Capítulo 5

-Un hormigueo recorría su cuerpo, los rayos del sol matinal se colaban entre las cortinas y los bañaban con su placentero calor. Jamás había sentido algo así, una extraña humedad acompañada por un cálido y suave tacto. Un suspiro escapó de sus labios y se retorció ligeramente entre las sábanas a medida que empezaba a despertarse.

Con la mente obnubilada por el sueño abrió sus ojos, el hormigueo volvió a recorrerlo, bajó su mirada hacia las sábanas. Un bulto subía y bajaba en la zona de su entrepierna, removió las sábanas que la cubrían, el cabello rubio de Mei tapaba parcialmente su rostro.

Esos ojos verdes brillantes lo observaban buscando alguna señal, el rostro sonrojado del muchacho y su falta de protesta le confirmó que podía continuar. Sebas se colocó una mano en la cabeza mientras suspiraba, la sensación era maravillosa, sin duda la mejor forma de despertar. -

M... Mei. -La chica se detuvo, sacó su miembro de su boca y empezó a acariciarlo con una mano mientras le dedicaba una sonrisa traviesa. Le encantaba como se escuchaba su nombre saliendo de sus labios, era tan adorable y sumiso. -

Puedes hacerlo si quieres. -Comentó con una sonrisilla para luego lamerlo de abajo a arriba. -Solo aguanta un poco más, ¿Sí? -Jamás había hecho algo así, solo lo había visto en uno que otro fanfic. La idea le había llegado poco después de acabar la noche anterior, se preguntaba cómo sería y esta sería una gran oportunidad para probarlo. Estaba sola, con un chico que podía dominar con facilidad y además le gustaba.

No despegaba sus ojos de él mientras su cabeza subía y bajaba, lo hacía para darle un aire de sensualidad a lo que hacía, pero, sobre todo, disfrutaba de verlo. Las muecas que hacía, sus suspiros, el cómo se coloraba y se apenaba, era tan adorable. Era innegable que disfrutaba de su compañía y su actitud afable lo hacían una pareja ideal para noches apasionadas como la de ayer, podía imaginarse el resto del viaje juntos, los dos solos hablando, comiendo y riendo, sería un sueño hecho realidad.

El líquido espeso y cálido lleno de su boca, Mei se aseguró de recogerlo todo, chupando y lamiendo cada centímetro para finalmente tragarlo y regalarle una picara sonrisa a la par que lo masturbaba suavemente. -

Dios, esto fue genial...Gracias. -La sonrisa de Sebas le llegaba de oreja a oreja, viajar con Mei posiblemente sería la mejor decisión que haya tomado nunca. -

Me voy a bañar. -La chica se envolvió una de las sábanas alrededor de su cuerpo, mantenía una figura erguida y orgullosa. No le molestaba en lo absoluto que la viera, le deleitaba de cierta manera, pero si quería que esta relación funcionase debía marcar límites, si lo dejaba hacer lo que quisiese y se le entregaba sin más el muchacho no tardaría en verla como poco más que un juguete. -

Está bien. -La observó mientras se iba para luego quedarse mirando el techo, pensó en seguirla o preguntarle si quería que la acompañara, pero se contuvo. -

(Me vería como un acosador desesperado.)-Comenzó a vestirse, su cuerpo se sentía ligero y sus músculos relajados, se miró en el espejo, tenía una sonrisa de oreja a oreja. No recordaba cuando fue la última vez que se despertó con tanta alegría y relajo.

Normalmente mantenía su expresión indiferente mientras se reafirmaba que solo sería otro día más del montón, todos los días durante años se obligaba a levantarse de la cama para cumplir cualquier rol que tuviese ese día, pero al final todo se resumía en una palabra "rutina". Pero hoy era distinto, se sentía enérgico, animado, feliz.

La luz del sol le parecía una bendición, el sonido de las olas quebrando en la orilla de la playa lo llenaba de paz, quería que todos sus días fuesen como este.

Se sentó en las sillas del balcón mientras admiraba el paisaje y recordaba la noche de ayer, había sido maravillosa, todo le había encantado. No fue como su encuentro en la cima de la montaña, este era más...Íntimo, se sentía especial, apasionado, cálido. Su mente empezaba a hacer todo tipo de escenarios fantasiosos, la invitaba a salir, reían juntos, se tomaban de la mano y se acurrucaban junto a una fogata. Sus mejillas se coloraron y una pequeña sonrisa se formaba en su rostro, no le era extraño el ponerse a fantasear, podría decirse que es su cosa favorita. Si veía series, películas, jugaba videojuegos o leía se imaginaba a sí mismo en esas situaciones, empezaba a hacer historias alternativas basándose en los eventos que vio. A veces pasaba semanas o incluso meses dándole vueltas a una misma idea, inventando historias en su cabeza para pasar el rato.

Estimulaba su imaginación y debido a su falta de amistades podía dedicar todo ese tiempo que pasaba en soledad haciendo algo que lo divirtiese, pero a veces cuando se encontraba sumergido en lo más profundo de sus fantasías una idea lo incomodaba, en el fondo sabía que sus invenciones nunca serían más que fantasías.

Dedicaba horas enteras a imaginarse rodeado de personas, consiguiendo avasallantes victorias e historias llenas de romance y aventura, pero nunca se atrevía a buscarlas en la realidad. En su mente podía soñar ser un héroe de leyenda, pero en el mundo real seguía siendo el chico alienado, nerd y distante. En un punto se percató de que quizás por eso soñaba tanto, buscaba disfrutar de una vida que no le pertenecía y que en sus adentros sabía que jamás tendría.

Podría buscar tenerlas, una que otra vez encontró una chica que despertaba en el un ligero deseo, pero siempre dejaba pasar la oportunidad, nunca se veía capaz de hacer esas visiones, esas dulces y coloridas mentiras, una realidad. No era atractivo, era torpe, tímido, reservado, miedoso, nadie se fijaría en él, solo era uno más del montón. Todas las burlas y maltratos hacia su persona eran merecidos, jamás sería nadie, ni obtendría reconocimiento.

Consideraba de sus altas calificaciones su mayor orgullo, si no era guapo ni atlético al menos podría ser el más listo, pero en lo que entró en la universidad empezó a decaer rápidamente. Las clases eran cada vez más difíciles y su orgullo le impedía pedir ayuda, atrapándolo en un ciclo eterno y autodestructivo. La única cosa en la que se consideraba bueno...Era una mentira, otra fantasía que el mismo construía para dar luz a su sombría existencia. Luego vino la peor parte, cuando se convenció a si mismo de que no tenía ningún valor, Sebastian no era nadie y si así era, simplemente sería alguien más. Su personalidad, forma de caminar, de hablar, sus expresiones cambiaron. Al principio todo iba de maravilla, hizo amigos y se reía más que antes, pero al poco tiempo el peso de la máscara se hizo insoportable. Cada vez podía llevarla por menos tiempo y cuando finalmente se la quitaba le atormentaba lo que veía, era un ser patético e impotente que se ocultaba de la vista de todos.

Una lagrima corrió por su mejilla, se apresuró en limpiarla, era otra muestra de debilidad.

El psicólogo se lo había dicho y este ya lo había aceptado como una realidad, era emocionalmente débil, rumiaba las mismas ideas negativas por más minúsculas o intrascendentes que fuesen, pero no lo hacía sentir mejor en lo más mínimo. A lo mucho le dio algo en lo que concentrarse en momentos como estos donde no disfrutaba por estar recordando los malos tragos del pasado. No podía permitirse el seguir con ese ciclo de autoflagelación, pero era mucho más fácil decirlo que hacerlo.

La psicología no funciona como las enfermedades, te tomas un par de pastillas y te sientes mejor a los pocos minutos, era un proceso largo, tedioso, arduo y agotador donde debías estar siempre vigilante.

Intentó alejar esos malos pensamientos, pero siempre conseguían regresar a él, le preocupaba el jamás ser capaz de deshacerse de ellos, que siempre estarían acompañándolo y sería su deber mantenerlos a raya. Era como subir una montaña traicionera y sumamente empinada, la pelea jamás se acabaría y debía tener la perseverancia, paciencia y tenacidad suficientes como para no dejarse caer puesto que un solo mal paso lo llevaría rodando colina abajo. -

Piensa positivo. -Se susurro a sí mismo. -Piensa en lo bueno. -Logró salvar a Mei, se acostó con ella, le causo una buena impresión, comerían juntos...Y hoy sería el torneo, lo ganaría...Quizás. NO, no había espacio para dudas, es justo lo que quiere evitar, VA a ganar. Respiró hondo y se lo reafirmó. -Todo está bien.

¿Qué está bien? -La voz de Mei le causo un escalofrió, ¿Lo habría escuchado?

No se giró a verla, solo continuó admirando el paisaje. -

Todo...Todo esto...Es hermoso. El olor a mar, el cielo azul sin nubes. -Se volteó y le dio su mejor sonrisa. -Todo es genial. -El chico caminó hacia ella y la miro de arriba abajo, Mei se había puesto unos shorts de jean rasgados, una camisa blanca y las mismas botas marrones. -Te ves bien.

Gracias. -Mei le regalo una pequeña sonrisa mientras jugueteaba con su húmedo cabello.

Sebas fue al baño y se acomodó, recordando la imagen de Mei jugando con su cabello, el solo pensar en ella le sacaba una sonrisa y llenaba su estómago de butterfrees. El pensar en ella, en su sonrisa, en el olor de su cabello, acallaba todos sus tormentos.

Se vistió con una camisa negra, unos jeans azules, sus zapatos deportivos azules y su inseparable gorra negra. Se miró a sí mismo en el espejo, se veía bien, casual pero no desaliñado. Perfecto.

Los dos bajaron a desayunar, Mei estaba estupefacta con el buffet, había frutas frescas y brillantes, una bollería, carnes, dulces, cereales, arepas, empanadas y jugos. Ambos llenaron sus platos de comida con un poco de todo y se sentaron en una de las mesas, Mei observaba a Sebas mientras tranquilamente terminaba su plato e iba a buscar otro...Y otro.

Ella no comía demasiado y gracias a ello le era fácil mantener su figura, si comía en grandes cantidades le empezaban a salir cauchos y su barriga se hinchaba, pero Sebas comía y comía y Mei no podía evitar preguntarse cómo se mantenía tan delgado. Al preguntarle este solo contesto que siempre había sido delgado como su madre, sin importar la cantidad de ejercicio que hiciese o la comida que comiese. -

(Suertudo)-Hablaron durante toda la comida, Sebas constantemente soltaba bromas y comentarios que le sacaban más de una risa a la chica, pero después de un rato entre risas y anécdotas decidió preguntar algo que estaba rondando en su cabeza. -

Mei...Quería preguntarte...Ahora que estamos saliendo...-Mei lo miró algo incomoda, creía que las cosas estaban claras, pero evidentemente no. -

No estamos saliendo. -Su respuesta fue rápida, fría y automática. El chico evidentemente le gustaba, pero salir con alguien es igual a compromisos y eso era algo de lo que prefería mantenerse alejada.

