Capítulo 12

(Si taaaaaardan)-Se giró para ver el hotel, pero en lugar de eso se encontró un par de piernas en uniforme de policía.-

¿Mei Kaneko?-Preguntó el hombre de 34 años.-

Depende de quien pregunta.-Mei volvió a girarse para quedar boca arriba y ver al hombre.-

Quedas bajo arresto.-Mei peló los ojos mientras fruncía el ceño y se levantaba de golpe.-

¡¿Pero por qué?! ¡¿Qué hice?!-Esto era una estupidez, no había hecho nada malo...Que recordase...Recientemente.

El hombre mantuvo su expresión severa y le hizo una seña con la cabeza.-

Nos vamos al cuartel, camina.-

Jodete-Espetó con rabia.-

Que camines.-El hombre la tomó de un brazo e intentó llevarla a su auto, pero entre pataletas y gritos la muchacha se resistía.

En un rápido movimiento el hombre la pegó contra el banco y llevó sus manos a su espalda para colocarle unas esposas. La tomó del hombro, la levantó y con las miradas de todos los transeúntes enfocadas en ellos, la encerró en su patrulla.

La chica se agitaba dentro del auto, sus gritos desesperados apenas eran audibles en el exterior. Entre sus forcejeos pudo ver como Sebas se acercaba al guardia, entre gritos intentó explicarle fútilmente lo que había ocurrido, pero él no parecía entender sus palabras, solo la miraba con curiosidad para luego mirar al oficial.

No podía escuchar nada de lo que se decían, Sebas asentía de vez en cuando mientras sonreía con inocencia para luego darse la vuelta y tomar su teléfono, al policía le molestó su actitud y buscó tomarlo del brazo, pero Sebas abrió una de sus pokéballs y Mighty se materializó detrás de él.

El pokémon le mostró sus colmillos y el oficial se detuvo, le gritó algo al muchacho y este se giró para encararlo. Mei no entendía nada, la sonrisa inocente y la actitud afable de su amigo se habían esfumado dando paso a una fría y estoica que le helaban la sangre, le recordaba a Ester de cierto modo.

El chico hablaba con calma mientras miraba al policía de arriba a abajo, se quedaron unos minutos intercambiando palabras y Sebas de vez en cuando se daba la vuelta y se iba para seguir hablando por teléfono. Mei notó como el uniformado tragaba saliva, su rostro palidecía mientras Sebas le hablaba tranquilamente. El hombre se dirigió al auto, le abrió la puerta para ordenarle que saliese y le quitó las esposas. Sin perder un segundo Mei corrió hacia Sebas y se colocó detrás.

El oficial se giró una última vez para verlos, Mei le levantaba los dos dedos de en medio mientras le sacaba la lengua y Sebas solo veía al oficial con una sonrisa maliciosa. Derrotado, los maldijo por la bajo, entró a su auto y se fue del lugar.-

Listo, ya se fue. Muchas gracias, de verdad.-El chico volvió a su actitud amigable y jovial al instante.-Que pase un feliz día.-Colgó la llamada y fue a buscar sus cosas. Las había dejado en el lobby del hotel al percatarse del alboroto.-¿Estás bien? ¿No te lastimó?-Preguntó mientras se colocaba su mochila. En este punto la situación no le sorprendía demasiado, tenía sus sospechas sobre quien podía ser el culpable, y en cuanto a Mei, ya empezaba a internalizar la idea de que tendría que estarla vigilando y sacando de apuros de forma más o menos cotidiana. Pero algo era extraño, Mei no decía nada, por primera vez estaba sin palabras.-

¿Qué hiciste?-Le preguntó mientras caminaban a la plaza central.-

(Y tenías que preguntar.)-Hubiera preferido no decirlo pero, ya qué.-

Llamé al Departamento de Seguridad Regional.-Dijo el muchacho sin darle importancia, quería que el asunto pasase sin escándalos.-

¡¿QUÉ!?-El grito de Mei lo hizo cerrar los ojos y mentalizarse para lo que se venía.-¿Esos no son los...Tipo, los jefes de todos los policías?-Sebas sonrió levemente, algo apenado de contestar, mientras en el fondo buscaba como decir esto sin exponer demasiada información.-

Sssiii.-Dijo por lo bajo.-...Mira...Yo ehm...-El chico sacó su billetera y le mostró el carnet.-Mi papá trabaja en la Asociación de Regiones y por eso tengo contacto con el departamento.-Mei fingió sorprenderse ante esta "completamente inesperada" revelación.-

¿Tienes guardaespaldas?-Preguntó con una sonrisa.-Sabía que eras un sifrinito.-La chica le propinó un golpe a la visera de su gorra con su dedo índice, levantándola al punto que casi salía disparada de su cabeza. Él sonreía forzosamente, no quería que tuviese la idea equivocada.-

¿Qué? No...Es solo que...-

¿No te pueden arrestar?-El brillo en sus ojos preocupó al muchacho que rápidamente imaginó todas las posibles ideas que corrían por la mente de ella.-

Claro que pueden arrestarme, nadie está por encima de la ley, es solo que...es para emergencias, como lo de ahora.-

Ya ya...-Mei lo miraba de reojo con una sonrisa traviesa. Él la miraba de vez en cuando y no pudo contener la risa.-

¿Qué?-Preguntó con una sonrisa.-

Tu sabes el qué.-Sebas no le contestó y continuó su camino.-¿Para qué la has usado?-Mei entrecerró los ojos sacándola una risilla al chico que apartó la mirada antes de contestar.-

Puede queeee...En algún momento, haya excedido el límite de velocidad y llamase diciendo que me detuvieron sin motivo para irme-Sebas rascó su mejilla mientras miraba a otro lado y decía casi en un susurro.- y puede que, quizás, pelease una vez con alguien.-

Sabía que no eras tan zanahoria ¿Por qué te peleaste?-Sebas apenas podía disimular su sonrisa, aunque le apenaba hablar de ello, le parecía una salvajada.-

Una...Una vez, era más pequeño, Mighty era un poochyena. Ehm...En la escuela se metían mucho conmigo y...-El chico rio y respiró hondo.-Un día un grupo de niños me persiguió, me encerraron en el baño y...Exploté.

¿Les partiste la cara?-Mei le dió un golpecito en el brazo pero Sebas sonrió levemente.-

Sí, sí, sí que lo hice. Mighty atacó a otros.-Para su sorpresa Mei no lo miró mal, estaba sorprendida más no disgustada.-Sus padres amenazaron con mandarme a un reformatorio pero al final no pasó nada gracias a que el consejo intervino.-

¿Te molestaban de pequeño?-Preguntó Mei con curiosidad.-

Nah, solo en la escuela. Mario y Hernán, con los que combatí en el torneo, eran algunos de los que se metían conmigo...Odiaba a todos en mi escuela, todos me caían mal.

