Capítulo XXXVI
—¡James! ¡Mewtwo!
Ya que nosotros no podemos subir y no dejaré que Kyle se encargue de esto por su cuenta, haciéndome quedar como una damisela desvalida, tenemos que tomar otras medidas. El dolor en mi tobillo está matándome. Tenemos que volver con los demás, y ese par de malditos inútiles nos retrasa.
Se me agota la paciencia, y parece que eso es justamente lo que ellos están buscando.
—Lucario, tráemelos.
—No puedo someter a Mewtwo. Me freiría el cerebro en cuanto detecte que los tentáculos se acercan.
—Es una maldita orden.
Y yo soy la entrenadora que sigue teniendo el control, aunque el orgullo de Mewtwo sangraría si tuviera que llamarme como tal.
Kyle retrocede cuando los tentáculos se elevan a toda velocidad. Sin embargo, se detienen de golpe. Comienzan a descender, y los pasos que el eco transporta hacia nosotros nos obligan a ponernos en guardia. Él está surgiendo desde esa parte que todavía queda de la torre destruida. Apenas hacemos contacto visual, cuando se convierten en dos cuerpos iluminados por un resplandor violeta. Bajan lentamente en los aires, para posarse ante nosotros. El aspecto de James deja tanto que desear... Es realmente un remedo de persona. Sea lo que sea que haya pasado para llegar hasta aquí, no justifica su inutilidad. Si cree que esa mirada triste y llena de impotencia bastarán para suavizarme, puede pasar toda la vida tratando de convencerse de ello.
Cada segundo cuenta, y la idea de que James no pueda siquiera pensar que puede pasar por encima de nosotros es lo que me ayuda a contener el dolor lo suficiente como para que él ponga los ojos en blanco cuando nuestras miradas se cruzan. Tiene a Katzenner en brazos, y el muy maldito luce como un auténtico cachorro desvalido y confundido.
—Ahora que ya has dejado de escapar como la rata cobarde que eres —le digo—, tal vez podamos hablar como personas civilizadas.
—¿Hablar sobre qué? —responde—. Ya has dejado claro lo que piensas, y no lo cambiaré de ninguna manera.
—Me alegra que estés consciente de eso. Tenemos que volver con los demás.
Sin decir más, y compartiendo una mirada con Kyle, podemos aprovechar el momento para atrapar a Katzenner en una Master Ball. La mirada que Kyle me lanza una vez que está en sus manos me basta para entender que no tendremos una segunda oportunidad si algo sale mal antes de que podamos salir de la isla. Es la última Master Ball que tenemos.
—Sheryl, aguarda.
Maldición...
James me sujeta por el brazo antes de que Kyle intente ayudarme a avanzar. Lo hace con tanta fuerza, que bien podría darle una paliza si pudiera sostenerme en pie.
Ante mi mirada, James mira a Mewtwo de soslayo.
¿Así que ahora eres tan poco hombre, que necesitas que un Pokemon te diga si puedes hablar o no?
—¿Qué le han hecho? Diamond no me reconoce. Estaba asustado.
Esa es una excelente pregunta...
—Le han hecho lo que no hubiera pasado si pudiéramos tener una vida tranquila... Pero tú y yo sabemos que, gracias a la Elite, eso no existe para nosotros. Ahora mueve tu maldito trasero, y camina. No voy a dejarte aquí.
Quisiera tener una salida más impactante en este momento, pero todo lo que puedo hacer es dejar que Kyle me lleve en sus brazos para salir de aquí y volver a montarme en el lomo de Ninetales. No soporto el dolor... Y tampoco soporto el maldito ambiente tóxico de la isla. Si encontrar a este par de inútiles que ahora sí que son dóciles y que no se quejan ni siquiera por tener que caminar a nuestro ritmo no fue la última misión, juro que esta vez sí que me pegaré un tiro en la sien.
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San Petersburgo, Rusia.
Época actual.
La charla con los rusos ha sido fructífera. Nunca se puede confiar en ellos, pero... supongo que puedo ignorar un poco las enseñanzas de mi padre. Si Yevseyenko piensa que un poco de negociación basta para que la Elite se venda, está equivocado. La Elite no se vende. La Elite compra al mejor postor, y se asegura de que sean ellos quienes piensen que nos han engañado. Todo sea con tal de mantenerlos en nuestras manos. De mantener el control.
América no es suficiente. Si pudiera echar mano de los territorios de Rusia...
—¿Qué tal ha ido la negociación?
Miranda está esperando afuera. No podemos hablar mientras estemos tan cerca de él. Tenemos que seguir avanzando, a pesar de que estoy ardiendo en deseos de entrar en acción. Si puedo mantener esta farsa por un rato más...
—Han ido a la isla de Mewtwo... Para este momento, Crown ya debe saber que existen otros Dioses Legendarios. La conozco lo suficiente... Absol y Houndoom no deben ser ya los únicos extras que hay en su maldito equipo. Ella sigue un paso delante de nosotras. El problema es que esa isla está en los territorios de la Peulo Ligeu Kochi.
