¡Isla Reiris en el punto de mira!
-¡Tiro la toalla! ¡No habrá forma de que volvamos a Isla Reíris!-Dijo desilusionado, dejándose caer sentado sobre la arena.
-No diga eso, señor Buck, tiene que haber algo que se pueda hacer.-Afirmé tranquilizadora, tendiéndole una mano.
-No, no hay por desgracia...(...) Espera, ¡sí que hay algo! Mira allí, Brisa.-Señaló lo alto del precipicio. Allí arriba había una barca de colores suaves, colocada encima de unos troncos redondos que la sujetaban.
-Podemos usar la barca que no he terminado de construir. Está a medias, pero estoy muy orgulloso de ella, aguantará, ¿podrías llevar la barca hasta el mar? Normalmente necesito de cinco personas que me echen un cable, pero hoy ¡sólo te tengo a ti! Los Pokémon Rangers podéis con esto y más, ¿no?
-Ein....¡P-por supuesto que si! Usted espere aquí, yo...intentaré hacer milagros...-Musité esto último para mí misma. ¿Tengo pinta de súper-heroína? Porque creo que antes le salen patas a la barca que yo consigo levantarla sola...Sola...¡Eso es!
-¿Dijiste algo?
-¡Oh! ¡No, no, claro que no!-Me percaté de que me había oído e hice gestos nerviosos con las manos para quitarle importancia al asunto. Mientras caminaba hacia atrás, tropecé con un Krabby que pasaba por allí y caí de bruces al suelo. Cerré por instantes los ojos, dolorida.-No-tiene-ni-pizca-de-gracia-Dije en alto, dándole énfasis a cada palabra. Me levanté como si nada un tanto enfadada.
-¿No vas a subir el acantilado por la pendiente?-Bromeó, aguantándose la risa. El Krabby en defensa retardada me lanzo un rayo de burbujas que me dejó de nuevo empapada de pies a cabeza y miré con sarcásmo a Buck.- Ni-pizca-de-gracia , ni pizca. –Subí indignada las escaleras, chorreando agua y con el pelo completamente empapado.
Una vez arriba me apreté la camisa y la chaqueta para escurrir el agua y mirando la barca me paré a pensar en que podía hacer para moverla sin que se despeñara por la pared o rodara como una pelota por las escalerillas. Tal vez con unas lianas...No, imposible. Se romperían...¿Y si utilizo los troncos como ruedas?...Meh, serviría si el camino no fuera cuesta abajo...¡Ah, espera, tengo una idea!
-Navegador ¿Puedes escanear esto?
Navegador: Eso está hecho.
Acerqué el brazo a la superficie de la barca y una estela de color verde como una lámina la cubrió un par de veces hasta que sonó un ruido que finalizaba la acción. Miré la pantalla rápidamente para divisar los resultados.
Bien...un obstáculo que necesito mover....¡Un Pokemon con el movimiento campo de fuerza me será de gran ayuda! Me levanté con rapidez y corrí hacia la bóveda forestal de hacía unos escasos minutos. Si estaba en lo cierto, con la ayuda del Usaring de antes seria coser y cantar llevar de un placaje la barca a la costa. Eso sí....a ver como lo despierto sin que tenga que salir corriendo por miedo a despedirme de mi cabeza...Desde luego, soy única para darme ánimos.
Llegue al susodicho lugar y rápidamente me oculté tras unos arbustos cercanos. Lo más sigilosamente posible me acerqué a donde antes había visto al Usaring y esperé a que quedara solo.
Aproveché al instante un despiste de los Teddiursa cuando la pelota se les cayó y tuvieron que ir a buscarla y salí como una exhalación de mi escondite sorprendiendo al Usaring que se irguió sobre dos patas amenazador. Estaba paralizada delante de él, ¿Pero qué había hecho yo? ¡Si ni siquiera había hecho el más mínimo ruido! El gran oso gruñó enseñando los dientes blanquecinos y entonces una idea me vino a la mente cuando creí estar pisando algo.
Bajé lentamente la mirada hacia mis pies y contemplé horrorizada que lo que estaba pisando eran...¡Sus pies!. Se alzó sobre mi cabeza. Era enorme y gruñó para después rugir tan fuerte que acabé pareciéndose más a un huracán que a un secador de pelo.
