Capítulo XXXIX + ¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!


¡Hey, hola! Tengo una noticia importante que darles.

Estaré de nuevo en la FIL de Guadalajara, México.

Decidí organizar una pequeña convivencia para poder conocernos en caso de que alguno de ustedes ande por allí, para tomarnos fotos y pasar un rato divertido. Llevaré también mis libros (mis novelas, no los fanfics) para darles la oportunidad de conseguirlos sin pagar por internet. Los libros estarán a la venta, sólo aviso. Si están interesados en ir, les digo que los estaré esperando el sábado 3 y domingo 4 de diciembre, de 4:30 a 5:30, en el área de descanso dentro de la FIL.

Ya que el viaje implica irme a otra ciudad y eso será muy cansado, he decidido tomarme un par de semanas de descanso de Wattpad. Esto significa que desde el día 26 de noviembre, hasta el 11 de diciembre, no actualizaré ninguna de mis historias. Tan sólo estaré por aquí para leer y responder sus mensajes y comentarios. El día 12 de diciembre volveré, y espero hacerlo con el mejor de los ánimos para darles los capítulos que ustedes se merecen.

Así que, repito.

Sábado 3 y domingo 4.
Expo Guadalajara.
Área de descanso.
4:30pm a 5:30pm.

¡Nos veremos pronto!

¡Que disfruten el capítulo!

PD: En Multimedia les dejo una canción para que escuchen mientras leen. I'll Sleep When I'm Dead, de Set it Of.

     Al menos, Cunningham conserva un poco de cordura. La suficiente como para pensar en las repercusiones que podría tener un plan como el que tiene en mente.

Hemos vuelto para deshacernos de las personas que realmente no nos serán de utilidad en ninguna misión. Y eso me da mucha tranquilidad. Así, sus vidas dejarán de estar en nuestras manos por un par de horas.

La casa de la anciana realmente ha quedado dañada luego de que Keynes creyera que podía vencerme. Los cristales de la ventana están totalmente rotos, y la puerta que da hacia la calle ya no existe. Además, hemos dejado sin electricidad quizá a toda la calle. Quizá a todo el vecindario. Admito que es un poco gracioso ver cómo las personas intentan acercarse al poste derribado para sacarse fotografías, aunque a la vez me parece estúpido. Especialmente por la forma en que las adolescentes del vecindario posan como si estuviesen intentando partirse la columna. Los mirones cobardes que escaparon hace un rato, han vuelto para observar los estragos de nuestra batalla. Las mujeres más ancianas murmuran y nos miran con desaprobación, escandalizándose al recibir las miradas de desprecio por parte mía. ¿Acaso no tienen algo mejor qué hacer?

—Los dejaremos aquí por ahora —dice Cunningham a la anciana y al sujeto tatuado—. Si todo sale bien, volveremos en un par de horas.

—Aún está a tiempo de rendirse —dice el sujeto tatuado—. No servirá de nada que vaya a perder el tiempo.

Cunningham le dedica una diplomática sonrisa, dándole a ese sujeto una palmada en el hombro.

—Deja la política y los asuntos de seguridad internacional en manos de los adultos, muchacho.

La mirada de desprecio de ese sujeto compite con las miradas de odio y advertencia que recibe por parte de Keynes y los Levitt.

Sin más, y sin darle a la anciana la oportunidad de opinar algo al respecto, subimos de nuevo a nuestro Pokemon y emprendemos el vuelo. Lugia encabeza la marcha, llevando sobre su lomo a Kyle, Lynda, Bradley, Cunningham, y a mí. Diamond se dirige a la cabeza de Lugia de un salto, para escapar de Lynda y de sus intenciones de llevarlo en brazos. Ian y Keynes nos siguen en el lomo de Hydreigon. Paltrow y Victoria van sobre el lomo de Yveltal.

Tres gigantescos Pokemon que van a cumplir el capricho de un hombre necio.

