Capítulo XIII


     Realmente esperaba que Cherenkov nos trajera a una especie de zona de dormitorios de estilo militar. No es así, en su mayor parte. Supongo que eso se debe a que claramente tenemos un status diferente al de todos los hombres de Vadim. Somos invitados, y nos han recibido como tal. Incluso si no hemos llegado en las condiciones como para pedir un trato digno. Al final, hemos descubierto que su Pokemon responde al nombre de Araquanid.

Al menos, aquí podemos tomar un buen baño. Nadie me ha molestado, a pesar de que fui la única que se negó a salir de la ducha. El agua me hace sentir bien. Se lleva todos mis problemas. Todos mis sentimientos. Realmente extraño lo sencillo que era todo antes de iniciar esta pesadilla. Entrenar, nadar en la piscina... ¿Quién diría que terminaría en la fortaleza de un ejército de Entrenadores rusos, y que uno de ellos estaría tratándonos como reyes?

No me siento nada mejor, a pesar de haber salido de la ducha. Siento como si no estuviera lista para lo que sea que le harán a Diamond. ¿Qué se supone que tengo que ver yo? Pensar que podría experimentar con un Pokemon y llegar al grado de abrirles el cráneo... ¿Realmente estamos en el lado correcto?

¿Existe un lado correcto?

La cena que trajo Cherenkov ya se ha enfriado. Apenas quisimos tocar la comida. Los demás cayeron rendidos, aunque al principio hubieran dicho que lo único que realmente querían era obtener respuestas. Puesto que Vadim y Cunningham han salido a dar un paseo, Bradley fue la última en quedarse dormida. Está alerta, aun así.

Esto es demasiado para mí. No importa que haya salido a la terraza de nuestra habitación. No puedo ver el cielo. Seguimos estando en esta fortaleza, y lo único que puedo ver si miro hacia arriba es ese domo de metal que mantiene la base perfectamente asegurada. El escudo de la PKM-Jameiat Sirria luce imponente en ese otro edificio justo frente al que nos encontramos. La única compañía que tengo en este momento es de algunos de mis Pokemon. Sólo quienes pueden compartir el espacio conmigo en la terraza. Y eso es una mierda. Esto sería mucho mejor si pudiera resguardarme a un lado de Blastoise y Gyarados. Junto a Lugia. Si confiara en los rusos, podría liberar a Lucario para conversar con él.

Si Diamond estuviera aquí...

Pero no está. Sigue atrapado en esa Master Ball. Y, aunque lo liberara, él no es con quien quiero hablar. No quiero a Katzenner. No quiero a alguien que no tiene idea de quién soy... En este momento, y si los rusos no tienen éxito, yo soy la única que lleva a Perla en su corazón, y... Si James no está tampoco...

Mierda...

No puedo hacer esto. No puedo dejarme caer. Tengo que ser fuerte. Soy más fuerte que esto.

Al menos, mis Pokemon están comiendo la cena que Cherenkov trajo para nosotros. Ellos lo necesitan más, y saben ser lo suficientemente generosos como para dejar suficiente para los Pokemon de los demás. Vaporeon y Dewgong están intentando que Quilava pruebe, al menos, un bocado. No quiere hacerlo. Está tendido en el suelo con esa expresión triste que lo caracteriza.

Realmente soy egoísta.

—Quilava...

Mis Pokemon se apartan sin alejarse demasiado de él. Me rodean cuando me pongo de rodillas a su lado para acariciarlo. Apenas levanta la mirada.

—Quilava, no puedo hacer esto sin ti. Tienes que comer.

No quiere hacerlo. Nada lo anima. Ni siquiera Vaporeon, que intenta moverlo con su nariz y con sus patas delanteras.

—Extrañas a Diamond también, ¿no es cierto?

Sé que está asintiendo.

Mierda...

—Diamond estará bien... Estaremos bien, Quilava. Todos estaremos bien. Necesito que seas fuerte.

Creo que eso es más hacia mí, que hacia él.

—Tu Quilava necesita mucha ayuda... No podrá evolucionar si sigue así.

Y ahora, la voz de Kyle Levitt viene a quebrantar la paz. Sus Pokemon salen de las Pokebolas para unirse al banquete. Le agradezco que se haya puesto la camisa, aunque no la haya abotonado. Supongo que él tampoco puede dormir.

—Vete. Quiero estar sola.

—Quisiera, pero la puerta sólo se abre con pruebas biométricas.

Supongo que sería demasiado bello para ser verdad que los rusos realmente confíen en nosotros. No es más que una prisión elegante.

Mis Pokemon siguen insistiendo en animar a Quilava. En llevarle comida. Incluso la Pokebola de Lucario se mueve, como si también quisiera ayudar. Pero no quiero liberarlo. No aquí. Sólo termino con Levitt, ambos recargados en la baranda, viendo el escudo de la PKM-Jameiat Sirria.

Al menos, él también puede hablar.

