¡Escapando de la Cazadora! Misty vs Iris
En una mansión al norte de Pueblo Lavender, Kanto...
- Hey, Meowth, ¿alguna vez no has sentido como que podrías hacer algo más interesante con tu vida?
- Somos el Equipo Rocket, chica. Nuestro trabajo es atravesarnos en el camino de la gente para robarles a sus Pokémon, su tiempo, y su carne asada.
- Ahora que lo pienso... ¿de dónde viene esta carne asada?
Dos de los tres miembros del trío Rocket debatían sobre su rol en el gran universo y los orígenes de la carne, mientras se sentaban frente a una lujosa mesa, comiendo sándwiches de carne de la mejor calidad, si bien desconocían su origen, en una fina vajilla que planeaban robarse y vender después en otra parte para evitar ser rastreados. Tras su última confrontación con el niño cuyo jefe quería que le enviaran reportes con regularidad, incluyendo sus habilidades de batalla, se encontraron volando por los aires para aterrizar en el patio trasero de una mansión ubicada en alguna parte al norte de Pueblo Lavender (Jessie alcanzó a ver la Torre Pokémon mientras volaban por el aire, y su calificación promedio de C en clase de ciencias todavía le hacía cuestionar por qué siempre sobrevivían esta extraña tendencia de ser mandados a volar por ese muchacho, y salir completamente ilesos).
Inmediatamente al aterrizar en la mansión, James entró en un inexplicable pánico como si hubiese visto a un fantasma, hasta que finalmente se calmó y adquirió una expresión de determinación, para luego usar sus ganzúas para forzar la cerradura y meterse a buscar algo. Una vez que entraron, les dijo a los otros dos "Hagan lo que les dé la gana, róbense lo que les dé la gana, y siéntanse libres de romper lo que les dé su regalada gana." Naturalmente, Jessie y Meowth asaltaron el refrigerador, se embolsillaron todas las piezas de joyería a las que pudieron echarle la mano, y cuando se sentaron a ver una pantalla gigante de televisión, le tiraron una mesa porque no mostraba otra cosa excepto el Weather Channel. A Meowth, por alguna razón que no quería decir, no le gustaba la mujer que cubría la sección de Johto, así que dejaron el televisor rápidamente.
- Bueno, si realmente quieres saberlo... – Meowth estuvo a punto de decir los secretos de la carne, cuando un muy apurado James entró al cuarto con una sonrisa tan grande que parecía casi sobrenatural, y con las manos a la espalda.
- ¡Chicos, chicos, chicos!
- Yo soy una chica. – dijo Jessie secamente, ignorando el entusiasmo del joven de pelo morado.
- ¡Nunca creerán lo que encontré! ¡Oh, sabía que ellos me los iban a esconder en lugares donde nunca se me hubiera ocurrido buscarlos!
- ¿Qué encontraste, oro? – inquirió Meowth con un brillo avaricioso en los ojos, sin prestarle atención a la última parte.
- ¿Plata? – preguntó Jessie con exactamente la misma reacción.
- ¿Ópalos?
- ¿Ópalos? Yo hubiera dicho que cristales...
- ¡Mejor que todo eso junto! – gritó James de alegría arrojando lo que traía en las manos, revelando que eran Pokébolas.
- ¡Koffing! – El saco de gas púrpura fue el primero en ser revelado, obviamente.
- ¡Growl! – Un Growlithe de pelaje rojo brillante fue el siguiente.
- ¡Carnivine! – Después, una enorme planta atrapamoscas verde.
- ¡Yamask! – Un Pokémon flotante extraño con aspecto de fantasma con una máscara en vez de cara.
- ¡Inkay! – Y finalmente, un pequeño calamarito azul y púrpura que flotaba de cabeza.
- ¡A mis viejos amigos! – dijo James, con todos sus Pokémon posando a su alrededor con alegría.
- Óyeme, estos Pokémon se ven buenos para dárselos al jefe. – dijo Jessie con expresión de aburrimiento en la cara.
- ¡¿QUÉ?! ¡JAMÁS, ESO NUNCA! – James vio a Jessie como si esta hubiera sugerido arrojar su colección de tapas de botella por un risco. – Estos Pokémon son mis amigos, Jessie. Hace años que no los veía. No desde... aquel día, huy... – La última línea la dijo con cara de espanto, y se abrazó a sí mismo mientras tenía un escalofrío.
- ¿De qué día hablas? – quiso saber Meowth, pero esa aura oscura y de miseria que de pronto rodeó a James y a todos los Pokémon, a excepción de Koffing, sugirió que tal vez James no les iba a responder a esa pregunta.
- De acuerdo, muy bien, quédatelos. – Jessie todavía no tenía ni idea del por qué los ricos que James dijo que vivían en esta mansión tenían a estos Pokémon, que según él eran sus amigos. – Pero a cambio, me quedo con tu parte del efectivo que ganemos por darle este botín al jefe, y el próximo Pokémon me lo quedo yo.
