Capítulo XLVIII

¡Hey, hola! Ya saben que me encanta leer sus teorías, y la historia está por tomar un giro interesante. Así que en los comentarios me encantaría que me dijeran:

-¿Quién creen que sea la hija de Darian Cunningham, y por qué?

-¿Cuáles son los dos Pokemon Legendarios que Jackie mencionó que están dentro del equipo de Cunningham?

Quiero leer lo que piensan. <3

Eso es todo por ahora. ¡Que disfruten el capítulo!

     — ¡Pyroar, ayuda a Sheryl!

— ¡Lynda, no...!

Todo ocurre tan rápido, que en cuanto me doy cuenta ya está dando inicio la masacre. Persian es fuerte y veloz. Se abalanza sobre ese Pyroar imponente, reduciéndolo en cuestión de segundos. Los colmillos de Persian se incrustan en las patas, el lomo, y el cuello de Pyroar. La sangre brota lentamente de las heridas, así como queda impregnada en la dentadura y el pelaje de Persian.

Eso ha sido... impresionante...

— ¡¡Pyroar...!!

El sonido de la detonación me ensordece antes de que mi mente pueda procesar lo que sucede. Ni siquiera me da la oportunidad de gritar, ni de advertir a Lynda de ninguna manera. Sólo la veo desplomarse en el suelo, cuando la sangre salpica de su cuerpo. Cierra los ojos al instante, no sin antes soltar un par de lastimeros gemidos para acompañar a sus lágrimas.

A pesar de la agitación del momento, puedo ver que Leafeon, con sus lianas, y Kyle mantienen sujeto el brazo derecho de esa mujer que acompaña a Jackie. El arma aún apunta hacia el sitio donde Lynda estuvo de pie hasta hace un par de segundos. Jayden dirige el cañón de su arma hacia la cabeza de Kyle, y pretende disparar. Lo único que consigue detenerlo es la mirada severa de Jackie. Una mirada que rebosa de decepción, ira, y un evidente acceso de ira que poco a poco va apoderándose de ella.

—Morgan —dice con severidad—, baja el arma.

—Sólo quiero...

—Baja-el-arma.

A Jayden le cuesta aceptarlo, pero termina por obedecer. Kyle no tiene aspecto triunfal, sino que se mantiene alerta, sujetando aún el brazo de esa mujer. Si él y Leafeon no hubieran estado aquí para desviar al disparo, tal vez...

—Fox —continúa Jackie implacable—, hazlo tú también.

Lo consigue, liberándose con violencia de quienes la mantienen apresada.

El hecho de que no pretendan someter a Kyle no me da buena espina. Ahora sólo debo concentrarme en que Vaporeon viene caminando lentamente hacia mí, escabulléndose para evadir a Persian y poder ayudarme a luchar contra mis ataduras mientras Jackie está distraída.

Sé que Persian es lo suficientemente astuto como para darse cuenta de lo que nosotros hacemos. La forma en que mantiene esa posición en la que nos da la espalda no es en absoluto sutil. Está dándonos una oportunidad... ¿Por qué?

Date prisa, Vaporeon...

Jackie, exasperada, baja su arma por un instante. Considera su siguiente momento por un instante, y dirije el cañón hacia el punto más inesperado.

La cabeza de su cómplice.

—No se dispara sin autorización —espeta Jackie—. ¡Es la única regla! ¿¡Acaso no quedó claro!?

No entiendo qué sucede.

Sólo sé que a nadie parece importarle que Kyle haya roto el cerco para acercarse a Lynda y tomarla en brazos, golpeando su rostro con delicadeza hasta que ella abre los ojos y comienza a lloriquear. La mancha de sangre en su hombro se hace cada vez más grande, así como la mía. Una puñalada y un disparo... Espero que ella sea lo suficientemente fuerte como para resistirlo.

La cómplice de Jackie se mantiene quieta. No se atreve a apuntar hacia su líder. Supongo que eso dice mucho acerca de su sentido de la lealtad.

—Dijiste que querías echarle las manos al cuello a esa chiquilla —se defiende.

—Sí. Dije que yo lo haría. ¿Qué derecho tienes tú para hacerle daño, de cualquier manera?

— ¿Insinúas que esa chiquilla te importa? —Se burla su compañera—. Quién lo diría... Tu corazón no está tan congelado como insinúas.

Jackie arquea las cejas y sonríe, dirigiendo el cañón de su arma hacia la cabeza de Lynda. Mira a su compañera, intentando decir que no tendría ninguna duda a la hora de tirar del gatillo... Pero no permitiré que lo haga.

— ¡Omastar, ataca!

