¡Los Rocket han vuelto! Una nueva Misty



Centro Pokémon de Ciudad Viridian...

En ese año que Misty había estado viajando totalmente sola, había aprendido muchas reglas de calle que tenía que seguir si quería sobrevivir por su cuenta, a raíz de su bloodline.

Una de las primeras cosas que aprendió era que las Enfermeras Joy y las Oficiales Jenny de todo el mundo no eran una amenaza. Aunque la mayoría de los médicos privados y los policías ordinarios, al ver algo que vagamente se pareciera a una bloodline, se rehusarían a ayudarla o incluso intentarían arrestarla, las familias de mujeres inexplicablemente idénticas no eran como la mayoría. Sin importar si entraba en sus lugares de trabajo con la más grave y extraña de las heridas, o si la declaración de algún testigo sugería que había ocurrido estando debajo del agua, nunca la ignoraban.

Quizás tuviesen un estricto código de honor respecto a ayudar a las personas necesitadas y servir a toda la gente de manera equitativa, Misty jamás les había preguntado. Así, para la primera persona a quien ella había visto aparte de sí misma con una bloodline, no había otro lugar a donde ir.

Misty, sentada en uno de los sillones de la sala de espera del Centro Pokémon de Viridian, sin nada que hacer mientras al chico al que trajo le curaban las heridas, excepto quedarse mirando fijamente la imagen que mostraba al trío de las Aves Legendarias de Kanto. Y también a Arcanine, clasificado como Pokémon "legendario" por ser el único ayudante de un distinguido y valiente caballero del Palacio Cameron, en la remota nación de Rota al norte de Ciudad Pewter, que con su fiel bestia fue capaz de derrotar a las Aves Legendarias que estaban bajo el control de un señor de la guerra que poseía una bloodline de tipo Volador. Este caballero después entrenaría a un joven aprendiz llamado Aaron.

Mientras se quedaba viendo la imagen sin prestar atención a nada más en el área de recepción, muchas preguntas sobre el muchacho invadieron su mente.

¿Quién era él? ¿Por qué tenía la sensación de conocerlo de alguna parte, pero no podía recordarlo con claridad? ¿Acaso era un asunto de bloodlines? Nunca antes había conocido a otra persona que fuera como ella, después de todo, y cualquier otro usuario de bloodline tal vez podría sentirlo familiar de alguna manera, o tal vez fuese algo más...

*GROOOOOANN*

El darse cuenta de que estaba hambrienta descarriló el tren de pensamiento de Misty instantáneamente. Había muchos, muchos problemas con el hecho de poseer una bloodline, y en opinión de ella, uno de ellos era tener un metabolismo superhumano y muy poderoso.

Eso además también explicaría el por qué las reservas de comida en la mochila del chico habían quedado reducidas a puros envoltorios vacíos y arrugados. No que ella planease robarle su comida a un chico que estaba lastimado ni mucho menos.

- Psy-ay-ay. [Ah, rosquillas, la cúspide de la civilización.]

Misty giró la cabeza hacia su derecha, para encontrarse con que Psyduck vaciaba sobre su pico una caja blanca con borde naranja y púrpura, cuyos contenidos eran, efectivamente, rosquillas.

- ¡Hey, no te las acabes todas tú solo! – gritó Misty, tratando de ver si todavía quedaba alguna rosquilla en la caja para ella... solo para encontrarse con que estaba vacía, y el pato lanzó un eructo.

- Duck, duck, duck, duck. [Oye, si te duermes, pierdes. Y por cierto, eso es lo último que quedaba de comida en el Centro Pokémon hasta mañana.]

Gracias a su bloodline, Misty podía escuchar y entender lo que decían los Pokémon de tipo Agua, a diferencia de otros que podían ser escuchados telepáticamente, pero a veces deseaba no tener que escuchar a "cierto" Pokémon de Agua hablar. Y esta era una de esas ocasiones. Con lo molesta que se sentía, Misty parecía estar lista para comerse vivo a ese fastidioso pato, pero afortunadamente este se salvó ya que en ese momento apareció detrás de la chica la oficial de policía, que se aclaró la garganta para llamar su atención.