- Trato hecho. – James recuperó su buen humor luego que Jessie se le quitó de encima. – Ahora, ¡agárrense todo lo que puedan y vámonos de aquí! ¡Tenemos que llegar a Pueblo Lavender pero de volada!
- ¿Y eso por qué? ¿Quién nos dice que el niño ese va a ir a un pueblo donde no hay gimnasio Pokémon? – señaló Meowth. En respuesta, James sacó y desdobló un anuncio en un periódico que mostraba a un sujeto bajito y regordete con una camiseta azul con flores blancas, junto con un Rhydon que posaba dramáticamente.
- ¡Por esto! – gritó James. El anuncio decía:
*¡COMPETENCIA PARA ENTRENADORES POKÉMON NOVATOS!
¡SE ACEPTAN ENTRENADORES SIN EXPERIENCIA EN LIGAS!
¡DOMO POKÉMON DE BATALLA, EN PUEBLO LAVENDER, KANTO!
¡PREGUNTAR POR SCOTT!
¡PREMIOS INCREÍBLES! ¡DINERO! ¡FAMA! ¡UN AUTÓGRAFO DEL AS DEL DOMO, TUCKER!
Todos los participantes recibirán un regalo raro que cualquier entrenador cuya meta es la cima podría desear.*
Jessie y Meowth observaron lo que estaban ofreciendo, y se encogieron de hombros. Ese parecía sin duda un lugar al cual iría el mocoso.
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En la batalla entre las Generaciones I-II y la V...
Descalza, y vestida con una camiseta larga y extremadamente holgada color crema y sin mangas, la parte inferior era rosa, y por alguna razón Misty tuvo el extraño presentimiento de que al parecer no llevaba nada debajo de esta, ni siquiera unos shorts para taparse las piernas o algo. Honestamente no supo por qué eso fue lo primero que cruzó por su mente cuando le echó otra mirada a la chica de nuevo. Había cosas más importantes que debatir aparte de una potencial indecencia.
- ¿Duck? [¿Qué tal si solo le damos al dragoncito y tal vez así nos perdone nuestras vidas?] – dijo Psyduck retrocediendo ligeramente.
La chica se lanzó contra ellos gritando furiosa, mandando a la coladera cualquier pensamiento de entregar a Axew por las buenas. Misty apenas logró esquivar el corte con cierto nivel de gracia, mientras que Psyduck evitó ser rebanado por haberse tropezado y caído de espaldas. Mientras Psyduck salía corriendo, Misty trató de poner a trabajar su mente. ¿Cómo iba a librarse de esta chica salvaje? Todavía seguía exhausta por haber escapado de los Beedrills como para intentar huir, y con esos movimientos de tipo Dragón, era improbable que arrojarle un Torbellino fuese a resolver el problema. No sería muy efectivo, solo empeoraría su cansancio, y en el peor de los casos haría que la chica salvaje se enfureciera todavía más.
Pero aunque ella no podía hacer nada más... tenía amigos que sí podían.
- ¡Poliwrath, Puño Dinámico!
Arrojando su Pokébola justo antes de que la chiflada chica dragón se le lanzara de nuevo, el guerrero anfibio salió con un gran puñetazo brillando de energía roja. El puño chocó contra las garras, causando que los dos salieran despedidos hacia atrás por el impacto. Poliwrath retrocedió un par de metros, patinando en el suelo y levantando nubes de polvo.
- ¡Poli!
Parecía estar bien, aunque su usual comentario sobre "ser el padre de muchos pequeños que llevaban su fuerza" seguía siendo tan molesto como siempre. Mientras tanto, la chica chocó contra un árbol, aunque no colapsó. Y solo parecía estar furiosa, pero no confundida. ¿No debería haber pasado eso?
- Puño Dinámico solo causa el efecto de confusión si el movimiento conecta en alguna parte física del objetivo. – El Pokédex de Ash eligió ese momento para responder a su pregunta no formulada. – Ese Puño Dinámico solo golpeó las protrusiones de energía de la Garra de Dragón, por tanto el resultado fue negativo para confusión.
- ¡¿Quién dijo eso?! – gruñó la chica de pelo púrpura, mientras el Axew corría hacia ella con evidente preocupación en su voz. También parecía estar cojeando un poco, lo cual seguramente no ayudaría en convencer a la chica salvaje que ella no había lastimado a su pequeño dragón.
- Soy solo el benévolo espíritu de un árbol, un simple observador que no desea ser lastimado de ningún modo. – mintió el Pokédex, y muy mal.
- No suenas como un árbol. – espetó la chica salvaje, sin tragárselo.
- ¿Cómo sabes de qué forma suena un árbol? Todos los árboles hablan como yo.
La chica salvaje por el momento pareció decidir ignorarlo, pues fijó la mirada en el Poliwrath.
- Conque un tipo Agua... – Los ojos de Misty se ensancharon al ver como metía su mano entre su espesa y enorme cabellera y sacaba de ella una Pokébola. – ¡Ve, Emolga!
- ¿Emolga? ¿Qué clase de dragón es...? – se preguntó Misty en voz alta, y su respuesta fue...
