Capítulo 6: Una grave pérdida
(P.V Tercera Persona)
Hace tiempo, había disputas entre algunos humanos y Pokemon. Varios de estos últimos deseaban la libertad, y habían construido sus propios territorios donde ellos habitaban en paz, algunas veces ayudados por humanos de buen corazón.
Sin embargo, algunos humanos necesitaban sus propias áreas donde construir sus pueblos y ciudades, pero no necesitaban cualquiera: necesitaban las de los Pokemon, por los recursos naturales. De este modo, movidos por la desesperación, la ambición y el dinero, los humanos iniciaron un conflicto quemando varios bosques y áreas verdes donde muchos Pokemon habitaban.
Los Pokemon usualmente nunca buscaban venganza o guerra, pero necesitaban defenderse, por lo que tomaron la iniciativa de formar grandes grupos con distintos tipos de Pokemon y viviendo en nuevos hogares, formando una sociedad variada. No obstante, aún la amenaza de ser sacados de nuevo aún persistía.
Todo se complicó un día cuando los humanos iniciaron un nuevo ataque contra los hogares de los Pokemon. En ese tiempo, varios Pokemon vivián allí. Durante el ataque, Ignus, lideró a los Pokemon para defenderse de los humanos. La batalla fue larga y trágica ese día.
"¡Todos, por aquí!" dijo Ignus, tratando de guiar a los Pokemon a otro lugar.
"¡Ignus!, los Pokemon están a tu cargo, mi escuadrón se encargará de los incendios" dijo un Blastoid.
"Por favor, hazlo Tork" dijo Ignus, "Dependemos de todos para salvar nuestros hogares"
"Bien, ¿cómo le irá a Aura?"
"Está liderando un grupo de Meganium y Bayleef para transportar y curar a los heridos"
"Bien, suerte con lo tuyo, el incendio es mío"
"Que Arceus te proteja amigo"
Tork corrió a toda velocidad donde estaba su escuadrón. Ignus lo vio marcharse: habían sido rivales desde niños, pero cuando todo empezó, supieron que debían dejar a un lado sus diferencias entre el fuego y el agua para colaborar.
Ignus continuó guiando hacia los Pokemon hacia las zonas seguras. Sin embargo, algo aún le rondaba en su cabeza: su esposa Agni y su hijo de apenas meses de nacido, ellos eran toda su familia, y no había nada más importante para él. ¿Habrán llegado seguros a la zona segura?
"¡Aaaa!" gritó una voz desde las zonas donde había cazadores. No era cualquier voz, indudablemente era Agni.
Sin pensarlo dos veces, abandonó su misión y se dirigió con toda la prisa que le brindaban sus alas hacia donde estaba su familia. Casi llegando a la escena, fue atacado con una gran cantidad de redes que cubrieron desde su cabeza hasta su cola. Debido a que sus alas también estaban enredadas, se precipitó en una caída y quedó inconsciente.
Se despertó al capo de unos segundos. Estaba en la pradera, pero no era un escenario de belleza: había al menos quince cazadores con ropas negras y una gran 'R' en el centro. Al lado de ellos, había varios Pokemon enjaulados y, no muy lejos de ellos, había una Charizard amarrada de brazos, piernas, alas, garras y fauces, que lo miraba con cara de tristeza y, al costado de ella, había un pequeño Charmander que estaba en una jaula a su medida.
Ignus trató de moverse. Sin embargo, se dio cuenta muy rápido de que también estaba amarrado. No podía creerlo... si no hacía nada, esos Pokemon y su esposa e hijo....
"Vaya, tenemos una buena cacería hoy" dijo una voz.
Un hombre había salido de entre los cazadores, tenía un semblante más serio y parecía que era el jefe de todos los demás. Uno de los hombres se le acercó con un saludo de soldado.
"Jefe, por desgracia, solo hemos capturado Pokemon de menor tamaño" dijo el soldado, "Pero hemos tenido la suerte de capturar estos dos Charizard y este Charmander, suponemos que esos tres son toda una familia, pues el macho vino después de que la hembra rugiera"
"Sus suposiciones son demasiado obvias recluta" dijo el hombre, "Mire esto"
Se acercó a la jaula donde el pequeño Charmander temblaba de miedo, y era normal, pues la mirada de ese hombre hacía llorar a cualquier niño. El hombre puso sus manos en la jaula y se puso a zarandearlo, el pequeño lloraba de miedo dentro de ella.
Eso fue suficiente para hacer estallar a una madre protectora. La Charizard se retorció lo más que pudo de sus ataduras: estaba enfadada, quería ayudar a su pequeño. Varios hombres de negro intentaron sujetarla, pero fue inútil. La hembra consiguió soltarse de sus ataduras y derribó a 6 hombres en solo segundos. Luego, se aproximó a salvar a su bebé.