Una ráfaga de burbujas explosivas se encarga de cegar a Jackie, a Jayden y a esa otra cómplice, dándonos la oportunidad de que Vaporeon termine de liberarme. A pesar del dolor, consigo mantenerme en pie. Vaporeon viene justo detrás de mí, intentando ayudarme de cualquier otra manera. Kyle entiende a la perfección qué es lo que sucederá ahora, y de alguna manera busca dentro de su bolsillo para lanzarme cuatro Pokebolas. A pesar de la intensidad del momento, me es fácil reconocer lo que hay dentro de ellas. Son vibraciones únicas, que sólo pueden pertenecer a mis mejores amigos. Kyle asiente, dándome ánimos para actuar mientras él se ocupa de levantarse sin dejar de llevar a Lynda en sus brazos. Persian retrocede y se prepara para atacar.

Ojalá fuera tan veloz ahora.

— ¡Ve, Dewgong! ¡Encárgate de Persian!

Mi Pokemon sale de su Pokebola, y ataca incluso antes de posarse en el suelo. Dispara una ráfaga de aire gélido que logra congelar el cuerpo de Persian, manteniéndolo vivo e inmovilizado. Acto seguido, usa sus habilidades para crear un muro de hielo que nos separa de nuestros enemigos. Ellos disparan, intentando destruir el muro que se regenera gracias a que Dewgong no deja de exhalar su viento gélido. Eso me permite acercarme a Kyle tanto como puedo, escuchando cómo Lynda lloriquea.

—D-duele... M-mamá... A-ayúdame...

Luce tan débil e indefensa en este momento... Justo cuando no es hora de ser una niña, sino de ser una guerrera.

—No lo resistirá —me dice Kyle—. Tenemos que sacarla de aquí.

—Les abriré el paso... Ve a dejarla a un sitio seguro, y luego vuelve para enfrentarte a quien le ha disparado. Yo ganaré tiempo. Roosevelt y Morgan son míos.

Kyle asiente.

— ¡Gyarados, yo te elijo!

Gyarados brota también de la Pokebola, permitiendo que Kyle se monte en su lomo para llevar a Lynda. Sube también a Pyroar, quien no se opone. Su cuerpo perfora el muro de hielo y escapa tan rápido como puede, logrando esquivar las balas que de cualquier manera son congeladas por el viento gélido de Dewgong. Gyarados se pierde de vista a través de la puerta que Lynda y Kyle usaron para llegar aquí. Leafeon se une a nosotros, disparando una potente ráfaga de hojas afiladas hacia las manos de nuestros enemigos para hacerlos soltar sus armas.

La mirada sádica de Jackie se posa sobre mí.

Y a mí no me importa en absoluto devolverla.

—Si eso quieres... —me espeta—. Pensaba dejarte con vida hasta que la hija de Cunningham apareciera, pero...

—Antes de monologar, tendrías que reflexionar un poco acerca de tu plan —le espeto—. Soy una superviviente por naturaleza... Y una zorra como tú no va a detenerme ahora. ¡Ve, Blastoise!

Persian intenta interponerse para recibir la destructiva ráfaga de agua de Blastoise, que logra golpearlo a él y a Jackie para lanzarlos hacia el muro que tienen detrás. Eso los deja fuera de combate por un instante. Jackie queda aturdida por el golpe que consigue en la nuca. Quisiera quedarme más tiempo observándola, pero no lo haré. Debo cumplir con mi parte del plan. Así que devuelvo a Blastoise, Omastar y Dewgong a sus Pokebolas, quedando sólo con la compañía de Vaporeon y Leafeon. Echo a correr hacia el ducto de ventilación, cuya rejilla desaparece luego de que Leafeon lance un golpe con sus lianas. La rejilla sale volando, dejándonos espacio suficiente para escabullirnos. La única desventaja es que yo debo ir a gatas, casi arrastrándome hacia el ducto contrario.

— ¡Vuelve aquí, Crown!

Tengo que apresurarme al sentir el impacto de una ráfaga de fuego que algún Pokemon libera desde afuera del ducto. Vaporeon hace lo suyo, disparando una ráfaga de agua que anula esos efectos. Leafeon duda, pero termina por sujetar mis manos con sus lianas para ayudarme a apretar el paso. Como si necesitara su ayuda... Con Vaporeon tendría más que suficiente. Como sea, ambos logran hacer un gran equipo a pesar de todo. A pesar del dolor que sigue aumentando en mi hombro. A pesar de las circunstancias. A pesar de que Leafeon pareciera querer escapar hacia el lado contrario, con tal de ir detrás de su Entrenador.

El ataque de fuego sigue, hasta que logramos llegar al otro lado. Leafeon se deshace de la rejilla, y tira de mí para ayudarme a salir. Hemos llegado a otra cámara, que además cuenta con una puerta automatizada.