- ¡Emol! – Una ardilla voladora amarilla, blanca y negra apareció, posándose en el brazo de la chica salvaje como había visto hacer a muchos Pokémon tipo Voladores con sus entrenadores.
- Eso... no es un dragón, ¿o sí?
- A diferencia de ti, la mayoría de los entrenadores gustan de usar múltiples tipos de Pokémon. Emolga es conocido como el Pokémon ardilla voladora nativa de la región Unova. Es un Pokémon tipo Volador-Eléctrico que vive en los árboles y vuela de entre ellos usando la membrana...
- ¡Emolga, esta chica y su Psyduck lastimaron a Axew! ¡Muéstrales tu Descarga!
- ¡Alto, yo no le hice nada! – protestó Misty.
- ¡Hey, no interrumpan al sabio espíritu del árbol! – agregó Dexter.
Furiosa, e ignorando los gritos tanto de Misty como del Pokédex, Emolga voló desde el hombro de su dueña y empezó a brillar en amarillo. Poco después, múltiples arcos eléctricos salieron volando de ella Emolga, muy diferente del rayo concentrado generado por un Atactrueno. La electricidad alcanzó a varios objetivos simultáneamente: Misty, Poliwrath, y el Pokédex.
- ¡Ahhh! – Misty gritó de dolor al ser electrocutada. – Auch... ¿eso será lo que siente el Equipo Rocket?!
- ¡Poli-wrath! [¡¿QUÉ?! ¡No puede ser! No puedo ser vencido por un simple ata...] – Poliwrath colapsó derrotado.
- Auch. – se quejó también el Pokédex, pero de manera más seca, sugiriendo que tal vez solo estaba fingiendo. ¿El aparato tal vez podía absorber la electricidad para cargarse de energía?
Misty trató de alzar su Pokébola para regresar a Poliwrath y enviar a Staryu, pero de golpe sintió que todos los músculos en su cuerpo se tensaban y dejaban de responderle. No podía moverse. Notó además algo de electricidad visible emanando de su cuerpo al sentir las convulsiones.
- ¿Qué...?
- Descarga es un ataque más débil que Atactrueno, pero a cambio de esta disminución de poder, el movimiento es capaz de golpear a múltiples objetivos y tiene mayor posibilidad de paralizar al oponente.
- ¡¿Todavía sigues hablando?! – exigió la chica salvaje del Pokédex, que claramente todavía no sabía lo que era ni dónde estaba.
- Soy el espíritu de un árbol. Los ataques de tipo Eléctrico no son muy efectivos contra mí.
- Bueno, pues qué bien que no es contigo con quién estoy peleando. – declaró sombríamente la morena, dándole a Misty una mirada que gritaba a viva voz "voy a hacerte cosas horribles como no tienes idea". – Nadie lastima a mi hermanito y se sale con la suya... él es todo lo que me queda.
La última parte le dijo en voz más baja, aunque Misty todavía pudo escucharla. Otra vez, la chica salvaje formó unas garras de energía verde en sus brazos, seguramente las usaría para rajarle la cara. Emolga a su vez echó chispas mientras seguía en el aire junto a ella. Tenía los músculos todavía paralizados. Misty no podía hacer nada para detenerlos. Toda la esperanza parecía perdida...
Y en ese instante, un pato amarillo brillando en un aura morada, se convirtió en el más improbable de los salvadores.
- ¡Psy-DUCK! [¡Aléjate de mi proveedora de alimento!] – Y con eso, el puño del pato, cargado en una energía morada, golpeó a Emolga en toda la cara.
- Poder Secreto, estilo puño de pato. – dijo el Pokédex burlonamente mientras Emolga caía a tierra tras revolcarse unos pocos metros, y no se volvía a levantar... se había quedado profundamente dormida. – Poder Secreto tiene un efecto diferente dependiendo del lugar donde se utilice. En un bosque, puede provocar que el oponente caiga rendido en un profundo sueño.
- ¡Emolga! – gritó la chica preocupada, y justo en ese instante, los músculos de Misty volvieron a responder.
- ¡Por fin, ya puedo moverme! – declaró Misty, mientras la chica salvaje volvía a dirigir su mirada furiosa hacia ella. Regresando primero a su Poliwrath, tomó otras dos Pokébolas para continuar la pelea. La chica salvaje mantuvo las garras en una de sus manos, metiendo su mano otra vez entre su melena, probablemente para sacar otra Pokébola, y se encontró teniendo que enfrentarse a la vez con un Psyduck, una Staryu... y un Gyarados.
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En la nave de la Cazadora J...
Antes de que Ash pudiese hacer algo para liberar al Dragonite, que estaba seguro que era el mismo que le perteneció a Iris en su vida pasada, una enorme pared de metal se deslizó desde el techo cayendo pesadamente, y bloqueó cualquier acceso al dragón petrificado y al resto de sus congéneres. Probablemente estaría conectado a esa ruidosa y molesta alarma que empezó a sonar.
