Capítulo XXXIII

     No quiero admitir que no puedo dejar de pensar en esas palabras que escuché, aunque estoy más que segura de que he tomado la decisión correcta al quedarme del lado de mis discípulos. De cualquier manera, sería incapaz de darles la espalda. No ahora que han sucedido tantas cosas. Uno de mis errores del pasado fue, justamente, alejare de quienes más necesitaron mi ayuda. Y aún así... Hay algo que comienza a atormentarme, y que no puedo ignorar por más que lo intente. Y se trata de la tormentosa duda de si acaso Cunningham querrá luchar contra la reaparición de la Elite. ¿Cómo puedo estar segura de que toda esa anarquía no fue propiciada por las primeras apariciones de esos malditos asesinos?

Todo parece indicar que así será. Lynda no tiene idea de lo que sucede. Su inocencia es, quizá, demasiado grande estando en este lugar donde ella se siente a salvo. Pero Ian da señales de saber lo que nosotros ahora sabemos. Desde que le pedimos al sujeto tatuado que nos trajera de vuelta a la casa de la anciana, Ian no ha dejado de dirigirnos algunas miradas inquisitorias. Al final, Lynda sólo sigue las instrucciones de Cunningham, que aún no puede creer del todo lo que Diamond ha dicho.

La Pokebola de Lucario está borboteando ahora mismo, lo cual podría significar que quizá está sufriendo las mismas visiones aterradoras que Mewtwo envió, y que hicieron que Diamond se transformara tan drásticamente. Es eso, o quizá Lucario intenta decirnos algo. Y ya tendremos esa charla que ahora quiero mantener exclusivamente con mi círculo más allegado. Confío, pero a la vez no del todo. Y me sentiré mucho más segura cuando todo esto tenga el respaldo de mi plan de emergencia. En este momento me queda el consuelo de que realmente entraremos en acción de alguna manera.

Lo sé por la forma en que Victoria, tras recibir la aprobación de Cunningham se transforma en una mujer imponente y demandante.

No le permite a la anciana recibirnos como ella quisiera, y tampoco le da a Hitmonlee la oportunidad de seguir tratándonos como si estuviésemos en engorda. A pesar de la culpa, el Diamond glotón que conozco se muestra mediante el brillo que sus ojos reflejan al ver que Hitmonlee se retira llevando consigo esa bandeja de pan dulce. Supongo que eventualmente, Hitmonlee volverá a la carga para conseguir nuestra aprobación.

Victoria sigue en su elemento, mirando en todas direcciones y diciendo con firmeza:

—Fuera luces. Cierren las cortinas.

Ian y Leo se encargan de ello, mientras Kyle decide dejar al descubierto algo que me hubiera gustado saber antes de caer en la incertidumbre. Se trata de un simple panel de un tamaño similar a un iPad, que Kyle coloca sobe la mesa del comedor una vez que la oscuridad es total. Coloca su dedo índice sobre la pantalla para encenderlo. El panel se ilumina y proyecta la pantalla holográfica que muestra el escudo de Scotland Trainers, acompañado de un pequeño espacio para introducir una contraseña.

Es algo que, sin duda, lleva escrito el nombre de Ray Williams en todas partes.

Victoria introduce un código de cuatro dígitos. Un menú se despliega ante nosotros. Diamond y yo contenemos la respiración al mismo tiempo cuando logramos percatarnos de que Victoria ha seleccionado justamente un archivo que remueve fibras sensibles en nuestro interior. Un expediente cuyo nombre es claro, conciso e inquietante.

Sobrevivientes de la caída de la Elite.

La abuela de Lynda y el sujeto tatuado permanecen rezagados.

— ¿Qué es esto? —pregunta Diamond, robando las palabras de mi boca.

—Archivos secretos —responde Cunningham, como si esas palabras no significaran nada importante en realidad—. La Elite no es la única que puede jugar sucio, querido Diamond. Nosotros también tenemos nuestros trucos ocultos bajo la manga.

— ¿De qué nos servirán los archivos de la supuesta caída de esos sujetos? —pregunto.

Victoria aún está en su faceta de mujer fría y calculadora. Justo ahora, ella sólo es la agente Levitt.

—Son una buena forma de saber dónde están las conexiones entre la anarquía y el resurgimiento de la Elite —me dice—. Quien sea que está detrás de todo, tiene que ser un sobreviviente.

— ¿Resurgimiento? —pregunta Lynda.

Nadie responde, y ella sólo me mira de soslayo. Desearía poder responderle, pero mi mirada se mantiene fija en mi propio rostro que e devuelve la mirada en el expediente que encabeza la lista. Es extraño que esta vez no me parezca aterrador el que ellos tengan tanta información sobre mí. Supongo que eso se debe a que mi rostro no es el único conocido entre todas las fotografías. Además de un par de rostros más, que nada tiene que ver con que James y Jackie estén allí, la mirada de la fotografía de Leo Paltrow me llena de una especie de tranquilidad.

—Por razones obvias, no tomaremos en cuenta a Sheryl en la lista de sospechosos —dice Victoria—. Y, dadas las circunstancias, supongo que James Harrison también tiene las manos limpias. Los Williams están libres de culpa también. Y todos confiamos en Leo, así que...

— ¿Qué hace ese humano allí, de cualquier manera? —pregunta Diamond, dando un salto para posarse sobre la mesa.

Paltrow responde sin dar rodeos.

—Cuando la Elite cayó, mi familia era una de las más reconocidas entre sus miembros. Al morir el jefe, muchos pensaron que sus círculos más cercanos serían exterminados también, así que decidieron salir del país o enviar a sus hijos Iniciados a otros sitios en los que pudiesen estar seguros.