¿Tu también te has peleado con gente?-Mei resopló ante su pregunta.-

Perdí la cuenta hace rato...¿Y por qué te caían tan mal?-

Todos eran unos clasistas prepotentes. Eran un vomito.

Son de esa gente que daña a los demás solo porque puede.-

Un montón de fresitas.-

Del peor tipo.-La mente de Mei vagó por la idea de haber estudiado en la misma escuela que él, juntarse con la misma gente. A veces había visto a uno que otro de esos estudiantes por la calle, con sus uniformes beiges y zapatos negros, los veía mal mientras se paseaban hablando con ese tonito agudo insoportable, mirando por encima del hombro a todos los que se cruzaban en su camino. Le entraban ganas de golpearlos.

De pequeña imaginó un par de veces el como habría sido nacer como esa gente, ser una niña mimada que pasase sus días comprando ropa en tiendas, yendo a casa de sus amigos a hacer...Lo que sea que hiciesen. Pero mientras más lo pensaba menos podía visualizarse en ese mundo, no era como ellos, nunca lo sería.

Sebas y Ester, le parecían una excepción a todos esos otros que había conocido, pero a su vez no, eran tan distintos a ella, a todos sus amigos y conocidos. ¿Cuáles serían sus preocupaciones? Seguramente no habían pasado trabajo u hambre en ningún momento de sus vidas. Eran un par de suertudos. Eso era todo lo que les dejaba vivir como lo hacían, a todos ellos, la suerte.-

¿Te pasa algo?-La pregunta de Sebas la sacó de su trance.-

(¿Por qué no pude nacer como ustedes?)-

Nada solo pensaba en...Cómo habría sido estudiar en tu escuela. ¿Crees qué habríamos sido amigos?-

(Probablemente te hubieses burlado de mí o yo hubiese pasado el año entero sin hablarte.)-Las palabras cruzaron la mente del chico al instante.-

Claro que sí. Sería como una novela adolescente, tu habrías sido la chica popular y yo el niño raro que no hablaba con nadie.-

¿Él que termina matando gente?-

No, ese es el callado del fondo. Yo era el callado de delante.-

Eras la mascota del profesor-Dijo en tono burlón.-

No, ese es el que sienta en medio o junto al profesor, yo me sentaba en la otra punta.-Ambos se imaginaron la situación, haber crecido juntos, habría sido lindo.

Para cuando finalmente llegaron a la plaza Rodri y Auris los estaban esperando.-

¡Al fin! ¡Me estaban saliendo raíces!-Exclamó Rodri mientras los recién llegados los saludaban.-

¿Saben dónde está Ester?-Preguntó Auris.-

Pensé que estaría con ustedes.-Respondió Sebas.-Deja que le escriba, se supone que estaría aquí.-

¡Disculpen la demora!-Ester corría por la plaza con una gran maleta rosa con rueditas. Todos se quedaron mirándola estupefactos.

Llevaba un gran sombrero pamela de alas onduladas. Un vestido blanco corto de escote estilo reina ana con mangas largas y un delgado anillo dorado en la cintura. Las mangas se ensanchaban mientras llegaban al final y a medio camino la tela dejaba su textura lisa para convertirse en un intrincado patrón delicadamente bordado.

Sus ojos estaban ocultos tras unos lentes de sol negros cuya montura poseía una textura rugosa gracias a su patrón de diamantes.

Por último unas alpargatas de cuña de esparto sujetas por una tira color mostaza, encima del tobillo.-

No sabía que debía llevar así que preferí llevar de todo por si acaso. ¿Cuál es el plan? ¿Compraron tickets de autobús o nos vamos en taxi?-Todos intercambiaron miradas mientras Ester se mantenía sonriente. Claramente su estilo los había dejado sin palabras.-

No planeábamos irnos en autobús.-Comentó Auris mientras sonreía penosamente y miraba a la chica de arriba a abajo nuevamente.-

¿Alguno tiene auto entonces?-La respuesta de Ester solo genero caras incrédulas. Rodri sonreía conteniendo la risa.

Se quitó los lentes confundida y los miró a todos buscando alguna señal de que esto era solo una broma.-¿Cómo planean irse entonces?-Preguntó la acaudalada morena.

Sebas se giró y señaló el bosque en la montaña detrás de ellos.-

Por ahí.-Ester miró los árboles y la grama sobrecrecida.-

¿Caminando?-

No hay otra forma.-Añadió Mei.-

¿Tienes algún problema?-Ester negó rápidamente ante la pregunta del rubio.-

No no, es solo qué...Pensé que iríamos por otro camino. ¿No querían ir a los gimnasios?-

Ya pero, necesitamos atrapar pokémons para combatir y los pokémons están allí.-Ester parpadeó un par de veces

(¿Por qué los entrenadores se empeñan en meterse en la intemperie? ¿No sería más fácil ir a una reserva y adoptar algunos?)-

Todo el viaje será así, si te incomoda...-Ester no dejó a Auris terminar su comentario. Lo miró con seriedad antes de contestar.-

Ya dije que no había problema alguno. ¿Nos vamos entonces?- La chica se puso los lentes, tomó su maleta y sacó el pecho mientras alzaba la cabeza y avanzaba con pasos firmes y autoritarios.-

Ester, espera un momento.-La chica se giró para encarar a Sebas.-Quería preguntarte algo. Un policía intentó detenernos a Mei y a mi cuando salimos del hotel.-Todos los miraron extrañados.-

¿De verdad?-

Si y, quería preguntarte si Daniel pudo tener algo que ver.-Ester parpadeó un par de veces y bajó la mirada mientras reflexionaba al respecto.-

Es posible...Actuaron en su contra y me apoyaron abiertamente, puede que solo sea una táctica para intimidar. ¿Les hizo daño?-

El hijo de puta me encerró en su patrulla y luego intentó ir por Sebas pero él le dijo "¿No sabes quién soy?"-Mei se golpeó el pecho mientras imitaba pobremente su voz.-Y llamó al Consejo de Seguridad Regional...-

(Creo que no hacen falta más detalles.)-Pero la rubia continuaba contando emocionada la anécdota con pelos y señales.-

El punto es que no pasó nada grave pero, se me hizo extraño. Vino directo por nosotros y se rehusó a decirme de qué se me acusaba.-Interrumpió Sebas mientras movía las manos para dejar claro que el cuento había terminado.-

No tienen de qué preocuparse, probablemente solo quiere ser pesado, él es así. Ladra más de lo que muerde. ¿Continuamos?-Comentó la chica con una sonrisa animada. El chico asintió y todos se adentraron en la naturaleza.

Sebas lideraba la marcha, seguido por Auris, luego Rodri y Mei, y Ester que caminaba como podía entre el barro, hojas muertas y raíces.

