Capítulo XXX



Jacksonville, Florida.

Época actual.

Una de las razones por las que detesto viajar a esta parte de Jacksonville es la constante y exagerada presencia de todos esos agentes de vigilancia. Pareciera que nada ha cambiado, aunque hace siete años que todo esto se terminó. Así que ver a esos sujetos ataviados con los abrigos negros, empuñando sus armas y mirándome como si yo no fuera bienvenido es... aterrador. Por suerte, sé que no corro peligro. Sé que puedo aterrizar sin problemas frente a la entrada principal, sin que eso implique una misión suicida. Pidgeot vuelve a su Pokebola tras fulminar con la mirada a un par de vigilantes. Ahora puedo ir directamente a la puerta principal.

En cuanto llamo a la puerta, ésta se abre mecánicamente y me deja entrar al amplio recibidor. A está aquí otra de las razones por las que no me gusta venir a esta parte de Jacksonville. Esa persona cuyo estúpido Basculin siempre está en pie de guerra, como si fuese un depredador.

Ésta clase de sorpresas no nos agradan —me dice ella—. Creí que con el paso del tiempo habrías aprendido a llamar antes de visitar a otras personas.

—No tengo tiempo de discutir contigo, Fox —le respondo, y eso a ella no le agrada—. Tengo que ver a Jackie.

— ¿Y qué te hace pensar que ella quiere verte a ti?

Podría responderle un par de cosas, si en este preciso momento no estuviese acercándose a nosotros la persona que estoy buscando. Aún me cuesta acostumbrarme a su mirada tan cargada de ira y amargura, a pesar de saber que somos del mismo bando. Y eso me hace preguntarme, al igual que cada vez que vengo a este lugar, por qué es que una persona como Jackie estaría relacionada de cualquier manera con alguien como la Entrenadora de ese Basculin al grado de vivir bajo el mismo techo. Supongo que hoy hay cosas que nunca cambian, por más que se intente.

— ¿Qué diablos haces aquí, James?

Admito que no podía esperar otra clase de recibimiento por parte suya. Al menos, sus palabras han hecho retroceder a esa otra chica despreciable. El desagrado que ella me tiene no puede ser tan grande como el que yo le tengo. Así que espero que mi mirada le baste para saberlo.

—Vine a buscar a Flareon, Jackie. Lo llevaré a Tampa.

—Flareon dijo que podía quedarse un par de semanas.

—Lo sé, pero... Ha pasado algo importante. Quiero llevarla a casa para asegurarme de que estará a salvo.

— ¿Por qué no lo estaría aquí? —inquiere con recelo.

No puedo responder así como así. No mientras esa otra intrusa nos esté escuchando. Así que miro a Jackie para comunicarle mi molestia, y ella hace un ademán con la mano para indicarme el camino hacia una estancia con bar incluido. Fox no viene detrás de nosotros, lo cual está bien para mí. Ahora sólo quiero que Jackie deje de darle tantos rodeos al asunto.

No me importa lo que opine Umbreon.

Voy a llevar a Flareon a casa. Con Candice y conmigo.

Pero a Jackie parece no importarle el asunto. Sólo se ocupa de servir dos tragos. Dos copas de coñac, tan fino que hace que mi garganta se sienta indigna. Jackie me entrega una de las copas, que evoca el eco de la voz de Candice al tenerlo en mis manos. Nunca bebas si vas a salir con Pidgeot. Un descanso de mi novia sobreprotectora no me vendrá nada mal. Y al estar rodeado por los lujos de la mansión Roosevelt me siento como todo un rey.

—Espero que tengas una buena excusa para haber insinuado que Flareon no está a salvo conmigo —me espeta Jackie mientras ocupa un sofá y bebe el primer sorbo.

—Todo ha sido muy extraño en las últimas horas... Han pasado cosas que lo pusieron todo de cabeza. Recibí un mensaje. Sheryl intentó llamarme, pero no he podido devolverle la llamada. Desde ese momento, he tenido un mal presentimiento. Y hace un rato, Mewtwo apareció en nuestro jardín. Si te lo dijera, no podrías creer cuánto daño le han hecho. Mi novia, Candice, lo ha atendido en el Centro Pokemon donde trabaja. Lo han dejado en terapia intensiva. Me sentiría un poco más tranquilo si pudiera llevarme a Flareon. Candice dijo que es un milagro que Mewtwo esté vivo. Sus heridas son graves.

—No estará insinuando que lo que sucedió con Mewtwo y la llamada de Sheryl están relacionadas, ¿o sí?

—No lo sé... Sólo hay algo en todo esto que no me agrada. Hace un tiempo me visitó un sujeto británico que dijo que había problemas en Sudamérica, y que quera reclutarme para resolverlo. Ahora creo que ese sujeto tenía razón... Quizá todo está relacionado.

Jackie ríe por lo bajo, y toma un sorbo de su bebida.

—Sí... Un agente de una especie de Elite europea.

— ¿Te visitó también a ti?

—No sólo a mí. Tal vez no lo creas si te digo que alguien ha caído en ese viejo truco. ¿Puedes adivinar quién se ha unido a ellos?

