Capítulo XXVI
Okinoshima, Japón.
Época actual.
Nunca antes pensé que esto pasaría. Que volvería a recorrer este camino. Que volvería a ver esa cornisa. Que volvería a cruzar estas puertas. Que volvería a ver esa piscina que me evoca tantos recuerdos.
Que volvería al lugar donde conocimos a Harumi Itou.
Claro que muchas cosas han cambiado. Las armas químicas afectaron esta zona también. Han matado a la flora y a las especies Pokemon de los alrededores. Incluso para nosotros es difícil. Aunque podemos respirar, aparecen pequeñas quemaduras en nuestras pieles. El agua de la piscina está vieja, mohosa y ácida, como en la orilla del mar.
Tenemos que darnos prisa, así que la única manera de apreciar lo que nos recibe dentro es cuando Cunningham encuentra dónde recostar a Bradley.
Alguien ha saqueado este lugar. Ha dejado todo patas arriba. Pareciera que lo han registrado, que no han encontrado lo que buscaban, y que aun así decidieron llevarse un par de trofeos de guerra.
Victoria corre para ir hacia Bradley, y parece estar perdiendo los estribos ahora que la abuela de Lynda insiste en darle una mano. Ahora mismo me pregunto si ellos han visto lo mismo que yo. Sé que alejarme de Bradley es una mala idea, pero no puedo simplemente ignorar eso que está pintado en el muro, al fondo de la estancia.
Es algo escrito en coreano.
¿Por qué está escrito en coreano? Harumi Itou era japonesa. Y quisiera no tener que admitir que realmente no me sorprendería saber que esa identidad no era más que una pantalla. Su hermano era parte del Alto Mando, después de todo. Y, aún así...
La inscripción está hecha con sangre seca. Quisiera saber lo que significa. Parece que ha estado aquí por tanto tiempo, que me sorprende que no haya desaparecido. No puedo sentir nada cuando toco la sangre. Qué estupidez sería poder sentir algo... Lo único que quiero saber ahora es si esto es de un aliado, o de un enemigo.
Lo único que quiero saber es si aún queda alguien, en alguna parte, que sepa lo que una alianza significa...
Bradley está empeorando. Y no entiendo cómo es posible que no haya muerto todavía. Sólo sigue escupiendo coágulos de sangre y presiona su pecho con fuerza. Se niega rotundamente a aceptar que Victoria le ayude a permanecer inclinada. Es como si quisiera que los coágulos de sangre la asfixien. ¿Por qué no quiere sobrevivir? ¿Por qué le está suplicando a Cunningham con la mirada? ¿Por qué él asiente, como si estuviera diciendo que ella puede partir...?
—¡Alto!
¿Y por qué estoy haciendo esto?
Estoy segura de que Cunningham pretendía tomar el arma de Victoria. No pretende cubrirse. No le importa que Ian, Lynda y Kyle lo hayan visto también. Si ellos sabían lo que estaba a punto de hacer, ¿por qué no quisieron detenerlo? Keynes sí pretende detenerme. El cañón de su arma está apuntando hacia mi cabeza. El cañón de la mía apunta hacia Cunningham. Lynda intenta detener a Ian, antes de que pretenda amenazarme también.
Si alguien me dice que he perdido la cabeza, eso sería mucho más lógico para mí.
Intento sostener la mirada de Cunningham. Él debe saber que no me importa que me disparen. Que me estaría haciendo un gran favor.
Suspira en silencio. Usa una señal de la cabeza para que todos bajen sus armas. Lynda suelta un suspiro liberador.
Maldito cobarde.
—Agente Crown —dice—, esta no es la manera.
—¿Quieres que juguemos a esto? —le digo.
—No es un juego, agente Crown.
—Yo creo que sí lo es. Estás ocultando algo. ¿Por qué sería mejor que Bradley muriera?
—Es lo más humano.
—Haz que eso se lo trague cualquiera que no haya visto cómo luce una traición. ¡Quiero la verdad!
No quiere hacerlo. No quiere decírmelo. Quisiera tener le valor de tirar del gatillo. Que todo dejara de importarme.
Y no puedo hacerlo.