Planeaban llegar al pueblo de Codaro para el anochecer, pero su avance fue lento y lleno de imprevistos. De vez en cuando tenían que ayudar a Ester a cargar sus cosas a través del irregular terreno e incluso debieron detenerse cuando expresó su agotamiento luego de tanto marchar.-

¿Cuánto falta?-Preguntó exhausta la morena mientras miraba su hermoso conjunto ahora mancillado por la inclemente naturaleza.-

Como...la mitad del camino.-Afirmó Sebas mientras revisaba su mapa.-Creo que es mejor que montemos el campamento y sigamos por la mañana. A este ritmo no creo que avancemos mucho antes de que anochezca.-

Mientras ellos montaban las carpas y preparaban la fogata Ester se alejó del grupo buscando un espacio donde realizar sus necesidades. Llevaba horas aguantando las ganas de orinar, esperaba hacer una vez llegasen a Codaro, pero eso ya no era una opción.

Caminaba con miedo mientras escuchaba los ruidos de los pokémons a su alrededor. La naturaleza le encantaba pero nunca había estado "dentro" de la naturaleza, siempre eran viajes de ida y vuelta o se quedaba en alguna cabaña que sus padres habían comprado para pasar la noche. ¿Qué tal si algo la atacaba o si la mordía algún pokémon venenoso? Esas y más preguntas rondaban su mente mientras se ponía de cuclillas y acomodaba su vestido.

Pero no solo pensaba en los peligros que acecharían entre los matorrales, también le daba vueltas a como terminó en esta situación. Se habían retrasado por su culpa, Sebas, Rodri y Mei insistieron en que no había problema alguno y que todo fue a raíz de un malentendido pero Auris no estaba tan contento, podía notarlo en su actitud, no le había dirigido palabra ni comentado al respecto pero estaba segura de lo que pasaba por su mente, debía pensar que era una carga.

Le avergonzaba ser un peso muerto, pero no se quedaría así por mucho, les mostraría cuanto podía aportar al grupo. Había pensado en ello desde que salió de casa y cuando se sentasen a comer les propondría la idea, este viaje era importante para todos y por mucho que le incomodase el adentrarse en la intemperie, ella no era de las que se rendían. Llegaría hasta el final, y lo haría porque tenía un plan, las capacidades para llevarlo a cabo y la determinación para afrontar cualquier reto que se pusiese en su camino.

Se puso de pie y acomodó su vestido, lista para comerse el mundo e inmediatamente correr detrás de un árbol al escuchar una rama quebrarse detrás de ella.

Se asomó levemente desde detrás del tronco, ¿Acaso era un pokémon que venía a comerla o peor todavía, algún depravado que vivía en el bosque acechando a mujeres inocentes? Miró a su alrededor buscando al culpable y rápidamente pudo enfocar a un Skwovet que estaba recogiendo una baya del suelo cercano. El pequeño había pisado una rama mientras bajaba de los árboles a recoger su comida, la chica dio un suspiro mientras abandonaba su escondite y le sonreía al adorable pokémon de tipo normal. Sus mejillas regordetas y su rostro amistoso le parecían adorables y se ganó aun más su corazón cuando el chiquillo ladeó la cabeza al verla agacharse frente a él.-

Hola lindo. ¿Cómo estás?-Le preguntó con una sonrisa.-Me diste un buen susto.-El pokémon dio un paso al frente, baya en mano, para ver a esta simpática muchacha más de cerca pero se detuvo al escuchar un gruñido. Ester también lo escuchó y miró a los lados buscando la causa, pero no podía ver nada, fue muy leve y rápido, quizás fuese solo su imaginación. Pero lo que estaba segura no era producto de su imaginación eran los apéndices verdes que sujetaron al Skwovet y lo aplastaron contra el suelo.

Saltó hacia atrás y cayó sentada mientras veía al pokémon normal chillar desesperado y sacudirse buscando liberarse solo para ser arrastrado dentro de la maleza. El no ver nada hacía todo peor, podía escuchar al pequeño gritar mientras sus huesos eran aplastados y los arbustos que ocultaban a su atacante apenas se movían. Luego de unos segundos y tras un fuerte crack, los ruidos se detuvieron y aunque no podía verlo, sabía que lo que sea que estaba allí, ahora la observaba a ella.

En un ataque de pánico se puso de pie y buscó huir solo para tropezarse con el barro y caer de rodillas, sus manos se llenaron de mugre mientras se arrastraban contra el suelo buscando levantarse. Tomó un par de intentos pero finalmente pudo ponerse de pie y corrió hacia el campamento mientras llamaba a sus amigos.

Todos se preocuparon al ver su apariencia, ella les explicó con prisa lo que había ocurrido y los horrores que había presenciado.

Mei miró a Sebas buscando alguna explicación, quizás él sabía de algún pokémon que pudiese ser el misterioso acechante pero el muchacho solo alzó los hombros y afirmó ser incapaz de deducir nada con tan poca información.

Igualmente decidieron que lo mejor sería ir para ver si se trataba de algo peligroso, si iban a acampar lo mejor sería limpiar la zona. Sebas, Auris y Mei siguieron a Ester hasta el lugar del crimen y al igual que cuando llegó ella, no había nada.-

¿De dónde dices que salieron los tentáculos?-Preguntó Auris mientras inspeccionaba el lugar.-

De allí.-Ester señaló los arbustos y cuando Mei se acercó Sebas le chistó y le hizo señas para que se alejase. Auris tomó una piedra y la arrojó hacia los arbustos, nada ocurrió.-

Se los juro, estaba allí.-Sebas caminó lentamente buscando rodear el arbusto, pokéball en mano. El chico dio un paso atrás y abrió la boca para hablar pero un agudo y potente berrido resonó con fuerza. Todos se taparon los oídos mientras buscaban soportar el dolor, era como si una corriente eléctrica atravesase cada nervio en sus cuerpos, cuando abrieron los ojos, Sebas estaba petrificado en el suelo, en la misma posición que cuando intentó huir.-

¡Sebas!-Mei corrió hacia él, le quitó una de sus pokéballs y la alzó lista para lanzarla contra lo que sea que los estaba atacando. Esperaba ver una temible bestia, grande, intimidante y poderosa, pero su visión no podía estar más errada.

La criatura era humanoide, pequeña y lampiña, de piel verde opaco con tonos marrones y grises que le daba un aspecto putrefacto, su cabeza era grande y redonda, sin rasgos faciales u orejas. No tenía labios, solo una línea zigzagueante que se abría y dejaba ver que en lugar de dientes solo tenía picos de piel endurecida, similares a los de un drednaw. Sus ojos no tenían pupilas, eran unos círculos que brillaban ligeramente con un blanco pálido espectral.

