Capítulo XXXI
¡Hey, hola! Les dejo la canción "The Reckoning" de Within Temptation para que escuchen mientras leen las escenas de Sheryl. También les recuerdo que en los comentarios les dejo el link para entrar al grupo del Sacro Imperio de Alisannia, un espacio para los lectores de la Saga Pokemon. ¡Que disfruten el capítulo!
No es un temblor como cualquier otro que haya sentido. La tierra se mueve de una forma tan diferente, que es incluso aterrador. Es como si la tierra no estuviera consciente de lo que hace, a pesar de que no hay ninguna clase de mecanismo creado por los humanos. Es un movimiento tan errático, tan forzado, que ni siquiera me sorprende ver la forma en que esa bestia surge majestuosamente de la tierra. Los haces de luz que proyecta el polvo brillante hacen que parezca que hay arcoíris que anuncian su llegada. El efecto en general es... magnífico... Se mueve con elegancia. Lejos de parecer una vil serpiente, es tan majestuoso que me es imposible pensar que podría ser otra sino un enemigo. Su cola se azota contra la tierra para hacerla temblar, a la par que su actitud altiva pareciera ser lo que hace que los árboles secos se agiten. Los que aún no han perdido sus hojas, las dejan caer para que se conviertan en un torbellino que vuela hacia nosotros. Luego de atacarnos, las hojas van a reunirse con él para que pueda elevar un poco la cabeza, y es como si los rayos del sol que están iluminándolo hubieran vencido por completo a las nubes grises que hay sobre nuestras cabezas. Las hojas de los árboles están flotando a su alrededor, moviéndose como un par de látigos que no hacen más que enmarcar esa mirada intensa. Esos ojos rojos. Esas pupilas viperinas.
Es... gigantesco...
Y Katzenner va en su cabeza, mirándonos como si no supiera lo que tiene que hacer aquí. Verlo ahí sólo hace que mi costado duela. ¿Es... eso... lo que hizo que la Master Ball estallara? Es tan... imponente... Tanto, que nosotros sólo podemos unirnos en una sola hilera para retroceder a la par. Él sigue elevándose. Estoy segura de que es un macho. La malicia, la soberbia y el poder que desbordan de sus ojos rojos no podrían pertenecerle a una hembra.
Si fuera una hembra, estoy segura de que estaríamos perdidos...
Azota nuevamente la tierra. No puede hacernos desistir. Mewtwo es el único que levita, y la forma en que mira a esa bestia es... lo que la provoca... Es desafiante. Y quisiera saber por qué esa mirada también hace que yo me sienta más agitada de lo que quisiera demostrarle.
Él no quiere sentirse desafiado.
Él está tan enfurecido, que creo que bien podría matarnos incluso con una mirada.
Esto no puede ser real...
—¿Un Serperior...?
Kyle está negando con la cabeza. Se mantiene a mi derecha, y Lynda está a mi izquierda. James es un maldito inútil que no parece entender lo que está pasando.
—No es cualquier Serperior... —dice Lynda.
—Él es... el Dios Legendario de la Naturaleza... —dice Kyle.
—Ante nuestros propios ojos... —sonríe Lynda—. Atraparlo será la mayor victoria de la vida...
Mierda...
—Si nos enfrentamos a los Legendarios que representan el fuego, el agua y la electricidad... —les digo—, ¿exactamente qué tan poderoso es ese Serperior si él representa a la naturaleza en sí misma?
No hay respuesta.
No, sí la hay.
Es esa mirada. Los ojos de Serperior ahora están fijos en mí. Quiere persuadirme de bajar la guardia, y no le agrada que yo sea la primera en tomar una Pokebola. Kyle y Lynda me siguen, mientras James da otro paso hacia atrás ahora que Serperior eleva la barbilla y eso hace que la tierra suelte un... rugido... o eso es lo que parece.
Lynda tiene razón.
Yo atrapé a Lucario, malnacido... Y te atraparé a ti también.
Están tardando demasiado...
Están tardando demasiado, y no podemos seguir esperando. No podemos detenernos por nadie. El señor Cunningham está dudando. ¿Por qué nos hizo entender que tendríamos que hacer lo inevitable si algo como esto sucediera? ¿Quién eres, Sheryl Crown...? Ni siquiera yo puedo decir que en este momento sería mejor solamente dejar de esperar. Reggie parece estar de acuerdo conmigo. Viene a sentarse a mi lado, sin desprenderse de Absol o de su arma. Está tan nerviosa como yo, aunque ella tiene la fuerza suficiente para sujetar mis manos y hacer que dejen de temblar.
—Nunca te había visto dudar...
Lo sé...
No lo entiendo...
—Están tardando demasiado, y no hay señales de que estén logrando algo. Es como si se hubieran desvanecido en los aires...
Ella echa la cabeza hacia atrás.