—Mal momento para haber fallado en la negociación con ellos, ¿eh?
—Un momento pésimo... Pero no hay nada que un poco de fuerza bruta no pueda arreglar.
—¿Iremos a la isla?
¿De qué manera podemos ponernos en acción, teniendo a los malditos rusos pisándonos los talones?
—Tendremos que interceptarla... Si Sheryl sale de esa maldita isla, le perderemos el rastro. Tenemos que actuar antes de que se vayan a Seúl.
—¿Cómo? En este momento, incluso contactar con Amber Mawson sería una pérdida de tiempo. Y estamos demasiado lejos de América, como para pensar en usar a Ray Williams como carnada.
Eso es... un excelente punto...
—Sí... Estamos lejos de Ray Williams, pero podemos dar un golpe mucho más fuerte. Que la carnada sea lo que nos lleve a nuestra verdadera presa. Llama a Morgan, y dile que se ponga en marcha. Que salga de su maldita madriguera.
—Creo que no estoy entendiendo tu plan.
—Sólo obedece. Que Jayden vaya a la isla. Nos veremos ahí.
Y creo que ni siquiera eso le queda claro, pero no hace más preguntas y al menos podemos entrar en acción.
La única manera en la que puedo atrapar a esa maldita inmortal es llevándola al límite. Si le arrebato todo lo que más quiere, la tendré suplicando piedad a mis pies.
Tengo que matarte, Sheryl Crown... Si antes casi se cumplió ese designio, entonces hay que pensar que es una gran ironía que vayamos a vernos las caras una vez más en el mismo sitio donde casi te destruimos una vez. No dejaré que abandones esa isla. No dejaré que llegues a Seúl.
Y esta vez, nada te traerá de regreso de la muerte.
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No me sorprende en absoluto que nos recibe en esa costa donde se supone que Lugia debería estar, sean sujetos extraños ataviados con ropas blancas y máscaras de gas. Era demasiado claro que esto no tendría un final feliz. Al menos, a pesar de que sus Pokemon estén detrás, no están en pie de guerra. No parece que lo estén. Y eso es una excelente señal, porque dudo que pudiera bajar del lomo de Ninetales y lucir tan imponente como se supone que debo hacerlo.
Kyle se detiene a mi lado. La ausencia de Lugia no es sorpresa para Kyle. La mirada que dirige a los enmascarados explica mucho más, que el hecho de que una de ellas esté avanzando hacia nosotros. Se quita la máscara. Ahora mismo, lo único que me interesa saber es por qué teníamos que toparnos precisamente con una asiática que tiene aspecto de fantasma japonés. Es blanca, de largo cabello negro, y una mirada tan autoritaria que me obliga a ponerme en guardia.
—No estamos armados. Dejen sus armas en el suelo.
Y habla en perfecto inglés, además.
Kyle y yo intercambiamos miradas. Las armas quedan lejos de nuestras manos. Y ahora, ella dirige una mirada a su equipo. Cada Pokemon vuelve a su respectiva Pokebola. Mewtwo y Lucario se niegan a hacerlo también.
Supongo que se agradece un poco de paz.
—Mi nombre es Kim Mi—Sook. Ustedes están en territorio de la Peulo Ligeu Kochi. Hemos forjado una alianza temporal con Darian Cunningham, y no tenemos intenciones hostiles.
—Eso está por verse —interviene Kyle—. ¿Dónde están nuestros amigos? ¿Dónde está el señor Cunningham?
—Los hemos llevado a un lugar seguro, y los llevaremos a ustedes también. Podremos negociar cuando todos tengan el estómago lleno, cuando hayan tomado un baño, y cuando sus Pokemon hayan recuperado sus energías. Tenemos equipo médico de la mejor calidad que existe en todo el mundo. A pesar de que la Peulo Ligeu Kochi quiere negociar, en este momento nos une el mismo deseo. Sheryl Crown, tú y yo tenemos que hablar. Tengo un trabajo especial para ti.
—En ese caso, habla ya —respondo—. Ya veremos si quiero ir contigo, o no.
Como respuesta, mira de nuevo hacia atrás. Con una señal de la cabeza, uno de sus hombres se separa del grupo. Viene hacia mí para escanear mi pierna con una máquina que actúa a la distancia suficiente para que no pueda considerarse invasivo.
—Fractura —dice, con un inglés bastante burdo.
Kim Mi—Sook asiente.
—Atenderemos esa pierna antes de negociar, Sheryl Crown. Lo único que quiero de ti es que hagas un único trabajo para mí. Cuando lo hayas hecho, la Peulo Ligeu Kochi te recompensará por el resto de tu vida.
Agradezco que Kyle se mantenga en silencio, aunque parece que tiene mucho por decir.
—Ya lo he escuchado antes —respondo—, y no terminó bien. ¿Qué puedes ofrecerme tú?
Su respuesta realmente me deja helada.
—Serás tú quien decida cuál es el precio que estás dispuesta a cobrar por traerme la cabeza de Jacqueline Roosevelt.
Eso es un giro interesante.
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