Es un laboratorio de pesadilla, en el que están situadas cinco Pokebolas dentro de pequeños contenedores de cristal. Esas vibraciones también pueden sentirse cuando estoy cerca de ellas. No son Pokebolas comunes y corrientes... Están colocadas entre tantos instrumentos quirúrgicos, que me causan escalofríos.

Perla... Te prometo que nadie volverá a tocar a tus Pokemon.

— ¡Vaporeon, bloquea el ducto de ventilación!

Él asiente. Mientras yo me encargo de romper los contenedores con la fuerza de mis codos, Vaporeon dispara tantas ráfagas de agua como son necesarias para mantener a raya los ataques enemigos. Leafeon no pretende recibir órdenes, así que actúa por sí mismo. Corre hacia la puerta automatizada y comienza a atacar con sus lianas y sus hojas afiladas, intentando vencer al mecanismo que demuestra estar cediendo cuando algunas chispas brotan de los circuitos que salen gracias a que la fuerza de Leafeon logra destruir también el muro.

Cuatro de las cinco Pokebolas vuelven a mi bolsillo. Una se queda en mi mano, mientras yo me giro hacia el ducto de ventilación para adoptar una posición de batalla.

Vaporeon retrocede. Un aguijón envenenado pasa a través del ducto, y se incrusta en el muro luego de que Vaporeon logre esquivarlo. Es hora de atacar de nuevo. Hora de demostrar que el entrenamiento que les di ha rendido sus frutos.

— ¡Ninetales, es tu turno!

Majestuoso como ninguno. Evidentemente ha sido entrenado por mí.

Ninetales se materializa ante nosotros. No espera ni un segundo más. Dispara una ráfaga de fuego hacia el ducto de ventilación, que deja un chillido al disiparse. Un Beedrill repugnante logra salir del túnel, con el cuerpo totalmente calcinado. Deja de moverse al estar a nuestros pies.

Quisiera sentir lástima por él... Pero intentó lastimar a Vaporeon.

Nadie puede herir a mis Pokemon sin consecuencias.

Leafeon logra abrir la puerta al fin. Viene hacia mí y me toma de nuevo con una de sus lianas, llamando mi atención y llevándome hacia el umbral que conduce hacia un bloque de escaleras que va hacia arriba. Hacia el aire fresco. Intemperie. Un campo de batalla mucho más grande.

— ¡Salgamos de aquí!

Ninetales corre hacia mí y me permite subir a su lomo, llevándome consigo y siendo escoltados por Vaporeon y Leafeon.

Efectivamente, las escaleras nos conducen al exterior. Estamos de nuevo en el bosque, donde la sensación de paranoia aumenta considerablemente. La oscuridad es total. El silencio es aterrador, sólo interrumpido por mi respiración agitada. El dolor es casi insoportable, así como la desagradable sensación de que la sangre sigue brotando. Vaporeon y Ninetales me miran con angustia.

—Estoy bien... Andando, tenemos que buscar a Kyle y a Lynda.

Ellos no lo creen.

A Leafeon no le importa. Sólo parece haber escuchado el nombre de su Entrenador.

Apenas podemos dar un par de pasos. Una explosión destruye el bloque de escaleras, llevándose también consigo una considerable cantidad del terreno. Nosotros salimos disparados hacia los troncos de los árboles. El impacto contra mi espalda dispara una punzada de dolor mucho mayor en el sitio de la puñalada. Me cuesta un poco levantarme, pero debo hacerlo por mis propios méritos para asegurarme de que mis Pokemon no pierdan la esperanza.

Tengo que resistir...

Tengo que resistir...

Retrocedo, agitada y sujetando mi hombro con fuerza para acallar el dolor. Aferro también un par de Pokebolas. Ninetales, Vaporeon y Leafeon se preparan para seguir en la contienda, retrocediendo también al ver cómo surge ese maldito Talonflame subdesarrollado. Jackie, montada en su lomo, viene en pie de guerra.

Sola.

Sus compañeros no vienen detrás.

Persian sale justo detrás de ella, luchando por tierra y preparándose para someter a mis Pokemon de la misma manera que hizo contra Pyroar.

Y ahora siento como si todo el mundo se detuviera a mí alrededor. Como si mis sentidos se agudizaran por un instante, para ayudarme a percibir esa corriente de aire que llega justo detrás de mí. Para hacerme ver la forma en que las hojas sueltas se levantan, y cómo se mueven las copas de los árboles. Es algo que me ayuda a saber que debo dar un par de pasos más hacia atrás. Un silbido es la alerta definitiva, para saltar y así montarme en el lomo de Lugia, quien viene al rescate para ayudarme a mantener esta lucha en los aires.

Ahora estamos a la misma altura que Talonflame.

Mi mirada se cruza con la de Jackie.

Persian, Leafeon, Ninetales y Vaporeon permanecen en tierra, preparándose para luchar también.