Su cuerpo era delgado y sus extremidades terminaban en garras delgadas, siendo las de las manos más largas que las de los pies. Su cuerpo estaba cubierto con raíces, algunas hojas, lianas y enredaderas, pero estas estaban algo marronáceas y secas.

El pokémon estaba reclinado contra el tronco de un árbol, su respiración pesada y agitada.-

¡La puta madre, que bicho feo!-El repulsivo pokémon agitaba una de sus manos en su dirección buscando rasguñarla si se acercaba.-

¿Qué es?-Preguntó Auris mientras se asomaba y Ester corría para auxiliar al moreno, pensó en darle alguna clase de primeros auxilios pero el entrenador solo movía los ojos buscando ver lo que ocurría a su alrededor y no estaba muy segura de que podría hacer.-

No lo sé.-Mei fue con Sebas y empezó a revisar los bolsillos de su chaqueta, debía tenerla por algún lado, le había pedido que se la mostrase mientras caminaban para ver cómo funcionaba. La chica sacó un delgado cuadrado rojo, era una pokédex de Kalos, la apuntó hacia el pokémon y la parte de abajo descendió mientras una pantalla holográfica azul se hizo presente. Mei giró el aparato al darse cuenta que lo tenía al revés y en la pantalla holográfica aparecieron la imagen del pokémon junto con varios datos sobre el mismo.-

Esclamate.-Dijo la voz robótica y femenina que salía del aparato.- El Pokémon Berrido. Los esclamates viven cerca de ríos y lagos donde forman manadas junto con esclamamus y escalamita. Son capaces de emitir un potente grito que paraliza a sus presas.

Mei miró al pokémon y luego a la imagen que aparecía en la pokédex. Era de colores más fuertes, con hojas grandes y verdosas, sin duda con más vitalidad que el que tenían en frente.-

Se ve enfermo. ¿No?-Comentó Mei mientras sus ojos alternaban entre la pokédex y la criatura.-

Oye, oye, tranquilo...¿Sí?-Auris se acercó poco a poco al pokémon y este gritó con fuerza mientras agitaba frenéticamente sus brazos hacia ellos. Mei guardó la pokédex y se acercó con calma a la criatura.-

Ya cálmate.-El pokémon miró a la chica a los ojos y detuvo sus ataques, era como si ambos se viesen reflejados en la mirada del otro. El pokémon era feo como pocos, pero ahora que lo veía a los ojos le parecía algo lindo, en un modo extraño. No podía evitar sentir simpatía por él, le recordaba a ella en cierto modo, solo y asustado, abandonado a su suerte.-¿No tenemos algo para curarlo?-

Compré antídotos antes de salir de Aurum. Ya los busco.-Auris se dio la vuelta para empezar a correr pero Mei lo detuvo.-

Llevémoslo con nosotros.-

¿No recuerdan que esa cosa se comió a un skwovet?-Mei movía la mano desestimando a la morena.-

Es un pokémon, solo tenía hambre, no lo hizo con mala intención.

Ven, te daremos medicina y te sentirás mejor.-La chica le extendió su mano al pokémon. Este la miró por varios segundos antes de estirar lentamente sus largos y huesudos dedos. Tenía miedo de estos extraños pero...La mirada de la muchacha y su sonrisa lo invitaban con demasiada fuerza, esa aura cálida que la envolvía era demasiado como para resistirse. Tomó su mano y se puso en pie, el contacto con su piel lo relajaba, lo hacía sentirse a salvo.-Auris, carga a Sebas.-Ordenó la chica para luego avanzar rumbo al campamento, el chico buscó rechistar pero se rindió al saber que no serviría de nada.

Mei iba al frente, seguida por Ester y Auris, esclamate iba detrás, avanzaba lentamente y con torpeza, como un zombie.-

(Retrasa el viaje y ahora tengo que cargar yo solo con él mientras ella camina tranquila. Típico de los millonarios, haciendo que los demás hagamos todo el trabajo pesado)-Auris refunfuñaba mentalmente mientras la cabeza de Sebas subía y bajaba por los desniveles y raíces dejándole una terrible jaqueca. Pero eso era lo que menos le importaba al entrenador, tenía la vista clavada en el esclamate, en esos afilados colmillos y sus ojos vacíos.

Una vez llegaron al campamento Rodri ya lo tenía todo montado, lo pusieron al día con los eventos y Auris fue a buscar un antídoto y un antiparalizador con los que rociaron a Sebas y al pokémon.

Las hojas del esclamate se pusieron verdes casi al instante, aunque aun estaban algo apagadas.-

¿Mejor verdad?-El pokémon sonrió y asintió con alegría a la pregunta de Mei, su malestar había desaparecido casi por completo.-Seguramente en la noche ya te sientas mejor.-

¡Aléjense de esa cosa!-Exclamó Sebas mientras alzaba la mitad no paralizada de su cuerpo.

El pokémon rugió con fuerza y buscó alejarse pero Mei lo sostuvo para que no huyese.-

Ya, tranquilo, no te asustes. ¡Y tú no lo molestes!-Sebas se puso de pie a duras penas y tomó una pokéball.-

¡Es un esclamate!-Mei miró al pokémon, que la miró a ella, y ambos miraron al muchacho.-

...¿Y?-

¿Y? ¡Mei, esas cosas comen gente!- Mei tomó las mejillas del pokémon y giró su cabeza para que la mirase a los ojos.-

¿Nos vas a comer?-Preguntó en tono inocente. El pokémon gruño como respuesta.-

Dice que no.-Afirmó Auris.-

¿Ves? Ya lo prometió, no seas dramático.-Mei hizo que el pokémon se sentase en el suelo junto a ella y Sebas, terriblemente confundido, tomó asiento.-

¿De verdad a nadie le preocupa?-Preguntó el chico. Los esclamate eran extremadamente peligrosos y dudaba seriamente que, de todos los presentes, Mei fuese capaz de controlarlo.-

Bueno, llevamos un rato con él y no ha hecho nada. Además, por lo que dice, parece más asustado que con ansías de matar.-Auris se sentó junto a la fogata mientras esperaba que Rodri hiciese la comida.-Supongo que si quisiese hacernos daño ya lo habría hecho.-

Aun así creo que deberíamos vigilarlo.-Comentó Ester antes de sentarse entre Auris y Sebas.-

Yo lo vigilaré, ya relájense.-Mei hablaba con calma, restándole importancia a sus quejas.-

Parece que le agradas.-Lo que Rodri decía era cierto. El pokémon se veía alegre, sonreía ligeramente abriendo sus fauces y todos, menos Sebas, creían que se veía algo adorable a pesar de su nauseabunda apariencia.-

Lo que no entiendo es que hace aquí.-Dijo Sebas. Analizaba al pokémon de arriba a abajo con la mirada, pero a parte de sus hojas medio muertas no había mucho más que le llamase la atención.-Los esclamates viven en ríos y pantanos, son gregarios y agresivos con cualquiera que no pertenezca a su manada. No tiene sentido que esté tan lejos del río, solo, en esta época del año.-

¡Aburrido!-Gritó Mei mientras alzaba la vista y echaba la cabeza atrás-Todo eso ya lo sabía.-Sacó la pokédex con una media sonrisa, por esta vez sería ella la sabelotodo.