Desde lo alto podemos ver una parvada de Fearrow, todos ataviados con pañoletas u los señalan como parte de los cuerpos policiacos. Van sin ningún jinete, sólo volando en posiciones estratégicas hacia ese sujeto montado en un Fearrow de mayor tamaño, que llama a la parvada e indica que comiencen el descenso hacia lo que parece ser una base aérea. También puede verse, un poco más abajo que nosotros, a esa mujer mayor que va montada en un viejo Dragonite que le ayuda a llevar las bolsas de las compras. Diamond también puede verlo, y sus colas danzan para demostrar que le incomoda la idea de ver a un Pokemon que va al súper mercado.

Hay drones en el cielo que desentonan un poco con la idea utópica de que haya Pokemon salvajes y domesticados surcando los cielos. Drones de color negro que emiten pequeñas luces rojas intermitentes, y que vuelan en patrones diferentes para cubrir distintas zonas de la ciudad. Me ponen nerviosa, y también a nuestros Pokemon. Eso es claro, pues comienzan a volar con mayor lentitud, intentando no perturbar a esos aparatos que parecieran estar observándonos. Que le alertan a alguien más sobre nuestra posición. Que son lo ojos de un enemigo cobarde que no tiene los pantalones para venir a buscarnos personalmente.

—No me gustan esos drones —dice Lynda luego de que uno de ellos se haya movido para dejar pasar a nuestros Pokemon sin dejar de observarnos.

—Parecen sospechosos —asiente Kyle—. Señor Cunningham, ¿deberíamos aterrizar?

Él guarda silencio. Mantiene su mirada fija en uno de los drones, y acaricia a Lugia un par de veces para hacer que nos detengamos. Eso detiene también a Hydreigon e Yveltal, y hace que nuestros cuatro compañeros de pronto tomen una actitud defensiva.

—Es un drone casero —dice Cunningham sin dejar de observar el aparato—. La Elite no usaría armamento de tan mala calidad.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso? —espeta Diamond.

Sigo pensando que Cunningham es sólo un fanfarrón.

—No tiene el escudo de la Elite por ninguna parte —responde Cunningham despreocupado—. Y es fácil ver que algunas partes están un poco oxidadas.

—Podrían estar observándonos —dice Bradley—. Señor Cunningham, tal vez sea mejor aterrizar.

— ¿De qué nos serviría eso, agente Bradley? —responde él sin mudar su actitud despreocupada.

Insisto.

Cunningham es un fanfarrón.

Aunque...

—Detesto admitirlo, pero Cunningham tiene razón —intervengo—. Aunque aterricemos ahora, hay alguien que ya sabe que estuvimos aquí. Abajo correríamos más peligro. Tal vez nos encontremos con una emboscada.

—A no ser que la emboscada ya esté alrededor —dice Kyle—. Mírenlo.

Un escalofrío me recorre de pies a cabeza cuando giro un poco la cabeza para comprobar que las palabras de Kyle son totalmente ciertas. Alrededor de nosotros se han congregado tal vez cien o doscientos drones, que nos observan fija e insistentemente. Que van acercándose lentamente a nosotros, haciéndonos sentir encerrados. Atrapados. Kyle y yo tenemos el mismo impulso de buscar una de nuestras Pokebolas, preparándonos al mismo tiempo para lanzarlas.

—Sus órdenes, señor Cunningham —dice Lynda en voz baja, haciendo otro tanto.

Cunningham separa los labios para hablar, y todo se detiene al instante. Las cosas parecieran suceder de forma tan lenta que siento que nos hemos sumergido en una dimensión desconocida. Sólo puedo sentir cómo Lugia se mueve con violencia, obligándonos a sujetarnos tan fuerte como podemos. Lynda grita con una voz tan aguda que hace arder mis tímpanos. Los drones se mueven de nuevo para dejar pasar a Lugia. Y al estabilizarnos de nuevo, sintiendo aún la descarga de adrenalina, sólo podemos ver la forma en que Lynda intenta reprimir su llanto y sostiene con fuerza su brazo izquierdo que ha quedado cubierto con las hojas afiladas de un Pokemon que se incrustaron en su piel. La sangre cae sobre el cuerpo de Lugia, y Lynda respira agitadamente. Nos mira, con los ojos cristalizados por las lágrimas, y revela que las hojas afiladas también han causado un par de cortes en su rostro y en su cuello. No son lo suficientemente profundos como para matarla, pero vaya que hay sangre. Y el dolor debe ser tal, que ella no tiene idea de cómo reaccionar.