Se llevaban bien, claro, pero era solo porque apenas la estaba conociendo. Menos de un día después de conocerse le estaba reprochando por haberse drogado. ¿Qué pasaría luego de una semana, un mes, un año? Ella lo veía claramente, discusiones, gritos, insultos, quizás golpes y luego ella se quedaría sola...Otra vez.

Sebas quedó impactado por su respuesta, pero pronto volvió a su estado más calmado e inexpresivo que rápidamente cambió a uno más preocupado. -

Si, por supuesto, disculpa. Es que...M me confundí, creí que...Nada, no importa. -Las palabras de Mei fueron como un balde de agua fría que le caía encima. Todas las ilusiones y fantasías que había creado ahora solo se veían estúpidas, las invenciones de un niño pequeño.

Sebas se río un poco buscando evitar un incómodo silencio, pero este llegó igualmente, no podía mirarla a los ojos, no sabía de qué hablar. -

No lo tomes a mal, es solo que...-No sabía bien como expresarse. -No me interesa tener una relación ahora. -Dijo haciendo un énfasis en el "ahora"-

No, está bien. Lo entiendo. -La expresión de Sebas parecía calmada y comprensiva, intentaba fingir que no le daba vueltas al asunto. -

Aún...Podemos...Ya sabes. -Sebas la miró de una forma que era difícil de descifrar, pero se notaba una ligera molestia. Había algo en ella que hacía que Mei se avergonzara y se achicara, su mensaje no había llegado de la forma correcta. -Digo...Si quieres...-La mirada de Sebas pasó a su comida, claramente no estaba satisfecho con su respuesta. -

¿Tú quieres? -Le preguntó mientras bebía su jugo manzana. Mei apartó la mirada y sus mejillas se coloraron un poco. Era una vergüenza decirlo en voz alta frente a tanta gente. -

Si...Si quiero. -Sintió como su cuerpo se calentaba ligeramente mientras lo decía, recordando la noche anterior. -

Como amigos. -Dijo Sebas con indiferencia, simplemente buscaba confirmar los hechos. -

Como amigos. -Replicó Mei. Sebas miró hacia otro lado mientras pensaba al respecto, no quería volver a equivocarse como lo acababa de hacer. -

Y... ¿Cuáles son las reglas? -Mei hizo una mueca mientras pensaba, jamás había puesto reglas propiamente dichas, solo las evidentes. -Nunca he hecho algo así. -Sebas río un poco y rascó su mejilla en un intento por animar el ambiente y para mostrarle a Mei que no estaba molesto con ella. Le sonrió un poco mientras continuaba hablando. -Se que hay gente que no les gusta tomarse de la mano, besarse o si hay...No sé horarios o cualquier cosa. -Hacia gestos con sus manos a medida que hablaba y sonreía de oreja a oreja.

Mei no pudo evitar sonreír un poco también, la falta de experiencia del chico y sus dudas tan genuinas le parecían adorables. De verdad buscaba hacerla sentir cómoda. -

Solo lo normal. -La cara de Sebas le dejo en claro que "lo normal" no significaba nada para él-No tomarnos de las manos, no llamarnos por nombres cariñosos, nada de celos, ya sabes, tratarnos como amigos.

Y, con respecto a lo otro...-Se rio ante la idea, le parecía tan surrealista que no podía ser cierta. Sin embargo, estaba hablando con Mei por lo que podía ser perfectamente cierto. - ¿Solo te llamo? ¿Te escribo por teléfono y te digo "¿Hey, quieres venir?"? -Mei se quedó pensativa unos segundos. -

Quizás. -Mei sonrió con picardía mientras reposaba su mentón en una de sus manos. -Si estoy de humor. -

¿Y cómo podría ponerte de humor ahora? -Sebas lo dijo sin demasiado ánimo, pero en lo que sus ojos se encontraron le dio una media sonrisa llena de confianza. Mei tapó la sonrisa que le sacó con una mano, le gustaba la actitud del muchacho, pero no podía dejárselo tan fácil. -

No tientes tu suerte. -Sebas le dio el último bocado a su comida y se puso de pie. -

Valía la pena intentar. -Bien desayunados y llenos de ánimo salieron del hotel, lo primero fue ir a la comisaría, aunque de poco sirvió. Sus esfuerzos pueden resumirse en las autoridades creyendo que se trataba de una broma de mal gusto y luego burlándose de ellos cuando Mei perdió los estribos y les gritó que habían sido atacados por un Gottmia.

Tomó un par de disculpas y excusas, pero finalmente pudieron salir del lugar sin mayores percances. Derrotados y conscientes de que no podrían hacer más, partieron rumbo al torneo.-

Aun no entiendo por qué no pueden subir a revisar al menos. -Mei estaba molesta, pero Sebas se mantenía sereno. -

Porque eso requiere esfuerzo y eso va en contra de la regla número uno de la policía de esta región. -El chiste se veía venir a kilómetros. -

¿Y cuál es esa norma? -Preguntó Mei-

Nadie sabe, no se esforzaron en escribirla. -Dijo Sebas con una sonrisa para luego romper a carcajadas. -

Que mal chiste. -Dijo entre risas la chica mientras le daba un pequeño empujón. El no hablar más del tema les dejó clara una cosa, ninguno quería volver a subir a la cabaña. Habían denunciado con la policía, dijeron los hechos y además mataron a la criatura, hicieron todo lo que estaba en su poder. Ya quedaba en manos de las autoridades. --

¿Qué dices? Fue excelente. Soy el maestro del humor. -Entre risas y pequeñas charlas llegaron finalmente ante un gran edificio hermosamente decorado. Sus muros tenían varios colores, pero los más brillantes eran los que se encontraban en la entrada, amarillo, azul y rojo, los colores de la bandera de Sacris.

"Centro Zamora" estaba escrito en grandes letras rojas encima de las puertas de vidrio de la entrada, en un costado del edificio estaba la firma de Gustavo Martínez, el presidente de Sacris, junto a un dibujo de sus ojos, ambas decoraciones básicas de cualquier edificio público.

Mei miró el edificio como una magnifica muestra del poderío del gobierno, abriendo una institución pública para que todos los que quisiesen perfeccionar sus habilidades en los combates Pokémon pudieran hacerlo sin importar su estatus o recursos, sería un sitio donde todos podrían socializar, entretenerse y mejorar juntos como un gran equipo.

Sebas por su parte estaba incomodo, el edificio era hermoso y por lo que había podido ver el centro tendría todo lo que necesitase, arenas, áreas de entrenamiento, incluso habría zonas para los que quisiesen entrenar para concursos Pokémon. El centro estaba siendo vendido como un nuevo proyecto de inversión social, algo revolucionario que pronto escalaría. Sacris se llenaría de estos centros culturales donde la cultura y el potencial de la gente de la región podría prosperar.

Pero eran la firma y los ojos pintados de Martínez lo que generaban en Sebas un repudio hacia el lugar, era solo una pantalla de humo.

Abrirían centros por la región y llenarían a la gente con esperanza y orgullo, pero solo por unas semanas o meses. Los centros quebrarían, se deteriorarían por falta de recursos y mantenimiento, se volverían un vertedero como el resto de obras públicas o como mínimo solo serían una sombra de lo que son ahora.

Pero el futuro de estos centros no era su problema ahora mismo, el gobierno había hecho una gran campaña publicitaria y varias personas importantes estarían en esta semana inaugural. Era su momento de brillar.

Ambos entraron a través de la puerta de cristal pulido a la sala principal, había pancartas con la bandera de Sacris y las palabras "La Generación de Oro" encima de las fotos de los cuatro de élite y el campeón colgadas por todas partes.

El vestíbulo era una sala circular que conectaba con 5 pasillos. El de más a la derecha tenía la palabra "Gimnasio" escrita en un cartel azulado con la imagen de los 4 de élite, el del centro tenía un cartel naranja con la palabra "Entrenamiento" y en lugar de personas el cartel mostraba unas mancuernas y el de más a la izquierda tenía un color rosa y estaba decorado con listones multicolor y decía "concursos".

El pasillo que se encontraba entre la entrada del gimnasio y la zona de entrenamientos tenía un colorido letrero que ponía "Feria" y el que estaba entre la zona de entrenamiento y la de los concursos tenía un cartel donde aparecían la palabra "Guardería" junto a múltiples pokémons bebés. -

Es enorme. -Dijo Mei boquiabierta. -

Mhm. -Fue lo único que salió de los labios de Sebas mientras este caminaba poco a poco observando a detalle el lugar, la verdad era bastante bonito.

Su atención se enfocó en el centro de la sala donde un tumulto de gente estaba reunido y tomando fotos, tuvieron que abrirse paso para poder ver que ocurría.

Adriana Da Silva, ganadora de múltiples concursos de belleza y una extraordinaria entrenadora. Todo en ella era deslumbrante, su figura 90/60/90 y perfectamente bronceada de 1.90m, su rostro fino, sus labios delicados, sus ojos marrones oscuro y su larga cabellera lisa marrón. Estaba vestida con una camisa de tirantes escotada rosa, unos shorts blancos y tacones beige. También llevaba unos grandes sarcillos de oro y un collar multicolor con pequeños adornos dorados.

A su lado estaba Fabio Rosales, un hombre de tes blanca, alto y con traje, su cabello rubio estaba peinado de lado. Tenía ojos negros y una cara tosca pero que desprendía serenidad.

Junto él estaba un hombre musculoso y algo mayor, su cabello gris y su bigote de morsa eran inconfundibles. Su cara tosca y llena de marcas y cicatrices no hacia ningún favor a sus ojos azules llenos de pasión y su perpetua sonrisa que recibía a todos con los brazos abiertos.

Llevaba una camisa blanca, una chaqueta azul marino con cadenas de hierro que guindaban desde sus bolsillos, unos pantalones negros rasgados y unas botas negras con hebillas doradas. Era Alejandro Marín, el "doma dragones".

Por último, estaba Sara Llanos, de ojos marrones claro, labios carnosos, nariz ancha, rostro redondo y marrón tenía pintado patrones rojos típicos de las tribus aborígenes de la región, su cabello liso marrón azabache estaba decorado con plumas de distintos colores. Tenía un vestido bordado verde brillante y llevaba alpargatas hechas a mano.

Estos eran de los mejores entrenadores de toda la región, los cuatro de élite, todos estaban allí. Saludando a sus fanáticos, firmando autógrafos y sacándose fotos con la multitud.

Sebas y Mei estaban con el corazón en la boca, las personas que tanto admiraban estaban en la misma sala con ellos. -

Hay que tomarnos una foto con ellos. -Sebas solo asintió embobado ante la sugerencia de su amiga y sin demora corrieron junto a sus héroes. -

Hola, buenas. -Sebas intentaba sin éxito ocultar su sonrisa. - ¿Les importaría si nos tomamos una foto?

Ja ja ja-Alejandro rio con fuerza y asintió con energía-Por supuesto que sí. -Sebas le dio su teléfono a una persona cercana y el y Mei posaron junto a los cuatro.