- ¿Qué diablos...? – empezó a decir, pero se vio interrumpido por algo.
- ¿Goomy? – Algo que aparentemente dijo "Goomy". Al darse la vuelta, el entrenador, el roedor y el lagarto de fuego vieron simultáneamente a una Aipom que se veía con expresión de culpabilidad, mientras sostenía a ese dragón rarito y circular al que Ash había notado antes: que era de color púrpura con manchas redondas verdes.
- Ai... [Ups, perdón. Fue mi culpa...]
Aparentemente Aipom lo liberó por accidente, y al hacerlo hizo sonar todas las alarmas. Alarmas que extrañamente no parecieron sonar cuando él y Pikachu se liberaron. Qué extraño, ¿fallas en el sistema de seguridad?
- ¿Goom?
Había dicho "Goomy", así que Ash asumió que ese sería su nombre. La mayoría de los Pokémon eran así, aunque no todos, algunos como Lucario, Onix, Arbok, Charizard, eran de las pocas excepciones. Y hablando de Charizard...
- ¡Hey! ¡¿Cómo te escapaste de...?!
Uno de los secuaces de J irrumpió en el cuarto en ese instante, con un Golbat flotando junto a él, solo para que un uso espontáneo de Cola de Dragón por parte de Charmeleon se lo estampara en la cara. Con los dos noqueados, Ash supo exactamente lo que tenía que hacer a continuación.
- ¡Tenemos que escapar! ¡Hay que encontrar esa cápsula de escape o lo que haya! ¡Y lo que sea o quien sea que se nos interponga, no duden en atacarlo!
- ¡Meleon! [¡Esto será divertido!] – Y con eso, Charmeleon, salió pisando tanto al hombre como al murciélago caído. Era hora de iniciar su gran escape.
Notando que Aipom todavía seguía algo deprimida por haber activado las alarmas, Ash se le acercó y le acarició la cabeza.
- ¿Ai? [¿Ash?]
- No te culpes, seguro nos hubieran descubierto tarde o temprano. Si no hay más que hacer, salvemos al menos a un Pokémon mientras estamos en ello. – dijo Ash, notando como el pequeño dragón parecía asustado.
- Goomy... – dijo débilmente mientras Ash lo recogía, notando que era extremadamente ligero.
- No te preocupes, Goomy. Vamos a sacarte de aquí. – le dijo Ash al pequeño dragón con total sinceridad, logrando al parecer que este se animara un poco.
Ash inmediatamente tomó otras tres de sus Pokébolas. Con el tiempo encima, si querían escapar de allí, necesitarían toda la ayuda posible.
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Ciudad de Porta Vista...
Paul, habiendo derrotado recientemente al líder de gimnasio local y ganado su tercera medalla (que tenía la forma de una campana color naranja), en aquel momento se tomaba un jugo de naranja en el bar de bebidas del Centro Pokémon, sonriendo con satisfacción. Esa fue una victoria muy fácil si alguna vez tuvo una, pero al menos se sintió que se la merecía. Fue una mejor pelea de la que hubiese tenido de haber peleado contra esas bellezas tontas y sin talento de Cerulean, por lo menos. Uno no podía llegar a ser el más fuerte derrotando a lo peor de lo peor.
En su mente, apareció la imagen de un Drapion, y cómo cayó ante una avalancha rocosa proveniente del Filo de Roca de un Regirock, luchando desesperadamente por darle la vuelta al encuentro, pero sin éxito.
La fuerza era lo más importante, ninguna otra cosa valía de nada para un entrenador Pokémon. Él había aprendido esa lección hacía mucho. El problema era que muy pocos Pokémon tenían verdadera fuerza. Solo esos pocos eran dignos de ser entrenados por alguien cuya meta era la cima. La mayoría no eran más que carne de cañón, Pokémon debiluchos entrenados por entrenadores igual de inútiles los cuales fácilmente serían aplastados durante las rondas preliminares de los torneos de la Liga Pokémon. Él encontraría a los Pokémon con el potencial de ser más fuertes, y los haría suyos. A los débiles los echaría a un lado.
Dejando su bebida por un momento, giró a ver la televisión (marcada con un Hoppip con el logo JWitz escrito en él, el logo de la compañía multinacional que las fabricaba), que estaba emitiendo una retransmisión de la Conferencia de Ever Grande, mayormente como preparación para la competencia en el Valle Lily que ya se aproximaba, mostrando una batalla entre un Sceptile y una Gardevoir. El entrenador de la Gardevoir se había quedado con ella después de perder a su Ninjask, Shedinja, Probopass, Altaria y Flygon, mientras que el de Sceptile había perdido a su Hariyama, Donphan, y Shiftry hasta ese momento. Un Metagross había sido sustituido y seguía todavía en espera, junto con otro Pokémon desconocido que aún no había salido. Los nombres de los entrenadores en cuestión eran Tyson y John Archer, pero a Paul realmente no le importaba eso.
Lo que importaba eran esas cinco medallas, solo le faltaban cinco medallas para poder competir en un torneo también. Pero tenía mucho trabajo por hacer antes de eso. Mucho más...