-Esto...¡Adiós!-Dije reaccionando de una y echando a correr todo lo que mis piernas me permitían. Durante toda la carrera hasta llegar al acantilado repetía la misma frase , como si fuera un disco totalmente rayado "Estoy acabada, estoy acabada, estoy acabada, estoy acabada" Corrí o más bien volé hasta donde estaba la barca que era el único objeto que tenía al alcance para esconderme. Tenía un poco de ventaja de tiempo por lo que con un poco de suerte pasaría desapercibida. Me encogí como un bola y esperé. Ojalá que se fuera por donde había venido...total, no corría demasiado peligro, Buck está en la playa. Suspiré aliviada cerrando los ojos.
-¿Algún problema?-Preguntó preocupado Buck a lo que, por la sorpresa, casi pego un grito pero por suerte o desgracia solo INDIQUÉ donde estaba a quien supuestamente se lo estaba ocultando mi escondite. Eso hizo que se me erizara el pelo como un gato. Se oyó un silencio sepulcral. Parecía que la bestia se había marchado ¡Pero no era así! Asomé la cabeza curiosa para ver si aún permanecía allí y la sorpresa fue mayúscula cuando contemplé con temor como el Pokemon estaba a punto de embestir contra nosotros, barca incluida, precipicio abajo. Se inclinó hacia delante, encogió los grandes y poderosos brazos y cogió carrerilla para embestir con toda su ira.
-¡Cuidado! -Exclamé empujando a Buck hacia un lado y en el último segundo salté hacia la misma dirección. La cosa fue por los pelos pues el Usaring había embestido la barca justo cuando yo saltaba. Fue suerte que no me rozara siquiera el pie. La barca salió disparada por los aires y bajo por la ladera de la pared rocosa sin problemas, hasta quedar encallada en un banco de arena a pocos centímetros del mar. Por lo menos el susto había valido la pena...
-¡Ursaaaa!-Gritó y se marchó dando grandes zancadas tras haber descargado toda su furia en es tremendo placaje. El temible Pokemon desapareció tras los árboles.
-¡Bien hecho, Ranger! ¡Ya podemos ir a Isla Reíris!-Exclamó Buck que asombrosamente no parecía asustado en lo más mínimo.
-...¿Gracias?-Dije incrédula.
La barca había dejado una estela de arena removida en la playa y a mí aún me latía el corazón a mil. Bajemos las escaleras y una vez abajo, revisó la embarcación para comprobar si había recibido daños. Tras demostrar lo contrario invitó a subir a los pasajeros.
-¡Bien, pasajeros a bordo!¡Sin más dilación la nave...!-Un último pasajero inesperado se incorporó a la tripulación.- ¿Pichu? ¿Qué haces aquí?-Preguntó confuso. El pequeño había saltado al barco de un salto y nos miraba un tanto deprimido pero con ganas de salir a alta mar.
-Pi....
-¿Qué no encuentras a tus amigos? ¿Ninguno?-Se quedó pensativo un rato, sujetándose la barbilla con una mano.- ¿Y...estás seguro de que quieres venirte con nosotros?-Pichu asintió decidido- Nunca antes había salido de Isla Dolzor con Pichu-Kelele pero por lo que parece ¡Le caíste tan bien, que hasta se quiere ir contigo!-Rió a carcajada suelta.
Sonreí. Pichu se acercó y saltó encima de mi cabeza. Se acurrucó en ella cómodamente, haciéndome cosquillas. Ese pequeño era el ser más cariñoso que había visto.
-¡Hasta se ha buscado su sitio favorito! Bien, pues ya que estamos todos listos...¡En marcha, será una larga travesía!-Exclamó emocionado.
- Según mi mapa, Isla Reíris esta muy cerca. Se quedó "congelado".
-Bueno...vale. Me acabas de chafar la preciosa frase. En realidad, en llegar a la isla se tarda un santiamén. Pero siempre había querido decir lo de larga travesía, je, je.-Dijo con os ojos cerrados, rascándose la cabeza.
-Ajá...
-¡Piiiichu!
El navío, ya completo, puso rumbo a Isla Reiris. Las aguas tranquilas y un viento favorable hacían del viaje mucho más provechoso y rápido, surcando las olas azuladas como si fueran nubes esponjosas de azúcar. Un par de Gorebyss acompañaron durante un rato la trayectoria del barco, saltando a popa y a babor y haciendo todo tipo de piruetas mientras Pichu y yo los mirábamos asombrados por su habilidad y belleza de espectáculo. El horizonte cada vez se hacía más claro e Isla Dolzor iba quedando poco a poco más atrás, mientras nuestro destino se acercaba a cada segundo que pasaba. El Sol pegaba fuerte y tal fuera por eso o solo por una casualidad, pero un arco iris decoró durante unos segundos la entrada a la gran isla, de la que su nombre en ese preciso instante hacía gala.