Mientras Mei revisaba el teléfono para ver si la foto había quedado bien Sebas, al igual que casi todos los hombres y mujeres de la sala, contemplaban a Adriana. Mei no entendía que era lo que le veían, si era algo bonita pero tampoco era para tanto. -

¿Vas a participar en el torneo inaugural? -Preguntó Da Silva con ese tono hipnótico, cautivador y casi seductor. -

...Hola. -Adriana parpadeo varias veces llena de confusión por la respuesta de Sebas. Sebas sonrió avergonzado al percatarse de lo que dijo. -Si...Si, voy.

Pues deberías ir entrando, tendrás que prepararte. -Sebas asintió. -Mucha suerte.-

Gracias. -Sonrió mientras hacia una pequeña reverencia y empezó a caminar con Mei hacia la sección de "Gimnasio". -Dios, que vergüenza. -Sebas se tapó la cara buscando ocultar su frustración, había hecho el ridículo frente a Adriana y de seguro los otros lo escucharon también. Estaba seguro que las otras personas también lo oyeron y se estarían riendo de el en estos instantes. -

¿Qué pasó? ¿Te estabas haciendo una paja mental? -Mei soltó una carcajada por su comentario y le dio un pequeño empujón. - "Hola"-Dijo imitando la voz de Sebas mientras miraba embobada al vacío. -

No me quedé así. -Se había humillado públicamente y ahora se lo restregaba en la cara, el solo imaginar que pensarían los demás lo estaba carcomiendo no necesitaba que ella se burlara también. -Es de las mejores modelos del mundo y una gran entrenadora, me quedé...Bueno...-Mei tuvo que aguantar su risa, pero el cambio de actitud de su amigo la tomó desprevenida. -

¿Qué pasa? ¿Te toqué un nervio? No te enojes, solo me estoy riendo. -Sebas respiró hondo para calmarse. -

(Solo fue un chiste...Una burla, una burla en un momento donde estoy tenso y avergonzado porque acabo de hacer el ridículo frente a mis héroes y ahora cuando me vean lo que pesarán serán "¿No es ese el chico con cara de estúpido que se quedó viendo a Adriana?".)-Podía sentir sus miradas clavadas en él, como lo juzgaban y degradaban por su ineptitud. -

Eres un amargado. -Mei le dedico una media sonrisa burlona para luego detenerse. -

¿Son concursantes? -Dijo el guardia, un hombre alto, grande y tosco de voz gruesa y áspera. -

¿Ah? -Sebas miró al hombre parpadeando un par de vez, estaban en la entrada del estadio.

Buscó su entrada de participante y el guardia la inspección con rapidez. -

Yo no tengo. Pero se supone que es gratis. ¿No? -

El torneo empieza en una hora, solo los concursantes pueden pasar para prepararse. -El guardia le devolvió a Sebas su entrada luego de romper la parte de arriba de la misma. -

Nos vemos luego entonces. -Sebas le sonrió débilmente a Mei y esta se inclinó para darle un beso en la mejilla que lo tomó por sorpresa. -

Suerte. Vendré a verte cuando empiece. -La chica dio media vuelta y se fue sin reparo. Sebas tocó la mejilla donde le dio el beso y se fue a ver la arena.

Era una arena plana de tierra y arena con las líneas pintadas con polvillo blanco cual cancha de beisbol, había gradas de cemento en los alrededores separadas del resto del lugar mediante unos cristales reforzados.

Una gran pantalla plana mostraba una pokéball en un fondo fucsia que ondeaba cual bandera.

Continuó con su camino y se dirigió a los vestidores, solo le quedaba esperar. El vestidor de hombres tenía cuatro banquitos de madera, casilleros pequeños numerados, duchas y tres retretes.

Varias personas estaban sentadas en los bancos o recostados en las paredes hablando los unos con los otros, Sebas empezó a guardar sus cosas en uno de los casilleros evitando el contacto visual, pero observando de reojo a todos los concursantes. Algunos eran unos chicos que iban con shorts y franelillas, otros eran adultos mayores y otros claramente eran de Ciudad Orquídea, sus zapatos de marca, relojes brillantes y teléfonos de último modelo los delataban. -

¿Sebastian? -Dijo una voz insoportablemente familiar. Cerró los ojos y respiró hondo conteniendo su rabia. -

(Hijos de perra.)-Se dio para encontrarse con Mario y Hernán, Mario era pequeño y gordo, de cara grasosa y redonda. Tes blanca, pelo marrón liso y ojos marrones claro que siempre llevaban consigo una expresión de soberbia que irritaba a Sebas sobremanera.

Hernán era alto, de complexión más atlética y con un pelo largo y alborotado rojo y ojos verdes. Su cara era delgada y llena de pecas. -

¿Cómo estás? Cuanto tiempo. -Hernán puso una mano en su hombro con una sonrisa amistosa, Sebas miró su mano y lentamente sujetó su brazo y la apartó de su cuerpo. - ¿Pero qué pasa? ¿Todavía estás molesto? - Sebas rodó los ojos y se dispuso a salir del lugar. Le enfermaba respirar el mismo aire que esa gente. -

Hablaría con ustedes, pero tengo mejores formas de perder el tiempo. -

No tienes que ser grosero. -Hernán se escuchaba ofendido, ¿Pero qué coño le importaba? -

Déjalo, va a llorar si sigues. -Sebas intentó ignorar sus palabras, pero una parte del cedió. -

Gordo de mierda. -Dijo casi en un susurro. -

¡¿Cómo me llamaste?!-Podía escuchar los pasos de Mario venir hacia él y se dio la vuelta con calma. -

Gordo de mierda. ¿No me escuchaste? -Fingió estar genuinamente confundido, pero pronto río y se llevó la mano a la cabeza fingiendo haberse percatado de algo evidente. -Cierto, es que tienes la cabeza tan mojoniada que te debe tapar los oídos. Pero, Mario, ¿Tu que carajo haces aquí? ¿No te ibas a ir a Kalos porque Sacris era un nido de pelabolas y pobres? ¿Cuándo fuiste se dieron cuenta que no valías para un coño y te regresaron o es que en el avión no había asientos de tu talla? -

¿Quieres saber por qué estoy tan gordo negro maricón? Porque cada vez que me cojo a tu mamá me da una galleta. Así que saca la cuenta. -Sebas se río ante sus palabras mientras que los hombres del vestidor silbaban y fingían sorpresa. "Mano, ¿Vas a dejar que hable de tu mamá así?" "Esa yo no me la calo. ¿Me oió?". -

Mira, te insultaría a ti o a tu madre, pero tú ya la tienes bastante difícil siendo tú y tu mamá...Uf...No me imagino lo que tiene que ser levantarse cada mañana y verte. Es que yo hasta le daría mis condolencias. -Se dio media vuelta y retomó su camino. -

Huevos sin sal. -Espetó Mario. -

Pueden estar sin sal, pero tu hermana no para de decirme lo ricos que están. -Sebas salió del baño con una media sonrisa, salió del área del gimnasio y se dirigió a uno de los baños, por suerte estaba vacío.

Fue hacia una de las puertas que bloqueaban el paso a los retretes y le propino una patada con todas sus fuerzas. El golpe de la puerta contra la pared retumbó por el lugar y la hizo rebotar de vuelta a su posición original donde le dio una y otra vez hasta resquebrajar el endeble material del que estaba hecha.

Luego fue hacia los lavamanos y se miró en el espejo unos segundos antes de golpear el mármol sobre el que estaban colocados.

Este viaje debía ser un nuevo inicio, olvidar su pasado y los tragos amargos, lo mismo pensó cuando entró a la universidad, pero no podía estar más equivocado. Le tocaba convivir con todas esas personas que tanto deseaba olvidar, debía verlos siendo amistosos y amables y continuar sus vidas sin preocupaciones mientras el pasaba meses en el psicólogo superando sus traumas. Debía ver como se vendían al mundo como seres puros y ejemplares, pero él los conocía de verdad, los conocía demasiado bien. Clasistas, racistas, xenófobos, eran una horripilante amalgama de todo lo cruel y macabro de la sociedad.

Personas que le quebraron los vidrios de la casa a un profesor por apoyar a la dictadura de Sacris, que se reían viendo un video donde metían a Pikipeks vivos en una licuadora, que se burlaban de las señoras que limpiaban las aulas cuando se tenían que sentar a consecuencia de un bajón de azúcar por la falta de comida.

Pero lo que más detestaba era el darse cuenta que había empezado a llorar, su cuerpo temblaba al sentir nuevamente la impotencia de aquellos días. Se dio a sí mismo una bofetada para espabilarse y se secó las lágrimas, tenía que ser fuerte. No tenía que pensar en la rabia que le generaba el ver los problemas de su pasado reaparecer ante el a donde quiera que fuese. -

(Esta es mi oportunidad para callarles la boca...Puedo hacerlo...Puedo...)-Una voz femenina resonó por los altavoces pidiéndole a todos los concursantes del torneo que fueran a la arena para comenzar los preparativos. Luego de secarse bien las lágrimas y esperar unos segundos a que el rojo de sus ojos se fuera se dirigió a la arena.

Mei por su parte caminaba aburrida por el lugar, solo le quedaba matar el tiempo hasta que a su amigo le tocara combatir. Visitó la zona de entrenamientos, había algunas máquinas para entrenar pokémons, una pista ovalada de atletismo y pesas.

(Podría venir aquí otro día...Cuando tenga otro pokémon.)-Satochi no valía la pena como pokémon de combate, nunca le había gustado pelear y era bastante debilucho en general. Si se dedicaría a entrenar a un pokémon tendría que ser uno que valiera la pena como un garchomp o por lo menos un octillery.

Miró la entrada del área de concursos, pero prefirió no entrar, los concursos pokémons no le gustaban, le parecían tontos y aburridos y las personas que participaban en ellos eran un montón de sifrinos clase alta sin nada mejor que hacer con su tiempo.

Sin nada más que hacer se acostó en un banco cercano y miró el techo de vidrio que dejaba apreciar el cielo azul y sin nubes, luego miró a su alrededor, le era fácil discernir quienes venían de Ciudad Orquídea y de que zonas y quienes venían de Aurum. ¿Les pasaría lo mismo? ¿Los demás eran capaces de saber de dónde venía?

¿Está ocupado? -Unos pantalones azules bloquearon su vista. Su dueño, un chico de pelo rubio alborotado, ojos grises, tes blancas mal bronceada y nariz respingada la estaba mirando. Llevaba lentes delgados, una chaqueta naranja amarrada en su cintura, una camisa gris, pantalones azules holgados y zapatos rojos.

Junto a él estaba un buizel que llevaba un collar de conchas alrededor de su cuello y le regaló un enérgico saludo a la chica que con gusto devolvió. -

No. -Mei se incorporó y el chico se sentó a su lado soltando un profundo suspiro. -

El calor es insoportable. - El rubio sacó una botella de agua que tenía guardada en su chaqueta y la bebió entera. -

Es una mierda. -El chico terminó de beber y arrojó la botella a un contenedor cercano. -

¿Cómo te llamas? -Mei se extrañó un poco con la actitud tan lanzada del chico, pero no le molestaba, era mejor hablar con un desconocido que pasar más tiempo sola y aburrida. -

Mei. ¿Y tú? -

Dime Rodri. ¿Y qué haces aquí Mei? -

Vine a acompañar a un amigo, va a participar en el torneo. ¿Tú que haces? -

Solo quería ver que había... ¿Te importa si te acompaño? -La chica negó levemente con la cabeza y le sonrió. -

Si quieres hazlo. Llevo rato buscando que hacer. -Rodri era alegre, conversador y divertido. No perdía una oportunidad para hacer un chiste.

