Capítulo V

¡Hey, hola! La canción que les dejo en Multimedia, More than it seems de Kutless, es la misma que Sheryl menciona durante el capítulo. ¡Que lo disfruten!



     He tenido que volver al pent-house con el temor a encontrar a alguno de esos malditos sujetos oculto en un rincón, o espiándome descaradamente sin tomarse la molestia de permanecer ocultos. Detesto admitir que no he podido darme cuenta de nada, lo cual me hace sentir mucho peor de lo que me siento por el simple hecho de saber que he estado siendo vigilada sin notarlo. Ahora me pregunto si esa mujer anciana que sale a tirar la basura todas las noches es en realidad una vecina inocente y no un agente camuflado. Quisiera dejarme llevar por las señales que podría darme Diamond con la manera en la que se eriza su pelaje cada vez que escucha un sonido extraño, pero... ¿Acaso no fue su estúpido olfato el que nos involucró en esto? Debió saber que ese Flareon no se trataba de, pues... Flareon.

Maldito gato.

Mientras subimos en el ascensor, no puedo evitar sentir que la cámara de seguridad está posada sobre mí con la única intención de vigilar cada uno de mis movimientos. Quisiera destruirla de alguna manera. Quisiera darle un puñetazo para romper el lente... Pero sé que lo único que puedo hacer es cerrar los puños con fuerza y reprimir mi propia ira. Contenerla. Contenerme. De lo contrario... De lo contrario, algo terrible podría suceder.

Cuando finalmente llegamos al pent-house, Ninetales y Dewgong vienen a toda velocidad para recibirnos. Yo, sin embargo, sólo sigo mi camino para llegar a la cocina y servir ese maldito café que justo ahora me parece más que necesario. Pero mientras busco la taza, mis manos comienzan a actuar por sí mismas y toman un vaso de cristal que lleno de hielo para luego buscar una botella de licor y servir un trago.

¿Qué? ¿Acaso no puedo beber para ahogar mis penas? Un trago de vez en cuando no le va mal a nadie... ¿Con quién mierda discutes ahora, Sheryl? Estás volviéndote loca.

—Parece que no fue un paseo no muy placentero —se queja Lucario, y quizá sus palabras se deban a que Diamond se ha retirado ya a sus aposentos sin decir más.

—Cierra la boca, Lucario.

Mis pasos me conducen a encender de nuevo la música que alguien ha apagado. Y cuando comienza a reproducirse esa canción de Kutless, me dejo caer en el diván y me dedico a beber lentamente. Al menos, reconozco que no he terminado por ahogar mis penas literalmente. Detesto perder la razón. Anestesiar el dolor es sólo otra manera de vivir sumida en la cobardía, siendo que el dolor debe sentirse y debe recordarte siempre por qué es que has luchado... Ojalá pudiese decir que siempre lo recuerdo, pero es algo que quisiera olvidar. Es algo que no soporto, y que me persigue siempre como si tuviese la intención de persistir hasta que logre destruirme. Y detesto sentirme débil, pero ya no me queda más opción.

Maldigo el día en el que Mewtwo me encontró en ese maldito lugar, cuando mi corazón sólo necesitaba un par de minutos más para soltar sus últimos latidos.

Lo único que puedo recordar es que todos mis Pokemon me rodearon para pasar conmigo mis últimos momentos, pero todo se oscureció y de repente abrí los ojos para encontrarme a mí misma en una habitación de hospital. Jamás olvidaré la forma en la que Harrison logró mantener su mirada fija en mí para decirme que... que...

M-mierda...

Creo que lo que sucedió hoy me ha ayudado a recuperar un poco de fortaleza para contener las lágrimas. Aunque el nudo aparece en mi garganta siempre que pienso en...

La nariz húmeda y cálida de Ninetales llama mi atención cuando se posa sobre mi mejilla para llamar mi atención. Le dedico una mirada de pocos amigos, pues si algo que detesto es que los demás se compadezcan de mí. Pero cuando él suelta ese chillido que me comunica que está entristecido, todo lo que puedo hacer es dedicarle una caricia. Y a él le gusta. Le encantan esas muestras de cariño, aunque sé que no se parecen en nada a las que pudo haber recibido por su propia Entrenadora. Después de todo, las muestras de cariño no son lo mío...

Y a pesar de eso, Ninetales sólo se tumba a los pies del diván para permanecer cerca de mí. Los demás siguen en lo suyo, jugando entre sí o simplemente dormitando antes de que sea la hora de pedir la cena. Pero Ninetales quiere estar conmigo. Eso lo esperaba de Quilava, en realidad.

—Tú también te sientes solo, ¿eh?

Ninetales suspira con pesadez.

No eres el único...

Mientras intento terminar mi trago y me dejo envolver por la música que emana de las bocinas del reproductor, sólo puedo pensar en ese sujeto. Kyle Levitt. Su propuesta. La información que me ha dado. Y la paranoia regresa, haciéndome creer que quizá ahora mismo hay una cámara espía que me mira desde alguna parte, informándole a esa... asociación cada una de mis acciones. Cada cosa que hago. Cada cosa que pienso... Creí que cuando vencimos a la Elite se terminaría la pesadilla. ¿Cómo puedo vivir tranquila sabiendo que quedan cuatro asociaciones más que son similares a ese infierno? Si vivo en Liverpool, estoy bajo la jurisdicción de esos sujetos. Eso es lo que quieren, ¿no es cierto? Mantenernos controlados para asegurarse de cada cosa que hagamos se ciña a sus reglas. A sus leyes. Pero, ¿quién les ha dado ese poder? ¿Quién decide qué Entrenador es mejor que otros? ¿Por qué nadie los detiene? ¿Será que Scotland Trainers también tiene esos métodos tan poco ortodoxos para tratar a sus conejillos de indias?

