¿Sacrificio?
Tras aquel encuentro tan extraño con esas dos chicas, nos pusimos manos a la obra y dimos un gran rodeo al Pueblo. La tapadera ya no colaba. Por desgracia, después de una hora de búsqueda, seguíamos sin encontrar la casa de estilo clásico que destacaba por sí sola que nos describió Visona, ¿Cómo una casa podía esconderse tan bien? Esta ya era la quinta vez que pasábamos por la plaza central. Y sin resultados. A ver...¿Si yo fuera una casa dónde me ocultaría? Desde luego, el sol afecta. Y mucho.
Cansados de tanto caminar sin rumbo alguno, nos sentamos en un banco cerca de un canal de agua. Desde allí se podía ver perfectamente el mar que acompañaba al puerto y la fuente de piedra que decoraba el corazón de Acuarretiro con su lento fluir. Suspiré y apoyé la barbilla en las manos. Tanta tranquilidad me estaba poniendo nerviosa. Miré por el rabillo del ojo a Verán y tampoco estaba muy lejos de lo que sentía yo. Estaba jugando al Tetris en su Capturador. Seh...El aburrimiento.
-Oye...¿En el mapa no pone nada?
-Nop. –Con desgana, apagó la pantalla holográfica y el juego se esfumó delante de sus narices.- No sé por dónde buscar ya.
-Quizá se haya equivocado y esté por las afue...
¡¡BUUUM!!
Ese sonido hizo que me sobresaltara. Ben reaccionó incorporándose de un brinco y yo, aunque tardé un poco más en asimilar la situación, hice lo mismo. Echemos una mirada rápida a los alrededores, por sí aquel ruido procedía de algún lugar cercano pero las calles parecían estar demasiado tranquilas. No, no podía haber sido nuestra imaginación, sonaba fuerte y cercano, como una explosión. Mi mente se puso a trabajar en muchas cosas descabelladas como un ataque a la ciudad por parte de los Nappers...pero deseché la idea al instante. Sin embargo, la lluvia de ideas no cesaba.
-¡Mira! –Verán señaló al cielo. Una larga hilera de humo dibujaba su trayectoria en el cielo.
-Eso está cerca de aquí. –Advertí, preocupada.- Espero que no haya sido nada grave...
-Solo lo descubriremos si nos damos prisa, ¡Vamos! –Me miró con determinación y asentí.
-¡Sí!
El sonido de nuestras pisadas golpeando el suelo todo lo rápido que podíamos se extendía por las estrechas calles del centro del Pueblo con un eco sordo. En una esquina, casi choco con una anciana que caminaba tranquila por los parterres públicos y en otra ocasión, Ben tuvo que saltar un puesto de frutas que había conseguido esquivar de casualidad...cosa que yo no hice. Malditos parterres y malditos puestos de frutas fantasma. Me llevé una buena reprimenda pero no podía quedarme si no quería perder a mi compañero así que corrí hasta ponerme a su altura y por fin, vimos a lo lejos un cúmulo de gente que se arremolinaba alrededor de una casa pequeña de piedra y madera. La columna de humo procedía, sin duda, de ese lugar.
Aceleremos el paso.
Cuando ya habíamos llegado, nos empecemos a abrir paso entre los curiosos como podíamos para poder alcanzar la puerta rápido. Mientras tanto, escuchaba conversaciones de todo tipo de los lugareños. Me preguntaba qué había pasado...y encontré la respuesta.
-¿Se sabe por qué ha pasado esto?
-No. Aunque según los que conocen a los dueños estaban dentro en el momento de la explosión.
-¡Vaya! Espero que los bomberos lleguen pronto...No tiene pinta de parar así como así.
-¿No podemos llamar a Rodel, el Ranger de las Islas del Sur?
-No serviría de nada. Reiris está muy lejos y cuando el Ranger hubiera llegado, la casa ya estaría consumida y solo quedarían las cenizas y el humo.
-Entonces...¿No podemos hacer nada...? –El de al lado negó tristemente con la cabeza.