—Tú también deberías comer —me dice—. Si piensas que tu cuerpo todavía puede aguantar como antes, estás equivocada. No te has recuperado del todo.

—Te agradecería que dejes de entrometerte en lo que no te importa... Estoy bien. Siempre lo estoy.

A Kyle no parece importarle.

—¿Estás segura de que estás bien?

—Deja de hacer esto... Estos sentimentalismos no nos llevan a ningún sitio.

—Por favor... Apuesto a que ni siquiera puedes mantenerte en pie. Tu última batalla te destruyó por completo.

—Me recuperaré.

—Si no comes, no lo harás. Y no podemos luchar si uno de nosotros no está en óptimas condiciones.

—Creo que todas nuestras batallas perdidas ya han sido suficientes para entender que tu idea de ser uno sólo con todos los miembros del equipo es algo que nunca funcionará. Si así fuera, no habríamos perdido a nadie.

—Entonces, ¿lo que funciona para ti es simplemente dejar que las cosas pasen? ¿Quieres debilitarte y morir en una batalla? Incluso tú misma sabes que no lo permitirías.

—Y tú me conoces demasiado bien, ¿no es cierto?

—Lo suficiente como para saber que no eres tan fuerte como aparentas. No totalmente, al menos.

Idiota.

—Una vez que Diamond recupere su memoria, me haré cargo de todo lo demás... Si quieres preocuparte por alguien, hazlo por tu hermana. Victoria pudo morir en México.

—Ustedes están hechas de acero... Pero hay demasiadas cosas que te quiebran en una batalla. Sería bueno que lo saques de tu sistema, antes de que terminemos otra vez en las garras de Jacqueline Roosevelt.

—Si te refieres a Jayden Morgan, creo que ese cobarde ya ha demostrado que realmente no vale la pena como enemigo...

—Me refiero a que es uno de tus puntos débiles.

—Morgan no es mi punto débil. No fue más que un amorío de colegiales... Yo no tengo debilidades.

—Y apuesto a que también negarás que Cobby lo es...

¿Por qué estoy soportando esto?

—Eso es... complicado... En este momento, sólo quiero encontrarnos con James. Quiero recuperar a Diamond, y luego buscar al resto de mis amigos. Sólo así podemos asegurar que Roosevelt no conseguirá a todos los Pokemon Legendarios. ¿Realmente tenemos idea de cuántos hay alrededor del mundo?

Kyle se encoje de hombros.

—Puede ser que incluso nuestra información sea insuficiente. ¿Realmente confías en estos sujetos como para dejar que operen a Diamond?

—Confío en Cunningham.

—Eso ya dice demasiado... Realmente te has vuelto parte de nosotros.

—Y eso está mal.

—¿Por qué lo estaría?

—Porque una vez que empiezo a sentir cariño hacia una persona, siempre hay algo que termina mal. Jayden, Skyler, Leona... Incluso Lynda pudo morir. Si ustedes ya corrían un riesgo bastante grande por ser parte de Scotland Trainers, ese riesgo es mucho mayor mientras yo esté con ustedes.

—No tienes que enfrentarlo todo por tu propia cuenta. Somos un equipo.

—No quiero que nadie más muera.

—Todos compartimos el mismo destino, Sheryl. El secreto es aceptarlo, y burlar a la muerte todas las veces que sean necesarias. Tú puedes hacerlo también.

—No puedo.

—Podrías, si lo intentaras. No estás sola.

Quisiera creerle. Quisiera insistir en que quiero que desaparezca de mi vista. Pero lo único que puedo hacer es mirarlo, y darme cuenta de la forma en que él está mirándome a mí. De la forma en que quiere tomar mi mano por encima de la baranda. Acaricia mi rostro con la otra y me toma por la barbilla para acercarse a mí, pero yo...

No puedo.

Y él no insiste. Sólo sigue sujetando mi mano. Nuestros dedos se entrelazan. Tal vez, con demasiada fuerza. ¿Qué tiene de especial su mirada? ¿Por qué estoy sumergiéndome en ella? Kyle acaricia mi rostro nuevamente.

—¿Qué crees que estás haciendo?

¿Por qué mi voz se ha escuchado tan débil? ¿Por qué seguimos mirándonos?

—No estás sola, Sheryl.

—¿Y crees que esta es la manera de demostrarlo? No necesito esto.

—No puedes dejar que el pasado controle su presente.

—Y tú no deberías dejar que tus sentimientos controlen tus acciones. Esto terminará mal, y lo sabes.

—No tiene que ser así.

—Lo será. Y seguirá siendo mi culpa. Si sabes lo que es mejor para ti, entonces aléjate. No quiero que mueras.

Le agradezco que no venga detrás de mí cuando me ve volver a la habitación. Se queda en el balcón, mientras yo me tumbo en la cama. Sé que no podré dormir, y realmente quisiera hacerlo. Realmente quisiera olvidarme de esto.