- Misty. – la llamó.

La chica pelirroja detuvo su impulso de querer rostizar a su Psyduck con el calor de su furia, mientras se daba la vuelta para ver a la Oficial Jenny, que igual que todas sus parientes, era de cabello verde y llevaba su uniforme azul. Parecía algo preocupada.

- ¿Sí, oficial? – replicó Misty, mientras la oficial fruncía ligeramente el ceño.

- No puedo agradecerte lo suficiente por haber salvado a ese muchacho.

La parvada de Spearows de la Ruta 1 estaban entre los últimos vestigios de "Pokémon híperagresivos de los viejos tiempos", al menos según le había contado su madre (otra Jenny, que fue su antecesora). Aparentemente, todos los Pokémon en general eran agresivos hacia los humanos si no eran capturados, al menos hasta que la investigación del Profesor Oak hizo su efecto. Desde entonces, los Pokemon se habían vuelto mucho más tolerantes hacia la humanidad; la mayoría de las especies solo expulsaban a los intrusos de su territorio, y los dejarían en paz en caso de que estos usaran suficiente fuerza.

- Sin embargo, cuando fui a revisar el área donde los Spearows atacaron al pobre chico, y claramente eso fue lo que sucedió... ya todos habían desaparecido.

Misty parecía muy sorprendida al oír eso, ¿cómo podía ser posible? En el estado en que habían quedado, esos pájaros asesinos no podrían haber ido muy lejos.

(--0--)

Cuartel General del Equipo Rocket...

Era muy raro que Giovanni estuviese feliz de oír noticias del trío de Jessie, James y Meowth, pero hoy, era uno de esos extraños días. Normalmente, no harían otra cosa que incomodarlo con esa actitud alegre, o se atrasarían en cumplir con sus cuotas de Pokémon capturados, pero esta era una excepción a las acostumbradas irritaciones. Después de todo, una parvada entera de poderosos Pokémon de tipo Volador eran una adición bienvenida al arsenal del Equipo Rocket, y había más que suficientes de ellos para pagar su deuda actual, y un poco más en el futuro.

Por supuesto, esto solo quería decir que tendrían más tiempo para andar metiendo la pata, pero de nuevo, eso era normal para ellos.

El traje que llevaba el hombre era totalmente negro (a excepción de la insignia con la R roja en el bolsillo del pecho), y aunado a su cabello negro corto lo hacía ver todavía más siniestro, mientras observaba al dueto de uniformes blancos con guantes y botas negros compuestos por una joven pelirroja y un joven de pelo azul morado acompañados por un Meowth parlanchín. Los tres parecían muy nerviosos en su presencia, y el Persian que descansaba en el regazo del líder del Equipo Rocket parecía deleitarse con la miseria del Meowth. Giovanni decidió exprimírsela un poco más, traqueteando sus dedos lentamente y disfrutando como parecían temblar con cada golpeteo.

- Bien hecho. – habló finalmente, mientras el trío parecía estar listo para estallar en lágrimas de felicidad por ese simple y pequeño halago. Una mirada rápida los silenció antes de que tuvieran oportunidad de hacerlo.

El hecho de que parecían ser casi... antinaturalmente leales a él era una de las muy pocas razones por las que no los había ejecutado por sus fracasos. Aunque generalmente eran un trío de tarados incompetentes, siempre era valioso tener secuaces cuyas lealtades no flaquearan en su organización criminal, como una contramedida en preparación para los inevitables intentos de tomar el control de parte de los traidores. Aunque con ellos tres, eran menos material de "soldados leales que lo ayudarían a recuperar su poder", y más bien "peones desechables que se sacrificarían por él mientras implementaba sus planes de contingencia".

- El hecho de que le hayan dado al Equipo Rocket una excelente adición a nuestros recursos es admirable, pero todavía no hemos terminado. No hasta que el Equipo Rocket controle al mundo entero, y para lograrlo necesitaremos muchos, muchos Pokémon. Así que más vale que salgan y me traigan más.