En el tiempo que hablaron logró descubrir muchas cosas, Rodri no tenía hogar, aunque de momento se estaba quedando en un motel, vivía viajando de lugar en lugar luchando batallas pokémons donde apostaba con su contrincante su dinero u objetos. Soñaba con reunir suficiente dinero como para comprarse un barco y poder viajar libremente por el mundo junto a su fiel compañero "BuySell".

Los altavoces sonaron y la voz anunció que el torneo estaba a punto de comenzar. -

¿Vamos? -Preguntó Rodri mientras ladeaba un poco la cabeza apuntando al área de gimnasio. -

Ve adelantándote, tengo que mear. -Rodri sonrió un poco ante la actitud tan ordinaria de la chica, pero hizo como le ordeno y se dirigió al gimnasio.

Por su parte Mei avanzaba con una pequeña sonrisa, quizás invitaría a su nuevo amigo por unas cervezas, también podría invitar a Sebas. -

(Aunque no tiene pinta de que le gusta beber...Pero a todo el mundo le gusta la cerveza.)-Cuando estaba frente a la puerta del baño de mujeres esta se abrió de golpe y un celaje marrón se estrelló contra ella. -

¡Hey! ¿Qué te...? -Mei estaba lista para empezar una discusión con la idiota que la hubiera empujado pero sus palabras fueron cortadas por un rápido "Disculpa".

Era una voz suave y delicada que la dejó descolocada, miró a su dueña, su voz le iba como anillo al dedo. Era más pequeña que ella, debía bajar ligeramente la mirada para poder verle esos ojos ámbar casi amarillos de largas pestañas que adornaban un rostro café delgado e impoluto por el que se deslizaba una melena de cabello enrulado castaño que bajaba un poco más allá de sus hombros. Traía un vestido de seda sin mangas beige con una faja de cobre pulido por fuera que resaltaba su delgada figura.

La chica morena continuó su camino, sus tacones sonando con cada paso apresurado que daba hacia la salida.

Mei la miró con detalle, se notaba tensa pero no sabría decir el que la tenía así. Pero aún con esa tensión en su rostro se le veía imponente. Su caminar determinado y firme con su cabeza alta y orgullosa, no sabría como describirlo solo la veía "distinta", distinta a ella, a Sebas, a Rodri, a cualquiera que hubiese conocido antes. -

(¿Qué le pasa?)-Salir corriendo así de un baño y marcharse con tanta rabia. - (De seguro tiene la regla.)-La imagen de la chica se mantenía con ella sin importar que tanto se esforzaba por apartarla. No sabía quién era o que hacía, pero aún con sus diferencias en el andar y la postura la chica evocaba en ella una sensación similar a la que le genero Sebastian cuando se encontraron, eran de mundos distintos, casi de universos paralelos.

Se imaginaba a sus amigas caminando como esa chica y a Sebas con ropa sucia y desgarrada, su mirada melancólica y pensativa subiendo las escaleras de su barrio, pero tampoco la convencía. Algo no terminaba de cuadrar, simplemente no encajaban.

De pronto la verdad se hizo evidente, antes había podido distinguir quienes venían de que zonas y eso era todo lo que necesitaba para saber el resultado del torneo. Los participantes como ella, que entrenaban en la calle con pokémons que conseguían por los alrededores, no tenían oportunidad contra entrenadores de las zonas alta de Orquídea.

Este torneo estaba lleno de personas como ella, personas con sueños y esperanzas que caerían derrotadas ante el poderío de la élite de Sacris, una élite que los pisoteaba y miraba desde arriba con desdén. -

(Ojalá Sebas los vuelva mierda a todos.)-Si no podía ganarles al menos apoyaría a su favorito. Salió directo al gimnasio, se moría de ganas de ver a su amigo acabar con todos esos carajitos mimados. La sala estaba llena y las personas gritaban eufóricas mientras el Sandshrew de una chica morena con cabello liso y lleno de moños caía al suelo debilitado.

El árbitro sonó su silbato y declaró que el equipo N°5 había ganado dando fin al combate.

Mei logró abrirse paso entre la multitud y se sentó junto a Rodri que cargaba a buizel en sus piernas. -

¿Es en equipos? -Tenía que alzar la voz o no se escucharía entre los gritos. -

Están en parejas escogidas al azar, solo tienen un pokémon cada uno escogido al azar de entre los que te da el gimnasio.

Los siguientes son Sebastian y Auris contra Hernán y Mario. ¿Cómo se llama tu amigo? -

Sebas. -Mei se alzaba un poco buscándolo con la mirada cuando entrara. -

Pues llegaste justo, esta es la última ronda, cuando termine esta empiezan los cuartos de final. -Auris era un chico ligeramente moreno con pelo negro liso y alborotado. Su cuerpo era tonificado y con su metro setenta y ocho le sacaba cinco centímetros a Sebas. Su rostro era fuerte y sin duda lo que más llamaba la atención de su apariencia eran sus ojos heterocromáticos, siendo su ojo derecho rojo y el izquierdo azul.

Pero el físico no era lo único que los diferenciaba, sus actitudes eran polos opuestos. Mientras que Auris sonreía y saludaba al público, Sebas caminaba con sus manos en los bolsillos y una mirada rencorosa fijada en sus oponentes. -

¡Quiero una pelea limpia! -Exclamó el árbitro mientras alzaba una bandera verde- ¡Comiencen! -La bandera descendió y los cuatro entrenadores arrojaron sus pokéballs a la arena.

Las de Mario y Hernán se abrieron y dejaron salir un doduo y un sudowoodo mientras que las de Sebas y Auris un makuhita y un torkoal. -

Yo te protejo del doduo y tú a mí del sudowoodo. ¿Ok? -Auris asintió ante la sugerencia de su compañero. -

¡Makuhita usa palmeo! -El pokémon hizo como se le ordeno y corrió hacia sudowoodo moviendo sus manos rápidamente hacia adelante y atrás al punto que generaba imágenes residuales de sus palmas que se disipaban casi al instante-

¡Sudowoodo, tumba rocas! -Haciendo caso a Hernán el pokémon hundiendo sus apéndices en el suelo y arrojando un pedazo de tierra endurecida hacia el pokémon tipo lucha. -

¡Continua! -Exclamó Auris y makuhita no se detuvo. Se abrió paso a golpes a través de la tierra y corrió hacia sudowoodo hasta atinarle con ambas manos y empujarlo hacia atrás varios metros. El pokémon de roca se puso de pie a duras penas y se preparó para seguir luchando. -

¡Picoteo! -La doduo corrió con prisa hacia makuhita y con echó sus cabezas atrás para tomar impulso. Ambos picos avanzaron cortando el aire, pero fueron interceptados por el caparazón de torkoal que aún giraba lentamente luego de haber utilizado "giro rápido". -

Humareda. -La voz de Sebas fue fría y su expresión le dejaba claro a Mei que algo le ocurría, estaba molesto, pero no tenía idea del motivo. -

¡Tor! -Torkoal tomó aire. - ¡Kol! -Un mar de llamas salió de cada orificio de su cuerpo cubriendo en llamas a enemigos y aliados.

El público gritó en una mezcla de emoción y sobresalto, Mei dio un pequeño salto en su asiento, Sebas no estaba actuando como de costumbre.

Makuhita avanzó entre las llamas con tranquilidad, pero sus pequeñas muecas dejaban ver el dolor que sentía.

No podía decirse lo mismo del doduo, recibió el impacto de lleno y fue lanzado hacia atrás por la potencia de las llamas. Torkoal cayó al suelo y salió de su caparazón para encarar al doduo que corría desesperado con su plumaje en llamas. -

Tiene sebo de habilidad. -Dijo Rodri, con cierta preocupación en su rostro. -

¿Qué es sebo? -Preguntó Mei con curiosidad, conocía las habilidades por sus...Bueno, habilidades, no por nombres. -

Reduce a la mitad el daño de los ataques de fuego y hielo, por eso no les importa que makuhita reciba los ataques de torkoal. Pero si siguen así pueden debilitarse entre ellos antes que sus adversarios. -

No sé por qué pelea así...él no es tan agresivo. -

Torkoal. ¡Usa rueda fuego en doduo! -Torkoal se metió dentro de su caparazón y empezó a girar rápidamente mientras cubría su cuerpo en llamas para luego avanzar implacable hacia doduo. -

¡Doduo esquívalo con ataque rápido! -La cabeza izquierda de doduo vio a Torkoal acercarse mientras que la cabeza derecha picoteaba y movía sus plumas buscando apagar el fuego de su cuerpo así que le tomó por sorpresa cuando repentinamente empezaron a correr a toda velocidad en zigzags para evitar que la tortuga los siguiera.

Las dos cabezas soltaron un grito mientras el fuego se extendía por su cuerpo y cubría su espalda.

Auris y Hernán detuvieron su combate para ver al doduo que se arrastraba por el suelo buscando apagar su espalda, pero Sebas solo observaba indiferente. Quería ver la angustia en la cara de Mario y Hernán, no les ganaría, los humillaría.

Pájaro de mierda. -Susurro Mario mientras guardaba a doduo dentro de su pokéball. -

¡Doduo ya no puede continuar! -Exclamó el árbitro mientras levantaba una bandera amarilla hacia Mario y Hernán-

¡Avalancha! -Sudowoodo pisó el suelo con fuerza y exclamó mientras unas rocas de 30 centímetros se materializaban por encima de makuhita y torkoal. Las piedras cayeron a toda velocidad sobre ambos pokémons dejándolos gravemente heridos. - ¡Avalancha de nuevo! -

¡Esquívalo! -Makuhita rodó sobre sí mismo y logró evitar las pesadas rocas. -

¡Refugio! -Torkoal se ocultó en su caparazón y este empezó a brillar ligeramente mientras se endurecía. Las piedras aplastaron a Torkoal, pero este a duras penas logró ponerse de pie. -

¡Sudowoodo usa trampa rocas! -Sudowoodo empezó a bailar meneando su cuerpo de un lado a otro mientras que de su cuerpo salían múltiples pequeñas rocas sumamente afiladas que llenaron el campo. -

(No podremos movernos.)-Torkoal no podía seguir luchando y poco podría hacer contra sudowoodo, todo dependería de makuhita, pero sería imposible que se pudiese acercar al pokémon estando el campo tan lleno de trampas. - (No importa que quite las rocas con giro rápido, makuhita y torkoal son demasiado lentos como para esquivar siempre sus ataques.)