¿Por qué en esta época?-Preguntó Auris con curiosidad.-

Hay...-Mei interrumpió a Sebas al instante.-

¡SHSHSHSHSHSH! ¡YOTENGOLAPOKEDEXYOLEO!...A ver, aquí y...Aja...Los esclamates viven en...No, esto ya lo leímos...Aja, "durante las noches de luna llena esclamates, esclamamus y escalamitas de distintos grupos se juntan en pantanos para ver como los esclamamus evolucionan a su forma final.". Dice que es la única vez que se pueden ver a tantos juntos sin que se peleen...Y según esto hay luna llena hoy y dice que en Codaro es famoso el ver como se reúnen.-

Exacto. Si está aquí hoy se lo perderá...Supongo que no le afecta porque él no evolucionará pero, es raro que esté sin su manada.-

¿Y de qué tipo es?-Preguntó Rodri con curiosidad.-¿Fantasma y agua?

Fantasma y planta, pero se maneja muy bien dentro del agua.-Comentó Mei mientras continuaba leyendo.-Uh y dice que hay una leyenda sobre ellos.-

La del...-

¡Que yo leo!-Sebas volvió a guardar silencio pero su molestia ya era palpable. La rubia aclaró su garganta y puso una voz tenebrosa mientras leía el pasaje.-Antaño había un hombre que vivía en Codaro, en una humilde casa junto al río. Su estructura endeble apenas era capaz de ofrecer cobijo a quienes vivían en ella, una familia compuesta por un hombre, su esposa y su hijo. El hombre era un comerciante que vendía sus productos en Orquídea, se ausentaba durante semanas y cuando volvía a casa apenas tenía suficiente como para que su mujer y niño se mantuviesen. Ella soñaba con vestirse de joyas y viajar por el mundo pero él le insistía que con lo poco que ganaban sería imposible, pero lo intentaría, por ambos. La situación incomodaba a la pobre mujer, se sentía abandonada pero no podía evitar apiadarse de su esposo, sus penas, pensaba, palidecían en comparación con las de su marido, que pasaba tantos días lejos de casa, solo, todo por cuidar de ellos. Un día decidió darle una sorpresa, lo visitaría en Orquídea y lo acompañaría por el resto de su estadía, para subirle los ánimos...-

Yo creo que también le subiría otra cosa.-Mei chitó a Rodri para que se callase y ya no interrumpiese.-

¿Por dónde iba? Ah sí... Al llegar a la gran ciudad lo que encontró le rompió el corazón. Su marido estaba con una muchacha de la mitad de su edad, joven, bella, cubierta en joyería que su marido le había comprado. Ese día vio como ambos pasaban la noche en una lujosa quinta que su esposo había comprado, todo lo que ganaba lo gastaba en esa muchacha y ella y su niño vivían de las sobras.

La mujer regresó a Codaro con el corazón roto, su marido ignorante de su visita. Cuando el hombre volvió al pueblo días después no encontró su casa, los vecinos le dijeron que lluvias torrenciales habían caído y el río se había desbordado, su casa, de débiles bases y construida en terreno endeble, fue arrasada con la corriente, llevándose consigo a su mujer y a su niño.

El hombre corrió por las orillas gritando sus nombres, buscando entre las aguas sus cuerpos, durante horas los buscó, gritó sus nombres hasta que su voz se volvió ronca y carrasposa. Cuando el sol salió al día siguiente encontraron al hombre muerto junto al río. Dicen que en las noches se le ve deambular por las orillas, su voz ronca y quebrada, berreando desesperado, en busca de la familia que nunca apreció.-Rodri miraba de reojo a Auris, su cuerpo tenso y ligeramente tembloroso le dijo todo lo que necesitaba saber. Estiró su brazo detrás de él sin que se diese cuenta y apretó su cuello por detrás haciéndolo saltar y darse la vuelta mientras soltaba un agudo y desafinado grito.-

¡No hagas eso!-Le regañó el colorado moreno. Pero el rubio solo reía a carcajadas, pronto todos se le unieron, hasta Sebas, que por un segundo olvidó que el esclamate estaba con ellos. Pero al volver a verlo su risa dio paso a su actitud calmada habitual. No quería bajar la guardia frente a esa cosa.-

Que pena por esa señora y su niño.-Dijo Ester mientras apoyaba una mejilla en su mano y cerraba los ojos.-Es una triste historia.-

Los esclamates y su línea evolutiva inspiraron muchas historias y leyendas de terror, el monstruo del pantano es la más conocida.-Comentó Sebas.-

Creo que me lo voy a quedar.-Afirmó Mei con ánimo.-Dame una pokéball.-Sebas negó con la cabeza al instante.-

Usa una tuya.-Le contestó él.-

Olvide comprar.-

Toma bebé.-Rodri le lanzó una pokéball y Mei la atrapó en el aire.-

Gracias guapo.-La chica le dio un golpe en la cabeza al esclamate que abrió los ojos de par en par antes de ser absorbido por la pokéball. El aparato tembló dos veces en su mano para luego abrirse, el pokémon se veía molesto. Rugió y le mostró los colmillos a Mei, Sebas abrió su pokéball y de ella salió Mighty que sin demora tacleo al pokémon de planta, arrojándolo un metro por el aire.

Esclamate se puso de pie y rugió para luego huir hacia el bosque con prisa.-

¡Mira lo que hiciste!-Mei fue a buscar al pokémon pero regresó con las manos vacías, no había rastros de él.-

¡Esa cosa intentó atacarte!-

¡Claro que no, solo estaba molesto porque lo golpee sin avisar!, ¡Mariquito!-Auris alzó una ceja ofendido cuando se percató que Mei hablaba con él.-¡Tu hablas pokeñol! ¡¿Qué dijo cuando salió?!-

No sé, no estaba escuchando.-Esta pelea era entre ellos dos y no permitiría que lo metiesen en su fuego cruzado.-

Bueno, basta.-La voz de Ester los puso a ambos de los nervios.-Dejen de discutir.-

¡Que se disculpe por espantarlo!-Exclamó Mei con molestia.-

¡Dejen de gritar!-Les ordenó Ester. Detestaba los gritos pero le irritaba aun más la inmadurez de ambos.-Discutir no lo hará volver y la comida ya está lista, siéntense a comer y si Mei quiere capturar un pokémon, tú no te metas y tu Mei, actúa con más cuidado.-Nadie se atrevió a replicarle, todos se sentaron y esperaron que a Rodri les entregase su ración. Sebas no entendía por qué lo regañaba, solo estaba intentando proteger al grupo porque Mei claramente no sabe cómo lidiar con pokémons peligrosos.