No soy como él.
—Es nuestro pacto.
Ahora es Kyle quien toma el control. Sé que es verdad por la forma en que Cunningham, Victoria y Keynes están mirándolo. Sé que Kyle no me traicionaría, y quisiera no tener que admitirlo. Se levanta y dar un par de pasos hacia mí, levantando ambas manos para demostrar que no está armado.
—¿Pacto?
Él asiente.
Lynda lo mira con angustia. ¿Será que ella tampoco quiere que hable de esto?
—Lo que pasó con el señor Williams no fue un accidente, Sheryl —dice, a pesar de que Lynda ponga los ojos en blanco—. Aunque pueda ser cierto que Leona está viva, todos nosotros tenemos un pacto. El Círculo de los Cinco, los más allegados al señor Cunningham, estamos preparados para morir antes de que nuestro secreto sea descubierto.
—Papá no formaba parte del Círculo de los Cinco —asiente Lynda—. Mamá sí.
—Bradley es la segunda —continúa Kyle—. Victoria, Reggie y yo somos los otros. Todos nosotros guardamos los secretos del señor Cunningham. Si hay algo que nos ponga en una posición vulnerable, nuestro pacto es llevar esos secretos a la tumba.
—Vadim dijo que ese veneno los mataría en cuestión de segundos —le digo—. ¿Por qué Bradley sigue con vida?
—Porque el general Yevseyenko quiere lo que hay en la memoria de Bradley —dice Lynda—. Sheryl, por favor... Detente. No queremos hacerte daño. Nosotros hubiéramos salvado a Perla Cobby si hubiéramos podido. Por favor, créeme...
Mierda...
Eso no...
Hija de...
¿Por qué mierda estoy... bajando la guardia...?
—No dejes que te manipulen, Sheryl —dice Kyle—. Tú sabes de qué lado estás. Tal vez no somos los buenos de la historia, pero somos quienes quieren detener a Jacqueline Roosevelt. Nosotros no queremos abrir la puerta de Katzenner.
Idiota...
—Tenemos que hacer algo —interviene Victoria—. Kyle...
—Las esporas de Leafeon no funcionarán —responde él—. No tenemos a ningún Pokemon que pueda generar un antídoto tan fuerte.
—¿Qué clase de antídoto se necesita para salvar a Bradley?
¿Y por qué mierda he hecho esa pregunta?
Victoria suspira.
—Necesitamos al Dios Legendario de la Naturaleza para contrarrestar los efectos del veneno del Dragón Legendario —responde Cunningham.
—Mewtwo también podría ayudar —respondo—. Él tiene la habilidad para sanar cualquier herida.
Y quisiera no tener que saber eso.
—Ninguno de los dos está aquí —dice Kyle—. Sheryl, sé lo que pretendes. No podemos ir a la isla. Es peligroso.
—No para mí —respondo—. Sé que Mewtwo estará en la isla. Y cada maldito segundo que perdemos en este lugar, reduce nuestras posibilidades. Estoy cansada de que ustedes me digan qué hacer y cuándo hacerlo. Yo estoy a cargo.
—Me temo que no puedo permitir que usted se embarque en una misión tan peligrosa —dice Cunningham—. En este momento, agente Crown, la relevo de su cargo. En esta misión...
—Ahórratelo, Cunningham.
Sé que para todos es increíble verme dejar mi arma a un lado.
—¿Qué pasa contigo? —dice Victoria.
Como respuesta, señalo la inscripción hecha en coreano en la pared. Parece que nadie más la había notado hasta ahora.
—Podríamos no estar solos —les digo—. Yo conozco la isla, y ustedes no.
—Peulo Ligeu Kochi... —dice Ian en voz baja—. La Liga Profesional de Entrenadores, de Corea del Sur...
—Tu expediente decía que nunca llegaste a la torre de Mewtwo —ataca Keynes—. ¿Por qué confiaríamos en ti?
—Porque no tengo que llegar a la torre, sino al lugar donde vi a Mewtwo por primera vez. No dejaré que Bradley muera, les guste o no.
Nunca aprendes la lección, Sheryl...
Sólo espero que esto no se vuelva en mi contra.
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