Necesito un cigarrillo...
—Nosotros deberíamos hacerlo también —dice—. Este lugar no me da buena espina. Ese mensaje pintado en la pared está en coreano... La PKM-Jameiat Sirria y la Elite no fueron quienes hicieron esto. Estoy segura.
—Es imposible... Aunque, bueno... también pensaba que era imposible que la PKM-Jameiat Sirria pudiera estar también detrás de la Puerta de Katzenner.
—Lo digo en serio, Vic. Vámonos de aquí. Vayamos a donde vayamos, sabes que Bradley no sobrevivirá. No conseguirán el antídoto, y Sheryl no se quedará conforme hasta que descubra todo lo que nosotros estamos ocultando.
—Si ella consigue salvarnos una vez más, creo que... vendría bien que dejemos de ocultarle todo esto...
—El problema es que ella ya sabe demasiado. Nadie de los Crown tiene que saber que Michael aún está vivo, ¿recuerdas?
—Nadie tenía que saber tampoco que hay otros Dioses Legendarios, y dudo que Sheryl se conforme sabiendo que Houndoom y Absol también lo son... Pero Sheryl ha hecho tanto por nosotros, y está tardando tanto...
Reggie bufa. Niega con la cabeza, mientras Absol se aleja un poco para patrullar en los alrededores. Me hace sentir muy tranquila, a decir verdad.
—No puedo creerlo... —se queja.
—Tenemos que decírselo al señor Cunningham... Tengo un mal presentimiento. Tenemos que encontrar un plan de respaldo, en caso de que ellos no salgan de esa isla.
—Creí que confiabas en tu nueva novia...
—Y yo creí que tú ya lo habías superado, desde que empecé a salir con Leo... Pero esto no se trata de favoritismos, Reggie... Me preocupa tanto mi hermano, que siento que voy a volverme loca. Hay algo en esa isla... No sé cómo, pero estoy segura. Algo no está bien.
Reggie no puede responder. Parece saber que tiene que guardar silencio ahora que el señor Cunningham está detrás de nosotras. Nos indica que entremos con una señal de la cabeza, como si no quisiera que le demos importancia a su camisa manchada de sangre. Sus mangas y sus manos están en las mismas condiciones, y no tardamos mucho en ver la razón. Bradley está empeorando. ¿Cómo? Estos no son los efectos del veneno de Naganadel. Está tardando demasiado en matarla...
—Esto no puede seguir así —dice el señor Cunningham, mientras la abuela de Lynda está intentando limpiar la sangre que brota de los ojos de Bradley—. La agente Crown está tardando demasiado.
—No nos dejemos llevar por el pánico —interviene Ian—. Lynda está con ella. Tenemos que confiar en que...
—Mucho me temo, agente Reynolds, que en este momento no quiero escuchar acerca de su tórrido romance con la agente Williams —responde el señor Cunningham.
—Podemos terminar rápido con esto —interviene el primo de Lynda—. Querías matarla, ¿no es así? ¿Por qué no lo haces de una vez?
Podrías dejar de tomar decisiones que no te corresponden...
—Estoy preocupada por Kyle... Señor Cunningham, algo está pasando en esa isla. Estoy segura de que esto es una...
El señor Cunningham me hace callar. Levanta una mano, y ese movimiento del dedo índice nos hace saber que hay algo que nosotras no hemos escuchado. Absol y Houndoom entran a la par al campo de batalla, protegiendo el sofá donde yace Bradley. Y me aterra saber la razón por la que tenemos que mantenernos en silencio.
Siempre es aterrador ver a esos sujetos ataviados con trajes blancos y gafas oscuras. Hay uno de ellos observándonos desde el otro lado de los ventanales rotos. No hay absolutamente ninguna barrera que pueda protegernos, y él no pretende atacar. Sin embargo, mueve los labios y lleva un dedo al comunicador que lleva en la oreja. Y ahora son tres. Y son seis. Son nueve. Diez. Once. Están saliendo de entre el follaje, y muchos de ellos usan máscaras de gas. Hay un aerodeslizador acercándose.
—Agente Keynes —llama el señor Cunningham, moviéndose para quedar frente a nosotras—, usted irá a la isla. Busque a nuestros compañeros, y ordene la retirada.
—Pero, señor Cunningham...
—La agente Levitt, el agente Reynolds y yo nos haremos cargo. Haga lo que le digo.
—El problema es... que estamos rodeados... Reggie no podrá salir con vida.
Y no es una exageración. Puedo verlos en todas direcciones, formando un círculo perfecto alrededor de este lugar. No están armados, no hay ningún Pokemon afuera. Sólo llevan sus Pokebolas en las manos. Otros, al frente, llevan armas del mismo blanco que quema las pupilas al ver semejante infestación. Y su líder no tarda en abrirse paso, llevando a su propia guardia que usa rifles de asalto. Van acompañados por Pokemon de tipo lucha, más los eléctricos que salen finalmente para formar una barricada alrededor del cerco. Su líder lleva una máscara de gas.