—L-Lynn... —musita Kyle impactado.

Ella sigue mirándonos. Pareciera que intenta decirnos algo, pero las palabras no salen de su boca.

Y aunque podría compadecerme de ella, mi instinto me obliga a mirar hacia abajo.

No puedo ver nada que delate la posición de algún enemigo. Tan sólo sé que los drones...

Hijos de puta.

— ¡Diamond, destruye los drones!

Él asiente y adopta una posición de ataque, entrelazando sus colas y disparando un potente rayo de luz que se impacta contra los drones. Ese mismo rayo sigue avanzando para ir en todas direcciones, eliminando a todas esas máquinas que nos observan y convirtiéndolas en simples trozos de metal inservible que se desploman sobre la ciudad.

— ¡Lugia, vamos abajo! ¡De prisa!

Iniciamos el descenso, yendo en dirección contraria cuando Lugia toma un camino distinto para evitar el impacto de esos dos pulsos de energía oscura que alguien dispara desde abajo. Diamond salta para posarse sobre el lomo de Yveltal, quien nos cubre y contraataca lanzando también un pulso oscuro de mayor intensidad. Los rayos de Diamond se unen al ataque, causando una potente explosión en los suelos. El humo negro comienza a brotar, aunque no tengamos idea de si hemos dado en el blanco correcto.

Y parece que no fue así.

Sin que nuestro rival se muestre frente a nosotros, una segunda ráfaga de hojas afiladas llega desde abajo. Diamond contiene esas fuerzas, al mismo tiempo que mi voz se une con las de Kyle y Victoria para exclamar:

— ¡Ve, Lucario!

— ¡Ve, Espeon!

— ¡Confío en ti, Drapion!

Ni bien se muestra ante nosotros, Lucario extiende dos de sus tentáculos para invocar a una potente ráfaga de agua que forma una espiral en la que Diamond puede posarse sin mayor problema, desafiando todas las leyes de la lógica. ¿Cómo diablos el agua puede sostener a ese maldito gato?

— ¡Nosotros nos encargaremos de esto! —exclama Victoria, mientras Yveltal se dirige hacia nosotros para posarse a un lado de Lugia. Mira hacia atrás y exclama—: ¡Reggie, llévate al señor Cunningham a tierra firme!

— ¡A la orden!

Claro, dejemos a la estúpida inútil y cobarde a un lado. Así nada podrá salir mal.

Hydreigon vuela también hacia nosotros para que Keynes extienda un brazo hacia Cunningham. Él se niega en un primer momento, bajando cuando Keynes se levanta sobre el lomo de su Pokemon para tomar el brazo de ese hombre sin importarle lo que él opine al respecto. Bradley salta también, incapaz de separarse de él. Y aunque Ian intenta hacer que Lynda los acompañe, ella niega con la cabeza y lanza también una Pokebola a pesar de no haberse librado aún de las hojas afiladas que perforan su brazo. Pyroar hace también su aparición, corriendo a través del camino de agua que sigue desafiando las leyes de la lógica.

— ¡Váyanse! —urge Victoria.

Keynes baja a toda velocidad, sin poder evitar que Lucario la encierre junto con su Pokemon y sus acompañantes en una burbuja de agua que bloquea todos los ataques.

Victoria se aferra a Yveltal con fuerza, transformándose de nuevo en esa mujer decidida y un tanto intimidante.

Paltrow, al contrario de todos nosotros, sólo busca velozmente algo en sus bolsillos. ¿Acaso ese inútil no tiene pensado pelear?

Lugia da otra sacudida al recibir el ataque de una nube de gas venenoso. Vuela en busca de más oxígeno, ayudándonos a nosotros también a respirar de nuevo. El gas hace efecto en nosotros a una velocidad impresionante, pues nuestras pieles comienzan a llenarse de diminutos puntos rojos. En Lugia, sin embargo, no parece haber causado el más mínimo daño.