-Vaya...ahora sé porque la llaman la Isla del Arco Iris.-Dije muy asombrada mientras admiraba el hermoso arco de siete colores que se acababa de dibujar en el cielo. Atracamos en otro puerto de la isla y bajemos, pisando de nuevo tierra firme. Buck ató con un fuerte nudo la barca a un palo del muelle y sacudiéndose las manos dijo:
-Ya te lo dije, en un santiamén. –Sonrió orgulloso, colocando los brazos en jarras.-Esa de ahí en frente es Villa Cocona ¿A que es preciosa?
La verdad, solo limitarme a ver la aldea costera era imposible para mí. Solo había puesto un pie en aquella nueva isla y ya quería saberlo todo ella, ver cada una de las cosas que poseía y explorar cada rincón. El bosque tropical no era tan espeso como en Isla Dolzor, pero tenía su encanto. Sus copas estaban llenas de bayas y de color. Los Pokemon jugaban por lo alto y lo bajo. Y algún que otro pescador salía a pescar despidiéndose de Buck con la mano, dejando atrás la playa, tan extensa, que se perdía al este.
La aldea no era menos. Unas escaleras de madera conducían hasta ella, separándola de la playa. Desde aquí, podía ver un puñado de casas decoradas con colores y formas alegres. Todas ellas eran de madera, de piedra o de un compuesto parecido al cemento, que era más ecológico y moderno. Los techos estaban cubiertos por unas tejas de color rojo oscuro que brillaban al sol. Y en el centro o "plaza" de la aldea, se erguía un pequeño escenario de madera.
-Vaya, Cocona es una aldea realmente preciosa... Me encanta.
-Je, je, no hay nadie a quién no le guste nuestra aldea. ¿Ves esa casa de ahí? ¡Es la mía!
Señaló una gran casa de madera, con tejado rojo y un poco más alta del nivel de la arena para que no se mojase si subía la marea. Una escalera de madera conectaba con un pequeño "balconcito" que daba a la puerta principal. Además, tenía numerosas ventanas y una especie de garaje para barcas con troncos cilíndricos para desplazarlas y probarlas en la bahía.
Entramos en la aldea y al instante fuimos recibidos por un buen número de niños y niñas.
-¡Señor Buck! ¡Ya ha vuelto!-Dijo uno de ellos, con el pelo verde.
- ¡Buenas, Rafa! ¡Veo que sigues tan enérgico como siempre!
-Por cierto, ¿con quién ha venido?
-Me llamo Brisa, hola. -Sonreí.
-Es una Pokemon Ranger. Me la encontré en Isla Dolzor.- Dijo Buck cargando unas cajas hasta la puerta de su casa.
Los niños, entre ellos dos chicas y tres chicos, emocionados empezaron a acercarse más a mí con los ojos brillantes y sin parar de hacer preguntas de todo tipo. Tuve que retroceder unos pasos ya que todos ellos estaban a punto de sepultarme entre tantas interrogativas, y no hablo literalmente.
-¡Hala! ¿Y vienes de otra región?
-¿Ese uniforme es nuevo? ¡Como mola!
-¿Me dejas tocar tu Capturador?
-¿Vienes a sustituir a Rodel?-En esa pregunta todos cesaron en seco y miraron al niño que la acababa de formular con miradas sorprendidas y de reproche.-Vale, vale, era broma...-Se excusó quitándole importancia con un gesto de mano. Una gota gorda bajó por mi cabeza.
-Voy a decírselo a todo el mundo, están muy intranquilos con lo de los ovnis.-Afirmó Rafa, un niño de pelo castaño con tonos verdes oscuros, acompañando a sus amigos al interior de la Aldea.
- ¿Debéis estar cansados, no, Pichu y Brisa? Venid a mi casa ¡Nico y yo, siempre estamos contentos de recibir visitas!
-Muchas gracias. -Asentí agradecida.
Le seguí hasta la susodicha casa y entré tras de él, sin percatarme de que un par de Dadajets habían pasado justo por encima del tejado a toda velocidad en dirección norte. Pichu los vio y salió tras ellos aún enfadado por lo que le habían hecho a sus amigos de Isla Dolzor. Nadie se percató de su ida.
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Una vez dentro, Buck me ofreció sentarme en una silla y así lo hice. Me extrañó no ver a Pichu, pero supuse que estaría por allí cerca. El interior de la casa era bastante acogedor. A pesar de estar hecha de madera parecía muy robusta y la alfombra de colores que adornaba la entrada me parecía divertida. La cocina y el garaje estaban en la misma planta conectadas.