El chico llamó a Mighty y sacó al resto de sus pokémons para que tomasen aire fresco. La oscuridad crecía con cada segundo y solo la danzante llama de la fogata evitaba que los consumiese por completo. El ambiente estaba tenso, ninguno mediaba palabra.

Sebas se había puesto a darle suaves y rápidos golpes a la cara de Alda, la pokémon movía su cabeza de lado a lado buscando morder su mano pero no podía alcanzarla a tiempo antes de que hiciese contacto.-

¿Qué haces?-Preguntó Rodri.-

Veo sus reflejos...Son algo lentos.-Dijo el chico mientras le daba un suave golpecito en ambas mejillas antes de dejarla tranquila.-Tendremos que mejorarlos. Anda, vete a jugar.-

Ee.-Alda fue a buscar a Percy, ambos brincaban uno encima del otro entre risas mientras se perseguían. Alda tomó impulso y saltó para colocarse encima de la melena de Mighty, que yacía medio dormido en el suelo, el pokémon siniestro despertó y se sacudió buscando quitarse a esa pequeña bola de pelos de encima pero Alda se reía mientras buscaba mantenerse encima de él. Percy se unió y también saltó sobre Mighty para jugar pero este bufó y se acostó, no sería el juguete de nadie.

Mientras que Percy se bajó, decepcionado al ver que la diversión había acabado, Alda dio vueltas encima del lomo de Mighty y se hizo bolita mientras se acurrucaba entre su pelaje, decidiendo así que este punto cálido y confortable sería su nueva cama.

Ester veía a los pokémons y la idea que tuvo en la mañana volvió a ella, la había olvidado por completo entre todo el caos.-

¿Saben que estaba pensando? Ya que estamos viajando juntos y Sebas y Mei enfrentaran a los gimnasios, podríamos hacerlo algo más oficial.-

¿Cómo así?-Preguntó Sebas con curiosidad.-

Bueno, podríamos formar un equipo formal. Con un nombre y un logo. ¿Puedes enfrentarte a gimnasios en equipo? Si, ¿No?-

Depende del gimnasio y el líder pero, sí. Los combates dobles son una modalidad que varios aceptan.-Ester sonrió con más ganas, ya podía visualizarlo.-

Entonces imagínenselo-La chica se puso de pie y dio un paso al frente.-Como una marca. Podemos hacerlos famosos, montamos vídeos de los combates, de nuestra vida viajando, sus entrenamientos. Al público le encantaría.-

Suena interesante-Comentó Auris con una pequeña sonrisa. Todos estaban de acuerdo, eran una idea brillante.-

Auris puede promocionar sus canciones, Mei y Sebas sus carreras de entrenadores, Rodri...-Ester lo miró expectante esperando que continuase su frase, no tenía idea de lo que quería.-

¡Podría conseguir dinero para hacer mi barco y navegar por el mundo!-

¡Exacto!-Continuó Ester.-Y yo, podría promocionar mi marca como patrocinadora oficial del equipo.

Conectar con el público no será problema. La gente los ama luego de lo que ocurrió en Aurum.-La chica se llevó las manos a las mejillas mientras fantaseaba con la idea.-Es algo tan romántico, un grupo de jóvenes forjando su destino mientras se enfrentan a las adversidades que el mundo les arroja.

Pero necesitamos un nombre.-Todos se quedaron en silencio pensando.-

¡Rodri y sus Buizels! ¡No no, Los Buizels de Rodri!-Los ojos del rubio se llenaron de ilusión mientras imaginaba a todos vestidos con trajes gigantes de Buizels.-

Quizás algo como...No lo sé, tiene que ser algo que nos represente a todos.-Añadió Auris mientras ponía un dedo delante de sus labios.-Creo que debemos pensar primero en el tipo de mensaje que queremos dar antes de escoger el nombre.-Ester asintió ante sus palabras.-

Yo creo que debemos capitalizar sobre el impacto que tuvimos en Aurum, se vieron irreverentes, frescos, tenaces. Sebas, ese momento cuando te dieron un golpe en la cara y seguiste caminando fue espectacular. Y cuando Mei y tú hicieron la pose al entrar en la arena fue, uf.-Los mencionados se sonrojaron ligeramente ante sus halagos.-...Y ahora que lo pienso, lo que Sebas dijo en la playa era cierto, todos somos diferentes. Eso hará conectar con el público aun más fácil.-

¿Nuestra cosa es ser distintos?-Preguntó Rodri-

Exacto. La gente ama a los renegados, a quienes se enfrentan al sistema, sobre todo esta región. Y les sugiero, porque es un mercado que la gente deja de lado muchas veces viéndolo como un nicho pequeño y específico, que busquen atraer a la comunidad LGBTI+. Si lo enfocamos desde el punto de vista de la disconformidad y el cambio, se los meterán en el bolsillo, y se pondrán como locos si además empezamos a aplicar el no binarismo en los mensajes que mandemos. Ayudará a crear una comunidad de gente empoderada y...-

No hablaré con términos no binarios.-El comentario de Sebas la sacó completamente de su zona y le puso un alto a su inspiración.-

¿Por qué?-Preguntó la chica con curiosidad.-

¿Qué es eso?-Inquirió Mei. Le daba algo de vergüenza preguntar, se había perdido a medio discurso pero como Auris y Rodri parecían contentos se limitó a sonreír y a asentir.-

Es usar la "e" en lugar de la "a" o la "o". En lugar de amigos o amigas es amigues porque la "e" no hace referencia a ningún género por...Motivos.-

Va más allá de eso, muchas personas no se sienten identificadas con los pronombres masculinos o femeninos y sus implicaciones socioculturales. Esta es una opción que permite derribar esos paradigmas al ofrecer una alternativa aplicable a todos.-

¿Las personas no binarias no piden que se les llame por la "e" también? O sea, que, por ejemplo, sería no un amigo no binario sino un amigue no binarie.-

En algunos casos, sí.-

Entonces...-Sebas se mantuvo en silencio, junto sus manos y miró hacia otro lado mientras hacia una mueca para luego bajar sus manos y señalar a Ester.-estas reforzando los paradigmas al imponer un nuevo sistema de lenguaje que según tu, es aplicable a todos, porque usas una vocal diferente.-Ester frunció el ceño ante sus palabras, pero el chico la ignoró mientras tomaba los bolsos de Mei, Auris y Ester y los colocaba uno junto al otro.-Pensémoslo así. Supongamos que este bolso representa el color azul-Dijo mientras señalaba el de Auris.-Que todos creen es para hombres. Tienes el de Mei, que es el rosa y todos creen es para mujer y tú, para aquellos a quienes no les gusta ninguno de los dos colores anteriores, decides crearles este tercer bolso, que representa al color gris.