Diamond dispara tres destructivas ráfagas de luces que se mezclan con las espirales de fuego que brotan de las fauces de Pyroar. Los ataques de nuestros Pokemon sólo causan explosiones en tierra firme, haciendo que sigan aumentándose las columnas de humo negro y sin lograr dar en el blanco correcto. Lucario se une también a sus ataques, lanzando proyectiles de hielo que se desprenden de sus tentáculos. Drapion se encarga de envenenar esos proyectiles, lo cual no parece ser la mejor opción. Pero en cuanto Lugia intenta bajar para tener una mejor visión de nuestros enemigos, somos impactados por un pulso de energía que deja a Lugia tan aturdido que comenzamos a tambalearnos en los aires.

Espeon salta hacia la cabeza de Yveltal, iluminando sus ojos con un resplandor de color púrpura que se adentra en los ojos de Lugia y le ayuda a recuperarse del aturdimiento. Victoria comienza a exclamar sus órdenes, guiando los ataques de nuestros Pokemon y uniéndose a la contienda con las destructivas habilidades de Yveltal. Un simple ataque de su Pokemon más letal consigue hacer que una potente explosión suceda debajo. Y Paltrow al fin consigue lo que buscaba. Un par de antídotos que lanza hacia nosotros para liberarnos del envenenamiento, y que arden como el infierno al entrar en nuestras venas.

Ahora que los puntos comienzan a desaparecer, los estragos que causamos debajo son mucho mayores. Los ataques siguen llegando desde ninguna parte, y ya han cobrado sus daños en nuestros Pokemon. Victoria parece haber perdido la razón, pues sigue atacando a diestra y siniestra.

La sangre que brota de las heridas de Lynda sigue manchando el cuerpo de Lugia, y ella ya luce tan pálida que...

M-mierda... ¡Maldita sea!

— ¡Victoria, basta!

Lugia parece pensar lo mismo que yo, pues vuela para colocarse frente a Yveltal e impedir que siga atacando.

— ¡Apártate, Sheryl! —exclama ella.

— ¡No! ¡Estás atacando a personas inocentes!

—No lo entiendes, ¡apártate de...!

La voz de Victoria se apaga, y mi visión se torna por completo de color blanco. La momentánea ceguera es seguida por el ardor en todo mi cuerpo, y por la sensación de que alguien me toma por la cintura con ambos brazos para evitar que caiga al vacío cuando mis manos sueltan el cuerpo de Lugia. Escucho los chillidos de mi Pokemon, así como pronto puedo sentir que algo líquido, cálido y espeso salpica mis mejillas. Kyle y Lynda gritan también, de una forma tan agonizante que es aterrador. Y ahora que he recuperado el sentido del oído, puedo alcanzar a escuchar a lo lejos las voces que nos llaman con desesperación. El vértigo llena mi estómago, así como algo corta mi respiración de golpe pues el viento golpea mi rostro con fuerza y no me permite inhalar siquiera un poco. Quien me toma por la cintura aumenta su agarre, sujetando mis manos también.

Sólo siento cómo todo comienza a apagarse alrededor de nosotros. Siento cómo mi cuerpo se impacta contra un suelo rocoso, y comienza a rodar por lo que parece ser una colina en la que hemos caído luego de caer durante lo que debió ser una eternidad. Y cuando mi cuerpo deja de girar, al fin recupero la visión. De forma difusa, puedo ver que una persona yace a pocos metros de distancia. Nuestros brazos están extendidos como si quisiéramos tocarnos. Como si hubiésemos estado haciéndolo. El cabello plateado de Kyle resalta con la sangre que brota de su cabeza. Un hilo de sangre brota de mi boca. No puedo sentir ninguna de las otras partes de mi cuerpo. No puedo ver ni escuchar a nadie más. Y...

Y-y...

Escucho los leves quejidos de una niña que llama mi nombre...

T-todo comienza a oscurecerse...

Ya no puedo sentir nada, y el mundo entero se apaga a mí alrededor.

¿E-este... e-es el fin...?

No quiero que termine así... ¡N-no quiero que termine así...!

ndW:(

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