-¡Anda! ¿Quién es esta chica, maestro?-Preguntó sorprendido un chico de pelo anaranjado, gorra verde y camiseta a rayas que trabajaba en una barca.
-Soy Brisa, una Ranger.-Afirmé sonriente.- He venido en una misión.
-Encantado, yo soy Nico.- Se acercó hasta donde yo y Buck nos encontrábamos y me tendió la mano.- Es bueno tener a otro Ranger por estos lares, sobre todo ahora...-Aquel chico, de unos 14 años, empezó a contarme lo sucedido hace unas semanas y como, poco a poco, a partir de la desaparición de unos cuantos barcos de pesca, habían comenzado a ver a aquellos tipos mucho más de lo deseado merodeando por las aldeas. –Y por lo que cuenta mi maestro sobre la extraña ausencia de los Pokemon de isla Dolzor, no me extrañaría que detrás de ese asunto también anduvieran esos tipos.
- En eso estoy de acuerdo, aunque suene precipitado.- Buck le pidió a su aprendiz, que fuera a por algo de beber y que así podríamos hablar más tranquilos.
-¡Claro que sí, maestro!-Dijo antes de volver al trozo de porche que quedaba dentro de casa con un poco de prisa. Al momento, bajó con una jarra de zumo y tres vasos y se sentó en el lado libre de la mesa.
-Bueno, Brisa, cuéntame qué te ha traído a Oblivia. Cuando te encontré en Isla Dolzor, tu ropa estaba empapada, ¿qué te ha ocurrido? Sé que ya me contaste parte de la historia hace un rato, pero creo que este sitio es el más adecuado para hablar del tema, te escuchamos. Si pudiéramos ayudarte en algo...
Brisa le cuenta a Buck y Nico todo lo ocurrido hasta la fecha mientras comen. El chico pelirrojo, Nico, era una autentica expresión de lo más cambiante ante los hechos. Reía en las anécdotas antes de salir de la Unión, se mordía las uñas desesperadamente cuando contaba la emboscada de los Nappers y las consecuencias que causó, o suspiraba aliviado cuando llegaba la parte en la que explorábamos la isla o nos librábamos de la embestida del Usaring. Y cuando ya terminó la historia...
-Así que los ovnis son los vehículos de los Pokémon Nappers, un grupo de secuestradores de Pokémon, ¿no? ¡Vaya hatajo de desvergonzados!
- A mí me preocupa eso de que no eres el único Ranger. ¿Y si esos rufianes secuestraron a tu compañero, y luego, con una cuerda...?-Buck le interrumpió enfadado.
Buck regañó a Nico por su imaginación, y el primero pide perdón a su maestro, bajando la cabeza avergonzado y disculpándose. Al parecer, solo tenía mucha imaginación, eso es todo. Aunque la verdad, no lo descartaba del todo...Si no me había encontrado con él a estas alturas...debía de estar prisionero.
-Pues si yo fuera un Napper de esos no me las vería conmigo mismo, les daría una buena, así, ¡ju! ¡Ja!-Dijo haciendo movimientos con las manos imaginando una de esas escenas de las películas. Buck me guiñó un ojo mientras intentaba aguantarme la risa y se colocó sigilosamente detrás de Nico, que ajeno a todo, seguía haciendo su típico teatro.
-¡Buuuu!-Exclamó Buck, asustando a Nico que corrió a esconderse debajo de la mesa. Entonces reimos a carcajadas por la reacción- Nico, creo lo tuyo no es eso, pero tal vez el teatro sí.-Dijo sin parar de reír.
-¡Ni que lo diga maestro! ¡Para llevarme otro susto como ese, prefiero quedarme construyendo barcas y puentes! Aunque podía habérselo ahorrado ¿no?...-Suspiró aliviado, saliendo de su escondite, mientras se sacudía la ropa.
-Si estuviera Pichu Kelele seguro que hasta se estaría riendo él también-Sonrió divertido.
- Por cierto...¿Dónde está Pichu? –Pregunté confusa, mirando a mi alrededor, pero ni rastro del pequeño roedor. No nos habíamos enterado de su ausencia. Un sorpresivo portazo nos alertó a todos. El autor era nada más y nada menos que Rafa, el chico de la aldea.
-¡Qu-qué fuerte! ¡Es muy fuerte!
-¿Qué ocurre, Rafa?-Preguntó Buck, acercándose al chico.
-¡Son los ovnis, han vuelto! ¡Los he visto con mis propios ojos!
Todos nos miramos entre nosotros con signos de preocupación. Ya sabíamos dónde estaba Pichu.
Continuará...
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