Auris...-La respuesta se hizo clara en su mente. -Que Makuhita sujete a Torkoal. -Auris lo miró extrañado, pero luego sonrió, había entendido el plan o al menos parte del mismo. - ¡Torkoal, usa giro rápido y ve hacia makuhita! -Torkoal se ocultó una vez más en su caparazón y empezó a girar con rápides haciendo a un lado todas las pequeñas rocas afiladas en su camino.

Hernán no entendía que pretendían, pero no había tiempo que perder, era su oportunidad de atacar. -

¡Avalancha! -Las rocas empezaron a formarse, pero torkoal ya había llegado donde su compañero y se detuvo a su lado. -

¡Makuhita, sujétate de la espalda de torkoal! -El pokémon de lucha así lo hizo. -

¡Giro rápido y ve hacia sudowoodo! -Torkoal giró con rapidez abriéndose paso entre las rocas y esquivando la avalancha de sudowoodo mientras avanzaba a toda velocidad hacia él. -

¡Torkoal detente! -Torkoal se detuvo a unos pocos metros de sudowoodo, makuhita salió disparado unos centímetros hacia el pokémon de roca, cayó sobre su cabeza y rápidamente se puso de pie, dando tumbos de lado a lado mientras intentaba mantener la vista fija en su oponente. -

¡Rápido, usa tumba rocas! -Makuhita tomó la pose de un luchador de sumo y se concentró para enfocar a sudowoodo que empezó a lanzarle piedras de gran tamaño. -

¡Palmeo! -Makuhita se preparó para golpear y cuando las rocas estuvieron cerca empezó a mover sus manos abiertas con las palmas al frente hacia las rocas. De sus manos salían pequeñas ondas que resquebrajaban y rompían las piedras antes de que lo alcanzaran y los pocos pedruscos que llegaban a tocarlo no eran más que insignificantes molestias. - ¡Termínalo con empujón! -Makuhita avanzó hacia su adversario y le propinó un fuerte empujón que sudowoodo fútilmente intentó bloquear. Sudowoodo mantenía sus pies firmes en el suelo, pero con cada golpe era arrastrado más y más hacia atrás hasta que al final fue empujado fuera de la arena. -

¡Sudowoodo se encuentra fuera del área de combate! -El arbitró alzó una bandera roja en su dirección. - ¡El combate ha terminado! ¡Los ganadores son Auris y Sebastian ¡-El público aplaudió y los vitoreo mientras Hernán guardaba a sudowoodo en su pokéball. -

¡SSSSSIIIIII! -Mei se había levantado de su asiento y empezó a sacudir los brazos emocionada mientras les silbaba y aplaudía. - ¡WWWWUUUUU! -Rodri no tardó en unirse a ella y juntos empezaron a saltar, el ruido se extendía por la arena y poco a poco más y más personas se les unieron. -

Sebas y Auris entraron a la arena saludando al público y se dirigieron a sus pokémons, los acariciaron y abrazaron mientras agradecían su esfuerzo y colaboración. Sebas le dio un beso a Torkoal en la frente antes de ponerse de pie y acercarse a Hernán y Mario junto a Auris.

Siguiendo las reglas del evento los entrenadores se dieron la mano. La sonrisa engreída de Sebastian solo reforzaba la aspereza en los ojos de los derrotados.

Todos devolvieron los pokémons que les fueron entregados y se fueron a los vestidores. -

No sabía que eras tan agresivo peleando. -Auris se recostó en una de las paredes mientras que Sebas bebía agua del único bebedero del sitio. -

Mmm.-Sebas se secó el agua que le quedó en los labios y miró a Auris con serenidad. -No suelo serlo, pero ellos no me caían bien. Pero igualmente ganamos y esos pokémons estarán sanos una vez los lleven al centro. -Sebas fue a su casillero y sacó sus cosas, ni loco las dejaría allí sabiendo la rabieta con la que vendrían Mario y Hernán. -

¿De qué los conoces? -

Estudiamos juntos desde primaria... ¿Vas a hacer algo ahora? -

Almorzar. -

¿Quieresss almorzar conmigo? Voy a ir con una amiga y bueno, pensé que podrías acompañarnos. -Auris y Sebas tenían mucho en común, se habían dado cuenta luego de hablar al reunirse cuando supieron que iban a formar equipo. Ambos estudiaban biología, eran fanáticos de la mitología y disfrutaban de los combates pokémon. -

Si claro. -Auris no le daba mucha importancia, pero para Sebas era un paso enorme, a diferencia de con Mei, Auris no buscó acercarse a él, era un paso enorme en superar sus inseguridades.

La felicidad inundaba su cuerpo, una felicidad que solo obtienes cuando ganas algo por tus propios medios, el poder hablar con alguien, invitarlos a comer y pasar un buen rato, de cierto modo lo emocionaba más que ganar el combate. Sentía que estaba mejorando, ni si quiera le importaba si Auris quería ser su amigo o no, hace unos meses no hubiese sido capaz de pedirle algo así.

Hernán y Mario entraron al vestidor, claramente molestos, pero Sebas ignoró sus intentos de llamar su atención y simplemente salió del lugar junto a Auris. Estaba feliz, nada podría arruinar este día, no lo permitiría. -

Mei debe estar en la entrada del gimnasio, nos reunimos con ella y salimos. ¿Dónde te gustaría comer? -Una mano tomó a Sebas por el hombro, Hernán lo empujó contra una pared y se colocó frente a él. -

¿No escuchas que te estamos llamando? -Mario se colocó detrás de su amigo. -

Vamos a calmarnos todos, ¿Está bien? -Auris dio un paso al frente, pero Sebas alzó su mano indicándole que se detuviera. -

Si te escucho, pero me importa un carajo lo que tengas que decir.

Antes de que me digas nada quiero que me contestes, ¿Qué van a hacer? ¿Me van a golpear? ¿Solo me insultaras? ¿Por qué? ¿Porque les gané? Si les duele tanto pónganse un curita. -Por primera vez hizo algo que le resultaba imposible, miró a Hernán a los ojos. Lleno de confianza y orgullo. -Lo que hagan aquí no cambia NADA, gané, y si lo que quieren es que peleé con ustedes. No lo haré. Esta escena es un ridículo que están haciendo ustedes solos. -Sebas sonrió mientras se inclinaba ligeramente hacia Hernán. -Hazlo. -Hernán empujó a Sebas nuevamente contra la pared y lo miró con disgusto. -

Loco. -Fue lo único que dijo antes de irse. Sebas empezó a reír, al principio trató de contenerse, pero la emoción era demasiada, todo este día era sencillamente perfecto.

Hernán se giró para ver al moreno riendo a carcajadas, estaba doblado, la barriga le dolía de tanto reír, pero poco a poco se fue enderezando. -

Sabía que no podrías. -Su sonrisa era una llena de satisfacción, una sonrisa que hacía que a Hernán y Mario les hirviera la sangre. Sebas avanzaba lleno de energía, sus pasos eran casi caricaturescos, se sentía vivo, valiente, desatado. Nada podría detenerlo, esta mañana intentaba convencerse a sí mismo de que podría ganar, pero ahora no había duda.

En frente de la salida del gimnasio Mei estaba parada junto a un chico rubio que no conocía, estaban mirando a los lados y en lo que la chica enfocó a Sebas corrió hacia él. Los dos se abrazaron con fuerza y Mei dio un brinco para amarrar sus piernas en su cintura. -

¡Lo hiciste! -Mei gritó con tanta fuerza que todos en la sala los miraron extrañados. -Sabía que podrías hacerlo. -Sebas estaba completamente sonrojado y aunque Mei trataba de verlo a los ojos él no paraba de apartar la mirada mientras sonreía avergonzado. -

S si...Ehm...N no esperaba que te emocionara tanto. -

¿Tú eres Aura? -Mei se bajó de los brazos de su compañero y miró a Auris con una pequeña sonrisa. -

Auris. Auris Skotadi. -Mei lo miró extrañada. -

Coño, y yo que creía que Kaneko era raro. -La sinceridad en sus palabras le sacaron una leve sonrisa al chico. -

Es de Navai. -Mei solo lo miraba fijamente esperando que continuara. -

(¿Qué carajo es un Navai?)-Auris se mantuvo en silencio y dado que no aclararía sus dudas Sebas intervino. -

¿Sabes dónde está Europa?-Mei asintió no muy segura de la relación.-Está allí. Más abajo de Kalos

Oooohhhh...No me suena.-Con cada segundo que pasaba con ella Sebas no podía evitar pensar que Mei era como una niña pequeña en varios aspectos. Algunos de sus gestos, sus expresiones y comportamientos eran propios de infantes y su falta de cultura general la hacían quedar como tonta, pero estaba seguro de algo, Mei no era ninguna tonta. Aún no sabría como definirla, su falta de conocimientos le parecía genuina, pero era capaz de leer a las personas y averiguar acerca de sus vidas con solo mirarlas, era un don que solo había visto en su madre, una especie de intuición, un instinto...Quizás era eso lo que impulsaba a Mei, los instintos.

Sebas miró a Rodri, estaba con las manos en los bolsillos mirando a su alrededor mientras se balanceaba hacia adelante y atrás.-

¿Tú estás con...?-Señalo a Mei y luego a Rodri y este sonrió un poco.-

Nos conocimos hace un rato, tu debes ser Sebastian.-Ambos se dieron la mano.-Me llamo Rodri. Y tú debes Auris.-Auris y Rodri chocaron los cinco, juntaron sus manos en un apretón y se acercaron para chocar sus pechos el uno con el otro.-Lo hicieron muy bien.-

Bueno, ya que todo el mundo se conoce, ¿quieren ir a comer?-Sebas miró su reloj de pulsera, en teoría les quedarían unos treinta minutos antes de su próximo combate.-Si conseguimos un sitio cerca podemos comer y volver antes de que nos toque de nuevo.-

¿Quieren unos torchics fritos?-Barato, rápido y sabroso, perfecto para la ocasión. Salieron del Centro rumbo al Unovan Fried Torchic más cercano, estaba solo a unas dos cuadras, pero en ese corto trayecto pudieron ver a un grupo de personas corriendo. Tenían pañuelos alrededor de sus cuellos, máscaras de gas caseras hechas con botellas cortadas de plástico y algunos incluso traían bates consigo. No sabían a donde se dirigían, pero todos sabían de qué se trataba.-

¿Dónde será la protesta?-Preguntó Rodri mientras entraba al restaurante de comida rápida, Sebas iba detrás y miró mal al rubio cuando este no sostuvo la puerta para ellos por lo que le tocó al sostenerla mientras sus compañeros pasaban.-

Creo que planean marchar hacia el centro.-Auris había sacado su teléfono para revisar las redes.-Parece que quieren aprovechar que Daniel Martínez está en el torneo.

¿Daniel Martínez?-Mei parpadeo varias veces, no podía creerlo.-Daniel Martínez, el hijo del presidente.-

(Tengo que conseguir una foto con él. Mis amigas se pondrán super celosas.)-Daniel era uno de los héroes de su barrio, al igual que su padre, era un joven guapo y carismático que apoyaba a los pobres y se paseaba entre ellos como uno más.-

¿No se estaba lanzando a ministro o algo así?-Mientras ellos hablaban Sebas estaba pidiendo la comida y apenas terminó se giró para verlos.-

De juventud y deporte creo.-Una mueca siguió al instante.-Claro. Por eso vino.