El jefe no parecía asustado ni preocupado, sino más bien, sacó una Pokeball de su bolsillo y la arrojó al suelo. Inmediatamente, el ambiente se llenó de miedo y voces horribles. Del brillo salido de la Pokeball, emergió una roca agrietada con una especie de cara en ella, estaba toda envuelta en oscuridad. Luego, de la grieta salió una sombra oscura, un remolino con cara hecho de oscuridad y miedo: un Spiritomb.
Sin embargo, esto no fue lo suficiente para detener a la madre, pues se dispuso a atacar con un lanzallamas. El Spiritomb le devolvió el ataque con una bola sombra, mandando a la madre a volar.
"Decepcionante para ser un Charizard" dijo el jefe, "Pensé que eran más fuertes"
Eso fue suficiente para Ignus. Al igual que su esposa, logró soltarse de las cuerdas y se dispuso a atacar al Spiritomb, pero este fue más veloz usando un golpe fantasma. Ignus estaba herido, y se tambaleaba, pero no podía dejar que lo vencieran.
Mientras tanto, Agni se había repuesto y se acercó a la jaula donde estaba su hijo.
"No te preocupes, mamá está aquí" le dijo mientras intentaba romper los barrotes de la jaula.
"Spiritomb" dijo el jefe, "Demuéstrales tu poder"
El Spiritomb se llenó de repente de mucha energía oscura, y la lanzó con dirección hacia la madre y el hijo. Fue muy rápido, la onda de energía oscura golpeó violentamente a ambos y estampando a Agni y la jaula contra una roca.
Ignus había llegado a su límite: estaba realmente molesto. De repente, él se cubrió de llamas enormes, reflejando la gran ira que sentía y atacó al fantasma de forma violenta. Primero, lo golpeó con la cola; después, lo atacó con unas garras de acero; finalmente, lo lanzó hacia el aire y usó la más poderosa llamarada que jamás había exhalado antes.
La sucesión de ataques hizo que la forma de alma que poseía el Spiritomb regresó dentro de la roca agrietada, la cual estaba ardiente, y cayó con gran fuerza sobre el suelo.
"Vaya, es más fuerte de lo que imaginaba" dijo el hombre mientras escapaba, pero Ignus no podía perseguirlo: debía atender a su esposa e hijo.
Al voltear la mirada, deseó no haberlo hecho: Su esposa estaba sentada con lágrimas en los ojos, sosteniendo el cuerpo de su hijo Charmander, el cual estaba completamente inmóvil y con la cola apagada. El ataque había sido fatal.
"No, no puede ser" dijo Ignus, acercándose mientras también lloraba. Su pequeño hijo... había muerto.
Una gran tristeza se apoderó de ambos padres, un gran agujero había en sus corazones al haber perdido a la luz de su vida. Más tarde, ese mismo día, se reunieron con sus compañeros y les hicieron llegar las tristes noticias. Todos los Pokemon estaban apenados, Ignus era un gran líder, sabio y fuerte, y esperaban que su hijo fuera su viva imagen. Esa noche, enterraron al pequeño debajo de una colina, en una zona escondida, para que nadie pueda molestar el cuerpo. Mientras seguía llorando su pérdida, a Ignus lo invadió un nuevo sentimiento: el deseo de vengarse.
Al día siguiente, reunió a los líderes de los equipos Pokemon que colaboraron contra la invasión:
"No podemos dejar que esto continúe así" dijo Tork, "Los humanos podrían regresar. Creo que es hora de que nosotros tomemos la iniciativa y los ataquemos primero"
"Pero no sabemos dónde está su base" dijo un Agron, "No podemos atacar sin conocer el lugar"
"Muchos Spearrow vieron que esos humanos se dirigían a una fábrica de madera al otro lado de la colina del sureste" dijo Ignus, "Estoy de acuerdo con Tork, debemos atacar"
"No dejes que tu odio te consuma, Ignus" dijo Aura, "La venganza no será la solución"
"¡Pues no me pienso quedar aquí mientras ellos continúan haciendo cosas horribles y matando a quien se les interponga!"
Con eso, Ignus se retiró y quedó casi unánime que un grupo selecto de Pokemon atacaría aquella fábrica esa misma noche.
Así fue. Mientras los humanos estaban trabajando, los Pokemon atacaron de improviso, quemando la fábrica completamente. Los humanos escaparon. Tal como habían supuesto, eran del mismo grupo de hombres negros que los atacaron el día anterior. Sin embargo, Ignus no pudo encontrar al jefe.
El corazón de Ignus no había cambiado para nada, hasta que encontrara a ese hombre, no podía sentirse tranquilo: ese hombre debía ser detenido.
Agni lo pasó fatal después de la muerte de su pequeño. Para cualquier madre, la pérdida de un hijo, aún pequeño, era un sentimiento horrible y doloroso. Ella no tomó participación en el ataque a la fábrica aquella noche. No se sentía de ánimos para volar ni para caminar. Ignus volvió de la invasión a la fábrica, mas no habló con su pareja. Él sabía que todavía se sentía dolida por su pérdida, por lo que mejor sería darle espacio por un tiempo.
Pero lo que sentían Ignus y Agni pronto lo llenaría una nueva esperanza y una profecía...
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