¿No ves un problema aquí?-Ester se mantuvo en silencio y el chico sonrió un poco al ver poder sentir la furia que se ocultaba detrás de su mirada imponente. Le daba pequeños hormigueos en el estómago, una sensación que en lugar de intimidarlo lo emocionaba, el alterarla sería divertido.-Tenemos el azul, que se cree es exclusivo para hombres, el rosa, que todos creen es solo para mujeres, y una tercera opción, el gris, que es para quienes no quieran el azul o el rosa pero también puede ser dado a una mujer o a un hombre pues se considera un punto medio entre ambos colores.

No has resuelto el problema de los colores, es más, considero que lo refuerzas, porque lo que estás diciendo es, un niño puede usar el azul o el gris, y una niña el rosa o el gris, pero un niño no puede usar rosa y una niña no puede usar azul. Si quieres acabar con la correlación entre los colores y el género debes crear cosas de niños rosas y cosas de niñas azul y, está bien, crea otros colores para a quienes no les guste el rosa o el azul, pero no los pongas como opciones más inclusivas o más genéricas porque no lo son, son otra opción que sigue los mismos lineamientos de las otras dos pero que tu consideras es mejor.

¿Qué me impide usar "O" para todos? ¿O usar la "A" para todas?-

No solo se trata de como referirse a un grupo, se trata de que hay una predominancia del género masculino en el lenguaje. ¿Por qué si hay un hombre entre noventa y nueve mujeres debes referirte al conjunto con pronombre masculino?-

Y tienes toda la razón, es una estupidez. Pero ahora, si la "e" hace referencia a todos aquellos que no se identifiquen como hombres o mujeres y además al conjunto conformado por dos o más géneros, independientemente de cuales sean, ¿No sigue habiendo una predominancia de un género sobre otro?-

Ya cállense y coman.-Ordenó Rodri mientras le servía su ración a cada uno. No quería más discusiones por hoy.-

Si, supongo que no tiene sentido darle más vueltas.-La discusión no llevaba a nada, ni él la había convencido a ella ni viceversa así que prefirió dejar el debate como estaba y empezar a comer, se moría de hambre.

La sangre de Ester hervía bajo su piel, la trataba como una niña. Otra vez la presionaba y luego simplemente la dejaba ir para continuar con su día como si sus acciones y opiniones fuesen irrelevantes. La degradaba con su apatía y esa actitud prepotente, mirándola desde ese falso pedestal donde se había colocado a si mismo.-

No tengo hambre.-Ester se puso de pie, se sacudió su vestido para luego alejarse del campamento.-

¿A dónde vas?-Preguntó Auris con un ligero tono de preocupación.-

Voy a pasear un rato para abrir el estómago.-La chica se adentró entre los árboles y todos miraron a Sebas que comía con tranquilidad.

El chico claramente estaba evitando sus miradas desaprobatorias enfocándose en su plato, pero finalmente cedió a la presión.-

¿Qué? Ella pidió mi opinión.-

No tenías que ser agresivo.-El chico rodó los ojos ante las palabras de Rodri.-

No fui agresivo. Tampoco es para tanto.-

Eres un imbécil.-Espetó Mei sin reparos. Cada palabra parecía salir de lo más profundo de su ser, y eso las hacían especialmente dolorosas. Iba a contestarle pero la chica se puso de pie y se fue a su tienda de campaña, no quería saber más nada de él por el resto de la noche.-

Estos son temas sensibles para ella, se nota. A mí también me importan.-Sebas se mantuvo en silencio e hizo una mueca inconforme ante las palabras de Auris.-No eres un niño, no te ordenaré que te disculpes. Pero fuiste pesado.-Sebas respiró hondo, cerró los ojos y se puso de pie dejando su comida en el suelo.-

Alda, cómetelo si quieres. Ven Mighty-El chico se puso de pie. Mightyena lo siguió y mientras avanzaba Alda saltó de su lomo para comer las sobras. Las patas de Eevee cedieron y golpeó su rostro contra el suelo pero no le importó, se sacudió y fue a comer.-...No fui pesado, ¿Oh sí Mighty? ...Si, supongo...-Como sea, no importaba lo que creyese, la comunicación funciona a dos vías y es el receptor quien decide si fuiste o no ofensivo.

El chico caminó un rato por el bosque hasta que finalmente pudo encontrar a la chica, estaba sentada frente a un río arrojando piedritas al agua, pero ninguna rebotaba.-

Ester.-No hubo respuesta.-Solo quería decir que...-

No quiero tus disculpas.-Le contestó sin rodeos y con una inusual frialdad.-

...Perdón si fui pesado.-

No lo lamentas.-

No, no lo hago...Pero no importa lo que yo crea, no puedo decidir que te ofende o no, y no era mi intención hacerte sentir mal.-

¿Y qué hay de Mei?-

¿Qué pasa con ella?-

Le gritaste y ahuyentaste al pokémon que quería capturar.-

A ti no te gustaba esa cosa tampoco.-

Pero a Mei sí, y demostró que podía controlarlo. Auris dijo que no nos atacaría y aun así le gritaste por querer cuidarlo. Y deja que te diga, tú tienes un pokémon que estoy segura es más peligroso que ese.-La chica se había puesto de pie y se giró para encararlo, avanzaba poco a poco y el chico tuvo que hacer un esfuerzo consciente para dejar de retroceder.-

Ester, Mei no tiene pokémons propios, ni siquiera sabe como cuidarlos.-

¿Pero tu sí?-

Llevo años haciéndolo.-

Mei te salvó y lo negaste, y esa chica sin ningún entrenamiento y, que según tu, no sabe entrenar pokémons, duró más que tú contra Daniel. ¿Sabes que creo? Creo que estás celoso.-

¿Ah sí?-Preguntó alzando una ceja, el chico se puso erguido y tomó esa actitud prepotente que tanto la molestaba. Pero su actitud lo delataba, Ester podía ver a través de esa mascara de superioridad que le había obligado a colocarse.-

No aceptas que a otros les vaya mejor que a ti.-Sebas rodó los ojos y negó con la cabeza, no tenía por qué estar aguantando estas estupideces. Se había venido a disculpar, no ha que lo juzgasen y le sacasen sus fallos.-

Haz lo que quieras.-Dijo antes de marcharse. Mighty miró a Ester y luego a su Alfa, siguió a este último. Podía notar la tensión que estaba creciendo dentro de la manada.