¿Por?-Mei aún no lo tenía del todo claro.-

Te lanzas a ministro, necesitas apoyo, participas en un torneo de combates enfocado hacia los jóvenes, haces que todo el mundo pueda ir a verte. Si ganas eres un campeón y la gente te apoya porque creen que los representas. Un ganador joven, deportista, talentoso. Un gran candidato a ministro...Se metió para ganar apoyo.

Por cierto, me deben por la comida, luego les doy mi número de cuenta.-Auris miró su celular y empezó a bajar por los comentarios.-

Parece que la gente está molesta.-Sebas y Rodri tomaron las bandejas con la comida y buscaron una mesa donde sentarse.-

¿Qué pasó?-Preguntó Rodri mientras todos empezaban a comer. Auris no paraba de mirar los mensajes que surgían en las redes.-

Están diciendo que el torneo es injusto, que están favoreciendo a Daniel. Miren.-Todos se acercaron para ver mejor la pantalla del teléfono, se estaba reproduciendo un pequeño video donde se mostraba a Daniel y a su compañero luchando contra dos chicas, mientras ellas tenían un zigzagoon y un sunflora Daniel y su compañero tenían un scyther y un machamp.-

Que bolas tienen.-Dijo Sebas con una media sonrisa para luego seguir comiendo.-

Ni siquiera lo ocultan.-Auris veía el video con un profundo desagrado, le enfermaba ver como la corrupción llegaba a cada rincón de la sociedad, justo como en Navai.

Mei se limitó a comer en silencio, el vídeo no mostraba nada, solo que dos equipos estaban peleando y uno tuvo más suerte que el otro a la hora de escoger. Los pokémons a elegir era aleatorios y bueno, a Daniel le tocó la parte buena, eso es todo.-

Como sea, no hablemos de política.-Comentó Sebas mientras bañaba una de sus alitas en salsa barbecue.-Menos mientras comemos. Se supone que debemos pasar un rato.-Auris lo miró desconcertado. ¿Acaso no entendía lo que esto significaba para ellos?-

¿Sabes lo que esto significa?-Sebas lo miró y tragó antes de contestar.-

Si.-Fue todo lo que dijo antes de dar otro bocado a su comida.-¿Y qué quieres hacer? ¿Retirarnos? Ya nos inscribimos.

Pero en serio, hablemos de algo más.-Pocas cosas le molestaban tanto como hablar de política, siempre terminaba igual, con todos molestos.

Auris negó con la cabeza, frustrado, la actitud tan despreocupada de su compañero de equipo lo irritaba.

Fueron casi 25 segundos de completo silencio, todos limitándose a comer sin mirar a los demás.-

Y... ¿Qué haces Auris?-La voz de Mei atravesó ese incomodo muro invisible.-

Estudio biología y algo de filología en mis ratos libres.-Auris no alzó la mirada de su comida, pero los ojos de Mei se iluminaron, era un tema perfecto para hablar.-

¿Tú no estudiabas biología también?-Mei miró a Sebas de reojo y le dio un pequeño codazo. Sebas miró su codo, luego sus ojos y luego su comida.-

Si.-Sebas miró de reojo a Mei, podía sentir su mirada penetrando en lo más profundo de su alma.-Hablamos de eso antes de comenzar nuestro combate. Él está un semestre más adelantado, yo me salí un tiempo.-

¿Y eso?-Preguntó Rodri. Sebas bebió su refresco mientras buscaba como decirlo, era demasiado personal.-

Tuve unos problemas.-Dijo sin darle demasiada importancia al asunto.-

¿Mataste a alguien?-Comentó Rodri burlón-

La violé.-Añadió Sebas con calma para luego seguir comiendo. Todos lo miraron tensos, lo dijo con tanta seriedad que les costaba saber si era una broma o una confesión.

Sebas los miró a todos inexpresivo y luego empezó a reír a carcajadas.-

¿De verdad se lo creyeron?-El chico agachó la cabeza mientras se llevaba una mano a la boca para no escupir su comida.-Sus caras...Dios...Jajaja.-Auris no sabía si reír o irse, miró a Rodri y a Mei buscando alguna reacción, pero estos empezaron a reír.-

Eshtas eggfegmo.- Mei le dio un empujón a su amigo mientras masticaba su comida.-

No me la esperaba, en serio.-Rodri extendió su mano a Sebas para que chocara los cinco, pero el moreno no se dio cuenta porque estaba bebiendo con los ojos cerrados-

¿Quién te crees que soy para dejarme colgado? ¿Robin Williams?-Sebas escupió su bebida y Auris se atragantó con su comida al punto que Mei tuvo que darle unos golpecitos en la espalda para que la escupiera.-

Bru...Que...¿Qué carajo fue eso?-Dijo Sebas en una mezcla de nervios y risas. Rodri reía orgulloso.-

Eso...Eso fue...wow.-Auris estaba sin palabras.-

Voy a guardármelo.-Mei se sentó junto a Sebas y se comió una papa.-Tu si eres arrecho. Capo.-Rodri hizo una pequeña reverencia mientras se limpiaba la boca con su antebrazo.-Deberían darme sus números, así cuadramos mañana o algo.-

Por cierto, casi lo olvido, te llamé cuando salí a buscarte y no contestabas el teléfono.-Mei empezó a revisar sus bolsillos, el miedo invadió su rostro cuando no sintió su teléfono, pero luego puso labios de pato y frunció un poco el ceño a recordarlo.-

Creo que lo habré tirado en la montaña cuando bajábamos.-La verdad no sabía dónde lo habría perdido exactamente, pero ni loca admitiría frente a tantas personas que probablemente lo perdió mientras estaba "flotando".-Pero igual.-Mei rodeo a Sebas con su brazo y lo acercó a ella, estrujándolo contra su cuerpo.-Viajamos juntos, serás mi secretario. Llamen a Sebas si quieren hablar conmigo.-

Deberías comprarte un teléfono antes de irnos, no puedes irte por ahí sin una forma de hablar con los demás. Si nos pasa algo...-Mei rodó los ojos ante el sermón del chico.-

Si si si, yo lo resuelvo.-Después de intercambiar sus números Sebas dio un pequeño golpe en la mesa para atraer la atención y miró su reloj.-

Creo que deberíamos ir regresando, nos toca pronto.-Las calles estaban vacías cuando volvían y a la distancia, probablemente en la Plaza Bolívar, podía verse un humo morado y denso subiendo a la atmosfera.-

Está fea la cosa.-Comentó la rubia mientras observaba el espectáculo.-

Mhm.-Sebas continuo su camino al centro ignorando el humo, Mei fue tras él y Rodri se les unió cuando notó que se estaban yendo, pero Auris se quedó observando el humo, casi podía escuchar los gritos de los protestantes ahogándose con el gas.-

¿Vienes?-Preguntó Sebas curioso.

Auris maldijo por lo bajo y se fue con su compañero, aunque preferiría estar luchando por la libertad de la región no podía irse sin más y abandonar a su equipo.

Al llegar al centro todos fueron a las gradas, el combate estaba a punto de terminar y luego les tocaría a ellos dos.

Solo quedaba un miembro de cada equipo combatiente, uno tenía un clefairy y el otro un paras y ambos se veían igual de agotados.-

¿Puedes cuidar mis cosas mientras combato?-Mei asintió a la pregunta de Sebas.-

¡Acabalo con carga tóxica!-Exclamó la entrenadora. El pequeño bicho empezó a excretar veneno desde sus fauces y se preparó para disparar.-

¡Esquívalo y usa metrónomo!-Clefairy se concentró en el ataque del pokémon bicho, solo había una oportunidad.

Las alarmas empezaron a sonar y el agua empezó a caer sobre todos los presentes, clefairy fue golpeada por la carga tóxica y cayó derrotada pero no hubo celebraciones ni ovaciones, solo gritos cuando un hombre entró al gimnasio confirmando los temores de todos.-

¡Fuego!-Esas palabras fueron el detonante del pánico, todos corrieron hacia la salida en una horda que arrasaba con todo a su paso.

Sebas tomó la mano de Mei para no separarse, pero eso no les evitó el ser arrastrado por la marea de cuerpos, alguien empujó a la chica y la hizo caer, haciéndola rodar por las gradas y soltando su conexión con el moreno que no tardó en ser arrojado al piso cuando intentó avanzar contracorriente.

Las personas los pisotearon y patearon mientras huían desaforados, cada vez que intentaban ponerse de pie alguien más los embestía y volvía a arrojar al suelo.-

¡Mei!-Gritó el chico con todas sus fuerzas. Levantar la cabeza no fue su mejor idea, alguien le pateo la cara, rompiendo su boca y luego alguien pisó su cabeza aplastándola contra el suelo.-¡Mei!-El chico tomó fuerzas y se paró de golpe mientras corría hacia adelante, tacleando a quien tuviera por delante.

No se fijó en quien tiró, sus insultos y protestas no eran más que ruido en sus oídos mientras avanzaba torpemente por las gradas buscando a su amiga.

Al menos ahora el sitio estaba casi vacío, los pocos que quedaban eran como él, personas que habían sido dejadas atrás en medio del caos.-

¡Sebas!-El chico bajo las escaleras con prisa, casi cayéndose de boca cuando una de sus piernas cedió a causa del dolor.-¿Dónde están los demás?-Miraron a su alrededor, pero no estaban en ninguna parte.-

Habrán salido con los otros. Hay que irnos.-Mei tomó sus cosas y caminaron hacia la salida, el sitio era un caos, un grupo de personas con capuchas y pañuelos tapando sus caras estaban lanzando cocteles molotov y explosivos caseros dentro del centro. La mayor parte de la edificación estaba en llamas, la policía intentaba abrir paso a los civiles para que salieran mientras buscaban alejar a los atacantes. A su lado estaban un grupo de pokémons humanoides en apariencia, sus cuerpos de 1.20 metros estaban recubiertos con una aleación metálica orgánica color carbón, a excepción de sus ojos y boca, que los protegía de los golpes físicos.

Eran los polidians, los pokémons insignia de la Guardia Nacional de Sacris, pokémons acero/veneno que contaban con la cualidad de disparar gases de todo tipo desde el cañón de cuatro agujeros en su brazo izquierdo.

Estaban soltando gases lacrimógenos hacia los protestantes, asfixiándolos mientras sus compañeros humanos los golpeaban con sus porras y los empujaban lejos de edificio.-

Busquemos otra salida-Mei asintió y ambos corrieron hacia la zona de concursos.

La zona de concursos era amplia, un auditorio con un escenario con forma de semicírculo en el centro, el telón rojo del escenario estaba abierto y al juzgar por el decorado y las luces colocadas en el centro del mismo, estarían en medio de una presentación.

Sin contar algunos muebles movidos o fuera de lugar, la zona parecía intacta, su diseño abierto evitó que las llamas se extendiesen para consumirlo todo.

