Prólogo

¡Hey, hola! ¡Ah, los extrañaba! Pero no podía comenzar con dejar a un lado mis promesas. Este tiempo sin escribir de Pokemon me ha sentado de maravilla. Y como hoy al fin llegamos a la maravillosa cifra de 1K seguidores, ¡pues aquí lo tienen!

En un principio pensé que daría sólo algunos adelantos al llegar a cierta cantidad de seguidores, hasta que varias personas me empezaron a preguntar si ya había abandonado a Pokemon Re-Start aunque yo les dije que sería sólo con adelantos mientras no hubiese terminado con las historias atrasadas. ¡Pero he cambiado de opinión! Gracias a todos ustedes fue que llegué al nivel de 1K seguidores, por lo que he decidido ponerme en sus manos nuevamente y absorber lentamente sus almas con Pokemon Re-Start. ¡Así es! ¡El libro comienza hoy!

El calendario de actualización es el siguiente: Habrá nuevos capítulos los miércoles, sábados y domingos.

En multimedia les dejé una canción que vendría siendo épico opening de Pokemon Re-Start. Se trata de un cover del primer opening de Pokemon, interpretado por Paulo Cuevas. Así que escúchenlo y en los comentarios de este capítulo díganme qué esperan de esta nueva historia. ¿A qué personajes viejos esperan ver? ¿A qué personajes nuevos quieren conocer? ¿De qué creen que tratará el primer libro, que lleva por título Resurgimiento? ¡Quiero saberlo todo!

Sin más por ahora, los dejo con el prólogo. ¡Nos veremos el sábado! ¡Los amo con todo mi corazón, chicos. ¡Mil gracias por todo!

Magic Valley Memorial Gardens

McAllen, Texas

Siete años atrás

Ese no era el plan, lo sé. La idea original consistía en escapar sobre el lomo de Lugia, alejarme de la civilización por un tiempo y sentirme libre. Pero mis propias decisiones me traicionaron al final, obligándome a aceptar esa cita. Fue gracias a un mensaje de texto que llegó a mi móvil cuando Lugia y yo paramos en México para tomar el almuerzo. No sé cómo fue que me convenció, pero lo hizo. Y por un instante creí que sería una buena idea, hasta que me di cuenta de dónde era que esa persona quería encontrarse conmigo.

Dijo que nos veríamos debajo del sauce. En ese lugar donde había una banca, y que estaba convenientemente ubicado a pocos pasos de la lápida con ese nombre que me obligaba a no tener que mirarla de frente.

Diamond miraba la lápida, quizá intentando memorizar el epitafio o sólo pensando en la persona que ahí yacía muerta. Y eso me pareció extraño. No comprendí por qué era que Diamond mostraba tanto interés en ese nombre. Y, a decir verdad, tampoco era como si realmente me importase demasiado.

Supe que había llegado mi acompañante cuando esa persona encapuchada llegó desde mi espalda para sentarse a un lado de mí en esa banca. Medio metro de distancia nos separaba.

—Sabía que vendrías —dijo ella en voz baja—. Aunque... No creí que lo hicieras en la primera invitación.

Su voz seguía siendo la misma, como si los años no hubiesen pasado en ella.

Yo me encogí de hombros y me negué a mirarla de frente.

—Es una cuenta pendiente, supongo —le respondí—. Nunca tuve la oportunidad de dirigirle al menos una mirada que no estuviera cargada de odio. Me di cuenta de las cosas demasiado tarde...

—Nunca es tarde para enmendar nuestros errores... Al menos, me alegra que tú estuvieras aquí. Intenté contactar a Skyler, pero... Supongo que ella también debe necesitar su espacio luego de todo lo que ha pasado.

Supe al instante que esa persona no lo sabía.

Y yo decidí guardar silencio.

Diamond nos miró sólo por un instante, sólo para luego volver a mirar la lápida en silencio.

—Ustedes se llevan muy bien, al parecer —comentó esa persona—. No recuerdo un momento en el que ese...

—Diamond —le espeté—. Su nombre es Diamond.

—No es su verdadero nombre.

—Y poco me importa saber la verdad. Si ese nombre es el que Skyler nos dio para presentarnos con él, es el nombre que yo usaré para referirme a él durante el resto de mi vida.

—Al menos, no le guardas rencor a tu hermana por lo que sucedió.

—No puedo hacerlo. No luego de que ella me dijera la verdad.

—Por fortuna, todo ha terminado...

—Si hubiera terminado en realidad, usted no estaría ocultando su identidad. Supongo que debe tener sus razones para creer que aunque ese malnacido esté muerto, sus allegados caerán también.

—Es el estigma que tendré que cargar por el resto de mi vida.

—Debe ser una mierda aceptar vivir así... ¿Para qué me ha pedido que viniera?

Esa persona suspiró con pesadez y sacó algo de debajo de sus ropas. Un pendrive de color negro que colocó en el espacio que nos separaba. Sin mirarme, sólo se levantó de la banca y le dirigió una mirada a la lápida con esos hermosos ojos verdes. Descubrió al fin su rostro, para dejar al descubierto sus rizos pelirrojos, y un dejo de tristeza se reflejó en su mirada.

—Después de este día, no estaré más en Texas —me dijo, aunque parecía estar hablando consigo misma—. Pero si necesitas algo, cualquier cosa, puedes llamarme.

—Lo tendré en cuenta... ¿Para qué es el pendrive?

—Sé que te niegas a saber la verdad, pero es necesario que lo hagas. Allí, tú y tu... pequeño amigo podrán resolver todas sus dudas.

Siguió andando hacia la tumba, sólo para colocarse de rodillas y dejar una flor de color blanco, que sacó de debajo de su chaqueta, sobre la lápida.

—Por cierto —dijo ella una vez que me miró de nuevo—. ¿Te han dicho que los colores oscuros te sientan bien?

—Es una ventaja del luto constante —le respondí.

Ella sonrió.

—Cuídate, Sheryl —me dijo—. Y cuida a tu hermana.

Algo murió dentro de mí en ese momento.

—Usted también, Número Tres —le respondí, luchando contra el incipiente nudo de mi garganta.

—No —dijo ella—. Llámame Leona. Ya no soy más tu profesora.

Y dicho aquello, ella se alejó a paso lento. Sólo entonces me di cuenta de que le costaba apoyar su pierna derecha cada vez que daba un paso.

Guardé el pendrive en mi bolsillo y me levanté de la banca, cojeando un poco para poder llegar a donde Diamond aún esperaba en silencio. Él apenas levantó la mirada cuando estuve junto a él.

—No se lo has dicho —me dijo—. Lo de Skyler.

Y yo negué con la cabeza.

—No puedo. Mi hermana era importante para esa mujer...

— ¿Quién era ella?

—Mi profesora. Profesora y mentora de Skyler, también.

—Ya veo... Pero, ¿por qué te ha citado aquí?

Yo suspiré.

—Supongo que su plan era que Skyler también viniera a este sitio, que significaría mucho para ella... Pero no será así. Vámonos, este sitio me pone la piel de gallina.

Diamond no dijo más. Tan sólo echó a caminar a mi lado.

Y yo dirigí una fugaz mirada hacia la lápida, en la que nadie había escrito más que un nombre y un epitafio.

Devon Blake Paltrow

Gran amigo, mejor Entrenador

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