-No tenemos los medios para...
-Pero nosotros sí. –Intervino Verán, con una expresión seria. Habíamos escuchado su conversación en silencio...pero era el momento de hacer nuestra aparición. No había que perder más tiempo, el fuego se estaba extendiendo.
-¿Sois Rangers? –El hombre, alto y joven, nos miró con cara de incredulidad; nuestra ropa, estatura y aparente edad no le infundían mucha confianza.
-Por supuesto. –Nos defendí, levantando el Capturador de mi mano derecha con orgullo.- Ahora vayamos a lo importante: ¿Alguno de los que estáis aquí ha visto algo sospechoso?
-No, la verdad.
-Estamos igual de sorprendidos que vosotros. No sabemos qué ha podido pasar y los bombero tardaran un poco en llegar...
-Espera un momento...Oblivia solo tiene un Ranger, y ese es Rodel. –Observó el otro, más mayor, con un brillo extraño en los ojos. Pillados.
-Bueno, esto...
-Hemos venido para ayudarlo. Estábamos de patrulla cuando oímos la explosión y nos acercamos. –Le sonreí con todo el alivio del mundo por haberme salvado de aquella metedura de pata a tiempo.- ¿Los residentes siguen dentro?
-Me temo que sí...Este tipo de cosas no suelen pasar. Y menos en Acuarretiro, dónde abunda el agua. Es irónico. Los bomberos tardarán aún en llegar y nosotros solo podemos achicar agua con cubos caseros...-Señaló a un grupo que cogía agua de los canales con grandes pozales y los echaba al fuego como podía, pero no lograban gran cosa. Los Pokemon acuáticos también ponían su granito de arena.
-Entendido, gracias por la información.-Asintió.- Brisa, nos toca.
-Adelante.
Ahora era nuestro turno. Asentí con la misma determinación que me había mostrado en la plaza del pueblecillo. Corrimos hacia la casa aprovechando un caminillo que habían hecho los habitantes para que los que ayudaban con el agua llegaran más rápido a la casa y derrumbé la puerta de una patada. La gente se sorprendió por nuestra intromisión tan exagerada y empezaron a murmurar, pero pronto, los dos hombres que habíamos conocido antes calmaron sus ánimos con una sencilla explicación "Son Rangers, todo estará bien". Sin más, nos metimos adentro, ahora con una presión más; Cumplir con nuestro deber.
La temperatura subió muy rápido y una bocanada de aire caliente, humo y cenizas me obligó a toser hasta que nos pusimos el microrespirador en la cara. Por suerte, también servía para situaciones así. Busquemos por la casa cualquier indicio que delatara la existencia de vida en alguna de sus habitaciones y de paso, abríamos cada una de las ventanas para que el interior del edificio se despejase y se pudiera respirar mejor. Llamas y chisporroteos empezaron a aumentar por todas partes y seguíamos sin encontrar a nadie. Las chispas se descontrolaron y alcanzaron los enchufes de la luz que empezaron a explotar uno a uno. Eso no facilitaba nada las cosas.
-¡Cof, cof! ¿Has encontrado algo, Ben?
-No. Tendremos que mirar en el piso de arriba. Pero aprisa, el fuego está aumentando muy rápido de intensidad.
-¿Y qué podemos hacer para ralentizarlo? Más que nada para conseguir algo de tiempo. -La presión en el ambiente se podía palpar a cada segundo.
-He dejado a Staraptor afuera para que detenga el incendio con su Remolino y arena mezclada. Espero que eso sirva.
-Está bien, Pichu también estará ayudando a que la gente no se acerque mucho así que podemos estar tranquilos. –Me encaminé hacia las escaleras, sudando cada vez más.- Venga.