Ambos bajaban las escaleras hacia el escenario cuando la puerta de la entrada se abrió de golpe y un tsunami de personas irrumpió el lugar. Los protestantes gritaban eufóricos, pateaban y destruían los muebles mientras lanzaban rocas, cocteles molotov y algunos les ordenaban a sus pokémons que destruyesen el lugar.

Sebas y Mei subieron al escenario y poco después un puñado de guardias entraron, los protestantes comenzaron a atacarlos y en respuesta los policías los golpeaban y empujaban escaleras abajo. Más guardias entraban por la puerta buscando apoyar a sus compañeros.

Los dos amigos solo podían observar ocultos detrás del telón como la guardia avanzaba y los que estaban atrás golpeaban brutalmente a los protestantes que yacían en el suelo.-

¡A ver si te aguantas este sapo!-Gritó uno de los protestantes enmascarados mientras sacaba una pistola, empezó a disparar a los policías, dos rodaron por las escaleras heridos en las piernas, pero no tardaron en contestar al ataque disparando al civil armado.

Sebas y Mei corrieron detrás del escenario buscando alejarse del tiroteo, subieron unas escaleras y encontraron una puerta cerrada que Mei abrió de una patada. Los llevó a un pasillo largo y angosto que al final tenía una puerta amplia y blanca con un cartel verde encima de ella que decía "Salida de Emergencia".

Atravesaron la puerta hacia la libertad del exterior, pero era un caos incluso mayor que dentro del centro. El aire era pesado, lleno de gas lacrimógeno, las personas corrían de un lado a otro mientras los camiones lanza-agua los rociaban y algunos protestantes estaban cayéndose a golpes contra los policías usando palos, hierros y bates.

Ambos corrieron hasta para ocultarse en un callejón cercano, el gas era un poco menos pesado por lo que pudieron tomar un pequeño respiro.-

H... Hay que... llegar al hotel.-Dijo Sebas entre jadeos y tos, asfixiado por los químicos.-

Solo vámonos de esta...*cof*...V vámonos.-Los protestantes empezaron a gritar mientras retrocedían, la guardia avanzaba lenta pero inexorablemente, golpeando a los protestantes que atrapaban antes de cargarlos en camiones blindados.

Respiraron hondo y corrieron fuera de su escondite hacia las calles llenas de gas, tomaron refugio detrás de una columna de un edificio cuando una horda de protestantes avanzó directo hacia la policía, arremetiendo contra ellos con todas sus fuerzas. Hubo un forcejeo por unos segundos, pero al final las masas se abrieron paso a través del muro de escudos de la guardia y comenzaron a golpearlos.

Un puñado de ellos tenía un tubo de hierro grande y grueso, mientras otros protestantes mantenían alejados a los guardias el grupo de 4 personas colocó la palanca debajo de un camión lanza-agua y levantaron el tubo, volcando el camión. No tardaron en arrojarle cocteles molotov y entre varios sacaron a los guardias que lo conducían a rastras y se dedicaron a apalearlos en el suelo.

Mei tomó la mano de Sebas e intentó hacerlo correr, pero este estaba estupefacto viendo el espectáculo de violencia que se desplegaba ante él.

Un protestante con un megáfono, se subió encima de un auto que estaba solo a unos pocos metros de ellos. Sus palabras conflictuaron al muchacho.-

¡Por favor!-La voz era aguda, pero se escuchaba ligeramente distorsionada por el dispositivo.-¡Detengan esto! ¡Esta no es la manera de conseguir la libertad de nuestra región!-Aunque su mensaje no eran más que palabras vacías para los protestantes que continuaban arremetiendo contra los uniformados y estos en respuesta contraatacaban con mayor violencia.-¡Escuchen! ¡Por favor!-Un polidian disparó una granada de gas lacrimógeno hacia la persona con el megáfono, la carga golpeo su cabeza y explotó en una nube de gas tóxico que lleno el área, arrojando a la pacifista al suelo.

El ataque era solo uno de una horda de polidians que no tardaron en llenar el lugar con sus cargas de gas, Mei jaló el brazo de Sebas para obligarlo a avanzar.

Los dos solo eran unos de los muchos que huían al sentir sus pulmones y ojos arder con el gas, pero Sebas no podía evitar mirar atrás y ver a la chica, tendida en el suelo mientras las autoridades avanzaban con sus polidians que continuaban su bombardeo nocivo.

Sebas soltó y Mei y corrió hacia la chica, sus pulmones estaban en llamas, apenas podía respirar y su garganta se irritaba más con cada bocanada que daba.-

¡Carajito de mierda!-Gritó la rubia antes de correr a auxiliarlo, si los detenían iba a ser por su culpa y se lo recordaría cada maldito día de su vida.

La pacifista tosía, los trapos rodeando su rostro apenas la protegían de los gases, Sebas la tomó por sus brazos y Mei por las piernas y comenzaron a correr lejos de la guardia.

Las granadas gaseosas caían a su alrededor, pero consiguieron alejarse lo suficiente como para ocultarse en un callejón, dejaron a la chica en el suelo y de inmediato Mei empujó a Sebas contra la pared.-

¡¿Qué coño te pasa?!-El chico no respondió, solo negaba con la cabeza mientras tosía, apartó a Mei de su camino y se arrodillo frente a la encapuchada.-

A... Ayúdame a quitarle esto. Tiene que respirar.-Juntos le quitaron los trapos de la cara y la capucha de su cabeza.

Mei miró extrañada a la chica, era la misma que había visto en el baño del centro.-

Y... yo te conozco.-Afirmó mientras la señalaba. La chica estaba desorientada, llevó una mano a su cabeza y miró a sus rescatistas confundida.

Sebas apartó su mano de su cabeza, había sangre, apartó su cabello enrulado y pudo ver una herida abierta, era grande.-

Te lastimaste la cabeza.-Sebas pensó por un segundo llevarla a un hospital, pero sería demasiado complicado ahora.-Mei...Usa pulsa cura con Satochi.-La rubia sacó a su pokémon y como se le ordeno utilizó pulso cura en la morena, la herida de su cabeza no tardó en cerrarse y la jaqueca desapareció poco después.-

G gracias... Yo... Ehm...-La chica intentó ponerse de pie, pero Mei la sostuvo con cuidado.-

Tranquila, el pulso cura te deja algo agotada.-Sebas se asomó por la esquina del callejón, la policía avanzaba rápidamente en su dirección.-

Tenemos que irnos...¿A dónde te llevamos? ¿Puedes caminar?-La chica logró incorporarse y miró a los lados.-

¿Dónde estamos?-Sebas miró el cartel en la esquina del callejón, no entendía dónde estaban geográficamente pero quizás ella si.-

Avenida Guipuzcoana.-La chica cerró los ojos un segundo.-

¿Cuál es la calle que tenemos al otro lado?-Mei corrió a revisar.-

Dice Avenida Rahnek.-La chica morena repitió estos dados por lo bajo y luego caminó hacia Mei.-

Por aquí, síganme.-Los tres avanzaban por las calles sumidas en el caos, Satochi estrujado entre los brazos de su entrenadora. La avanzada de las autoridades había irrumpido las filas de los protestantes, por donde fuera que fuesen podían ver a los guardias y sus polidians apaleando civiles y a sus pokémons.-

¡Oigan! ¡Alto!-Los tres se giraron para ver como un guardia y su polidian les apuntaban. No tardaron en abrir fuego, los tres corrieron, pero su avanzada se vio cortada por una horda de policías que avanzaba en su dirección.

Dieron marcha atrás solo para encontrarse rodeados de guardias y polidians, Mei corrió hacia un callejón cercano, seguida por la chica morena y Sebas. Un guardia y su pokémon venían detrás, Sebas arrojaba tablones de madera podrida y cestos de basura que se encontraban colocados junto a las paredes, pero esto apenas frenaban a sus perseguidores.

Se detuvieron junto a una gran reja, no había forma de cruzar.

Sebas tomó sus pokéballs y liberó ambos pokémons.-

¡Mighty usa mordisco! ¡Percy golpe roca en el guardia!-El pokémon se abalanzó sobre el polidian tirándolo al suelo y cuando el guardia intentó dispararles con su arma Percy saltó y le propinó un golpe con su aleta trasera, quitándosela de las manos.

Mientras tanto Mei estaba ayudando a la chica a subir, haciendo que se apoyase en ella a modo de escalón.-

¡Déjalos y ven!-La chica ya había cruzado, pero sin ayuda de alguien Mei no sería capaz de subir la reja antes de que el guardia la alcanzara.-

¿Y tú?-Sebas se colocó junto a Mei, el polidian logró quitarse a Mighty de encima y lo arrojó contra uno de los muros del callejón.-

¡Sube!-Sebas se apoyó en la mano de Mei y la chica lo impulsó para que pasara por encima.-

¡Mighty, Percy, protejan a Mei!-Mighty se incorporó y con furias renovadas intentó taclear al pokémon tipo acero, pero este sostuvo su cabeza con firmeza mientras lo arrastraba hacia atrás, el polidian estaría demasiado ocupado con Mighty, pero el guardia le propinó una patada a Percy lo arrojó hacia la reja sacándole el aire.

Mei colocó a Satochi encima de sus hombros, se subió encima de un contenedor de basura cercano y saltó hacia la escalera de incendios de uno de los edificios, la escaló rápidamente y corrió hasta el borde, deteniéndose unos segundos mirando la altura que la separaba del suelo. Tomó aire, se subió a la baranda y saltó hacia el otro lado de la reja.

Su pie derecho se torció con la caída, su cara golpeo el suelo y sus manos se rasparon y rompieron con el asfalto.

Mei gruño por el dolor, pero se puso de pie rápidamente, Sebas tomó sus pokéballs y guardó a sus pokémons.

Satochi había caído de los hombros de su entrenadora y dio una pequeña vuelta antes de detenerse, sentado y con la mirada perdida en el vacío.

El polidian disparó sus cargas de gas por encima de la reja para asfixiarlos. Mei intentó ponerse de pie y huir, pero cayó tan pronto intentó tomar impulso.

Sebas y la chica morena la levantaron y la apoyaron en sus hombros, avanzaban tan rápido como podían con Satochi corriendo detrás. No fue mucho hasta alcanzar la plaza central, era un gran circulo de concreto con rayas amarillas, azules y rojas que brotaban desde la estatua de bolívar en su centro.

Una iglesia blanca con techo rojo de tejas tenía sus puertas de madera cerradas al igual que todos los locales de alrededor.-

Es por aquí.-Dijo la morena. Los 3 avanzaron unas cuadras más hasta llegar a un edificio de 8 pisos, su fachada era blanca y su estética moderna. Cada piso tenía balcones que miraban al mar y un hermoso jardín daba la bienvenida a quienes se adentraban más allá de la puerta principal, protegida por un guardia de uniforme azul desde una pequeña cabina.

La chica abrió la puerta y todos entraron al patio, el guardia salió de su puesto y los observó a los 3 detenidamente.-

Disculpe señorita Mendoza, pero no puedo dejarlos pasar sin identificación.-El segurata miró a Mei y a Sebas y estos se vieron obligados a dar sus datos antes de poder continuar. El hombre se disculpó por las molestias y volvió a su puesto.