De esta sensación que está apoderándose de mí. Esto que intenta recordarme a gritos que no debo cometer estos errores. Que debo ser cautelosa. Que debo recordar que, pase lo que pase, no necesito a nadie. No quiero que Kyle muera también. No quiero que sea igual que Jayden Morgan. No quiero que sufra lo mismo que Onyx Fox.

No quiero...

No quiero... hacerle esto...

Maldita sea... ¿Qué está pasándome...?

Alguna parte de la frontera de Estados Unidos y Canadá.

Época actual.

El daño ha sido demasiado. No importa lo que ese humano haga, no puede revertir lo que le han hecho a Flareon. Tampoco puedo comunicarme con Espeon para saberlo. Esos malditos humanos lo han dejado totalmente incomunicado. Esas cicatrices no sólo lo dejaron mudo para los humanos, sino también para nosotros. Lo único que nos queda es confiar en ese humano que sigue analizando a Flareon. Que la pone a dormir con sedantes para examinar sus pupilas, y usa las pocas herramientas que hay en este laboratorio de mala muerte.

No puedo creer que Jackie hizo esto...

Me niego a creerlo. ¡No puede ser!

El humano se ha detenido. Niega con la cabeza y apaga las lámparas. Ahora sólo deja que los sedantes se desvanezcan a su ritmo. Viene hacia nosotros. Se deja caer en el suelo y pasa una mano por su cabello.

—¿Sin avances?

Niega con la cabeza.

—No puedo revertirlo... No hay manera, a no ser que Flareon reciba un shock tan fuerte, que haga que los impulsos eléctricos de su cerebro se reinicien... Eso no sucederá. Podría matarla, y...

—¡Pero no podemos dejar que esto pase! Si Flareon no nos recuerda... ¿Dónde están Mewtwo, Lucario y Diamond?

—Por su propio bien, espero que estén tan lejos de Jackie como sea posible... Flareon tuvo suerte de sobrevivir.

—Esto es una pesadilla... Tiene que haber algo que podamos hacer...

—Tal vez... exponiendo a Flareon a reencontrarse con James Harrison, pero... si Flareon estaba ya en esas condiciones, dudo que Harrison esté con vida... Tenemos que cruzar a Canadá si queremos seguir adelante. En este lugar, lo único útil es que las pruebas biométricas siguen funcionando. Nadie que no esté en la base de datos puede entrar... Y dudo que Jackie sepa que este lugar aún está en pie.

—No queda nadie con vida.

—Todos fueron asesinados. Lo sé... Por eso creo que estaremos a salvo. Tengo que seguir intentando hacer que el transmisor funcione. En Canadá podrían ayudarnos. Estoy seguro.

—Pero no a Flareon.

—Es la única alternativa, Umbreon. En Canadá podrían ayudarnos a contactar con Sheryl Crown, si es que Jackie no la ha matado todavía.

—¿Y qué si así fuera? ¿Qué nos quedaría entonces?

El humano está suspirando.

Esto no puede ser... La raza humana es...

Una alarma se ha encendido. El humano se levanta con cautela y echa mano del arma que lleva en el cinturón. Se asegura de que esté cargada y va lentamente hacia la puerta. No tarda en abrirse ante nosotros, como si quien está al otro lado no quisiera pasar desapercibido. No quiere jugar con nosotros.

Esa persona va cubierta lleva el rostro cubierto con el gorro de una chaqueta. Es una mujer. Su olor... ¿Por qué huele a tantos tipos de sangre...? Ella también está apuntando al humano con su arma. No baja la guardia, ni siquiera cuando pasa una prueba dactilar para desactivar las alarmas y cerrar la puerta.

—¿Quién eres? —dice el humano—. Baja el arma, o dispararé.

—Me enorgullecería que lo hicieras, Lawrence, aunque yo hubiera tirado del gatillo desde el momento en que sonaron las alarmas. ¿Crees que puedes darte el lujo de ser piadoso en estas circunstancias?

Ahora la humana va hacia la mesa de operaciones. Acaricia el pelaje de Flareon y deja una Pokebola sobre la mesa. Parece que le cuesta caminar por mucho tiempo. Está un poco cansada. Un poco adolorida.

—Yo... creí que...

—¿Creíste que estaba muerta? ¿Crees que alguien puede matar al diablo?

¿Qué está pasando?

La mujer suspira. Se despoja de la chaqueta. Ahora quedan al descubierto sus rizos pelirrojos. Hay algo en su mirada. Algo aterrador. Intimidante.

—Necesito tu ayuda, Lawrence. Los Mawson son los únicos dispuestos a jugar sucio, incluso en contra de los suyos.

—Leona, yo...

—No estoy preguntándote. Sabía que, si venía a este lugar, te encontraría. Eres el único Mawson que no se ha doblegado todavía.

—¿Cómo estás tan segura? Sabes que los Mawson son conocidos por ser traicioneros.

Y la mujer está sonriendo.

—Lo he confirmado, porque no te has incluido. ¿Vas a ayudarme, o no?

¿Quién es esa mujer?

¿Por qué... puedo sentir en ella el olor de...? ¿Sheryl...?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top