El piso superior no estaba mucho mejor que la planta baja. Incluso las escaleras de madera se habían quebrado mientras subíamos y el humo se concentraba todavía más allí arriba. Me vino a la mente el recuerdo del Volcán Fascuas...otro horno viviente. Tosíamos y tosíamos, buscando en cada una de las habitaciones. Hasta que por fin, encontramos en una sala con sillones y una televisión medio calcinada a una pareja de ancianos, cobijándose en un rincón con una manta empapada en agua y tosiendo sin descanso.
-Perdonen, esto es peligroso, hay que salir de aquí.- Les advertí, ayudándoles a levantarse mientras Ben los cobijaba mejor bajo la manta verde con flores. Los acompañamos hasta la planta inferior pero por alguna razón que desconocía, la anciana se encontraba muy desesperada y se negaba a salir.
-¿Y Chiko, dónde está? –Repitió un par de veces mientras bajábamos las escaleras con cuidado de que no cedieran bajo nuestro peso.
-¿Chiko? –Preguntó con extrañeza Verán, sin dejar de andar. Habían pasado mucho tiempo respirando el humo y eso podía ser dañino para esas personas. Pero si resulta que había otra persona en esa casa que cada vez se iba cayendo a trozos...No podían dejarla allí.
-Es mi Chikorita...cof...Estaba jugando en la cocina cuando atacó sin querer la cocina y se incendió todo. Subimos corriendo al piso de arriba. La puerta era vieja y se atrancó, así que no nos quedaba otra opción...Pero perdí a Chiko de vista...
-...-Poco tuve que pensar al respecto.- ¡Iré a buscarlo! Llévalos al exterior lo antes posible, por favor. Ben me miró con una mirada clara, "No hagas locuras" decía.- Saldré enseguida. -Le devolví una mirada suplicante. Necesitaba que depositara un poco de confianza en mí.
-Recibido, alto y claro. –Contestó y desaparecieron por el umbral de la puerta abierta a la calle, dónde la gente seguía achicando agua para que al menos el fuego no se extendiera a otras viviendas cercanas de la misma calle o se pusiera peor.
Di una vuelta rápida a la planta baja y no vi nada. Me empecé a preocupar pero me mantuve serena y subí de dos en dos las escaleras que cada vez estaban en peor estado. No tardarían mucho en ceder bajo el peso de cualquier cosa que tuvieran encima. Tropecé por las prisas, dándome un buen golpe en el suelo de madera que aún no estaba achicharrado.
Pero ese accidente me ayudó a encontrar algo que no habría logrado ver si no lo hubiera tenido. Ahí, debajo de una mesilla y temblando de terror, se encontraba el verdoso Pokemon. Se abalanzó a mis brazos en cuanto tuvo oportunidad, aún temblando. No le importó que fuera una completa desconocida, estaba demasiado horrorizado como para percatarse de algo más. Lo acaricié con ternura, intentando que así se le pasara el miedo. Ignoré por un momento que las llamas a mi alrededor se cerraban poco a poco...
-Ya está, ya está...
Ben volvió a aparecer en el umbral de la puerta, buscándome con la mirada preocupada. Llamé su atención desde la parte alta de la escalera y se alegró al verme bien y con el querido Pokemon de esa señora anciana. Chikorita corrió hacia él y se escabulló hacia la luz de fuera como si fuera su única salvación. Estoy segura de que en ese preciso momento estaría abrazando con lagrimillas en los ojos a sus dos dueños. Era una gran alegría ayudar a los que necesitaban una mano...una de las cosas por las que me había hecho Ranger.
-¡Vamos, esto está cada vez más fuera de control! –Exclamó. Asentí para coger su mano extendida y di el primer paso, pero justo en ese momento...
¡PAM!
Una viga de madera maciza había caído justo en medio de los dos, partiendo la débil escalera por la mitad. Por culpa de las llamas no podía ver ni siquiera la silueta de Verán y mucho menos saltar ese trozo para poder salir de la casa. Para colmo, el microrespirador empezó a pitar, señalándome que me quedaban pocos minutos de oxígeno. Tenía que salir de allí cuanto antes o acabaría asfixiada. O peor aún, convertida en cenizas. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y empecé a sentir miedo de verdad cuando comprobé que todas mis posibles salidas estaban cortadas por el fuego o demasiado dañadas para pasar por ellas sin que se rompieran en el acto. El humo ennegrecido y alimentado por la madera tampoco era de ayuda.