—Eras un Iniciado —le digo, él asiente—. Entonces, eso significa... ¿Qué relación tienes con Devon Paltrow?

—Primos —responde Victoria tajantemente, y gana de nuevo nuestra atención al mostrar en pantalla una lista de expedientes filtrados que se convierten en un número reducido de fotografías. Ahora realmente me preocupa que aún después de aplicar en ellas el filtro de confianza, haya rostros conocidos ahí.

— ¿Cuál es el criterio de búsqueda, agente Levitt? —pregunta Cunningham. Su semblante serio y ensombrecido lo transforma en un hombre totalmente diferente.

—Sobrevivientes que hayan tenido un puesto de alto rango dentro de la Elite, señor.

—La sospecha más evidente apunta a Jacqueline Maurine Roosevelt —dice Kyle—. Única hija conocida, y viva, de Evan Roosevelt.

Creo que es la primera vez que escucho el nombre de ese maldito bastardo.

—Los datos que tenemos de Jacqueline Roosevelt son que peleó en contra de su padre, y fue una de las causantes de la caída de la Elite —dice Victoria—. Tiene en su poder la Pokebola Legendaria de la Oscuridad. Es decir, tiene en sus manos los poderes de Umbreon. Su última residencia conocida es una mansión en Jacksonville, Florida. Además, tiene en su poder la herencia de Evan Roosevelt. Es decir, todas las posesiones materiales de su padre. Eso incluye la mansión Roosevelt en McAllen, Texas, y el control absoluto de la Elite.

—Bueno... Eso último está en duda —se une su hermano—. Al menos, en Scotland Trainers existe la tradición de que los únicos que pueden tomar el mando de la organización al morir su líder son sus hijos legítimos. Pero hasta donde sabemos, quien estaba siendo entrenado para tomar el lugar de Evan Roosevelt en algún momento era su hijo Max. Supongo que, ya que ese sujeto está muerto, la siguiente en la lista para heredar el control de la Elite era su hermana Jacqueline.

Cunningham asiente. Victoria pasa al siguiente expediente. Yo me abstengo de hacer comentarios. Lo único en lo que puedo pensar ahora es que gracias a Jackie Roosevelt fue que perdí a mi hermana, mucho antes de verla morir.

—La siguiente sospechosa potencial es Verinah Miranda Fox —dice Victoria—. La relación que ella tiene con todo este asunto es que fue vencida durante una de las pruebas de la Iniciación, por nadie menos que Skyler Crown. Aún así, consiguió ser aceptada tiempo después. Fue enviada a dirigir una base de la Elite en Ontario. Sobreviviente de la caída de la Elite, aunque no participó en la batalla. La última información que conseguimos sobre ella fue que compró un par de grandes terrenos en Fort Wayne, Indiana. Su última residencia conocida fue Jacksonville, Florida.

¿Coincidencia? No lo creo.

La siguiente fotografía finalmente logra erizar mi piel, evocando recuerdos que quisiera poder borrar permanentemente.

—Aunque hay mucho otros sobrevivientes, el tercer y último perfil que se asemeja al de Roosevelt y Fox es el de este sujeto —dice Victoria—. Jayden Dean Morgan.

—Es el mismo sujeto contra el que peleamos en Mánchester —dice Lynda—. Es el maldito que intentó llevar consigo a Sheryl cuando las escaleras cayeron, ¿recuerdan?

—Y también buscaba al señor Cunningham —dice Bradley—. A diferencia de Roosevelt y Fox, Morgan ha sido quien nos atacó directamente. Pero, ¿acaso no debería estar muerto? Leona hizo estallar la base de Mánchester cuando escapamos.

No.

Imposible.

Jayden jamás podría ser vencido tan fácilmente.

—La información que tenemos de Jayden Dean Morgan es que se mantuvo con un perfil bajo desde que comenzó con su Iniciación —dice Kyle—. Hijo único. Experto en todo tipo de combates. Se volvió un miembro de alto rango a temprana edad, siendo enviado a dirigir un laboratorio de investigación genética de la Elite en Nueva Zelanda. Él se encontraba allí en el momento de la caída de la Elite.

El pelaje de Diamond se eriza al ver entre todas las imágenes del expediente de Jayden, la fotografía de la fachada del mencionado laboratorio. Respirando agitadamente, Diamond da un par de pasos hacia adelante para mirar la fotografía con mayor detenimiento.

— ¡Conozco ese lugar! —dice, un tanto alterado—. ¡Lo he visto! ¡Sé que he estado allí! Pero... N-no puedo... N-no lo recuerdo...

Creo que comienzo a atar cabos.

—Creo que una de esas tres personas es M —dice Ian—. Pero, ¿cómo haremos que se muestren ante nosotros si no podemos cruzar la frontera con Estados Unidos?

Lynda sonríe y llama nuestra atención al hablar.

—Haciendo que ellos vengan a nosotros.

La niña inocente ha desaparecido, y le ha dejado el lugar a la agente Williams.

Y mientras el equipo comienza a pensar en sus planes, mientras intercambian ideas y teorías con la anciana y el sujeto tatuado, mi atención se centra en la forma en que Regina Keynes me dirige un ademán de la cabeza para indicarme que la siga hacia el jardín. Aunque quisiera evitarlo, irremediablemente termino siguiendo sus pasos tras indicarle a Diamond que venga conmigo.

Algo me dice que es hora de obtener respuestas.

s1.;+7

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