El trío usualmente de torpes, pero a la vez ocasionalmente eficientes secuaces abandonó su oficina a toda prisa, murmurando algo sobre salir de cacería en Ciudad Viridian o algo de esa naturaleza.

- Ciudad Viridian. – murmuró Giovanni, pensando en el lugar donde se localizaba su gimnasio, que en aquellos momentos estaba cerrado por reparaciones. – ¿Sabes algo, mi querida mascota? Todavía puedo recordar la primera vez que puse un pie en Viridian. Era un entrenador joven, ingenuo y tonto. Me tardé tres días en llegar allí, los caminos eran horribles entonces.

(--0--)

De regreso en el Centro Pokémon...

Abriendo por un momento sus ojos, Ash casi podría jurar que podía ver la luz del arcoíris de Ho-Oh volando encima de él. Eso se suponía que sucedería en... Un momento, ¿en dónde estaba? Definitivamente no era una colina en la Ruta 1. Al aire libre no había tragaluces.

- ¡Pika-Pi! [¡Ash! ¡Oh, gracias a Arceus estás bien!]

Ash parpadeó cuando escuchó una... una voz junto a la de Pikachu. Se le hacía muy familiar, pero no tenía idea de quién era. Se levantó rápidamente, solo para darse cuenta de que había estado acostado en una cama de hospital, con Pikachu parado en la mesita de al lado, inclinando la cabeza.

- ¿Chu?

- Hola, compañero. – dijo mirando a su alrededor varias veces, solo para encontrarse con que no había nadie más en el cuarto que él y Pikachu. – Oye, ¿quién estaba aquí hace un momento?

- ¿Pi?

- Había alguien más en la habitación, lo escuché, y podría jurar que me sonaba muy familiar de alguna parte... – Ash de pronto se detuvo mientras miraba con más detenimiento el cuarto de hospital donde se encontraba. – Hum... exactamente, ¿cómo fue que llegamos aquí?

- ¡Pikachu-Pi!

- Yo te traje aquí. – habló una voz femenina que se le hizo conocida. Ash entonces vio a una chica pelirroja más o menos de su edad, que lo miraba fijamente desde la puerta.

Ash no estaba seguro del todo de quién se trataba, pero tenía la sensación de que la conocía, su voz, aunque algo diferente por la edad, le sonaba tan fuerte como las campanas usadas para invocar a Ho-Oh y Lugia, y lo suficiente como para perturbar a Giratina para que saliera de su espacio a acallarlas.

- Ahora dime... ¿nos conocemos de alguna parte? – le preguntó. – De alguna manera, tú y tu Pikachu me resultan familiares... ¿o tendré que sacártelo a golpes?

Ash parpadeó unos instantes, hasta que finalmente la reconoció. ¡¿Misty?!

No podía creer lo que estaban viendo sus ojos; esa chica bajita, enojona y poco femenina que era apenas un poco mayor que él, ahora era una chica alta, enojona y poco femenina que tenía un cuerpo esbelto y bien formado, comparable al de sus hermanas mayores. Por supuesto, hasta el propio Ash sabía perfectamente que comparar a Misty con sus hermanas, sin importar cómo lo hiciera, era estar pidiendo a gritos que le dieran una paliza.

Pero... ella no parecía recordarlo del todo, ¿por qué?

- "Podrás restaurar las memorias, pero no tan perfecta y limpiamente como esperaba otorgártelo." – Las palabras de Arceus resonaron en los oídos de Ash, al comprender por fin cuál era el problema.

Grandioso. No habría manera correcta de hacer esto. Podría mentirle y decirle que no la conocía, y entonces Misty se iría y nunca más podría volver a ver a su amiga. Si le decía que sí, ella querría saber cómo y entonces él tendría que mentirle, ella lo descubriría y le daría una bofetada. Y si le decía que la conocía gracias a una línea temporal alterna donde habían sido amigos... estaba bastante seguro de que la Liga Pokémon tenía cláusulas sobre la cordura en alguna parte de sus reglas.

