Capítulo XXXI


     Sé que es un nuevo día. Los rayos del sol tienen una forma especial de calentar el interior de esta habitación, al grado de convertir el ambiente en algo por demás sofocante. No me queda más remedio que retirar a tientas el cobertor. Mis movimientos logran despertar a Vaporeon, quien me ayuda a levantarme dando pequeños empujones con su nariz. El dolor de mi espalda no ha desaparecido, pero sin duda es un poco más tolerable. El sueño ha sido bastante reparador, sin pesadillas de ninguna clase, aunque ha logrado dejarme un poco aturdida. Confundida. Me cuesta un poco darme una buena bofetada de lucidez para recordar que estoy en la habitación de la abuela de Lynda. ¿Cuánto tiempo dormí? Pareciera que ya pasa del medio día.

Sobre la mesa de noche yace una pequeña bandeja que alguien debió dejar aquí en el transcurso de la noche. Una taza de té que ya se ha enfriado, y un par de galletas de canela posiblemente horneadas por Hitmonlee. Me siento tan hambrienta que el primer mordisco a la primera galleta se convierte en una sensación gloriosa. Vaporeon acaricia mi mejilla con su nariz cuando le ofrezco la segunda galleta, y luego la devora de un mordisco.

También hay una muda de ropa limpia. La camiseta me queda quizá demasiado holgada, y esa ausencia de la fricción de la tela con mi espalda herida es por demás revitalizante.

La puerta de la habitación suelta un rechinido al abrirse, alertando a los Pokemon de la anciana. Minun es el primero en llegar, saltando hacia mí. Le siguen Mr. Mime y Stoutland, quienes se unen para arrastrarme hacia la mesa del comedor donde el maldito gato azul y la abuela de Lynda comparten un poco de pan mientras conversan ávidamente.

A pesar de un par de vendajes en sus colas, Diamond ha recuperado al fin la cordura. Eso me hace sonreír internamente. Y esa sonrisa se borra cuando la anciana repara en mi presencia. Su sonrisa cálida me llena de disgusto. Su hospitalidad comienza a desagradarme, y hace que dentro de mí siga creciendo el deseo de salir de aquí antes de que sea demasiado tarde.

Ella espera a que Minun me deje en mi silla, y finalmente habla.

—Buenos días, bella durmiente. ¿Cómo has dormido?

—B-bien... Y-ya me siento mucho mejor.

—Tu Pokemon también se encuentra bien —dice ella—. Ahora todo es un mal recuerdo.

—E-eso creo... ¿Qué hora es...? ¿Dónde están...?

Mi voz se apaga cuando el cocinero de la casa coloca frente a mí el plato con el humeante almuerzo que hace rugir a mi estómago. Un plato de lo que parece ser una mezcla de pollo, pimientos y... ¿Queso fundido? Acompañado por café humeante, servido en una rústica taza de barro que le da un toque especial.

Hitmonlee se retira por un instante para traer una pequeña canasta con tortillas un tanto más similares a las que conozco, aunque más pequeñas y delgadas.

Sea lo que sea, esto huele delicioso.

Y Hitmonlee parece saberlo, pues permanece a mi lado en espera de mi opinión. Creo que no podré escapar de él eternamente.

—Come, mi cielo —sonríe la anciana—. Te hará bien. No mejorarás si tienes el estómago vacío.

El interés que insiste en mostrar hacia mí es cada vez más incómodo. Esto podría ser más ameno si ella fuese al menos un poco indiferente. Si no me diera la impresión de que realmente le importo. De que realmente se preocupa por mí.

Y Diamond permanece en silencio, intentando evitar mi mirada. Quiere pasar desapercibido, como si eso fuera posible.

Hitmonlee trae un segundo plato para Vaporeon, quien me mira con un dejo suplicante y sutil, colocando una de sus patas sobre mi rodilla. No puedo resistirme ante esa clase de mirada. Así que sólo asiento y sonrío para que él pueda comer en paz. Mi estómago ruge de nuevo al ver que Vaporeon disfruta del almuerzo.

— ¿C-cómo debo comer esto...?

La sonrisa de la anciana crece en cuanto me ve tomar el tenedor. Estira una mano para tomar una de las tortillas y untar en ella la mezcla de pollo y pimientos. Enrolla la tortilla un par de veces y la coloca en mis manos, acercando también un pequeño tazón lleno de salsa picante.

—Un buen mordisco —me dice—. Que valga la pena.

Me armo de valor para darle el mordisco que ella sugiere, y el resultado es... E-es... M-mierda... ¿Lo que me negué a probar anoche habrá sido tan delicioso como esto?

