulta. ¡Y solo hace unas semanas era una niña! - tomó aire y se tranquilizó- Siento que he perdido una parte importante de la vida y ahora no sé cómo actuar ni cómo comportarme.

Hubo un pequeño silencio. La Braixen se frotó las orejas.

- ¿Por qué tenía que ser una Braixen?- pensó en voz alta.

- Aly...

-No pasa ni un día en el que piense que esto es un mal sueño y que despertaré; y todo volverá a ser como antes. Estas cosas no pasan en la realidad.

-Aly...

-Además también siento que con Ikena he ido demasiado rápido y, aunque no me importa que sea un Zangoose; en el fondo sé que somos humanos y por eso he querido salir con él, pero es cierto que yo...

-¡ALY! - exclamó Dani sacándola de sus pensamientos.

La Braixen dio un respingo y se quedó mirándole; los ojos a punto de llorar.

-No sé qué hacer... Estoy perdida y echa un lío- dijo antes de empezar a llorar.

Dani entonces suspiró y se acercó a ella, abrazándola. Entonces Aly sintió el pelaje del Lucario y quiso apartarse; pero Dani le agarró con fuerza y murmuró:

-Déjalo ir.

Dani se quedó en silencio mientras dejaba que Aly soltase lo que estaba conteniendo. En el llanto y abrazado a él sentía como la carga que llevaba encima iba menguando.

-No me gusta quien soy, odio en lo que me he convertido. Mamá ahora no está y estoy sola... No quiero ser un Pokémon... No lo soy... No...

Dani dejó que se fuera calmando. Se soltó del abrazo y se secó las lágrimas.

-Me suena que esto ya lo hemos hablado- dijo Dani.

-Supongo... No lo sé...- respondió la Braixen entre ahogos.

-Recuerda que tú sigues siendo quien eres a pesar de cómo seas por fuera. ¿Has crecido? Sí. Ahora ves el mundo de una forma diferente. Sientes muchas dudas en tu cabeza y las quieres disipar y volver a ser cómo eras- Dani miró a la luna- cada día te miras al espejo y sientes que los cambios no te favorecen; que nadie va a entender tu dolor; o que te van a rechazar por cómo eres.

-Pero nadie ha cambiado nunca de especie...- interrumpió la Braixen.

-¿Pero acaso eso hace que dejes de ser tú?- contraargumento Dani- ¿Quién eres?

Aly se detuvo a pensar.

-Eres Aly seas humana o Braixen- respondió Dani- tú no has elegido cómo vas a ser ahora; pero con lo que eres, aprovecha lo que tu cuerpo te da en cada momento aunque lo odies porque sino nunca estarás conforme.

Hubo un silencio.

Dani se puso en pie.

-Yo tampoco he pedido ser esto, pero a su vez es cómo que dentro de mí había una pequeña ilusión de hacerlo. Sé que no es igual,  pero adaptarme es mucho mejor que amargarme.
Pienso también en mi familia... - continuó el Lucario- los echo de menos y quiero intentar volver; y si no me muevo, no voy a comprobar si voy a poder regresar o no... y agradezco vuestra ayuda.

-Siento que somos los protagonistas de una historia por lo que nos ha pasado...- La miró con tristeza y continuó- pero a veces siento que este es mi destino y que el Dani de la Tierra ya no volverá; aunque me aferro a la esperanza de que volveré. Tengo miedo...- su rostro se volvió un poco sombrio y nostálgico- tengo la duda de que a lo mejor no tenemos nada que hacer aquí; así que evito pensarlo para mo abrumarme y dejar que pasen las circunstancias...

-¿Cómo? - preguntó Aly- no dejas de contradecirte.

Dani rió.

-Porque... ¿y si sí? - contestó- ¿y si a lo mejor nosotros estamos destinados a volver? Y dentro de ese problema encontramos una serie de consecuencias que pueden dar a una gran historia.

Aly se quedó pensativa. Dani suspiró y continuó:

-Cada uno somos quien somos y aunque el mundo nos diga qué hacer, somos capaces de tomarlo y reinventarlo... Adaptarnos y seguir viviendo.- luego la miró fijamente- No es fácil, pero no es imposible. Esto puede ser una oportunidad para crecer y ver nuestro potencial.

Aly se ruborizó. No sabía que contestar. Dani la sonrió.

-Bueno, vamos a pelear ya que estás aquí.

-¿Cómo?

-Sí. Así te puedes desahogar un poco.

Aly se levantó.

-Esto... gracias por escucharme - murmuró

El Lucario sonrió

-De nada. Y una última cosa: yo también tengo miedo, pero- juntó sus patas y empezó a formarse un hueso- por el momento vamos a ver cuál es nuestro límite ahora. Y por cierto...

-¿Qué? - preguntó la Braixen

-No necesitas esa bufanda. Ya tienes un pelaje que te abriga.

Aly se quedó pensando. Era verdad. El pelaje aislaba bastante bien el frío. Dejó en el suelo la bufanda y se fue con el Lucario a entrenar en la oscuridad de aquella noche.

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En el Valle, en el barranco, en la roca en la que se encontró a una Eevee cantando, Dani miraba el horizonte. Casi todos los días, en la noche, se escapaba de su casa mientras todos dormían.

-Dani, aquí estoy- la voz de Fir le sacó de sus pensamientos.

Dani se giró.

- Siento que algo no va bien.

Fir miró en dirección a la Luna.

-Lo sé, pero no podemos salir de aquí. Además, ahora perteneces a este lugar. Sabes perfectamente por qué- Fir hizo un gesto de desaprobación

Dani suspiró.

-Lo cierto es... que una parte de mí aún conserva la esperanza de volver...

-¿Y que hay de Aria?¿De tus hijos?- preguntó Fir con seriedad- tienes una familia...

Dani sonrió.

-Quiero que vengan y regresar a por ellos; me gustaría que viesen el mundo. Es una ilusión que queda lejos... Aria se asustaría un poco- rió de forma alegre sumido en una ilusión - ahora que soy así quiero poder vivir junto a ellas - su rostro se ensombreció- pero no son mis únicos seres queridos... Y eso me carcome por dentro... - el Sylveon la miró con seriedad - puede ser que haya encontrado ya la forma de poder comunicarme con ellos.

Fir torció la cara

- Te he hecho venir aquí porque necesito decírselo a alguien.

Dani se levantó y la miró.

-Sígueme.

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