Sin embargo, se salvó de tener que mentir o sonar como un demente, gracias a la enorme explosión que de pronto sacudió la recepción del centro.

(--0--)

En la entrada del Centro Pokémon...

- ¡Prepárense para los problemas, hoy estamos ardiendo!

- ¡Y más vale que teman, escuchen o los dejaremos hirviendo!

Misty y Ash salieron corriendo en dirección a las voces. El muchacho, que de algún modo se forzó a sí mismo a salirse de la cama a raíz del shock que le provocó la explosión, apenas en ese instante fue que recordó que fue en ese mismo Centro Pokémon que tuvo su primer encuentro con el Equipo Rocket. Casi había esperado que ellos no existieran en esta nueva línea temporal, ¿pero desde cuándo que la suerte se ponía de su lado?

El molesto trío apareció, aterrizó para posar frente a ellos, entrando por un agujero en el techo que no había estado antes en ese lugar.

- ¡Para proteger al mundo de la devastación!

- ¡Para unir a los pueblos dentro de nuestra nación!

- ¡Para denunciar los males de la verdad y el amor!

- ¡Para extender nuestro reino hasta las estrellas!

Misty se quedó viéndolos con total... confusión.

- ¡Jessie! – La pelirroja se veía igual que como Ash la recordaba.

- ¡James! – El peliazul estaba igual. Parecía que ninguno de los dos había cambiado. Por supuesto, tenía que decir eso para que Meowth resultara ser un Garchomp ahora.

- ¡El Equipo Rocket viajando a la velocidad de la luz!

- ¡Ríndanse ahora, o prepárense para luchar!

- ¡Meowth, así es!

Por suerte para Ash, su preocupación resultó estar infundada, pues el Pokémon gato rasguñador seguía siendo exactamente igual que antes. Entretanto, Misty solo se quedó viéndolos fijamente. De hecho no estaba tan confundida por el hecho de ver un Meowth capaz de hablar como humano que por el hecho de que fuesen... ellos, en general.

- ¿De verdad ustedes son reales?

- Somos mucho más que reales. – se jactó James. – Y hemos venido por cada Pokémon que haya en este centro. Pero hoy nos sentimos generosos, así que si tienen algunos Caterpies, pueden entrenarlos hasta que sean Butterfrees, usarlos para capturar más Pokémon, y así podremos volver para robarles más.

- ¡¿Ustedes roban Pokémon?! – Misty sonó totalmente... horrorizada ante esa sola mención.

Aunque Ash sabía que su... no, que la Misty original sin duda que se oponía a dicha práctica, la Misty que tenía enfrente iba mucho más allá de eso: sonaba como una madre a quien le acababan de decir que asesinara a su hijo recién nacido. Estaba realmente... furiosa ante la idea de que alguien robara Pokémon, y Ash no pudo evitar preguntarse por qué su odio parecía mucho mayor ahora.

- Oye, de algo hay que ganarse la vida, niñita. – dijo Jessie. – No todos podemos sobrevivir viajando por el mundo. Ahora, entréguennos todos sus Pokémon antes de que...

- ¡Ve, Staryu!

Jessie fue interrumpida cuando el Pokémon estrella voló hacia ella en un ataque de Giro Rápido golpeándola de lleno en el pecho. La atractiva pelirroja salió volando de espaldas contra la pared, estrellándose con un fuerte golpe. Por supuesto, Ash ya sabía que el trío tenía una sobrenatural habilidad para sobrevivir a todo lo que les enviaban y regresar una y otra vez por más.

- ¡AUCH! ¡Maldita mocosa, cómo te atreves! – exclamó Jessie, tomando su Pokébola. – ¡Ekans, dale una probada de tu ataque de Mordida!

- ¡Koffing, Embestida ahora! – gritó James arrojando también la suya.