Esa chica, hablándole así a su alfa, ¿Cómo se atrevía? Su lealtad estaba indiscutiblemente con él pero tenía el presentimiento de que el resto de miembros la apoyarían a ella, ¿Qué sería de ellos si la manada se separaba? Apenas se había formado y, personalmente, si se separaban no le molestaría, no necesitaba a esos debiluchos y pesados, solo necesitaba a su alfa. Si se mantenía con él todo saldría bien, estaba seguro.

Pero parecía que su alfa no pensaba igual, podía sentirlo, estaba preocupado, molesto, frustrado, al parecer quería una manada más grande, y si así era entonces lo apoyaría. Cuando su alfa se sentó en el suelo y bajó la mirada, él se sentó a su lado, se aseguraría que nadie lo molestase en este momento de vulnerabilidad. Y si necesitaba soporte o quizás incluso unos lengüetazos, se los daría, pero solo si se los pedía primero, las palabras serían completamente innecesarias, lo conocía demasiado bien, sabría cuando le pediría ayuda. Mientras tanto solo estaría a su lado, recordándole que no estaba solo.

Ambos se mantenían en silencio observando el horizonte mientras la fría brisa acariciaba sus pieles.-

¿Estoy celoso de Mei?-Mighty no volteó para verlo, no le parecía una pregunta que necesitase responder, él ya conocía la respuesta.-...Ella duró más que yo...Venció beedrills con un pokémon que no sabe pelear...Logró conectar con ese esclamate...Ella es tan...Alegre y vivaz.-Mei obtenía lo que quería, se salió con la suya en todas sus travesuras, y él, él falló, como siempre fallaba.-

(No, no es cierto, vencí al Gottmia...No, lo venció Satochi, iba a matarme...Le gané a Mario y Hernán.)-Pero esa victoria ahora no se sentía especial, ¿A quién le importaban esos dos? Daniel era el premio gordo y... Perdió. No importa cuánto avanzase, si era incapaz de llegar a su meta, no ganó, se quedó a medias.

Quizás si estaba celoso de Mei pero, luego pensó en ella, en su sonrisa, en el calor de su cuerpo, en el roce de sus pieles. Pudo sentir como su cuerpo se calentaba y esa pequeña llama de pasión se avivaba dentro suyo, su mente intentó apagarla, le recordó como la chica lo insultó, como lo degradaba y lo utilizó. Pero aun así ese fuego persistía, incluso contra sus mejores esfuerzos era incapaz de mancillar sus recuerdos de ella.

No estaba celoso de ella, la admiraba, admiraba su perseverancia, su optimismo, su actitud extrovertida y altanera, como reía, sus bromas, amaba todo en ella, incluso las cosas que le disgustaban. ¿Pero por qué regañarla entonces? El no confió en su juicio, igual que tampoco confiaba en revelarle el trabajo de su padre, como tampoco confió cuando la encontró en la montaña. Era como una paradoja donde la misma causa generaba resultados distintos, los mismos aspectos que lo cautivaban le hacían querer mantenerse a raya. Su actitud, sus pensamientos, eran demasiado básicos, le faltaba pulirse, aprender a controlarse, a pensar antes de actuar, en la misma medida que él debía aprender a hacer lo contrario.

Su irreverencia y osadía lo incitaban a seguir su ejemplo y enfrentarse a cualquier reto, pero a su vez le hacían sentir que debía vigilar cada paso, evitando que Mei los hiciese cruzar el punto de no retorno, donde las consecuencias de sus acciones dejarían marcas permanentes.

La chica era como un diamante en bruto, pero él también tenía mucho que mejorar y sentía que ella podría ayudarlo con eso. Ester tenía razón, Mei es capaz, talentosa. Quizás eso era todo, quizás solo debía ceder un poco de control, confiar más en otros, y quizás así ella confiaría más en él y tenía el presentimiento de que mientras estuviesen juntos no habría reto que les quedase grande, no habría un muro impenetrable o una puerta que no se pudiese abrir.

Pero todavía no tenía clara una cosa. Ester había dado en el clavo, no se sentía mal por lo que dijo y su disculpa no era más que una formalidad. Nunca le gustó disculparse por cosas que no sentía. Para él la disculpa era un acto de valor, de nobleza, donde buscaba enmendar un daño y expresar como sus acciones le carcomían por dentro al punto en que necesitaba escuchar de esa otra persona que lo que hizo quedó en el pasado, que las heridas de su víctima y las suyas podrían sanar sin miedos ni rencores. Pero no sentía eso ahora.

Ester le pidió su opinión y la compartió, pero sabía que le había hecho daño y eso si quería enmendarlo. La morena despertaba en él una admiración distinta a la de Mei, pero igual de potente, era una mujer de carácter tan fuerte, pero dulce y delicada cuando hablaba, comedida pero implacable, inteligente, visionaria, empática y con un genuino deseo de ayudar a otros. Pero lo que le cautivaba eran las discrepancias en sus ideas, como ambos podían desear lo mismo pero sus métodos para alcanzarlo eran distintos. El ver sus ideas chocar, el conflicto, cómo un lado buscaba prevalecer mientras exponían los fallos del otro para que este inmediatamente las reforzara y contraargumentara.

Era como un combate pokémon, buscaba el golpe crítico, un movimiento super eficaz que incapacitara al otro, pero como en los combates, ese momento casi nunca llegaba pues el otro deseaba vencer con la misma intensidad y todo se resumía a la habilidad, a adelantarse a las jugadas del contrincante, analizar su estrategia, entrar en su mente y ver el mundo desde su perspectiva. Pero a diferencia de los combates el perder no le dolía, le emocionaba, ganar era divertido pero el que la otra persona lograse callarlo, era espectacular, una adrenalina recorría su cuerpo mientras su mente contemplaba un nuevo universo de posibilidades.

Pero él no era el único que reflexionaba, sentada junto al río Ester se abrazaba las piernas en posición fetal mientras escuchaba el suave rumor de las rocas al ser arrastradas por la corriente.

Estaba cansada, cansada de que las cosas siempre fuesen así, a donde quiera que iba, con quien fuera que estuviese, nunca terminaba de encajar.

Respiró hondo y se abrazó con más fuerza, solo era cuestión de tiempo, no debía rendirse y algún día sus esfuerzos se verían recompensados. Solo esperaba que ese día llegase más pronto que tarde.

Estaba a punto de irse pero un brillo captó su atención, había dos puntos blancos resplandecientes debajo del agua que la observaban detalladamente. Se asustó un poco pero luego cayó en cuenta.-

Tu eres el pokémon de Mei, ¿Verdad?-El pokémon se mantenía sumergido mientras se acercaba lentamente, el agua ni siquiera temblaba con su presencia.-

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