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En la nave, un poco después...
- ¡Pika-Chu! [¡Tomen esto, fuera del camino!]
Con ese grito, Pikachu electrocutó a toda una línea de guardias y sus Golbats que intentaban atravesarse en su camino. Aunque les venían enemigos y obstáculos por todos los lados, el equipo completo de Ash estaba allí para plantarles cara.
- ¡Golbat, usa Chi...!
- ¡Disparo de Seda! – contraatacó Ash, haciendo que silenciaran al murciélago de su enemigo con una mordaza de hilo.
De dónde habría sacado J a todos estos secuaces, Ash no tenía ni idea. Otro grupo salió corriendo de terror ante la ráfaga de Brasas de Charmeleon. ¿De verdad había tantas personas malvadas en el mundo? Antes de que otro grupo pudiera soltarles a sus murciélagos, Squirtle salió disparado con Giro Rápido para derribarlos como pinos de boliche.
De nuevo, siendo el mundo un lugar tan grande, si por cada 99 personas buenas había una malvada, ¿así cuadrarían las cuentas? ¿O era demasiado pensar en eso en este momento?
Con un ataque Ráfaga, Pidgeotto dispersó la trampa de gas que habían activado los secuaces antes de ser noqueados. Entretanto, saliendo de una ventila desde el otro lado del corredor, Aipom tocó un botón. La puerta sonó y se deslizó para revelar al resto del equipo, y al Goomy en los brazos de Ash, el cual no había hecho mucho hasta ese momento. Aparentemente Goomy o estaba muy asustado o no podía usar ataques en absoluto, al menos según lo que dijeron los Pokémon a los que podía entender. Era un tipo Dragón muy extraño. Cuando salieran de allí, tendría que verificarlo.
Sin importar la razón, ya habían dado tantas vueltas por la nave que ya por eliminación, el único cuarto restante que quedaba, Ash estaba seguro que tendría que tener una forma de escapar. Una cápsula de escape, una cuerda muy larga, un transporte con piloto automático, lo que fuera. Aproximándose a la última puerta, Ash y su equipo volvieron a abrirse paso a la fuerza a través de la última línea de defensa (en serio, ¿por qué estos secuaces solo usaban Golbats contra él?) y se dirigieron a la puerta. Sus esperanzas de encontrar una salida se vieron truncadas al revelarse una amenaza totalmente diferente bloqueándoles el camino.
Estaban en un amplio hangar, lleno de máquinas voladoras, pero en él, también se encontraba la propia J, al parecer lo estaba esperando.
J había venido con su Salamence, Drapion, y Ariados, a este último rápidamente le ordenó lanzar Telaraña en dirección hacia ellos, con la intención de aprisionarlos para evitar que escaparan. Sin que Ash dijera nada, Charmeleon quemó la red con sus Brasas. Ash y los siete Pokémon que iban con él contra J y sus tres. La cazadora hizo un gesto de disgusto ante ese comportamiento.
- Tienes que entrenar más a esa cosa tuya. Un Pokémon no debería tomar decisiones por su propia cuenta. – le dijo.
- Bueno, pasa que los dos estamos en la misma frecuencia. No necesitamos palabras. – replicó Ash. J sonrió con desdén ante su respuesta.
- He leído todo tu perfil, no quieras pasarte de listo conmigo. O fue que le dijiste que lo hiciera, o te desobedeció. Un Pokémon solo debe atacar cuando se lo ordenan, ni antes ni después. Ahora, te mostraré como es un verdadero ataque: ¡Lanzallamas!
Salamence, siendo el único de sus Pokémon que podía utilizar ese ataque, soltó un masivo torrente de llamas directo hacia Ash y sus Pokémon.
- ¡Charmeleon, bloquéalo con Brasas!
Con un rugido, Charmeleon dejó salir su propio fuego, pero este fue bloqueado y consumido por el Lanzallamas, que era claramente más fuerte. Aunque Charmeleon solo podía mirar de furia por ver lo inútil de su ataque a distancia, Ash tenía otras opciones. Les ordenó a todos sus otros Pokémon usar sus propios ataques para apoyarlo, y así lo hicieron, con todas sus fuerzas. Electricidad, energía psíquica, estrellas veloces, viento, y agua golpearon de frente al Lanzallamas, logrando frenar su avance... pero todavía seguía ganándoles terreno. J sonrió al ver la cara conmocionada de Ash.
- Buen intento, muchachito, pero mi Salamence podría enfrentarse a Pokémon entrenados por miembros del Alto Mando. Incluso con números no podrán superar su poder. – Y como si confirmara sus palabras, los ataques se fragmentaron, y las llamas continuaron hacia ellos.
- ¡Squir! [¡Esto va a doler!]
- ¡Meleon! [¡Eso lo veremos!]
En aquel instante, con sus ojos brillando en color naranja, Charmeleon lanzó un rugido y clavó sus garras en el suelo con fuerza, formando un pilar de fuego frente a ellos, protegiéndolos al detener en seco el Lanzallamas de Salamence.