-¡BRISA!
-¿¡Ben, qué hago!? –Me estaba poniendo nerviosa y eso no era bueno.
-¡Tranquila, voy en seguida! ¡Quizá con Staraptor...!
Más vigas y muebles altos empezaron a caer también por su zona. Lo supe por el ruido de las caídas. Por la falta de luz tan repentina, me di cuenta de que la puerta había sido sellada parcialmente por otro par de vigas semi-calcinadas. Ben también estaba en peligro. Teníamos que salir de allí YA. Los dos...o solo uno. Y ya sabía quién tenía más posibilidades de salir ileso. Mi campo de visión se iba reduciendo poco a poco. Sentía que detrás de esa viga que me impedía salir, Ben intentaba moverla con todas las fuerzas que podía reunir pero apenas cedía un centímetro. Se acababa el tiempo.
-¡Verán, si me oyes: SAL DE AQUÍ AHORA! –Le advertí a pleno pulmón. Ya me las apañaría como pudiera, encontraría una salida, algo...como siempre.
-¡Aún queda tiempo! –Fue su respuesta. Más vigas cayeron cerca de mí. A juzgar por un grito contenido cercano, también del otro lado.
-¡CÓMO NO SALGAS AHORA MISMO DE ESTA CASA NO SALDRÁ NINGÚN RANGER! ¡Ahora que puedes vete, sino nos quedaremos atrapados los dos!
Mi voz se veía cada vez más apagada por la falta de aire limpio. El microrespirador se había apagado hacía un minuto pero el ambiente estaba muy cargado y cerrado como para aguantar mucho en tus plenas facultades. Sentí una momentánea alegría cuando dejé de oír murmullos detrás de las vigas y un extraño sueño se iba apoderando de mis párpados a cada nuevo centelleo de las flamas anaranjadas y rojas. Era como una nana hipnotizadora...tan fatídica y placentera a la vez. Pero esa voz familiar me devolvió a la realidad.
-¡No te voy a dejar ahí! ¡NUNCA te dejaré sola! ¿¡Me entiendes!? ¡De este incendio o salimos los dos o no salimos ninguno!
Esas palabras tan sentidas me impactaron, y como resultado una tierna sonrisa se dibujó en mis labios. Cansada, me dejé caer hacia un lado, pero una mano fría en comparación con el resto de la escena me cogió del brazo, sosteniéndome. Cuando levanté la vista vi a Verán apoyando mi brazo en sus hombros con expresión preocupada y a Starator y Pichu en la puerta. Las vigas yacían destruidas en el suelo de la planta baja echando chispas y fuego. Sonreí una vez más y por fin, vi la luz.
Cuando los lugareños vieron que ambos Rangers regresaban de ese infierno en descomposición (nunca mejor dicho), una ola de aplausos y silbidos felicitaron su gran acción de ayuda incondicional. El bullicio eclipsaba totalmente mis toses pero poco a poco me iba recuperando del susto y Ben también. Le sonreí como forma de agradecimiento y él hizo lo mismo, rascándose la nuca en el acto. Parecía avergonzado. Desde luego, le debía muchas cosas a ese genial chico que no tenía miedo a nada ni a nadie si se trataba de ayudar a alguien importante para él...
Me incorporé derecha, ya sin necesitar su ayuda y saludé algo avergonzada a aquella multitud de gente, ¿Era yo o había más gente que cuando la locura del incendio empezó? Verán por el contrario, se encontraba muy contento de que hubiéramos ayudado a esa pareja de ancianos poniendo en riesgo nuestra propia seguridad. Saludaba de vez en cuando con modestia.