Cada uno de los entrenadores dejó salir a sus Pokémon originales. ¿Qué había pasado con ellos de todos modos? Ash nunca lo supo. La serpiente púrpura, Ekans, se lanzó a clavarle los colmillos a Staryu, mientras el saco flotante de gas, Koffing, se lanzó a la carga contra Pikachu. Ash estuvo a punto de ordenarle a Pikachu usar Impactrueno, pero después de lo que pasó la última vez... bueno, mejor irse con cautela en caso de que la explosión pudiese matar a alguien (incluyéndolo a él).

- ¡Staryu, vuela a esa serpiente con Pistola de Agua!

Mientras Misty lograba hacer que su Staryu se quitara de encima a la serpiente con un ataque relativamente no-violento, Ash le ordenó a Pikachu usar Cola de Hierro. La cola del ratón adquirió un sólido brillo metálico, y Pikachu saltó hacia el saco de aire contaminado para darle un golpe directo, mandándolo a volar mientras a un conmocionado James casi se le caía la mandíbula.

- ¡Ekans, Ácido!

- ¡Pistola de Agua!

Los Pokémon de las dos entrenadoras femeninas intercambiaron sus ataques a distancia, con ambos colisionando en el medio con igual poder cancelándose uno al otro, mientras Meowth lograba ponerse por detrás de Pikachu.

- ¡Rápido, usa Cola de Hierro! – exclamó Ash. La cola de Pikachu volvió a brillar, pero luego se apagó.

- ¡Ja! ¿Qué pasa, problemas con tus ataques, amigo? ¡Déjame mostrarte cómo se hace, Golpes Furia! – Meowth inmediatamente le descargó una serie de ataques con las garras extendidas al ratón, pero al cabo de unos segundos, de pronto el pobre gato fue cubierto por un choque de electricidad estática.

- ¡PiPi-Kachuu! [¡Ja! Nunca uses un ataque con golpes múltiples de contacto contra un Pokémon con Estática, gato estúpido.] – Pikachu se tomó el tiempo para retornarle la burla al gato, aunque todavía hizo una mueca por los múltiples rasguños que le tiró encima.

- ¡Huy, cómo envidio... a los Persians... y su Flexibilidad! – tartamudeó Meowth en medio de su parálisis.

Ash parpadeó, esa voz otra vez. ¿A quién estaba escuchando? ¿Y por qué le parecía tan familiar?

- ¡Koffing, Ataque de Desechos! – ordenó James.

Pikachu esquivó apenas por los pelos la oleada de ese asqueroso fluido que salió de la boca del ya recuperado Koffing, flotando junto a James, y este a su vez, tomó un interés en el roedor.

- Ahora que me fijo, ese Pikachu no parece estar del todo mal. Podría valer la pena robárnoslo para el jefe.

- Koffing, el Pokémon de gas venenoso. Capaz de flotar en el aire con su cuerpo como un globo de aire caliente, Koffing es extremadamente volátil y explosivo al ser expuesto al calor y la electricidad. Estas explosiones tienen un índice de mortalidad de un 40%.

Ash se quedó mirando fijamente su bolsillo al oír que su Pokédex habló por su propia cuenta. Entretanto James, miró a su Koffing, después a Pikachu, y una expresión de pánico se apoderó de su rostro.

- ¡Oh no! ¡Alejen a ese horrible roedor de mi Koffing!

Ash y Pikachu intercambiaron miradas, y se sonrieron uno al otro. La sonrisa de Pikachu se tornó casi maligna al encarar de nuevo a sus dos enemigos, y soltaba unas chispas de sus mejillas, solo para agitarlos un poco. Tanto James como Koffing tenían miradas de terror en sus rostros.

- ¡Koffing, regresa! – El menos odioso de los miembros del Equipo Rocket rápidamente regresó a su Pokémon, queriendo protegerlo del muy real peligro del ratón eléctrico, mientras los dos héroes seguían sonriendo. – ¡Ja, ahora no podrás lastimar a mi Koffing! ¡Ahora te rendirás ante mi intelecto sup...!