- ¡Espera, Charmeleon, ¿acabas de...?! – dijo Ash en shock, al reconocer el ataque: Voto de Fuego, si la memoria no le fallaba. Mientras tanto J gruñó de fastidio, se salvaron por un golpe de buena fortuna.
- ¡¿Aprendió un movimiento a pura fuerza de voluntad?! Tch, qué cliché. Tienes mucha suerte, muchachito, te concedo eso. Con un poco más de tiempo, tal vez hubieras llegado a ser un gran entrenador, uno cuyos Pokémon bien valdrían para capturarlos por mucho dinero. Pero tu tiempo se acabó. ¡Todos, ataquen!
En este orden, el dragón, el escorpión y la araña soltaron sus ataques respectivos: Lanzallamas, Sombra Nocturna y Misil Aguja, contra Ash y su equipo.
- ¡Bloquéalo con Voto de Fuego! – exclamó Ash.
Charmeleon una vez más golpeó el suelo con sus garras, formando una gran barrera de fuego. Los ataques colisionaron, y el Pilar de Fuego se mantuvo firme... por unos diez segundos, y entonces se vino abajo.
- ¡¿Mele?! [¡¿Qué?! ¡Pero... mi nuevo ataque!]
- Hmph, ¿qué pasa? ¿Tu estúpida lagartija pensó que ganaría solo por aprender un nuevo ataque?
J parecía muy divertida ante el shock de Charmeleon, y los ataques iban volando directo hacia Ash. El resto del equipo parecía listo para bloquear los ataques con los suyos, asumiendo que si el Pilar de Fuego había podido al menos debilitarlos un poco, tal vez podrían lograrlo. Sin embargo, antes que esta idea pudiese ser implementada, y sin avisar, Goomy saltó fuera de los brazos de Ash... ¡y directo a la línea de fuego!
- ¡Goo!
- ¡Goomy! – gritó Ash, preocupado por la seguridad de Goomy.
El pequeño dragón recibió los tres ataques de frente, y por algún milagro logró sobrevivir a ellos. Pero eso no fue lo más sorprendente, pues al haberlo hecho, Ash reconoció el resplandor, la energía asociada a un ataque Venganza, igual como lo vio con el Onix de Brock en la batalla del gimnasio. J también mostró una expresión sorprendida, pero más por estar preocupada por su propia integridad física. Su reacción natural fue ordenarles atacar de nuevo, y el resultado fue obvio.
*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOMMM!*
La buena noticia, lograron escapar de la Cazadora J. La mala, para escapar de ella tuvieron que hacerlo provocando una explosión que los hizo volar por un agujero en la nave. Por suerte, Ash no perdió el conocimiento ni tampoco su gorra a causa de la explosión (después reflexionaría en el por qué con calma). La mayor complicación, ahora todos ellos estaban en una vertiginosa y sin duda fatal caída libre.
Sus Pokémon estaban casi todos a su alrededor: Pikachu agarrándose por su vida de su pierna, Pidgeotto y Butterfree que salieron despedidos más lejos por la fuerza de la explosión y ahora volaban a toda prisa en contra del tiempo para volver con él ya que quedaron aturdidos, Aipom agitándose en pánico, Charmeleon furioso de no tener sus alas para estabilizarse y al parecer tratando de forzarse a evolucionar (a menos que estuviese sufriendo de una constipación), y Squirtle... se puso sus gafas de sol y cruzó los brazos, sin perturbarse por lo que pasaba, como queriendo aceptar su destino con dignidad.
Y Goomy... Goomy estaba totalmente fuera de comisión e iba cayendo al lado de Ash. Ese cuerpo blandito suyo no le serviría de mucho para aminorar la caída desde esa altura. Ash trató de alargar la mano para alcanzarlo, pero no lo logró, por un par de centímetros. Justo en ese instante, por efecto de la caída, algo se salió del bolsillo, algo pequeño y redondo, y por reflejo lo atrapó antes que se le fuera.
¿Una Pokébola? Los ojos de Ash se ensancharon al presionar el botón activador para expandirla y verla con claridad. No era solo una Pokébola, era una Bola Sanadora. Debió habérsela metido al bolsillo del pantalón la noche anterior y olvidó sacarla. Dexter había dicho que las Bolas Sanadoras curaban al Pokémon capturado instantáneamente, y si Goomy era salvaje...
Antes que se fuera a alejar de él, Ash usó la Bola Sanadora para cortar esa distancia que faltaba. La bola hizo contacto, se abrió, y un rayo de energía roja salió de ella, atrapando a Goomy. Ash sintió que la bola vibró apenas un poco, antes de teletransportarse hacia el laboratorio de Oak, a salvo y curado de todo ese daño que recibió por protegerlos y ayudarlos a escapar de la nave. Resistiéndose mentalmente al deseo de hacer su pose de victoria para enfocarse en la situación a la mano (sería poco práctico en ese momento), echó mano hacia su cinturón, logrando agarrar varias de sus Pokébolas, activándolas para retornar a Aipom, Squirtle, y Charmeleon para ponerlos a salvo. Mientras buscaba a Pidgeotto y Butterfree, alcanzó a ver por la esquina de su ojo el brillo azul, proveniente del bastón de Lucario. Sintió ese poder subiendo hacia sus ojos otra vez, y poco después sintió un par de garras sujetándolo del brazo izquierdo, y uno de pequeñas manos del derecho.
