Capítulo XV
¡Hey, hola! Quiero pedirles una disculpa por mi ausencia. He estado trabajando muchísimo en un nuevo proyecto. Pero espero que en estos días pueda reorganizarme. No abandonaré la historia, así que todos quietos y no se muevan de ahí. ¡Eh, tú! ¡Vuelve aquí! Maldito. ¡El próximo que se vaya, se muere!
¡Que disfruten el capítulo!
— ¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes?
No puedo creer que Diamond esté realmente decidido a atravesar esa maldita puerta que nos conducirá al interior de la casa de los Williams. A decir verdad, creí que él sería capaz de negarse en el último momento.
Desearía no tener que admitir que... q-que estoy un poco nerviosa.
Es la primera vez que paso la noche con... cualquier persona.
Siempre he detestado esa parte de mí que pierde el control cuando se trata de socializar y convivir con otras personas, especialmente cuando nada tiene que estar relacionado con pelear o con demostrar constantemente que no necesito a nadie más.
—N-no es nada... Andando.
Me inquieta un poco el hecho de tener que llamar a la puerta. Y esa sensación aumenta cuando el llamado es atendido mediante ese panel que aparece a través de una pequeña ventanilla oculta en la madera de la puerta. Se trata sólo de una pequeña pantalla de la que brota una voz mecánica y ligeramente masculina.
—Por favor, identifíquese.
De acuerdo.
Estoy en el sitio correcto. No me queda la menor duda.
—Sheryl Crown.
De alguna manera, la puerta se abre por sí misma. Las luces del recibidor se encienden a nuestro paso, y nos conducen a lo largo de un pasillo alfombrado, cuyas paredes están decoradas con cuadros alusivos a los Pokemon de Tipo Fuego. Diamond no deja de mirar su entorno como si estuviera dentro de un gran salón de la fama. Fija su mirada en aquellos cuadros que recopilan las huellas de distintos Pokemon, así como no puede dejar de mirar aquella imagen en la que un grupo de Eevees rodean emocionados a un Flareon imponente.
El pasillo desemboca en una segunda puerta que se abre en cuanto percibe nuestra presencia. Y es así como llegamos a una amplia habitación en la que ya se encuentran todos los invitados de Lynda Williams.
Son mis... discípulos.
Esto es incomodo.
— ¡Sheryl, viniste!
De nuevo, es como si la presencia de Diamond no fuera importante. Lynda corre hacia nosotros para envolverme en un fuerte, e insoportable, abrazo. En cuanto me libera, siento como si mis pulmones se llenan de aire nuevamente.
— ¡Comida!
Lynda sólo ríe cuando ve a Diamond saltar hacia la mesa de centro para tomar una rebanada de pizza.
—Ven aquí, Crown. Siéntate.
Esa es la voz de Victoria Levitt. Incluso estando aquí, fuera de la vista de Cunningham, mantiene ese porte que la caracteriza. Ni qué decir de Kyle Levitt. Ambos siguen siendo un par de presuntuosos y presumidos...
— ¿Quieres beber algo, Crown?
Y ese es Ian Reynolds, que no espera a que yo le responda. Tan sólo sirve un pequeño vaso de licor y camina hacia mí para entregármelo.
Al menos, no hay rastro alguno de Keynes.
—Creímos que no vendrías —dice Victoria, reclinándose en el respaldo del diván que comparte con Kyle.
E-esto es... extraño. ¿Qué debo hacer ahora?
Lynda me arrastra hasta el mismo sofá del que Diamond ya se ha adueñado. Acto seguido, toma su propio vaso de licor para darle un trago. ¿Acaso no es muy pequeña como para hacer esto?
—Es una pena que Alex y Leo no hayan podido venir —dice Reynolds, ocupando su lugar en el sofá que comparte con Lynda.
—Lo que a mí realmente me molesta es que Reggie se negara a venir —se queja Victoria.
—Hice todo lo posible para convencerla —se defiende Lynda—. Le dije que pediríamos su pizza favorita, pero no quiso escuchar... Supongo que aún debe sentirse mal por lo que le sucedió a Absol.
Se lo merecía.
—Oh, eso fue impresionante —concede Reynolds, levantando su vaso de licor hacia mí—. Nadie se había atrevido a retar a Reggie sólo porque sí. Eres la mejor, Crown.
Lo sé.
—Pues es evidente que hacía falta que alguien le bajara los humos —le respondo.
—No es culpa suya —responde Victoria—. Reggie ha sido la favorita del señor Cunningham desde... siempre. Es una gran Entrenadora. Fuerte, talentosa...
—Sí, Vic, sabemos que estás enamorada de ella —ríe Reynolds.
Victoria responde lanzándole a Reynolds un cojín que él no puede esquivar.
—Es mi mejor amiga, idiota —dice Victoria.
