Capítulo 40

     —No tenemos tiempo —dice Victoria—. Tenemos que traer al señor Cunningham.

No era necesario decir lo obvio, aunque tienes razón.

—Podemos dividirnos —dice Ian—. Vamos a buscar al señor Cunningham, a Serperior y a defender este lugar de los invasores. Dudo mucho que se trate solamente de la PKM-Jameiat Sirria.

—Éste es el plan, entonces —asiente Kyle, y se planta delante de nosotros como si alguien le hubiera dado el liderazgo—. Reggie, Sheryl y yo vamos por Cunningham. Ian y Lynn vayan por Katzenner y Serperior. Victoria, tú quédate y pelea mientras nosotros terminamos. El poder de Yveltal es más que suficiente.

Nadie pretende quejarse. Ni siquiera Keynes. Mewtwo tampoco tiene nada que decir, incluso si se ha dado cuenta de que evidentemente ha quedado fuera del plan. Y creo que puedo entender la razón. Aunque no nos ha dado razones para desconfiar de él, tampoco hay motivos para creer que está de nuestro lado.

Kim saca algo de su bolsillo. Es una tarjeta blanca y reluciente que extiende hacia mí.

—La llave maestra —me dice—. Salva a los inocentes, Sheryl Crown, y te llevaré junto con tus amigos a Seúl.

Estás añadiendo algo más a nuestro trato, pero es un golpe astuto. Sabes que no tenemos más alternativa que obedecer, si queremos salir de aquí. Y siendo así, es difícil estar segura de quién es quien realmente tiene el control.

La llave maestra no me da buena espina. Dudo mucho que esto realmente sea capaz de abrir cualquier puerta. Y si es verdad, eso sólo puede significar que este lugar significa tan poco para Kim, que puede dar la llave a cualquiera con tal de fingir que somos aliadas. Pero si con esto podamos salir de aquí de una vez por todas, lo tomaré incluso si puedo distinguir sus dobles intenciones.

—Andando —dice Kyle—. Y no quiero más errores.

¿Quién te crees que eres para dar las órdenes?

Kim permanece detrás de nosotros cuando volvemos sobre nuestros pasos para salir del centro de control. Sin embargo, la mirada que me lanza hasta que me pierde de vista no puede pasar desapercibida. Me ha puesto la piel de gallina, pero no podría decir con total seguridad que tengo un mal presentimiento o que su gesto ha bastado para delatar una traición que no estoy segura de que exista en verdad. En el brillo de su mirada puedo ver algo más. Algo que no encaja del todo, pero... Sí basta para comunicar que hay algo que le preocupa. Algo que no tiene nada que ver con nosotros, pero que tampoco basta para que ella se ensucie las manos en el campo de batalla.

¿Qué estoy haciendo?

¿Estoy del lado correcto, luchando por una mujer a la que ni siquiera entiendo en realidad?

Ojalá pudiera estar segura de que esto no me explotará en la cara cuando llegue el momento, pero he vivido lo suficiente como para saber que justo eso podría pasar.

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Darian Cunningham.

Centro Pokemon de la Peulo Ligeu Kochi.

Época actual.

—Baja el arma, jovencita. Podemos hablar como personas civilizadas.

—Deja esa mierda para alguien que todavía se crea tu farsa. Acércate y deja las manos donde pueda verlas.

Tal parece que la mente trastornada de la familia Mawson no es una leyenda urbana. Y las leyendas acerca de Amber tampoco lo son. Aunque se mantiene firme, es fácil saber que está fuera de sus cabales. Su mirada lo transmite todo. Y a pesar de que le muestro mis manos y de que Houndoom se mantiene a mi lado sin atacar, ella no tiene suficiente. No avanza hacia mí. No baja su arma. Su Gothitelle está en pie de guerra, como si creyera que tiene tanto poder como nosotros. Esa pobre chica no es capaz de entender que no tiene oportunidad.

Tengo que proteger a Bradley. Pase lo que pase, ser un escudo humano vale la pena si se trata de ella.

—No me batiré en duelo contra ti, niña. No quiero lastimarte.

—Es una pena, porque eso es justo lo que yo quiero hacer. Ahora da un paso hacia mí y deja tus Pokebolas en el suelo, una por una.

Bingo.

—Estás buscando a los Dioses Legendarios, ¿no es así?

—Haz lo que te digo, Cunningham. Muéstrame tus Pokebolas.

Esto bastará solamente para ganar tiempo, pero no durará para siempre. Tengo confianza en ustedes, muchachos. Pase lo que pase, mantengan a Sheryl Crown y a los Dioses Legendarios lejos de aquí.

Entre mis Pokebolas no hay nada que a Amber pueda llamarle la atención. Sin embargo, aunque me mira como si no pudiera creerlo, debería tener un poco más de malicia para suponer que los ingleses usamos Master Balls por una sencilla razón. Amber me apuñala con la mirada.