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De vuelta en el suelo...
La pelea había continuado desde que Psyduck se había hecho cargo de aquel fastidioso Pokémon tipo Eléctrico. Hecho esto, Misty atacó en cuanto pudo a la chica salvaje con un Torbellino. Como lo sospechó, no hizo mucho excepto confundirla un poco, y a Misty realmente le fastidiaba que no hiciera más. Sin embargo, afectada todavía por la parálisis de esa Descarga, al menos había podido mantener a la chica salvaje a raya con ayuda de un constante torrente de Pistolas de Agua de su Staryu, para evitar ser atacada cuando la parálisis actuaba.
Mientras tanto, Gyarados peleaba contra una especie de Pokémon con forma de topo marrón con rayas rojas y cuchillas metálicas en la cabeza y las manos que la chica salvaje había dejado salir. El Pokédex, que seguía insistiendo en ser el "espíritu de un árbol", lo identificó como un Excadrill. Gyarados estaba recibiendo apoyo aéreo de su Wingull, que fue de mucha utilidad pues, aunque el Pokémon atroz poseía bastantes ataques a distancia, no tenía muchas contramedidas para movimientos a corta distancia como el Taladro de Excadrill.
Psyduck había sido el primero en enfrentarse a Excadrill. Lo había dejado noqueado con una potente Garra de Metal, pero por un golpe de suerte aterrizó en la dormida Emolga, con eso haciéndole peso encima al peligroso Pokémon eléctrico de la chica salvaje y dejándolo fuera de la contienda. El pequeño Axew ahora trataba de empujar a Psyduck para quitárselo de encima a la ardilla voladora, sin éxito. Misty sintió que la parálisis se le fue otra vez, y estaba lista para lanzarle a la chica salvaje otro Torbellino... cuando escuchó otra explosión resonar cerca de donde estaban, concretamente en el cielo, en la distancia.
- ¿Otra vez? – gruñó la pelirroja.
Al mirar en la dirección donde oyó la explosión, vio varias siluetas que... aparentemente salieron de la nada, aunque por un momento le pareció ver una enorme silueta que parpadeaba en el cielo. ¿Sería una nave invisible, tal vez? El número de siluetas fue disminuyendo, reduciéndose a la mitad mientras seguían en el aire. Para cuando se acercaron lo suficiente, solo quedaban cuatro de ellos. La batalla se había detenido, y todos los involucrados que seguían de pie, Pokémon y entrenadoras, fijaron su atención en ellos.
Tensándose de pensar que habría más problemas, Misty deseó que fuera solo el Equipo Rocket para lidiar con ellos rápido. Era muy extraño pensar que solo los veía como una molestia. La primera y tercera vez que peleó con ellos parecieron ser una amenaza genuina. Pero una vez que fueron visibles claramente, y Misty sus Pokémon se relajaron. Gyarados en particular, extrañamente se pudo calmar casi de inmediato, a pesar de que su especie era conocida por su volátil temperamento.
Era Ash. Pidgeotto y Butterfree lo sujetaban de un brazo cada uno, con sus ojos brillando en color naranja igual que los de su entrenador. Parecían increíblemente fuertes al sostenerlo como lo hacían. Pikachu se sujetaba de la pierna de Ash como un niño asustado en una atracción del parque de diversiones. Al tocar el suelo, el entrenador y los dos Pokémon que lo sujetaban colapsaron de agotamiento en el suelo. Pikachu por su parte, se soltó de Ash y empezó a besar el suelo, feliz de tener otra vez las patas sobre la tierra.
- Eso... no fue nada... divertido... – murmuró Ash jadeando, mientras yacía desparramado en la tierra.
- ¡¿Qué no fue divertido?! ¡¿Te secuestró lo que sea que haya alborotado a ese enjambre de Beedrills, terminas cayendo del cielo, apenas evitas estrellarte contra el suelo y quedar hecho una mancha, y eso es todo lo que se te ocurre decir?! ¡Eres un... un... huy!
Misty no estaba segura del por qué se sentía con una extraña mezcla de rabia y alivio, pero lo que sí sabía que quería que se fuera pronto esa sensación.
- Espera, ¿tú estuviste en esa máquina voladora? – habló de pronto la chica salvaje. Ya no la estaba viendo a ella, sino que se enfocaba en el exhausto Ash.
De algún modo, la idea de que esta chica chiflada con garras quisiera atacar a Ash después de lo que fuera que le había pasado hizo que Misty se sintiera más furiosa que cuando la atacó a ella. Pero no lo atacó, simplemente lo agarró del cuello de la camisa y empezó a hablarle de frente.