- ¡Pikachu, Impactrueno! – gritó Ash sin dejarlo terminar de fanfarronear.

Una enorme descarga eléctrica salió disparada desde Pikachu directo hacia el pelimorado y el gato que seguía paralizado en el suelo, que al ser electrocutados comenzaron a retorcerse cómicamente de dolor. Jessie también terminó en la línea de fuego cuando su Ekans fue lanzada hacia ella por un ataque de Estrellas Veloces de Staryu, quedando las dos atrapadas en medio del ataque justo a tiempo para que la electricidad provocara una explosión. Por suerte para la inocencia de Ash, el resultado fue igual a como él lo recordaba: el trío simplemente salió volando hacia el cielo por el agujero en el techo que usaron para entrar.

- ¡¿Cómo diablos un ratón tan minúsculo tiene tanto poder?! – se cuestionó James mientras volaban, como si Ash de algún modo pudiese oírlos desde donde estaba.

- ¡¿Por qué diablos regresaste a tu Koffing, grandísimo idiota?! – gritó Jessie agarrando a su colega del cuello y estrujándolo. Meowth solo pudo mover la cabeza en negación.

- Porque tiene más miedo de perderlo que tú, pero tal parece...

- ¡QUE EL EQUIPO ROCKET HA SIDO VENCIDO DE LA MANERA MÁS HUMILLANTE! – gritaron los tres al mismo tiempo, y como siempre, se perdieron en la distancia hasta ser solo un pequeño puntito brillante.

La Enfermera Joy y Psyduck asomaron la cabeza por detrás del mostrador, habían estado escondidos allí durante todo el alboroto. Misty regresó a su Staryu, y le dio una mirada de enojo al pato por haber huido dejándola tener que lidiar con el Equipo Rocket sin ayudar en nada.

- Oh... ¿ya derrotaron al Equipo Rocket? Y yo pensando que tenía que llamar a la Oficial Jenny para que viniera lo más pronto posible. Qué tonta me siento. – dijo la enfermera un poco sonrojada, mientras cerraba el teléfono celular que tenía en la mano. – Tal vez ahora no tenga que mandar a reparar las baldosas de la entrada...

Las puertas del Centro Pokémon se abrieron bruscamente, al ser atravesadas por una motocicleta de policía, que frenó chirriando sobre las baldosas apenas deteniéndose antes de chocar contra el mostrador y justo enfrente de la Enfermera Joy, que solo pudo sudar una gota gorda.

- O quizás sí...

Sacándose su casco, la Oficial Jenny se sacudió su pelo verde y miró confusa a su alrededor.

- Y bien, ¿cuál es la emergencia? – preguntó, girando en todas direcciones en busca de cualquier cosa que estuviera fuera de lugar, antes de mirar hacia arriba y ver el agujero en el techo. – Oh, me imagino que tendrá que ver algo con eso.

- Un trío de secuaces del Equipo Rocket irrumpieron en el Centro, pero ellos dos les dieron su merecido. – explicó Joy, mientras la oficial volteaba a ver a los dos adolescentes.

- ¿Ustedes? Bueno, ese fue un gran servicio a la comunidad de Viridian. Si hay algo que pueda hacer para agradecerles por...

*GROAAAANNN* 

Misty se sonrojó sin poder dar una respuesta, pues su estómago eligió el peor momento para rugir pidiendo algo de comer. La Oficial Jenny se rio un poco ante esto.

- Vaya, ¿tienes hambre? Quizás no pueda darles la llave de la ciudad, pero puedo invitarles una pizza...

*GROOOOOOOOOAAAAANNNNN* 

Esta vez, el que sonó fue el de Ash, más fuerte que el de Misty, si eso era posible. El muchacho también se puso rojo.

- Mejor que sean dos. ¿Con qué se las pido?

(--0--)

De regreso en el cuartel general del Equipo Rocket, un par de horas después...