—No puede ser... ¿Sheryl...? No lo creo.

—Tal vez al fin se dio cuenta de que sus amigos europeos son una plaga, y ahora necesita ayuda.

—Pero... ¿Cómo puedes decirlo tan a la ligera?

— ¿Se supone que debo compadecerme de ella?

—Es nuestra amiga. Y no sólo ella necesita ayuda.

—Escucha... Mira a tu alrededor, Harrison. Lo que tenemos ahora es lo menos que merecemos después de lo que vivimos. Una vida normal, sin sobresaltos y sin el temor de que alguien quiera asesinarnos cada vez que salimos a comprar un cartón de leche. ¿En verdad quieres sacrificar todo eso, para inmiscuirte en una batalla que no te corresponde? Tienes al fin a una novia, un sitio al que puedes llamar hogar... Piensa en el peligro que correría esa tal Candice si tú decides ir a salvar a la damisela en peligro que no aprendió la lección. Los europeos son asesinos mucho más despiadados de lo que fue mi padre.

—Esa es una razón suficiente para ir a buscar a Sheryl. Si está intentando pedir ayuda, debe ser porque algo realmente grave está pasando.

Jackie se encoje de hombros y bebe de un trago lo que resta de su copa.

—Sheryl ha elegido su destino, de la misma forma que tú y yo hemos elegido el nuestro. Y no voy a ir detrás de ella ahora que se ha involucrado con esas personas. Si quieres ir a buscarla, entonces irás tú solo.

No entiendo por qué esperaba algo de Jackie. Supongo que una parte de mí ya se imaginaba que algo como esto sucedería., Ni siquiera me molesta que ella se levante de esa forma tan despreocupada.

—Flareon y Umbreon deben estar en la piscina. Iré a buscarlos. Y tú, termina esa copa. La botella de coñac ha costado mucho más de lo que el mercado negro pagaría por tus órganos.

Por alguna razón, eso me hace reír. Jackie sale de la habitación en compañía de su Persian, que la sigue como una sombra. Y yo podría terminar mi trago si no estuviese comenzando a sentirme un poco mareado. I-incluso... C-creo que me siento... M-muy c-cansado...

Jacksonville, Florida.

Época actual.

Eres un asno, Harrison.

Un estúpido y colosal asno.

Ni siquiera puedo creer que haya sido tan fácil. Veo que Sheryl no es la única que no ha aprendido la lección.

En el recibidor me espera mi mejor cómplice, esbozando la misma sonrisa que yo.

—Le dije a Kiley que quería qu trajeran a Harrison a este lugar para usarlo como carnada —le digo—, pero él ha venido a nosotros por cuenta propia. Llama a Mawson y dile que tengo otra misión para ella. Quiero que esto parezca un accidente. Que haya fuegos artificiales en Tampa.

—A la orden.

— ¿Quiénes fueron a buscar a Mewtwo?

—No hemos tenido noticias del escuadrón.

—Es posible que Mewtwo los haya exterminado. Y será mejor que así sea. Si esos inútiles aparecen por aquí, seré yo quien los aniquile. Harrison ha dicho que Mewtwo está en el Centro Pokemon donde trabaja su novia. Busca cuanto sea necesario hasta que encuentres a una empleada de un Centro Pokemon en Tampa, llamada Candice. Visítala y extermínala. Que no quede nada de ella.

—Entiendo.

—Por último, Harrison ha dicho que Sheryl Crown quiso contactarlo por alguna razón.

—Descuida. Jayden ya ha llegado a la ciudad donde están Crown y sus amigos.

—Esas son buenas noticias... Pero creo que habrá un pequeño cambio de planes. Que Morgan elimine a los británicos. Tú y yo nos vamos a New Jersey.

— ¿New Jersey?

—Middlesex, para ser exacta.

—Pero... New Jersey ya está bajo nuestro control.

—Lo sé. Pero ahora que Crown decidió llamar a la artillería pesada, creo que es hora de cambiar las reglas del juego. Lo mejor que podemos hacer es obligarla a caer voluntariamente en nuestras garras. Así que le daremos una buena razón para venir a nosotros.

—Creo que no estoy entendiéndolo.

—Me doy cuenta... ¿Has visto esa película de terror que comienza con un grupo de personas que van a verificar cómo ha quedado una tumba luego de ser profanada?

—No entiendo qué tiene que ver esto con...

—Oh, sólo confía en mí. Digamos que... esa es la única tumba que puedo destruir sin sentirme culpable.

—Espera... ¿Hablas de...? Pero esa tumba está vacía. No quedó nada de Perla Cobby.

—No se trata de lo que hay dentro. Se trata de lo que significa ese pequeño rincón en el cementerio. Y ya que Sheryl está dejándose llevar por la nostalgia al llamar a su nuevo amigo... Sólo asegúrate de que Harrison vaya en el maletero. Algo me dice que al final sí que podrá devolverle la llamada a esa peste.

Y sieso no funciona, bueno... Estoy segura de que Lynda Williams sería una excelenterehén.E�B

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