—El gran Darian Cunningham —dice ella—. El gran hombre, capaz de domar a los dioses y ponerlos a su merced... ¿Esperas que crea que no llevas a ninguno de los cinco Dioses Legendarios encima?

¿Cinco?

¿Es que acaso quien te ha contratado no te ha dicho toda la verdad?

—Me temo que esto es un malentendido, jovencita. Los cinco Dioses Legendarios jamás estuvieron en las manos de Scotland Trainers.

Eso no la deja convencida. Está sonriendo. Ahora el cañón del arma apunta hacia Bradley. Amber tira del gatillo, sin temor a nada. La bala pasa por encima de ella y perfora el ventanal. No son a prueba de balas. Ahora Amber apunta hacia mí nuevamente.

—Lo preguntaré nuevamente —dice ella—. Tienes a Sheryl Crown de tu lado, Cunningham. Te daré dos minutos para que me entregues a los cinco Dioses Legendarios, si no quieres que la próxima bala termine en tu cabeza.

A una niña ambiciosa no se le puede hablar con raciocinio. Especialmente cuando está convencida de que sólo existe una versión de la historia.

¿Qué diablos están esperando, muchachos?

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Victoria.

Centro Pokemon de la Peulo Ligeu Kochi.

Época actual.

Tengo un mal presentimiento y sé que Kim Mi-Sook lo comparte, aunque no hablemos entre nosotras y nuestra única forma de comunicarnos sea la manera en la que estamos mirando las pantallas. Puedo sentir algo dentro de mí. Mis manos están temblando. Quisiera saber si esto es sólo una reacción natural al no haber tenido la oportunidad de descansar desde que llegamos a San Petersburgo, o si se debe a algo más. Sea lo que sea, se apodera también de mi respiración. Kim Mi-Sook se siente tan nerviosa como yo, pero ella lo demuestra golpeteando el suelo con la punta de su zapato.

—¿Acaso no piensas desplegar a tus hombres? —le digo—. Los Pokemon que se acercan por aire verán que estamos con la guardia abajo.

Kim me mira. Se toma unos segundos para responder.

—Este Centro Pokemon está lleno de civiles —me recuerda—. Desplegar nuestra fuerza los pondría en peligro y no seré yo quien cargue con el peso de sus muertes encima de mis hombros.

—Entonces, ¿qué piensas hacer para detenerlos?

Kim suspira. Señala los monitores con un gesto del brazo que intenta abarcar todo lo que tenemos al alcance.

—Esto es más que un centro de vigilancia, agente Levitt. La Peulo Ligeu Kochi no escatima en cuestiones de seguridad. Sólo estamos esperando a que nuestros enemigos...

Mierda... Mi tos la ha interrumpido. Sé que se ha enfurecido, pero no puedo parar. Es como si tuviera algo atrapado en mi garganta. Es una reacción tan... ¿Qué...? ¿Por qué no puedo... parar...?

Tengo que sostenerme del respaldo de la silla de uno de los vigilantes. Él mira hacia atrás. Sé que lo he tomado por sorpresa, pero necesitaba sostenerme. Aunque no creo que funcione del todo. Está costándome mantenerme de pie, como si la fuerza de mis piernas me hubiera abandonado también. Tengo que ser fuerte. Tengo que mantenerme de pie. Pero no puedo dejar de toser y tampoco... puedo... respirar...

—Agente Levitt...

Kim ha dejado su enojo a un lado. Son sus manos las que tengo en la espalda ahora mismo. Está dándome palmadas, como si eso pudiera ayudar. Pero no puede. Si intento cubrir mi boca, lo único que puedo ver es la sangre que escapa desde mi garganta. Es... ¿Es sangre...? Es sangre... Sangre... El... Es el...

—Mi... Mierda... El vene... no...

—¿Qué has dicho, Levitt?

No puedo parar. La tos no me deja hablar. Pero... Ésta no es la misma reacción que tuvo Bradley... ¿Qué pasa...?

—El... vene... no... El veneno... de... Na... de Naga...

—Naganadel... —dice ella—. Agente Levitt, ¿has estado delante de él?

¿Cómo mierda se supone que tengo que... responder... si ni siquiera puedo respirar...?

—El... veneno... Nece... sito... a Serperior...

Kim se aparta de mí. Hay una revelación que brilla en su mirada. Y ahora se mueve rápidamente hacia sus hombres y habla en coreano a través de un comunicador que le entregan, mientras yo siento que mi boca está llenándose de sangre y el temblor de mis manos se combina con manchas amoratadas que están apareciendo en mi piel.


Cuéntame: Si la reacción de Victoria fue repentina y diferente, ¿crees que se trata del veneno de Naganadel? ¿Sheryl tiene razón al sospechar de la llave maestra? ¿Por qué Cunningham no quiere usar a Houndoom delante de Amber? ¿Por qué no vieron a Amber llegar a través de las cámaras? ¿Por qué Serperior desapareció justo cuando el veneno hizo efecto en los demás? Quiero leer sus teorías <3

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