— ¡Estás haciendo que la muerte de Skyler sea en vano! —exclamo, para que mi voz pueda escucharse por encima de los aleteos de nuestros Pokemon.

— ¡Su muerte no será en vano cuando logre mi cometido! —Responde Jackie—. ¡Estoy haciendo esto por ella!

Por suerte, Lugia y yo reaccionamos a tiempo. Talonflame dispara una esfera de fuego tan grande que podría habernos aniquilado, de no ser por el fuerte aleteo que Lugia da para desviar el ataque. La esfera se dirige hacia los árboles, originando un incendio.

Sé que no debería, pero no puedo evitar bajar la mirada para comprobar que mis Pokemon se encuentran bien. Por suerte, así es. Leafeon teme, pero lo disimula. Está cerca de Vaporeon, quien apaga el fuego que los rodea. Ninetales se siente en su elemento, luciendo más poderoso que nunca. Ataca a Persian, quien pierde la concentración por un instante, y es embestido.

La forma en la que Persian reacciona ante el fuego... Está aterrado. Traumatizado... ¿Qué le has hecho a tu Pokemon, Jackie...?

— ¡Oye, Crown! ¡La pelea es por aquí!

Talonflame nos embiste. Lugia devuelve el golpe. Ambos Pokemon se separan. Siguen aleteando, intentando intimidarse uno al otro.

Jackie se da la oportunidad de mirar a Persian también. La angustia que se refleja en sus ojos deja claro que ella no ha sido quien dañó a Persian en algún momento de su vida. No estoy segura de cómo pueden interpretarse esos breves instantes en los que Jackie demuestra tener un corazón que no es de piedra. Un alma que no es negra, como la sangre maldita que corre por sus venas.

— ¡Perla no se sacrificó por esto! —insisto—. ¡Desiste, Jackie! ¡Tu Pokemon morirá si te niegas a escucharme!

Ella me mira de nuevo.

—No... —responde—. Persian no será quien muera esta noche.

Las técnicas de nuestros Pokemon chocan nuevamente, causando una onda expansiva tan grande que se esparce a kilómetros y logra derribar suficientes árboles como para ampliar nuestro ring de pelea.

Y un tercer aleteo llega con tal fuerza que logra desestabilizarnos por un momento.

Jackie cubre su rostro, y Talonflame se resiste al tercer aleteo para evitar que ella caiga. Lugia hace otro tanto, asegurándose de cubrirme al levantar una de sus alas. Pero yo se lo impido, luchando por ver quién es el Pokemon que ha llegado.

¿Amigo, o enemigo?

La respuesta es clara cuando ese resplandor de color azul llega hacia Talonflame, quien bloquea el ataque con una ráfaga de fuego. El enemigo retrocede, ayudando a que Jackie pueda ver con mayor claridad al imponente Pokemon que se posa a un lado de Lugia. Un Pokemon en cuya cabeza va Diamond, luciendo tan imponente como su linaje se lo permite. Jolteon va a un lado de él.

Y montada en el lomo del imponente y poderoso Yveltal, va esa persona que exclama a voz en cuello:

— ¡Parece que la última de los Roosevelt ha salido de su madriguera!

Victoria me mira. Guiña un ojo y sonríe, para luego dirigirle una mirada sádica a Jackie.

Y Jackie sonríe con malicia, aferrándose a Talonflame con más fuerza.

Ríe, de la misma forma que haría un villano de ciencia ficción.

—Miren lo que ha traído el viento... Victoria Levitt, y dos Legendarios para sumar a mi colección.

El pelaje de Diamond se eriza. Sus colas danzan para demostrar lo indignado que se siente al estar frente a una traición imperdonable.

— ¡No permitiré que poses tus sucias manos sobre Diamond y Lucario! —exclamo.

Su risa aumenta.

—No me refiero a Lucario, Sheryl —me dice, y vuelve a posar su sádica mirada sobre Victoria.

La sonrisa de Victoria se borra.

Se transforma en una guerrera sanguinaria e invencible.

—Esta vez, no te dejaré ir con vida —espeta Victoria—. ¡Y no dejaré que vuelvas a tocar a Yveltal!

El eco de la voz de Jackie resuena en mi memoria, dejándome ante una revelación impresionante y que incluso me aturde.

—Sólo voy a decirte que su hija no es lo único interesante en ese pequeño equipo. Además de Diamond y Lucario, hay otros dos Pokemon súper dotados que también quiero tener en mi poder. Dos Legendarios más.

Mi mirada se posa sobre Yveltal. Sobre la forma en que Diamond posa una de sus patas delanteras sobre su cabeza, intentando protegerlo a toda costa.

¿Qué...?

¿Yveltal es...?

¿Entonces...? Victoria... ¿Es la hija de Darian Cunningham...?

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