Casi todas las personas tenían sus vicios. Para algunos era la bebida, para otros el tabaco, y para otros era ver shows de televisión sobre idiotas gordos, pero del de Giovanni era completamente diferente. Él disfrutaba de ver como quienes fallaban recibían su castigo por ello.

Cada vez que veía a uno de sus secuaces ser arrestado, se reía entre dientes. Cuando un ingeniero construía una bomba y fallaba en configurarla apropiadamente, movía la cabeza en deleite de ver al pobre tonto volar en pedazos. En particular, siempre se permitía darse unas buenas carcajadas cuando encontraba al trío de Jessie, James y Meowth después de que explotaban. No tenía idea de por qué no morían; genéticamente eran humanos ordinarios (y Meowth no tenía nada de especial), pero eso le resultaba ventajoso, le servían para distraer a los usurpadores en el caso de que Proton o alguno de sus otros ejecutivos tratara de hacer algo en su contra.

De pie mientras miraba las formas carbonizadas y temblorosas de sus secuaces, alargó la mano hacia el cabello de Jessie y extrajo de él un pequeño dispositivo; una lente espía de alta tecnología que incluía muchas funciones interesantes tales como: determinar los niveles de poder de los Pokémon, acceder a las bases de datos del gobierno para descubrir identidades y muchas otras cosas. Del bolso para laptops que colgaba de su cuello extrajo un dispositivo, específicamente una Tablet, el gran mafioso movió la cabeza mientras extraía una tarjeta SD y el chip de memoria de la cámara, insertándolos ambos en su portátil.

- ¿Y qué pasó esta vez? ¿Otra vez trataron de echarle una red encima a un Magmar? – preguntó sardónicamente mientras comenzaba a ver la data de lo que fuera que dejó fritos a sus secuaces, y determinar si tendría que castigarlos por ser tan idiotas de atacar a alguien demasiado fuerte, o por ser tan inútiles que un debilucho los hubiera derrotado.

Sin embargo, cuando la data apareció en pantalla, Giovanni levantó las cejas, muy sorprendido de lo que estaba viendo. Y así se quedó por unos minutos, tiempo suficiente para que Jessie, James y Meowth se recuperaran de su aterrizaje forzoso y pudieran mirarlo.

- Oiga, jefecito...

El bien vestido señor del crimen rápidamente pulsó algunos botones, ocultando algunas estadísticas antes de voltear su Tablet hacia el trío, causando que James diera un respingo por ver de nuevo al potencial asesino de Koffings en proceso.

- ¿Ven a este niño? – La imagen de la tablet claramente mostraba a Ash en el momento en que el trío lo vio por primera vez. Cuando estos asintieron (James todavía con algo de terror), Giovanni prosiguió. – Ustedes tres van a seguirlo, van a monitorear sus niveles de habilidad y me reportarán cada cosa que haga. Cada Pokémon que capture, cada chica que bese, cuáles son sus metas, me mantendrán informado de todo lo que este niño es y será. ¡Ningún detalle será demasiado pequeño!

- Pero jefecito...

James apenas alcanzó a gimotear esas dos palabras antes de que el hombre más temido en el bajo mundo de más de cuatro regiones (Kanto, Johto, las Islas Naranja y las Islas Sevii) lo mirara de vuelta con unos ojos que podrían haber paralizado a un Arbok. Y de hecho, sí los dejó paralizados el tiempo suficiente para volver a colocas las tarjetas de datos en la cámara espía, luego de haber descargado toda la información que estas tenían a su dispositivo personal. El trío todavía no tenía la menor idea de que siempre los estaba monitoreando.

- ¡Así lo haremos, jefe! – declaró Jessie. – ¡Vamos, niñito grande llorón!

- ¡Ese niño va a volar a mi Koffing en pedacitos! – lloriqueó James.

Mientras Jessie y Meowth arrastraban a su compañero, el líder de uno de los mayores sindicatos criminales del planeta parecía estar inmerso en su propio mundo.

- Así que... por fin ha comenzado. – se dijo Giovanni a sí mismo.

Esta historia continuará...

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