- ¿Viste a mis padres? ¿A mi hermano mayor? ¿Dónde están? – le preguntó.
De algún modo eso pareció ayudarle a recuperar el enfoque, pues cuando miró a la chica pareció, en espacio de pocos segundos, sorprendido, conmocionado y tal vez... hasta algo aliviado, aunque quizás solo fuera por haberse librado por los pelos de una caída segura y era que estaba feliz de estar vivo. Pikachu también vio a la chica salvaje con expresión similar, en lugar de asumir una hostilidad protectora con su amo como podría esperarse en esta situación. Como si le resultara conocida...
Ash perdió el balance por un momento, todavía desorientado por ese aterrizaje. Cuando estuvo a punto de caer, la chica salvaje usó su otra mano para agarrarlo del brazo para que no se fuera a golpear la cabeza al caer, pues así no podría interrogarlo. Sin embargo en cuanto lo hizo, su postura cambió. Su expresión se suavizó, y se notó algo confundida, un humor que se vio reflejado por su Axew y Excadrill, que ya no parecían tan dispuestos a atacar ahora que su hermana/entrenadora parecía haberse calmado finalmente.
Misty al ver la expresión de la chica salvaje, tuvo el extraño presentimiento de que, de alguna manera, ella misma también tuvo la misma expresión en su propio rostro. Ahora estaría experimentando esa misma sensación, esa que tuvo cuando se encontró por primera vez con Ash.
Cuando lo encontró aquella vez, cuando lo rescató después de que fue atacado por los Spearows asesinos, sintió como si conociera a Ash de mucho antes, aunque fuera la primera vez que se veían en su vida. Y esta chica, al parecer, ahora estaba sintiéndose igual en este momento. ¿Pero por qué?
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Locación desconocida...
El Emisario apareció de la nada en una habitación oscura, sin ningún rayo de sol que se filtrara por ninguna parte. Una especie de trono se alzaba en todo el centro de este, en el cual se sentaba un hombre que no podía ser identificado, pero su sola presencia indicaba que se sentía (y probablemente lo fuera) extremadamente poderoso. Arrodillándose frente a él, el Emisario habló respetuosamente.
- Tengo noticias, mi señor. – dijo el encapuchado. La figura en las sombras hizo un gesto, como para darle permiso de hablar. – El muchacho ha demostrado su valía, logró escapar de la Cazadora por sí mismo con facilidad, y en el proceso logró hacerse de dos cosas más de incalculable valor: un Goomy, y una segunda compañera, hija de los Dragones.
- Un Pokémon, mi Emisario, no es más que una simple herramienta. Igual que nosotros estamos por encima de los humanos gracias a nuestro poder superior, también estamos por encima de esas miserables criaturas gracias a nuestra mente superior. Como portadores de la fuerza e inteligencia superiores, es nuestro derecho gobernarlos y hacer con ambos como nos plazca. – dijo el Rey en un tono de superioridad fría. – No me importa qué herramientas utilicen mis súbditos como armas de su elección, al final una pala no es tan diferente de un rastrillo. Pero en cuanto a la chica... Dos portadoras del segundo más raro de los poderes, la suerte del muchacho es de verdad impresionante. Claramente, la observación que tenemos sobre él no basta.
- ¿Qué más se podría esperar, mi señor, de un hijo de dos bloodlines que posee el Dominio del Poder? El muchacho nació para ser un heraldo del nuevo mundo, no tiene otro propósito en vida. La hija de los Dragones es de poca importancia a largo plazo, aunque admito que me preocupa la influencia que la hija del Agua pudiera ejercer en él.
El Rey guardó silencio, considerando las palabras del Emisario, antes de ponerse de pie para dar su orden.
- Reúne a los otros y prepárate para tu siguiente misión. La primera chica tiene otras tres hermanas que aún viven. Tráelas ante mí, vivas e ilesas tanto como sea posible.
- Sí, mi señor. Pero si me permite preguntar, ¿para qué las necesita? Nuestras observaciones sugieren que no serían de mucha utilidad como colaterales en caso de que tengamos que forzarla a obedecer.
- Cierto, tal vez sean inútiles de esa manera, pero todavía pueden resultar de utilidad de otro modo. Al menos una de ellas debe tener los genes apropiados para engendrar a más hijos del Agua para nuestras fuerzas. Hay tres de ellas, deshacernos de las que no sirvan no será problema. Y continúa observando al muchacho. A diferencia del anterior, este se ve mucho más prometedor...
...
Entretanto, en la costa al este del Cabo Cerulean, al volver a casa, y frustrada por que se le escapara su presa, J encontró una nota de ese maldito emisario, felicitándola por un trabajo bien hecho, y diciéndole que revisara sus cuentas bancarias. Su paga ya habría sido transferida.
Por mucho que admitirlo, ninguna suma de dinero valía haber tenido que pasar por esto. Lo único que le quedaba por hacer, era ir a su estante de licores por un trago, y prepararse para ir a su siguiente destino, tan lejos de Kanto como fuera posible.
Esta historia continuará...
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