Nadie puede salir.
Nadie puede entrar.
Y nuestras narices están empezando a sangrar.
Tenía que ser...
La Peulo Ligeu Kochi no viene en son de paz.
Lynda tiene a Pyroar. Kyle elige a Jolteon. Me deleita la mirada desafiante de Serperior cuando todo lo que hago es mostrar en alto que tengo en mis manos la Pokebola de Lucario. Se eleva en los aires, soltando el borboteo habitual antes de que él salga por sí mismo. Se ve magnífico, liberando sus tentáculos para lucir imponente y poderoso.
—¿No llamarás a tus Pokemon?
Sé que James está tragando saliva.
—He perdido mis Pokebolas —responde—. Han pasado muchas cosas...
—Es tu manera de decir que no sirves para nada.
No me retracto. Sé que Kyle piensa lo mismo que yo.
Y Serperior lanza otro golpe con su cola, haciendo que un par de árboles se derrumben detrás de él. Su boca se abre finalmente. Esa voz imponente, aterradora y con ese tono típico de un maldito sabelotodo... Sabía que era un macho.
—Eres insolente, Sheryl Crown... Te atreves a invadir mis territorios, trayendo a tres Dioses Legendarios esclavizados contigo. Crees que puedes desafiarme, mostrándome la Pokebola de uno de ellos... Los humanos son...
—Puedes ahorrarte todo ese monólogo, porque no me interesa en lo más mínimo.
Ni siquiera Kyle y Lynda pueden creer lo que estoy haciendo. Lucario espera a que llame a Dewgong. Juntos, crean un camino de hielo que puedo recorrer para acercarme a él. A Serperior, que me mira como si pensara que soy un insecto. No me molesta demostrarle mi poder desde este momento. El hielo resiste lo suficiente como para que pueda llamar a todos y cada uno de los Pokemon que vienen conmigo. Vaporeon y Golduck se mantienen a cada lado. Blastoise está detrás de mí, junto con Omastar. Gyarados me ofrece su lomo para montarme en él, y lucir lo suficientemente imponente para que la mirada de Serperior se cargue con mucho más resentimiento.
Quisiera que Quilava no diera tanta lástima, con todos esos kilos menos...
—¿Qué clase de humana eres? —ataca Serperior.
—Una humana que no está dispuesta a dialogar. Vendrás conmigo, quieras o no.
—Un Dios no obedece órdenes de los mortales.
—Es curioso que lo digas... Así que seré una diosa benevolente, y te dejaré creer que un Pokemon puede tener poder sobre mí.
No hay nada más que decir. Pyroar, Jolteon y el Ninetales de Perla lo demuestran, dando una buena demostración de su poder.
—Humana insolente... Mewtwo, has caído tan bajo... Aliándote con nuestros enemigos, y trayéndolos a mis dominios para ver cómo la raza humana intenta pasar por encima de la nuestra.
—Es una situación crítica —dice Mewtwo—. Necesitamos tu ayuda, Serperior.
—Mi poder jamás servirá a los humanos por las malas.
—Entonces tendremos que tomarlo por la fuerza —dice Lynda—. No dejaré que Bradley muera.
Tampoco yo.
Lynda se monta en el lomo del Charizard de Perla. Se elevan juntos en los aires, haciendo que Serperior los siga con la mirada. Él lanza el primer ataque, que Charizard intenta neutralizar con el fuego que brota de sus fauces. Mis Pokemon tienen que volver a sus Pokebolas cuando los rayos del sol se proyectan sobre la plataforma de hielo y provocan un estallido gigantesco. He perdido a James de vista. A Mewtwo y Katzenner también.
Y Serperior sigue aquí, demostrando que él no está siquiera un poco agitado, a pesar de que hay un poco de sangre brotando de la ceja de Lynda y que yo estoy aferrándome a Gyarados con todas mis fuerzas.
De acuerdo, Sheryl... Piensa. Es una planta. Puedes destrozarla con fuego... Si tuviéramos a Flareon, Serperior no sería difícil de vencer. Dudo mucho que nuestros Pokemon tengan la fuerza suficiente. Lanza su siguiente ataque. Gyarados no puede neutralizar la ráfaga de hojas afiladas. Tenemos que tomar al toro por los cuernos. Una embestida es imposible. Nos devuelve el ataque, lanzándonos hacia atrás y enroscando su cola alrededor de Gyarados para sujetarlo con fuerza y estrellarnos contra el suelo. Los colmillos de Gyarados no pueden lastimar a alguien que se regenera cuando recibe los rayos del sol.
¿Dónde diablos te metiste, Mewtwo...?
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