Hitmonlee se retira, satisfecho y listo para cocinar de nuevo.

—Son casi las dos de la tarde —responde al fin la anciana, untando una generosa cantidad de salsa picante en la segunda tortilla antes de que yo pueda comerla.

—Eso explica por qué me sentí tan aturdida cuando desperté... El día de ayer fue demasiado largo. Al menos, mi espalda ya no está matándome.

La salsa le da un sabor especial al platillo. Y aunque mi lengua y mi garganta resienten el exceso de picante, sigue siendo delicioso.

—Tu amiga Victoria quería despertarte —dice la anciana—. Pero al final, Darian los ha convencido a todos de dejarte descansar un poco más. Mi nieta estaba tan preocupada por ti, que mi nieto decidió llevarlos a todos de paseo. Tu Pokemon fue el único que quiso quedarse. Dijo que no se movería de aquí, hasta que despertaras.

Estúpido gato indeciso y traidor.

— ¡Eso no es verdad! —Estalla Diamond al fin, erizando su pelaje—. ¡Sólo decidí quedarme para comer sin que esos humanos estúpidos estuviesen mirándome! ¡Sheryl no me importa!

—Y a mí tampoco me importas tú —le espeto.

La anciana ríe.

Minun salta a sus brazos para abrazarla sin razón aparente.

—Supongo que ustedes dos tendrán mucho de qué hablar ahora —dice la anciana, levantándose y llevando a Minun consigo—. Los dejaré solos. Estaré arriba, si me necesitan.

Por increíble que parezca, no reina ninguna clase de tensión entre nosotros cuando ella se va. Diamond sólo la sigue con la mirada y suspira con pesadez cuando ella se pierde de vista.

—Y-yo... —musita Diamond—. Y-ya sabes... L-lo lamento y esas cosas...

Estúpido gato.

Al menos, debo darle crédito. Sé que una disculpa viniendo de él es un golpe importante a su orgullo.

—Descuida... He sobrevivido a cosas peores. Lo que tú me has hecho fue sólo un rasguño.

Me fulmina con la mirada, y yo a él.

—N-no sé qué me sucedió... —continúa—. M-mi mente se llenó de imágenes y...

—Y mencionaste a Mewtwo.

—Lo sé... Pero en un parpadeo, todo cambió...

— ¿A qué te refieres?

—E-escuché tu voz... P-pero frente a mí sólo veía a una silueta difusa... c-con ojos demoniacos... U-una parte de mí sabía que eras tú... P-pero la otra parte sólo quería destruir y escapar...E-esa humana cretina, la Entrenadora de Absol, dijo que tuvieron que sedarme...

—Nadie quería hacerte daño. Al menos, logramos detenerte antes de que hicieras algo irreversible. Lo único que me intriga ahora es saber qué tiene que ver Mewtwo con todo esto.

Diamond suspira. Luce afectado y confundido. Un tanto deprimido, a decir verdad.

—No tienes idea de cuán destructivo soy... —me dice, temeroso de sí mismo—. Y-yo... N-no quiero volver a... T-tengo miedo de...

Esto comienza a darme escalofríos.

—Dímelo, Diamond. ¿Qué tiene que ver Mewtwo con lo que sucedió anoche? ¿Por qué dijiste su nombre?

Diamond me mira. Suplicante, como si quisiera decirme que preferiría olvidarlo todo. Y aún así, suspira de nuevo comienza a hablar en voz baja. Sus palabras hacen que mi corazón dé un vuelco.

Debí suponer que había sucedido algo de esa magnitud, como para que mi interior quisiera encontrar a James con tanta insistencia.

Tampa, Florida.

Época actual.

Supongo que las circunstancias ameritan que yo no pueda quejarme. Tan sólo quisiera que esto hubiese sucedido mañana. Dentro de dos días. La próxima semana.

Ya han pasado quince minutos después de la media noche. Oficialmente, es primero de septiembre. Y hoy tendríamos que celebrar nuestro tercer aniversario, si James no estuviese en Jacksonville. Si yo no estuviese haciendo la guardia para asegurarme de que su amigo Mewtwo esté respondiendo correctamente al tratamiento.

Signos vitales, estables.

Actividad neuronal, aumentando.

La dosis de anestesia debería ser suficiente para que su cerebro se relaje al menos un poco, pero eso no funciona. Y aumentar la dosis sería un verdadero intento de asesinato.

Las suturas no tienen complicaciones. Sus heridas no han vuelto a sangrar. Imagino que sin la morfina, el dolor en todo el cuerpo no le permitiría dormir.

Presión arterial, normal.

Dentro de un par de horas habrá que darle la siguiente dosis de desinflamatorios.