Mendoza los guio hacia el ascensor y subieron hasta el pent-house del edificio, abrió la puerta del apartamento y lo que se encontraron del otro lado del portal era un piso de suelo negro pulido y paredes blancas.

El piso era enorme y su decoración minimalista lo hacía ver aún mayor, la sala estaba decorada con tres muebles de exterior negro y colchones blanco, dos individuales y otro de tres asientos, justo delante había una mesa cuadrada blanca con icosaedro de cristal que estaba colocada sobre una alfombra peluda blanca nieve. Colgando en la pared de enfrente había un televisor pantalla curva de 32 pulgadas, debajo de el había un pequeño mueble blanco con dos altavoces delgados y finos a los lados.

La mesa principal era de vidrio, sujeta por una pata blanca en su centro, la cocina y la sala estaban conectadas, pero estaban claramente delimitadas por el color del suelo. El piso era gris claro y un mesón blanco estaba colocado pegado a la pared, debajo había gavetas del mismo color que la piedra de la cocina haciendo difícil saber cuándo empezaba una y terminaba la otra. La nevera estaba colocado al lado de más gavetas blancas, el mueble iba desde el suelo hasta casi tocar el techo, era gris brillante y contaba con un pequeño panel táctil en su puerta derecha y un pequeño horno estaba empotrado dentro de uno de los muebles, cerca de la nevera.

Dejaron a Mei en el sofá y esta soltó un suspiro de alivio al poder descansar al fin.-

Aquí estaremos seguros.-Mendoza caminó hacia la cocina y abrió una de las gavetas más grandes que estaba junto a la nevera.-¿Cómo está tu tobillo?-

Duele.-Dijo Mei mientras que Sebas tomaba asiento a su lado. La chica regresó con un pequeño frasco de color celeste y se lo entregó a Mei.-

Póntelo en el pie, para la noche debería estar como nuevo.-Mendoza se dejó caer en uno de los muebles y se quitó los trapos que colgaban de su cuello.-Es una medicina hecha con polvo de cuerno de rapidash de Galar.

Gracias, pero, tengo un enfermero conmigo.-Mei dejó el frasco sobre la mesa y miró a Satochi, este fue con su entrenadora y utilizó pulsa cura. Mei suspiró aliviada y se hundió en el mueble, el pokémon luego fue con Sebas y por último con la morena.-

Gracias por eso...¿Es normal que te de sueño?.-Preguntó la morena mientras se acurrucaba un poco en su asiento.-

Si...Pulso cura acelera tu regeneración, pero usa la energía de tu cuerpo para hacerlo, por eso si las heridas son graves o muchas te puedes sentir cansado después.-Dijo Sebas mientras frotaba sus ojos por el cansancio.-Por cierto...No nos has dicho tu nombre.-

¿Mi nombre?-La chica los miró extrañados, ¿De verdad no sabían quién era?-Me llamo Ester, Ester Mendoza.

Él es Sebas y yo soy Mei.-Mei recostó su cabeza en el hombro del chico y miró a Ester con detenimiento.-Se que nos vimos en el baño del centro, pero...Tu cara me suena de algo.- Ester sonrió ligeramente, era extraño hablar con alguien que no supiera de ella.-

Soy muy activa en las redes, quizás me hayas visto por ahí.-Sebas observaba a la chica y de pronto una idea llegó.-

Ya sé dónde te he visto...En una revista del corazón que estaba viendo mi mamá una vez...Eres Ester Mendoza la hija de...de...-El chico movía su mano en el aire haciendo círculos como si eso le ayudase en algo.-

Guillermo Mendoza.-Sebas chasqueó los dedos y la señaló.-

Guillermo Mendoza, no sé por qué siempre creo que se llama Gustavo.-Sebas se mantenía tranquilo pero la revelación lo había dejado impactado. Mei por otro parte...Era Mei.-

¿Guillermo...?-La chica dio un brinco de su asiento y se inclinó hacia Ester con los ojos abiertos de par en par.-¿Eres la hija de Guillermo Mendoza? El tipo que es dueño de...de...Los que hacen la cerveza.-Ester asintió y sonrió con inocencia.-

No solo hacemos cerveza, pero sí. Harina, cerveza, agua, bebidas, verduras, frutas. Mi padre tiene varias inversiones.-Mei estaba a punto de bombardearla con preguntas cuando la chica se puso de pie.-Si me disculpan un segundo iré refrescarme. Vuelvo enseguida.

Las cosas están bastante feas afuera así que siéntanse como en su casa.-Sebas inmediatamente se puso de pie, colocó sus manos detrás de su espalda y le hizo una pequeña reverencia a su anfitriona.-

No no, ya nos íbamos. No queremos molestar.-

(Cállate huevon, yo no me quiero ir.)-Pensó Mei mientras aguantaba muy fuertemente las ganas de golpear a su amigo.-

Insisto. Si fui capaz de volver a salvo es gracias a ustedes, sería una grosería por mi parte el negarles hospitalidad.-La chica juntó sus manos en su regazo e hizo una reverencia similar a la de Sebas.-

(¿Coño pero que tanto se doblan? ¿Quieren ver quien se lo puede mamar solo antes?)-Ambos se pusieron erguidos y Ester le sonrió con calidez al muchacho que sonrió de vuelta.-

Muchísimas gracias. De verdad.-Mientras Ester se iba al baño Sebas se sentó junto a la rubia, en lo que escucharon la puerta cerrarse Mei le dio un leve codazo.-

Sebas.-Ambos miraban el pasillo por el que se había ido Ester.-

¿Qué?-

Estamos en casa de una millonaria.-Mei sonreía de oreja a oreja mientras sacudía el brazo de su amigo emocionada.-¿Cuánto dinero tiene? Revisa revisa, anda.-Sebas tomó su teléfono y busco a Guillermo Mendoza.-

¡500!-Sebas le dio un toque a su amiga para que bajara la voz.-500 mil millones de pokécuartos. ¿Sabes cuántos ceros son esos?-Ella no lo sabía, pero más de 4 seguro.-Muchos.-El chico mordió uno de sus dedos mientras pensaba, Mei tomó su teléfono y empezó a buscar a Ester.-

Los Mendoza tienen relación con el gobierno...¿Qué hacía ella aquí?¿Además por qué estaba en las protestas?-Mei le mostró sus descubrimientos, en internet había montones de imágenes de Ester. Caminando por las calles de Kalos, comiendo en yates con celebridades, saliendo de una tienda de ropa lujosa en Unova e incluso tomándose fotos con personas de extrema pobreza.-

Busquemos su biografía.-Mei entró en la primera página que encontró.-

No hagas eso, es feo.-

¿Cómo que feo?-

No sé, siento que está mal buscar datos de la gente con ellos enfrente...Es como acosarlos.-Mei rodó los ojos y siguió leyendo.-

Para empezar, no está en frente, está en el baño.

Ester Williams Mendoza Wright, de 21 años, es la única hija del magnate Guillermo Mendoza y la arquitecta galariana Amelia Wright. Nacida en Sacris pasó su adolescencia en Kalos donde estudió diseño, sin embargo, cuando cumplió los 19 años se vio obligada a abandonar su residencia como consecuencia de las sanciones impuestas a su familia por su relación con el gobierno de Sacris y su líder, Gustavo Martínez.

Ester Mendoza ha dejado su marca alrededor del mundo por sus campañas de activismo social, protección del medio ambiente y su activa participación en protestas por los derechos LGBT+, contra la explotación pokémon y los derechos de las mujeres...Aquí dice que es filántropa. ¿Qué es eso?-

Que ama a las personas y la ayuda de forma desinteresada.-

Oh...-La chica continuó su lectura y luego devolvió el teléfono.-No conseguí mucho más, dice que su familia mantiene su vida privada MUY privada.-La puerta del baño se abrió y Ester salió a la sala vestida con una camisa color crema y unos pantalones holgados grises de tela. Tenía unas pantuflas multicolor semejantes al cabello de los ponyta de galar.

Sebas guardó su teléfono y Ester se fue a la cocina a prepararse una taza de té.-

¿Y qué hacen en Aurum?-Preguntó la morena.-

Vine a participar en el concurso inaugural del Centro Zamora, aunque creo que ya no se podrá.-Ester metió la taza en el microondas y se recostó del mesón mientras los veía.-

Yo solo vine a acompañarlo.-La postura de la chica, su mirada, aunque gentil, estaba fija en ellos. Mei no podía evitar sentir pequeños butterfrees en su estómago, la chica la ponía nerviosa, pero no en un mal sentido. Ese aire de superioridad que emanaba era curioso, como el de una madre estricta, aunque no le hiciese temerle había algo que le hacía sentir pequeña a su lado.

Los ojos de Ester conectaron con los de Mei y esta apartó rápidamente la mirada.-

¿Y qué haces tú aquí?-Preguntó Mei.-

Por cierto. ¿Tus padres vienen? O sea... ¿Alguien más va a venir aquí? Lo digo solo para saber porque...Estamos en tu casa y eso.-La voz de Sebas era algo baja y penosa, tenía demasiado miedo de meter la pata con ella.-

Esta no es mi casa, es un apartamento de verano. Y no, mis padres no vienen, estoy aquí yo sola.-Mei sacó su taza del microondas, le dio un sorbo y exhaló aliviada. Ese sabor dulce y ligeramente ácido aliviaba sus nervios y renovaba su paz.- Vine por motivos personales. Y disculpen que no les pregunté, ¿Desean algo de beber?-

Con un jugo estoy bien, gracias.-Mei se quedó callada unos segundos, le daba algo de vergüenza decirlo ya que el chico había pedido algo más "sano" pero...-

¿Tienes cerveza?-Una dulce y refréscate cerveza le vendría como anillo al dedo ahora mismo.-

¿De qué tipo? Tengo negritas, rubias, light, pilsen y también tengo vodka saborizado.-Ester empezó a hurgar en su nevera. Sebas movía el pie cual perro ansioso.-

Dame una pilsen.-

¿Podría tomar algo de vodka?-Preguntó con algo de vergüenza el moreno. Ester sacó una botella de cerveza y una de vodka mezclado con jugo de limón rosa y se las entregó.-

Gracias.-Dijeron al unisonó. Mientras que Sebas tomaba con pequeños sorbos Mei se empujó media botella de golpe y soltó un profundo suspiro, casi un gemido.-

Ay por dios, que vaina tan buena.-Sebas le dio otro pequeño sorbo a su bebida, la verdad no entendía por qué a las personas les gustaba tanto la cerveza. Si claro, era refrescante pero el sabor le parecía asqueroso.-

Escuchen...-Ester bebió un poco más de su taza con los ojos cerrados mientras pensaba bien sus palabras.-Lo que pasó hoy...Espero que se quedé como algo privado entre nosotros.-La chica los observó fijamente, Mei y Sebas se miraron rápidamente y sonrieron a la chica.-

Tranquila.-Dijo Sebas.-

Tu secreto está a salvo con nosotros. -Ester bebió un poco más con los ojos cerrados, aliviada de que este incidente no pasaría a mayores. -

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top