No voy a aceptar esa propuesta... No importa lo que Kyle Levitt pueda decir para convencerme, no quiero ser parte de otra masacre. No quiero ser parte de nada similar a esa misión que convirtió nuestras vidas en una mierda. Y él no puede hacer nada para obligarme.

Aunque... Eso no explica cómo es que él conoce a Skyler.

Y, en todo caso, ¿qué más da?

Mi hermana está muerta. La aparición de un fulano misterioso no lo remediará.

Tal vez sólo tenga que pedir la cena, ir a dormir, y mañana todo estará bien.

Ninetales me sigue en cuanto me levanto del diván, aunque pronto sucumbe ante las provocaciones de Arcanine y se une a él para jugar.

Así que mientras ellos corren y se divierten, yo camino hacia el teléfono para marcar el número de un restaurant aleatorio. Creo que justo ahora me siento con ánimos de comida hindú. Pero sólo cuando tengo el teléfono en la mano, puedo darme cuenta de ese sobre de color blanco que descansa sobre esa misma mesa ornamental donde está el teléfono.

Ese sobre no es mío.

Es grande, delgado y pareciera estar vacío. No hay remitente, lo cual lo hace un poco más siniestro... e, increíblemente, el color blanco le da cierto aire de confianza. Instintivamente tengo que mirar sobre mi hombro para asegurarme de que no hay nadie más que mis Pokemon y yo en este lugar. Y sé que eso es estúpido, pues mis Pokemon no estarían tan tranquilos si hubiese un intruso aquí.

Como sea, sólo hay una manera de obtener respuestas.

El sobre sólo contiene una hoja de color blanco en la que hay un puñado de líneas impresas.

Estimada señorita Crown,

Es un placer para mí entrar en contacto con usted, a pesar de que tenga que ser a través de esta misiva. Tengo entendido que usted no está acostumbrada a cosas tan pacificas como recibir una carta que no esté llena de amenazas o de palabras con significados ocultos. Y le aseguro, colocando mi corazón en mi mano, que por mi parte jamás recibirá que no sea lo que quiero decirle siendo claro y conciso.

Tal y como, supongo, mi enviado le ha dicho, estoy interesado en contar con su apoyo para una misión que sé que usted podrá llevar a cabo con éxito. Tiene el talento para ello, y apostaría mi nariz a que eso es verdad. Así de seguro estoy de lo que digo.

Muchas vidas se han perdido gracias a las decisiones erróneas que han tomado algunas personas cuya única obligación consistía en ayudar a que existiera la paz entre todos los Entrenadores Pokemon del mundo. La ambición nos transforma a todos alguna vez, y muchos son los que se dejan llevar por esas emociones sin importar lo que pueda ocurrir con quienes están alrededor. Le aseguro, señorita Crown, que yo únicamente estoy buscado la paz.

El trabajo que quiero ofrecerle no está relacionado con participar en el frente de batalla. Habrá enfrentamientos, sí. Y habrá sangre derramada, eso nadie puede evitarlo. Pero por todo lo que más valoro en el mundo puedo jurarle que usted no será parte de eso.

Sé de buena fuente que esas malas decisiones le arrebataron a su hermana. Así que antes de tomar su decisión, piense por un instante en que si usted acepta mi propuesta, nos encontraremos un paso más cerca de hacer que la muerte de Skyler Crown no haya sido en vano.

Si usted está interesada en recibir más información, le informo que un auto estará esperándola todos los días afuera del club de golf de Wallasey.

Espero verla pronto.

Reciba un cordial saludo de Darian Cunningham.

¿Qué mierda es esto...?

No sé en qué momento he vuelto al diván mientras leía la carta. Y aunque ya he terminado de leerla en un par de ocasiones, no puedo dejar de pasar mis ojos por encima de esas líneas. ¿Cómo puede algo ser tan convincente, y a la vez darme tanto terror...?

¿Será verdad que ellos pueden hacer que la muerte de Skyler...?

N-no...

Ni siquiera lo consideres, Sheryl. Ellos mienten. Todos ellos son unos... unos...

Sheryl...

Mi corazón se acelera en cuanto tengo la impresión de que he escuchado su voz. Y es como si pudiera ver su silueta fantasmal, mirándome de frente para sonreírme y darme confianza. Eso sólo logra arrancarme algunas lágrimas, pues sé a la perfección que ella en realidad no está aquí.

—N-no puedo... N-no de nuevo...

Pero ella sólo sonríe.

Si ellos nos necesitan, debemos ayudar.

Sonríe de nuevo y desaparece antes de que yo pueda intentar tocarla. Me deja devastada y vacía, tal y como el día en que... en que...

E-ella tiene razón...

Si Cunningham promete hacer que la muerte de Skyler signifique algo... ¿Ella también podrá...? ¿Podrá...?

¿Qué debo hacer...?

Perla... Dime qué es lo correcto...

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