Los dos ancianos se acercaron, envueltos en una manta seca que les habían proporcionado sus vecinos y les agradecieron de todo corazón el haber intervenido. Chikorita también se veía muy feliz ahora que ya se le había pasado el susto de estar en medio de tanto fuego. Nunca en su vida lo volvería a repetir; había aprendido la lección. Fue un alivio para nosotros saber que se quedarían en la casa de un familiar suyo en el mismo pueblo hasta que repararan su casa. Era una buena noticia. Al final, el accidente había tenido un final feliz. Y sin quemaduras graves.
-¿No sabrán por casualidad dónde se encuentra la casa de un famoso alfombrero nativo de aquí? –Preguntó. La gente ya se empezaba a marchar después de haber prestado algo de ayuda en la extinción del fuego y en la ayuda de los residentes.
-¿Alfombrero?
-Sí, señor. –Contesté ya mas recuperada.- Nos han dicho que sus telas son muy buenas y sus diseños están inspirados en leyendas antiguas. Nos gustaría hablar con él...si se puede.
-¡Oh, jojo! Entonces estáis de suerte. –La señora sonrió con sus ojitos arrugados.- Cretón, el alfombrero, es nuestro hijo. –Creo que el grado en el que nuestra mandíbula se desencajó por la sorpresa no era posible.- Nos quedaremos allí durante la reparación.
-¿Seria mucha molestia si los acompañamos?
-Oh, claro que no. –Sonrió su marido.- Después de todo os debemos una.
Una hora después...
-Aquí es.
Los ancianos nos llevaron hasta una casa en las afueras, pero cerca de una fuente muy parecida a la de la plaza central. Me extrañaba no haberla visto en nuestro recorrido de reconocimiento...quizás no habíamos prestado suficiente atención; la fachada era idéntica a las demás, pero tenía un matiz...tradicional, como diferente en esencia al resto. Los ancianos nos habían invitado a un almuerzo dónde nos contaron una interesante historia de su hijo.
Al parecer, hace varios años, se perdió en la montaña del norte y estuvo desaparecido una semana a causa de una inesperada ventisca. Cuando creía que ya no regresaría jamás, una figura de hielo alada se le apareció y le ayudó a regresar a la cueva que lo llevaría hacia las faldas de la montaña. Cuando regresó estaba helado y enfermo, pero vivo al fin y al cabo. Nos contaron que para agradecerle el haberle salvado la vida, Cretón elaboró varias alfombras con la silueta de esa criatura que admiraba...y que después descubrió que se trataba de nada más y nada menos que de Articuno, el Pokemon Legendario.
-¿Esta alfombra de aquí? –Preguntó con curiosidad Ben, señalando la tela que había en el suelo del gran comedor donde se habían sentado a charlar. Cretón no estaba en casa, así que no les quedaba de otra que esperar. Quizá él supiera algo de la localización de Articuno y les podía ayudar con la misión.
-Exacto. –Contestó la señora, con Chiko en brazos.- Hizo varias, pero creo que vendió muchas. Tiene un gran talento.
-Sip, Rodel tiene una en su casa. –Reí.
-Apenas se acordaba de ella...
-¡Ben! -Exclamé entre dientes.
-¿Decíais algo?
-¿Ah? ¡No, no! Jeje...
-Qué extraño que no haya llegado ya...No es típico de él. A estas horas suele estar enfrascado en sus trabajos, silbando tan alegre como siempre. –Comentó el anciano, mirando con cierta preocupación el reloj que había colgado en la pared.
-Uhm...Podemos salir a buscarlo. Ya habéis hecho bastante por nosotros. –Sonrió de oreja a oreja Ben. Asentí.
-¡Que va, que va! Gracias a vosotros, jóvenes...¡Hasta pronto! Ojalá nos volvamos a ver.
-Sí, hasta pronto. –Nos despedimos sonrientes y salimos a la placetuela. Esta mañana no teníamos mucha suerte; habíamos dado más vueltas que una peonza y aún no encontrábamos a ese hombre...¿Dónde se habría metido?