Gothitelle ayuda, limpiando de nuevo las marcas de esos colmillos que quizá intentaron desgarrarle los huesos a nuestro exótico amigo. Aún debo esperar el veredicto final de Joy, pero... Que me parta un rayo si esas mordidas no han sido hechas por un Arcanine.

Un Arcanine especialmente sádico.

Su actividad neuronal aumenta cuando acaricio su cabeza. Está respondiendo al estímulo, lo cual es una excelente noticia. En estos momentos, además, una caricia es lo más indicado. El cariño de un humano hacia un Pokemon es la mejor medicina. Me pregunto si él sabrá que está en buenas manos... S ha recurrido a James, debe ser porque un vínculo realmente fuerte los une.

Puedo sentir el alma pura, noble y bondadosa de Mewtwo. Es un don natural, decía mi madre. Puedo saber que Mewtwo sufre. Puedo sentir que está aterrado.

— ¿Quién te hizo tanto daño, Mewtwo? Dímelo...

Su actividad neuronal sigue aumentando.

P-Perla...

Mi sangre se hiela al escuchar esa voz dentro de mi cabeza.

Sé que Mewtwo y sus amigos pueden hablar como nosotros, pero los labios de Mewtwo no se han movido. Sus ojos siguen cerrados. Sus signos vitales no han cambiado.

Entonces, ¿cómo...?

Telepatía.

Eso debe ser.

—Mewtwo, ¿has sido tú quien habló?

P-Perla...

Entiendo.

Quisiera saber si él nota que estoy sonriendo.

—No, Mewtwo. No soy Perla. Mi nombre es Candice. Doctora Candice Newbold. ¿Puedes escucharme?

Asiente.

Sus signos vitales siguen sin sufrir alteraciones.

¿D-dónde está James...?

—Él no está aquí por ahora. Y tendrá que esperar un poco para poder venir a verte. Estás en terapia intensiva, en un Centro Pokemon. ¿Crees que podrías decirme qué fue lo que sucedió? Eso nos ayudaría a darle su merecido al bastardo que te ha lastimado.

F-Flareon... ¿D-dónde...?

—James ha ido a buscarla. Ambos volverán pronto.

N-no... N-no puede... N-no...

Su presión arterial se acelera. Su actividad neuronal se dispara a puntos nunca antes registrados en ningún Pokemon psíquico. Pero su cuerpo no se mueve en absoluto.

—Mewtwo, debes relajarte. Necesitas descansar para...

Su mano se posa sobre mi muñeca, causando que todo a mí alrededor se esfume con un resplandor de color blanco. Mi mente se traslada hacia un oscuro laboratorio en el que Flareon yace sobre una cama de quirófano. Lleva un bozal, y sus patas están encadenadas. El temor se refleja en su mirada cada vez que ese sujeto, tatuado y cuyo peinado parece haber salido de una animación japonesa, se acerca a ella para administrar los sedantes que no hacen efecto. Está despierta. Un láser de color azul golpea su cabeza cada pocos segundos. Se deshace en gritos ahogados de dolor. Suplica entre lágrimas.

Y Umbreon yace en una cama similar, mientras una mujer igualmente tatuada intenta suturar una profunda herida en su cuello. Una mordida. La mordida de un Pokemon salvaje y letal.

La imagen cambia.

Una torre se derrumba por dentro. El dolor de Mewtwo me llena, haciéndome sentir su suplicio. Y ahora aparece un Pokemon con tentáculos y extraño aspecto. Un gato azul con dos colas. Una chica rubia que viste con colores oscuros, y que usa un sombrero de tejana.

El señor Cunningham.

Kyle y Victoria.

¿Por qué...?

Los alaridos de dolor de James inundan mis tímpanos. Sujetos ataviados con abrigos negros se dirigen a nuestra casa. Veo a una mujer enmascarada, y ríos de sangre.

Sangre humana.

Sangre Pokemon.

El color negro llena mi mirada, uniéndose a la súplica que escucho en mi cabeza.

S-sálvalos...

La mano de Mewtwo al fin me libera. Estoy de nuevo en terapia intensiva. La mano de Mewtwo cae por el borde de la camilla, a pesar de que los signos vitales siguen intactos. Su actividad neuronal no cesa. Tan sólo ha dejado de hablar.

Y yo caigo de bruces, causando que Gothitelle abandone sus tareas para venir hacia mí.

Una lágrima corre por mi mejilla. Mi mano se cierra sobre mi pecho, como si quisiera arrancarme el corazón.

James...

Flareon...

¿Qué ha sido eso...?

¿Quién es el responsable de esta atrocidad...?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top