—Eso no es lo que ha dicho Alex —insiste Reynolds—. ¿Qué dices tú, Kyle? ¿Te gustaría que Vic y Reggie declararan su amor en público?
— ¡Eso sería tan romántico! —exclama Lynda ensoñada—. ¡Hazlo, Vic! ¡Hazlo!
— ¡Que estoy saliendo con Leo, maldición! —reclama Victoria.
Y estallan las risas.
Yo no pertenezco aquí.
—Supongo que antes de eso, tú tendrías que reconocer que estás enamorado de Lynn —responde Kyle.
—Tonterías —responde Lynda—. Ian y yo sólo somos amigos. Además, mi madre me mataría si lo supiera.
Pero si ella es sólo... una niña.
¿Qué estoy haciendo aquí?
— ¿Qué pasa contigo, Crown? Pareces un fantasma sentada en ese lugar.
Esa es Victoria, de nuevo.
Diamond de pronto me ha abandonado, robando la tercera rebanada de pizza y esbozando lo que pareciera ser una sonrisa de intensa felicidad.
Estúpido gato.
—Y-yo... N-no entiendo qué estoy haciendo aquí.
Todos intercambian sonrisas.
Los detesto.
—No debes estar muy acostumbrada a esto —sonríe Victoria—. Nos han dicho que en la Elite no suelen divertirse.
—N-no... Yo jamás fui parte de la Elite.
—Cierto —sonríe Reynolds—. Era tu hermana, ¿no es cierto?
—Sí. Skyler.
La mención del nombre de mi hermana logra llamar la atención de Diamond, que finalmente levanta el rostro y deja a un lado esa rebanada de pizza. Lo único que yo puedo hacer es ahogar el silencio bebiendo un trago de licor.
—Supimos lo que pasó con ella —dice Victoria con tono neutral—. Fue horrible...
—S-sí... Eso creo...
No quiero estar aquí.
Si sólo he venido para recordar a mi hermana, entonces quiero irme.
—Todavía duele, ¿no es cierto?
La voz de Lynda llama mi atención. En cuanto me doy cuenta, ella ya está mirándome con ese dejo de compasión y ternura que me sigue recordando tanto a quien alguna vez fue mi única amiga verdadera. Y lo único que puede hacer que ese detalle sea más desagradable es el hecho de que Diamond reacciona de la misma manera que yo.
Estar cerca de Lynda Williams no puede ser bueno para nuestra salud mental.
— ¿A qué te refieres?
—A tu hermana. Lo veo en tus ojos.
¿En qué momento me debilité tanto? Nadie debería ser capaz de ver lo que quiero ocultar en el fondo de mi corazón.
Mierda...
—N-no quiero hablar de eso... Aún no termino de entender cómo es que ustedes están aquí. Cuando los vi ahí, en ese campo de entrenamiento, yo... Bueno... Jamás creí que pudiesen hacer reuniones como esta.
Y me parece mucho más increíble cuando Victoria enciende un cigarrillo, y Lynda se inclina hacia ella para dar la primera calada. Ellos son tan diferentes a lo que eran hasta hace unas horas...
—Lo hacemos todo el tiempo —responde Ian encogiéndose de hombros, y hace una pausa cuando es su turno de darle una calada al cigarrillo—. Usualmente nos reunimos en la casa de los Levitt.
—Así que... ¿Sólo vienen a beber y a fumar?
—Los humanos son tan extraños... —se queja Diamond.
Victoria sonríe. El cigarrillo pasa de sus manos a las de Kyle antes de que ella pueda probarlo.
—En realidad, no —responde Lynda—. Pero a veces necesitamos un descanso.
—A ti también te vendría bien un descanso, Crown —dice Victoria—. Luces muy... tensa.
—Sheryl es un verdadero dolor de cabeza —dice Diamond—. Entrenar, entrenar... Es lo único que hace.
Ese momento incómodo en el que incluso Diamond es más sociable que yo...
—Entrenar es el verdadero dolor de cabeza —se queja Lynda—. Pero, parece que no podemos dejar de hacerlo. Es una adicción.
—Nacimos para esto —sonríe Victoria—. Tal y como dice el señor Cunningham.
—Brindo por eso —dice Reynolds.
Todos brindan y comparten una calada más del cigarrillo.
Diamond salta a la mesa para tomar otra rebanada de pizza y yo... Y-yo...
Yo sólo me levanto del sofá y salgo en silencio de la habitación.
Nadie se percata de ello.
Soy invisible... No pertenezco a ningún sitio. ¿A quién quiero engañar...? Incluso si Lynda Williams quiere integrarme en su círculo, yo jamás podré formar parte de él.
Perla... ¿Por qué me abandonaste...?
Tú eras la única persona con la que alguna vez sonreí de forma sincera...
Quiero dejar de extrañarte, y recuperar la parte de mí que murió contigo... Quiero... Q-quiero volver a ser yo misma.
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