-Quizás si decimos a grito pelao, "¡Heeeey, señor alfombrerooo...!" alguien nos escuche, ¿no?- Dije sin muchas ideas.
-Sí, claro, y ahora digo "¡Heeey, necesitamos un doctoooor...!" y viene, ¿no?
-Hola, chicos, ¿Vosotros por aquí? –Al darnos la vuelta me dí cuenta de que se trataba del Doctor Eduardo, con su típica bata blanca de médico y su aire serio y calmado. Verán se quedó a cuadros. "Te lo dije..."
-Cosas de misiones. –Le dije.- ¿Y usted?
-Pacientes. –Sonrió, aunque esa curva desapareció al segundo.- Por cierto, ¿Tu compañero...?
-Me llamo Verán.
-Tantísimo gusto. Yo soy Eduardo, un humilde Doctor que atiende a las gentes de Oblivia. ¿Eres el camarada perdido de Brisa?
-Ehm...supongo que sí. Ya no tan perdido. -Él sonrió buscando un apoyo en mi sonrisa divertida también y se rascó la nuca.
-Qué bueno que restéis otra vez en operativo, ¿Nada como pasar tiempo con los camaradas, eh? Yo también tengo unos amigos que no cambiaría por nada en el mundo...Si queréis os podéis quedar y os los presento.
-No podemos quedarnos mucho, Doctor Eduardo. –Me rasqué la nuca con algo de nerviosismo.- Vamos un poco atrasados...
-Entonces sin problema. Otra vez ser...
-¡ES UN PRESAGIO, ES UN PRESAGIO! ¡Y uno ominoso!- Ese alarido nos alertó a los tres y no pudimos evitar mirar hacia el norte, dónde un anciano corría hacia un par de abuelitas que estaban paradas en la entrada del pueblo.
-¿Qué dices, abuelo? –Al parecer esa era su esposa.
-¡Te estoy diciendo que es un presagio! –Al pobre hombre se le veía alterado, ¿Había visto algo malo? No era supersticiosa pero...-Estaba paseando por el río, cuando vi al Gran Suicune tremendamente inquieto, presa de la ira, y ha pasado como una exhalación corriendo sobre el agua. Del miedo que tenía, cerré los ojos y me puse a entonar la canción del Gran Suicune.
"El río caudaloso, ¿Quién lo cruzará?
Quién fe tenga, su suerte robará.
El río bravo, ¿Quién lo atravesará?
Nadie osa hacerlo, ¿Qué razón habrá?
¡Aguarda! Pues el Gran Suicune llegará;
Raudo sobre el agua, la proeza logrará.
El Héroe lo cabalga, la proeza logrará."
-Y cuando terminé la canción...Suicune ya no estaba.
-¡No es posible! –Exclamó la otra señora.- Desde tiempos inmemoriables, Suicune vigila las Ruinas del Canal, ¡No es posible que haya abandonado su puesto!
-¡Por eso es un mal presagio! ¡Algo grave tiene que haber pasado!
-Deberíamos hablar con Cretón, él lo sabe todo sobre Suicune. No está en casa así que probablemente se haya ido a dar un paseo por las Ruinas...
-Uhm...¿Cretón el alfombrero dicen? –Me puse una mano en la barbilla desde nuestra posición inicial.- ¡Si lo que dicen esos ancianos es cierto, tenemos una pista perfecta!
-¡Exacto!
-Si decidís ir...¡Tened mucho cuidado! Allí siempre está lloviendo, sea verano, primavera, otoño...es un fenómeno extraño. Además, no es un lugar que un ser humano deba pisar...Os deseo suerte, Rangers.
-¡Muchas gracias, Doctor!- Asentimos y sin perder un segundo más, corrimos hacia la entrada del Pueblo, dónde se extendía un espeso bosque a lo largo del cristalino río que alimentaba las fuentes de Acuarretiro. A saber que nos íbamos a encontrar a partir de ese punto clave. ¿Imaginármelo? Era casi imposible.
Continuará...
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